Ética de Platón
Para la aristocracia antigua, la virtud era heredada, y para los sofistas, algo enseñable. El éxito requería una formación que ellos impartían cobrando un precio. Sócrates, en cambio, sostenía que la virtud se identificaba con el saber: solo quien sabe qué es el bien puede obrar correctamente, y quien lo sabe no puede obrar de otro modo.
Las Ideas Morales. La Idea del Bien
Como consecuencia de su división del mundo (mundo sensible y mundo de las Ideas), el conocimiento del bien, etc., ya no radica en definiciones como en Sócrates, sino que tiene existencia por sí mismo. Las Ideas están jerarquizadas, y la idea más sublime es la Idea del Bien.
En el Mito de la Caverna, Platón deja claro que la Idea del Bien es lo más importante, simbolizándola con el “sol”, que representa el último estado de conocimiento al que puede aspirar el hombre. Con esto, Platón establece una clara conexión entre ética y conocimiento, pues en este mundo visible, el sol es la fuente de luz y, por tanto, la causa de toda visión o conocimiento. Solo nos apartamos de la oscuridad de las opiniones cuando la luz del Bien ilumina nuestro conocimiento. De modo parecido ocurre en el mundo inteligible: el Bien otorga el ser a las demás Ideas.
También existe una conexión clara entre ética y política. La Idea del Bien es la que debe guiarnos en los asuntos “privados y públicos”. El correcto funcionamiento de la polis dependerá del orden o justicia entre los integrantes del Estado. Platón rechaza el intelectualismo moral de Sócrates (quien conoce el bien lo hace siempre).
La Virtud
Para llegar a las Ideas, podemos servirnos de la dialéctica y el amor, pero no es suficiente. Necesitamos la virtud, que es la única que puede enseñarnos el camino hacia el Bien y la Justicia. La virtud es la capacidad que permite a cada persona cumplir su función propia, lo que comúnmente denominamos “excelencia”.
Según Platón, el hombre es un compuesto de cuerpo y alma, y lo que define al ser humano es su alma. Por tanto, lo que interesa por encima de todas las cosas es el éxito para el alma. Y como el alma consta de partes distintas (racional, irascible y concupiscible) que desempeñan distintas funciones, para que cada una de las partes del alma realice su “función propia”, debe guiarse por un principio:
- La parte racional del alma debe guiarse por la virtud de la Sabiduría o Prudencia. Esta virtud es la que le acercará al mundo de las Ideas.
- La parte irascible debe guiarse por la virtud de la Fortaleza o Valor. Es la que mueve al alma a superar las dificultades en su ascensión hacia el mundo de las Ideas.
- La parte concupiscible debe practicar la Templanza, por la cual el alma modera sus apetitos corporales.
Cuando se dan estos tres tipos de virtudes, se da la justicia como orden o armonía. Pero la justicia no se da siempre. Puede deberse a dos motivos:
- Cuando el individuo confunde el placer con la felicidad.
- Cuando los individuos confunden la ambición con la felicidad.
Ningún ser humano aislado tiene capacidad para ser bueno o sabio. Para ello, necesita al Estado. Esto significa que solo la virtud y el Estado hacen posible el acceso a las Ideas, aunque sean las Ideas el fundamento último de la Virtud y del Estado. Por tanto, se establece una conexión clara entre ética y política.
Política de Platón
La obra que Platón tituló República es un diálogo extenso que tiene como protagonista a Sócrates. Este diálogo está dividido en 10 libros y consta de tres partes:
- La primera parte (hasta casi el final del libro V) consiste en la construcción de una polis ideal; es, por tanto, una utopía. La reforma política que Platón propone es radicalmente opuesta a la democracia ateniense de su tiempo y a la idea igualitaria que los sofistas proclamaban.
- La segunda parte (del final del libro V hasta el libro VII) trata de cuestiones de filosofía, en contraposición a la política (intenta definir la palabra filósofo, etc.).
- La tercera parte consiste, principalmente, en una discusión sobre varias constituciones reales, sus méritos y sus defectos.
El diálogo de Sócrates va de un tema a otro, a sugerencias de sus interlocutores. Como en una sinfonía, los temas recurren y se entrelazan. Hay varios leitmotivs: la justicia, la unidad de la ciudad, la analogía entre la configuración de la sociedad y la del alma individual.
Justicia
La República de Platón comienza intentando definir la justicia (“dar a cada uno lo suyo”), que considera insatisfactoria. La polis surge para dar satisfacción a las necesidades del hombre (alimento, vivienda y vestido). Requiere la existencia de agricultores, artesanos, etc. El reparto del trabajo se encuentra, así, en la base de toda polis.
Platón piensa que los seres humanos no nacemos iguales; estamos distintamente dotados para diversas clases de trabajo. Las disposiciones naturales de cada ciudadano determinan las distintas actividades sociales. Los menos capacitados se dedicarán a unas tareas y los más capacitados a otras. Por eso, según Platón, se produce una especialización de funciones. Platón considera que cada ciudadano tiene una actividad o función determinada. Existen tres funciones:
- Los productores (agricultores, artesanos y comerciantes)
- Los guardianes (guerreros o militares)
- Los gobernantes (filósofos)
Según Platón, el alma humana lleva a realizar un tipo de tareas determinado. En el alma humana predomina una parte más que otra:
- En los que predomina el alma concupiscible, son los menos capacitados y los más productivos (agrícolas, artesanales, comerciales, etc.).
- En los que predomina el alma irascible, se dedicarán a la seguridad, a cuidar el bien común (guardianes).
- En los que predomina el alma racional, interesados en la razón, serán los que llegarán a gobernantes.
Por tanto, tenemos una sociedad dividida en tres clases sociales. Pero, además, cada uno de estos grupos practica una virtud. La prudencia sería la virtud de los gobernantes, la valentía la de los guerreros y la templanza la de los productores (agricultores y artesanos).
Platón llega a la conclusión de que la justicia es un orden o equilibrio entre las distintas virtudes y grupos sociales de cara a la construcción de una polis perfecta. La justicia se realiza en la polis cuando cada uno de los grupos sociales realiza la función que le corresponde y la realiza de modo adecuado, por poseer la virtud que les es propia: los gobernantes por la sabiduría, los guardianes por la fortaleza y los productores por la templanza. Platón logra así una definición nueva de la justicia (“hacer cada uno lo suyo”). El ideal de justicia es plenamente comunitario.
Educación
Platón distingue tres grupos sociales, donde puede apreciarse que, en el fondo, es un dualismo, pues existe una formación para gobernantes y guardianes, por un lado, y para productores, por otro.
Educación de los Guardianes y Gobernantes
- Se alojarán separados del resto de ciudadanos.
- Vivirán en edificios públicos.
- Se acaba con el matrimonio como institución permanente (comunismo de mujeres e hijos).
Este comunismo no tiene una función económica, sino que tiene una función exclusivamente moral (evitar el egoísmo). A las mujeres se les reconocen las mismas capacidades que a los hombres, y los mejores de entre los guardianes serán los gobernantes. Platón establece así una relación entre “saber” y “derecho a gobernar”. Los gobernantes deben practicar la dialéctica, que es el método para alcanzar el grado supremo de saber, las Ideas.
Educación de los Productores
Disfrutarán de propiedad privada y podrán mantener vínculos familiares estables. Esto les servirá como incentivo para la producción. Los artesanos no necesitan ninguna educación y tienen que obedecer a los poderes políticos. Serán educados en la virtud de la templanza para moderar sus deseos.
Formas de Gobierno
La forma de gobierno más adecuada, según Platón, sería una especie de monarquía o aristocracia basada en la capacidad intelectual. En la timocracia y la oligarquía, que es el gobierno de los que tienen cierta renta y honor, mandan los más ambiciosos y los más adinerados, por lo que atienden más a su ambición personal que al bien de la comunidad.
La democracia parece la forma política perfecta; por eso, la consecuencia natural de toda democracia es la tiranía, ya que el pueblo necesita un líder. Los resultados de la tiranía son nefastos, porque el tirano, dominado por sus ambiciones, instaura la corrupción.