Escuelas Filosóficas y la Madurez Moral: Un Recorrido por la Ética

Los Cínicos

La palabra cínico viene de kynicos que significa perruno. Este era el adjetivo que la gente aplicaba a un grupo de filósofos que, más que una escuela, formaban una corriente que se distinguía por una actitud de libertad radical del individuo. El hombre, según los cínicos, es bueno por naturaleza; es sabio el que vive según la naturaleza, el que desprecia las convenciones sociales, valora la libertad de acción, etc. Para ser feliz es preciso bastarse a sí mismo, cosa que se consigue mediante el ascetismo y el autodominio. El fundador del movimiento cínico fue Antístenes, pero el más conocido es Diógenes.

Los Estoicos

Creen que es sabio el que vive según la naturaleza, pero para averiguar qué significa esto les pareció indispensable descubrir cuál es el orden del cosmos, ya que solo así sabremos cómo hemos de comportarnos ante él. Para ello recurrieron a Heráclito, que explicaba el orden del cosmos indicando que hay una razón común que gobierna las cosas y es para ellas destino y providencia. La serenidad, la imperturbabilidad, es la única fuente de felicidad por la que el sabio es autosuficiente. Junto con Zenón, los estoicos más conocidos fueron Crisipo de Soli y Séneca.

El Hedonismo

Los hedonistas consideran que hay moral porque los hombres buscan el placer y huyen del dolor. Para descubrirlo basta con una investigación de los móviles de la conducta humana.

El Epicureísmo

Nace en Grecia en la época helenística y suele contraponerse al estoicismo: mientras que los estoicos cifran el ideal de sabiduría en la imperturbabilidad, el epicureísmo lo hará consistir en un goce bien calculado. La sabiduría así tiene dos raíces: placer e intelecto calculador. Estas dos raíces son la constante del hedonismo. Epicuro de Samos es el fundador de esta escuela.

Los Utilitaristas

Nace en el mundo anglosajón en la época moderna y es un hedonismo social, porque considera que los seres humanos tenemos unos sentimientos sociales, cuya satisfacción es fuente de placer; entre ellos se encuentra la simpatía, que es la capacidad de ponerse en el lugar de cualquier otro. La meta moral consiste en alcanzar la mayor felicidad para el mayor número posible de seres vivos. Este principio aparece por primera vez en el libro de Cesare Beccaria. En los últimos tiempos ha prosperado una distinción importante en el utilitarismo:

  • Utilitarismo del acto, que exige valorar la corrección de cada acción por sus consecuencias.
  • Utilitarismo de regla, que exige tener en cuenta si la acción ante la que nos encontramos se somete a alguna de las reglas que ya consideramos morales por sus consecuencias.

La Madurez Moral

Algunos psicólogos como Jean Piaget y Lawrence Kohlberg han interpretado la conciencia moral como la capacidad de formular juicios sobre lo justo y lo injusto y han estudiado cómo evoluciona y se desarrolla esta capacidad. La teoría de Kohlberg se basa en la idea kantiana de que la madurez moral es un proceso que comienza con la heteronomía moral y culmina con la autonomía moral, y diferencia tres niveles que expresan tres situaciones posibles en la adquisición de la autonomía moral.

Nivel Preconvencional

La persona tiene por justo lo que satisface sus intereses. Se representan las normas solo por las consecuencias que pueda acarrear vulnerarlas. Estas son las personas inmaduras, pues se dejan llevar por sus impulsos egoístas, por lo que no son autónomas.

Nivel Convencional

La persona considera justo lo que concuerda con las leyes propias de su sociedad. En este nivel, la persona se siente miembro de una comunidad, cuyas normas, reglas y principios reconoce y admite. Por ejemplo, muchas personas admiten ciertos prejuicios sexistas, chovinistas y racistas porque en la sociedad en que viven es algo legal y socialmente aceptado.

Nivel Postconvencional

Las personas distinguen entre las normas de su sociedad y los principios morales universales. Son personas autónomas y su comportamiento se rige por los principios que su propia conciencia reconoce como universalmente vinculantes. Estas personas se sienten miembros de la humanidad, de modo que la justicia particular es inseparable de la solidaridad global. Es el caso de los defensores de ciertos derechos, que actúan por el convencimiento de la universalidad de los mismos. La autonomía representa el máximo grado de madurez moral.

La teoría de Kohlberg ha sido completada con las aportaciones de su discípula Carol Gilligan. Esta ha mostrado que, además de progresar en los valores de la justicia, la persona moralmente madura ha de progresar también en los valores del cuidado. Esto significa que la madurez moral no es solo cuestión de alcanzar la imparcialidad desde el punto de vista universalista, sino también de desarrollar un sentido de la compasión y de la responsabilidad por quienes necesitan ayuda, empezando por los más cercanos.

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