La Alegoría de la Línea y la Caverna de Platón: Un análisis ontoepistemológico

El Conocimiento: Doxa vs. Episteme

El verdadero conocimiento, episteme, consiste en la captación de las esencias, mientras que la doxa es bastante subjetiva, es decir, la opinión. La ciencia y la verdad son afines al bien, pero no lo son. El bien, que es la realidad suprema, confiere al alma la capacidad de obtener un conocimiento verdadero y, a las ideas, les proporciona cognoscibilidad. Así, del mismo modo que en el ámbito sensible tenemos la tríada vista-luz-sol, en el inteligible tenemos verdad-idea-bien.

El Bien

Sin explicarlo, se ha llegado a lo que no es el bien, que no es ciencia ni verdad, sino algo que está por encima y que no tiene nada que ver con el placer, dado que este está relacionado con lo corporal y no puede ser inteligible. Platón propone, a través del diálogo, otro nivel de alegoría que supone el paso de la epistemología a la ontología, donde dice: «pienso que puedo… el mismo génesis». Él no solo aporta, sino que también proporciona las condiciones de la ciencia en la tierra. Es causa de todo ello, perteneciendo a un nivel ontológico superior, «que causa la génesis… mismo génesis», es decir, que no ha sido generado por ningún ser sensible. Paralelo a esto, el bien no solo aporta cognoscibilidad y conocimiento, sino también el existir y la esencia. Platón esboza toda una manera metafísica, puesto que el sol no solo nos da la luz y la visión, sino también la vida; el bien aporta no solo conocimiento y ciencia, sino también que las ideas sean y que sean lo que son.

Relación entre la Realidad y el Conocimiento en la Alegoría de la Línea

Aparece, por tanto, la concepción ontológica y epistemológica de Platón. Después de la conversión anterior, Platón introduce, con un cierto tono coloquial y relajado ante la complejidad del asunto, la alegoría de la línea. Se insiste en la dificultad del tema debido a su complejidad; se aborda de manera más clara que el bien no posee una esencia que puede ser definida y encerrada en un concepto. Los dos que reinan son el bien y el Sol en sus respectivos ámbitos. La desigualdad de las dos partes se debe a la distinta importancia de los ámbitos de lo real, correspondiendo, en consecuencia, al mundo inteligible la parte más extensa y superior, y la misma operación se vuelve a producir en cada subsección, de manera que la parte de arriba posee siempre jerarquía con la de abajo, es decir, cada nivel es modelo del inmediatamente inferior y copia del modelo superior, en el cual se encuentran los seres sensibles, que sirven a las imágenes del modelo dicho. Las dos partes se relacionan como lo verdadero y lo falso, ya que los seres sensibles son en sí seres no verdaderos, pero constituyen la verdad de las imágenes, pues son causa de estas. Para Platón, todo ser sensible es la copia de una idea, por lo que las únicas originales son las ideas.

Los dos tipos de elementos de la razón inteligible

Los razonamientos matemáticos se caracterizan por supuestos a partir de principios, utilizan seres sensibles y la conclusión a la que llegan no es su principio. En la 2ª parte, 1º se parte de un supuesto, 2º no utiliza seres sensibles y la conclusión es un principio.

En este paso intermedio

Parten del presupuesto que son asumidos como principios y no necesitarán una fundamentación superior y, a partir de esos supuestos no demostrados, extraer sus conclusiones mediante deducciones; por ejemplo, la definición de la hipotenusa se supone que es evidente a cualquiera y que no necesita demostración sin fundamento y, por eso, no nos preguntamos qué clases de seres son o cuál es la causa de su necesidad racional, sino que solamente necesitan demostraciones.

Pero como si fueran imágenes

Esto quiere decir que no otorgan realidad sustancial o a esas representaciones; la atención no está en el dibujo, que es tratado como una mera imagen o reflejo para facilitar la comprensión, sino en el concepto matemático, inteligible y perfecto. Sería ridículo objetar a un matemático que dibuja un triángulo cuyos ángulos miden 180º; en realidad, el dibujo no es nada más que una ocasión para que uno pueda representar en su mente el triángulo inteligible y real. A Platón le interesa dejar claro que no por usar imágenes debe pensarse que el conocimiento matemático no sea inteligible. Los matemáticos no hacen experimentos y usan sus mentes, no sus sentidos, para probar sus teoremas.

A esto me refería

Precisamente por conocerse a través del conocimiento, los entes matemáticos, junto a las ideas, pertenecen a la especie inteligible y son objeto de la episteme y no de la doxa. La conclusión a la que llega el matemático no es un principio, mientras que la demostración desarrollada tiene como fundamento un supuesto que no ha sido justificado. Cuando Platón utiliza «artes afines» al final del párrafo, se refiere a las distintas ramas de las matemáticas.

Comprende entonces

El conocimiento superior en la línea dividida, que se refiere a la noesis o intuición de las ideas, es superior al de los matemáticos porque considera los supuestos como supuestos, es decir, estos se convierten en un punto de partida y no como en las matemáticas, un principio del que siempre depende, pues toda demostración es consecuencia de ese supuesto no demostrado. Así, mientras que en las matemáticas es el inicio de un proceso deductivo, en la noesis lo es de un ascenso inductivo. Una vez alcanzado, desciende para descubrir la comunicación entre las ideas y, de esta manera, se adquiere una visión del mundo inteligible, es decir, que la inteligencia posee mayor claridad que las artes matemáticas.

La Alegoría de la Caverna

En la alegoría de la caverna podemos comentar desde la concepción ético-política o desde la ontoepistemológica. Platón nos hace una descripción de la caverna y de sus moradores. Supone, por un lado, los cuatro niveles de conocimiento y de la realidad, en la que vemos la relación con la línea dividida que aparece en el libro VI de La República y es una interpretación de los cuatro niveles de conocimiento y realidad, pero expresa muchas más cosas: el tránsito de la ignorancia al saber, el conocimiento del verdadero filósofo, la educación del filósofo gobernante y el ascenso a la plenitud humana, es decir, que abarca desde temas epistemológicos y ontológicos hasta éticos y educativos. La caverna presenta el mundo sensible y los prisioneros simbolizan el alma atrapada en él; las sombras representan el nivel más ínfimo de la realidad (imágenes) y, por lo tanto, de la eikasia. El tabique permite el engaño al ocultar las figuras humanas que manipulan los objetos. El fuego hace posible que haya luz y, por tanto, sombra. Si el conocimiento de las sombras corresponde al nivel de eikasia, el conocimiento directo de los objetos corresponde a la pistis y ambos forman la doxa.

El tema de este texto

Podemos comentarlo desde distintos puntos de vista, como la concepción epistemológica, ontológica o desde la ética. Lo voy a comentar desde la pluralidad de estas dimensiones, dado que el tema que en él se expresa es la liberación del prisionero. Simboliza el proceso educativo que el esclavo que se libera tiene que ascender, desde la oscuridad de la cueva, hasta el conocimiento de la idea de bien. Platón expresa en este texto el proceso de ascenso y la educación. Desde el primer momento se hace patente la necesidad de que es indispensable un elemento externo de educación para que el individuo pueda llegar a cumplir su auténtica naturaleza, como vemos en el párrafo.

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