Análisis de la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres de Kant

Marco Histórico

La vida de Kant transcurre en Prusia, en la época de la Ilustración, movimiento del que es considerado el máximo representante. En Alemania, la Ilustración comienza con cierto retraso y con una directa influencia de la francesa, aunque en Alemania será impulsada desde el poder por Federico II. Kant, protestante de religión, pensará, como otros ilustrados, que la razón humana debe hacerse adulta y dejar de someterse a la tutela de los dogmas religiosos. En el terreno político, predomina el despotismo ilustrado, sistema en el que los monarcas aplicaban las reformas sociales propugnadas por los ilustrados, pero sin contar con la participación popular. La Enciclopedia, que defendía los principios de tolerancia, cosmopolitismo y respeto a la dignidad del ser humano, es la mejor expresión de los ideales ilustrados. La idea de progreso, gracias a la “diosa” Razón, se convertirá para muchos en esperanza para la “emancipación” humana, más allá de las diferencias entre empiristas y racionalistas. La Ilustración era la nueva ideología de la clase burguesa que tomará el poder, provocando la caída del Antiguo Régimen, es decir, del Trono soberano y de su aliado el Altar (las Iglesias). Con el nuevo régimen, la soberanía recaerá en la Nación Política. Kant proponía fundar una sociedad de naciones que acabara con la rivalidad entre los estados. En el terreno científico, la física de Newton culminaba con la obra de Copérnico, Kepler y Galileo. En el contexto filosófico, desde el racionalismo dogmático alemán, Wolff mantenía la posibilidad de la metafísica. Desde el empirismo, Hume, al fundar el conocimiento humano a posteriori, en la experiencia, consideraba la metafísica una ciencia imposible. En el ámbito religioso destacan tres corrientes: la de Voltaire, que mantenía una religión natural; el pietismo, secta protestante fundada por Spener; y el ocultismo místico de teósofos como el sueco Swedenborg.

Principales Influencias y Pensamiento del Autor

En sus principios, Kant fue un filósofo racionalista; recibió influencias de Wolff, Leibniz y Descartes. En este sentido, acepta que el entendimiento produce ciertos conceptos sin derivarlos de la experiencia. Sin embargo, tras leer a Hume (y conocer la obra de Newton), acepta el valor de la experiencia en el conocimiento (que le despertó de su “sueño dogmático”), por ello afirmará que sólo es posible el “conocimiento objetivo” cuando las “categorías” se aplican al campo de la experiencia. De este modo, Kant pretende realizar una síntesis superadora de ambas corrientes filosóficas: racionalismo y empirismo. Esto también le hará rechazar la posibilidad de establecer la metafísica como ciencia: Dios, el alma y el mundo pueden pensarse, pero jamás llegar a conocerse. En cuanto a la repercusión de la obra de Kant, además de influir en artistas como Beethoven o Schiller, cambió el curso de la historia de la filosofía. Del pensamiento kantiano derivó, en primer término, el idealismo alemán del siglo XIX, cuyos principales representantes, Fichte, Schelling y Hegel, construyeron grandes sistemas filosóficos. También se deriva de Kant el pensamiento de Schopenhauer, que criticará la ética formal del deber kantiana, por considerarla opresiva para la vida. En Kant aparecen ciertas raíces premarxistas del socialismo del siglo XIX, cuando denuncia la explotación del hombre por el hombre y expone como norma ética que nunca se debe tratar al otro sólo como un medio, sino como un fin en sí mismo. A partir de Kant, Dios y el alma serán analizados y estudiados por la teología y la psicología, y no sólo por la filosofía. Sus tesis idealistas de que el sujeto construye la realidad influirá en la tesis de Heisenberg (principio de incertidumbre), y un desarrollo peculiar de estas ideas nos lleva a la teoría de la realidad virtual. En el terreno de la Etología fue tenido en cuenta por Konrad Lorenz. En España influirá, a través de los neokantianos, en Ortega y Gasset y su teoría sobre la razón vital.

Relación del Texto con el Pensamiento de Kant y Líneas Principales

El texto, que pertenece a la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, es paralelo al pensamiento de Kant en el ámbito de la “razón teórica”. Pero mientras en la razón teórica trata del conocimiento de los aspectos físicos o impersonales del mundo, la razón práctica versa sobre las acciones de los hombres respecto de los demás hombres en lo que tienen de sujetos personales. En este terreno, Kant no pretenderá alcanzar un fundamento que garantice que nuestro conocimiento es “objetivo”, sino una garantía de que nuestras conductas (morales) son buenas para nuestra existencia como personas (no como objetos impersonales). Durante su juventud, Kant compartió las tesis racionalistas de Leibniz y de Wolff, considerando que la metafísica es una ciencia capaz de conocer objetos transcendentes, situados más allá de la experiencia, como el alma, el mundo o Dios. Pero la lectura de las obras del empirista Hume le despertó y comenzó a poner en duda la posibilidad de que la metafísica fuera una ciencia. Al mismo tiempo, su lectura de Rousseau le llevó a destacar que, además de la ciencia, es imprescindible tener en cuenta un componente práctico o moral de la razón. Kant parte de los conocimientos aportados por las dos ciencias que existían entonces: Newton acababa de establecer los principios de la ciencia física, y muchos conocimientos matemáticos. Se propondrá llevar a cabo una crítica o análisis (filosófico, desde la “razón filosófica”) para intentar averiguar qué es lo que permite que ambos saberes alcancen un “conocimiento objetivo” (universal y necesario) de las cosas de sus respectivos campos reales. Esta tarea la lleva a cabo en su obra “Crítica de la Razón Pura (teórica)” y la “originalidad” de dicho análisis consistirá en afirmar que ambos tipos de juicio nos dan conocimiento acerca de la experiencia (son sintéticos), pero además son “necesarios” y “universales” (a priori) porque la estructura formal de los conocimientos matemáticos y físicos la pone el sujeto, no el “objeto” conocido (espacio, tiempo y categorías). La “materia” de dichos objetos de conocimiento vendría de una realidad desconocida (noúmeno) que no podemos conocer “objetivamente”, pues Kant afirma que tal realidad sería inteligible sólo para un sujeto con facultades puramente intelectuales.

Kant pretende fundar una nueva filosofía, el “idealismo transcendental”, que pretende ser una síntesis del empirismo (en la medida en que “todo conocimiento objetivo comienza con la experiencia”) y del racionalismo (pues “no todo conocimiento se reduce a la experiencia”). Esta crítica tendrá para Kant una importante repercusión en el terreno de la filosofía (de la metafísica), que se ocupa de ideas (no de conceptos científicos), pues Kant intentará saber si la filosofía puede llegar a obtener conocimientos similares a los de las ciencias matemáticas y físicas, y su contestación será negativa, pues las ideas son totalizaciones abstractas de conceptos que van más allá de la “experiencia” manifestada en los “fenómenos” (no podemos conocer objetivamente el noúmeno). Kant se planteará que en el terreno de la moralidad hay un “hecho” (faktum) incontrovertible: que la “voluntad” puede llegar a ser “pura”, sin dejarse guiar por deseos o móviles de un “querer” empírico, y cuya estructura se manifestaría en un “juicio a priori práctico” que se expresa en el “imperativo categórico” (que Kant expresa según tres fórmulas). La voluntad será libre, según Kant, sólo si es ley de sí misma (autónoma), y eso se logra convirtiendo los mandatos o máximas subjetivas en leyes objetivas de carácter universal para todo ser racional. Kant pretende encontrar el fundamento de que nuestra conducta es virtuosa apelando a la “forma” abstracta de las normas prácticas. De dicho fundamento no podríamos tener un conocimiento objetivo (como el que poseemos acerca del universo descrito por Newton), pero nos veríamos necesariamente impelidos a plantear (pensar) tres ideas totalizadoras. Dichas ideas se manifestarían en el terreno práctico a través de tres postulados: que nuestra alma sea inmortal, que nuestra conducta no esté determinada por causas exteriores, como las que rigen los movimientos de los objetos del mundo físico, sino que sea libre (autónoma); y que la totalidad de lo existente tenga una finalidad.

Para Ver en el Texto

  • Categorías: Son conceptos puros a priori, es decir, previos e independientes de la experiencia, que pertenecen al entendimiento del sujeto y posibilitan que conozca la realidad. Mientras que para Aristóteles y Tomás de Aquino las categorías tenían un sentido objetivo, designando los principales sentidos del ser, en Kant tienen un sentido transcendental, subjetivo: son las condiciones que pone la mente del sujeto y que hacen posible su conocimiento del mundo.
  • Fenómeno: Es lo que se manifiesta o aparece. De la realidad sólo podemos conocer aquella parte de los objetos que se nos manifiesta de manera sensible, ya que para que exista conocimiento se requiere, según Kant, la colaboración de los datos sensoriales (experiencia) y de las categorías a priori del entendimiento.
  • Noúmeno: Son las cosas en sí mismas, es decir, la estructura de los objetos con independencia del sujeto que los conoce. Los noúmenos no pueden conocerse, sólo pensarse: son una incógnita que nuestra razón nunca podrá penetrar. Constituyen el límite de nuestro conocimiento.
  • Juicios Sintéticos a Priori: Son posibles, según Kant, porque el espacio y el tiempo son acciones del sujeto. La geometría y la aritmética son estructuras del sujeto (son saberes objetivos).
  • Principio fundamental de la moral: Actúa de tal manera que la máxima (que es la norma de conducta) de tu voluntad o acción pueda valer siempre, al mismo tiempo, como una legislación universal (como principio de una ley universal).
  • Postulados de la razón práctica: Son proposiciones exigidas por la razón práctica, desde el momento en que existe en ella el imperativo categórico o ley moral. Son la libertad del sujeto, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Al pertenecer al uso práctico de la razón, no amplían nuestro conocimiento, si bien tienen un profundo significado moral.
  • Imperativo categórico: Es la ley moral, universalmente válida, presente en la razón del sujeto, que le indica incondicionalmente, de un modo absoluto, qué forma ha de adoptar su conducta para actuar moralmente. Es el máximo exponente de la libertad o autonomía moral del sujeto humano, por lo que le otorga dignidad como persona moral y le hace objeto de un absoluto respeto. Se opone a los imperativos hipotéticos de la ética material, que son condicionados, es decir, están dirigidos a o subordinados a obtener un determinado fin.
  • Ideas de la razón: Las ideas tienen sentido transcendental, crítico y subjetivo, y designan los principios incondicionados de la razón que permiten sintetizar todos nuestros conocimientos.

Prólogo

Kant acepta la división clásica de la filosofía en física, ética y lógica, pero examina el principio en que se funda, para averiguar si es completa e introducir en ella nuevos matices acordes con su filosofía transcendental. Considera que el conocimiento racional puede ser material o formal. La filosofía formal coincide con la lógica, pero en la filosofía material hay dos partes: si trata de los objetos y las leyes de la naturaleza, se denomina física o teoría de la naturaleza; si trata de la conducta y sus leyes, ética o teoría de las costumbres.

Capítulo I

Desvela dónde reside la bondad de la buena voluntad. Una voluntad buena lo es por sí misma, por su querer, orientado hacia el ideal del deber, y no por el objeto o final al que tiende, o en función del logro o fracaso en la consecución del objetivo que el sujeto se ha propuesto. La voluntad no es buena, por tanto, por su utilidad, por los beneficios que nos reporta. (Pero el precepto de la felicidad está las más veces…). Alguien que trata de asegurar su propia felicidad no lo hace porque esta inclinación sea natural a todos los seres humanos, sino porque piensa que es su deber disfrutar del goce que se le ha permitido, por escaso que pueda ser. Sólo entonces esa conducta, realizada por el simple deber de asegurarse la felicidad, tiene verdadero valor moral. (Yo no debo obrar nunca más de modo que pueda querer…). Kant se pregunta cuál es la ley de esa voluntad. Puesto que ésta no puede regirse por efectos ni inclinaciones, sólo es posible fundar la obligatoriedad de la ley en su universalidad. Lo que le indica claramente al individuo que su acción y la máxima que la dirige tienen valor moral es que ha de poder querer que esa acción y su máxima valgan siempre y sin excepción para todos los hombres, convirtiéndose en una ley universalmente válida.

Capítulo II

(La representación de un principio objetivo, en tanto…). La ley se representa ante la voluntad como mandato dotado de validez objetiva, es decir, como un imperativo, que le exige actuar en función de la ley y no de uno de sus deseos, aunque la voluntad, por estar entorpecida por esos obstáculos subjetivos, no obedece por necesidad a esa ley. (Pues bien, todos los imperativos mandan ya hipotética, ya categóricamente…). Kant lleva a cabo un análisis de los distintos imperativos que existen. Además de los imperativos hipotéticos, que recomiendan algo como medio para obtener otra cosa (felicidad, por ejemplo), existen los imperativos categóricos, leyes que obligan de forma incondicional y universalmente válida. (El fundamento de este principio es: la naturaleza racional existe como fin…). El valor absoluto de las personas (y, por extensión, de cualquier ser racional posible) constituye el fundamento del imperativo categórico, del cual cabe ofrecer ahora una segunda formulación: al actuar, hemos de tratar a la persona humana siempre como un fin y nunca como un simple medio. (Este principio de la humanidad y de toda naturaleza racional en general…). El principio según el cual la humanidad y toda naturaleza racional en general son un fin en sí mismo constituye el fundamento de la moralidad. Esto significa que la voluntad es universalmente legisladora, es decir, se otorga a sí misma a priori una ley práctica; de manera que, con esta tercera formulación del imperativo, se demuestra que el ser humano se encuentra exclusivamente sometido a sí mismo, a una ley que procede de su propia razón.

Capítulo III

No se puede demostrar teóricamente que la libertad sea real, aunque sí es un supuesto necesario de la moralidad, es una idea. De la suposición de esa idea, hemos sido capaces de derivar la ley moral que nos obliga a obrar, el imperativo categórico. La idea de libertad no puede demostrarse; hay que suponer que existe. Si un ser es racional, es causa de sus acciones, tiene voluntad; y si tiene voluntad, tenemos que admitir que es libre. (¿Cómo es posible un imperativo categórico? –Apela a la idea de libertad). (Así pues, la pregunta de cómo sea posible un imperativo categórico puede…). La crítica kantiana de la razón prueba que ésta es práctica, moral, y que el sujeto es autónomo, libre, pero no puede explicar por qué. Tratar de ir más allá implica el riesgo de superar los límites de la razón y perderse en un mundo de fantasmas y abstracciones incomprensibles. (Así pues, no concebimos, ciertamente, la necesidad práctica incondicionada…). No podemos concebir teóricamente el fundamento de nuestra conducta incondicionada, pero tenemos que suponer su realidad y tenemos que ir más allá de su inconcebilidad.

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