Descartes: Sustancia y Mecanicismo
4. Descartes y la Sustancia
Descartes concibe la sustancia como «una cosa que no tiene necesidad más que de sí misma para existir». Este término, según Descartes, conviene únicamente a la sustancia divina, «una sustancia increada», que se contrapone a la sustancia pensante y la sustancia extensa, «sustancias creadas». Mediante la noción medieval de «analogía», Descartes establece la afirmación de la sustancia pensante y extensa. La sustancia es el sujeto al cual atribuimos atributos; se conoce a través de sus atributos, y cada sustancia posee un atributo fundamental que la define. Existen dos realidades irreductibles entre sí, a las cuales se puede reducir todo lo demás: la extensión y el pensamiento. De ahí que existan dos sustancias: «res cogitans» (pensamiento) y «res extensa» (extensión).
4.1. La Sustancia Divina
Para Descartes, la demostración de la existencia de Dios consiste en evidenciar que la mente no puede dudar de ella. La existencia divina es crucial para que el yo (res cogitans) salga de sí mismo hacia el exterior. La hipótesis del genio maligno en sus Meditaciones Metafísicas parte de la duda radical para llegar al cogito. Para evitar el solipsismo, la respuesta es buscar en la razón la existencia de Dios.
Descartes divide las ideas, según su origen, en:
- Innatas: nacidas conmigo.
- Adventicias: procedentes de la experiencia externa.
- Facticias: construidas por uno mismo (ej. la idea de una sirena).
4.2. Pruebas de la Existencia de Dios
En las Meditaciones, Descartes se enfrenta a la idea innata de Dios como «substancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, y por la cual yo mismo y todas las demás cosas que existen (si es verdad que existen cosas) hemos sido creados y producidos». A diferencia de Santo Tomás de Aquino, Descartes parte de la conciencia humana para demostrar la existencia de Dios. La idea de Dios, al igual que la del yo, es innata; es como el «sello del artífice, impreso en su obra».
Los argumentos de Descartes son:
- Argumento ontológico: La existencia es parte de la esencia de Dios. No se puede concebir la idea de Dios sin admitir su existencia.
- Argumento de la infinitud: La idea de Dios es la de una sustancia infinita. Siendo yo finito, no puedo ser la causa de esta idea; debo haberla recibido de una sustancia infinita.
- Argumento de la causalidad aplicada al yo: Siendo imperfecto, no puedo ser el autor de mi ser. Al crearme, no me hubiera privado de las perfecciones divinas.
4.3. La Funcionalidad de la Existencia de Dios
Reconocida la existencia y naturaleza de Dios, Descartes afirma su veracidad, desechando la hipótesis del genio maligno. Dios garantiza la verdad: todo lo concebido clara y distintamente es verdadero. Dios respalda el criterio de certeza.
Descartes explica el origen de las ideas a partir del mundo creado por Dios. La naturaleza es el ámbito para comprender las verdades divinas.
5. Descartes y el Sistema Mecanicista
Descartes buscaba un Sistema del Mundo que explicara lo visible mediante tres conceptos: extensión, figura y movimiento. Siguiendo el criterio de certeza, las cosas se reducen a objetos de la geometría. Colores, sabores y sonidos son subjetivos, no existen en los cuerpos, siguiendo la distinción de Galileo entre cualidades primarias y secundarias. La sensación orienta nuestra conducta, no revela la verdad de las cosas.
La extensión es sustancia (dualismo cartesiano). No hay vacío ni átomos; el mundo está lleno. La multiplicidad y dinamismo de los fenómenos se explican por el movimiento, la «cantidad de movimiento» constante insuflada por Dios. El movimiento es relativo (Galileo), se refiere a un objeto en reposo. Movimiento y reposo se equiparan, contra la física aristotélica.
Las leyes del movimiento, derivadas de la inmutabilidad de Dios, explican el funcionamiento del mundo:
- Principio de inercia.
- Tendencia al movimiento rectilíneo.
- Principio de conservación del movimiento.
En la naturaleza no hay fines, sino causalidad eficiente. La física cartesiana es matemática y mecanicista. El universo físico es una máquina creada por Dios, como un reloj.
6. El Hombre
El hombre es un compuesto de res cogitans y res extensa. Son sustancias distintas e independientes; el alma puede existir sin el cuerpo, afirmando la inmortalidad del alma y la libertad humana. El alma, al ser pensante, escapa al mecanicismo.
A pesar de la autonomía de alma y cuerpo, Descartes reconoce su interacción. La interacción se da en la glándula pineal, una solución fisiológica no del todo satisfactoria.
Las Pasiones
En el Tratado de las Pasiones, Descartes distingue entre acciones (voluntarias) y pasiones (involuntarias) del alma. Las pasiones son percepciones o sentimientos causados por movimientos de los espíritus. Hay dos tipos:
- Provenientes del alma (ej. alegría, cólera).
- Provenientes del cuerpo.
Las pasiones del alma tienen su causa en la agitación de los espíritus en la glándula pineal. Su utilidad es inducir al alma a querer lo que la naturaleza dicta como útil. Las pasiones primitivas son seis: admiración, amor, odio, deseo, alegría y tristeza. Las demás son compuestas o especies de estas. Las pasiones son buenas en sí mismas; se debe evitar su mal uso o exceso. La sabiduría permite dominarlas. La alegría indica lo que se debe cultivar. No se trata de eliminarlas (estoicismo), sino de usar la sabiduría para dominarlas y alcanzar una vida dichosa. La generosidad es el antídoto contra las pasiones tristes.
7. ¿Moral Provisional o Moral Definitiva?
En los Principios de la filosofía, la moral es el grado más elevado de la sabiduría. En el Discurso del método, Descartes propone cuatro máximas:
- Obedecer las leyes y costumbres del país, conservar la religión y seguir las opiniones moderadas.
- Ser firme y resuelto en las acciones, seguir las opiniones más probables.
- Vencerse a sí mismo antes que a la fortuna, alterar los deseos antes que el orden del mundo.
- Aplicar la vida al cultivo de la razón y al conocimiento de la verdad.
En la carta a Isabel de 1645, resume su moral definitiva:
- Cultivo de la razón.
- Voluntad de obedecer a la razón (virtud).
- Autodominio e indiferencia: no desear lo inalcanzable.
Las diferencias entre la moral provisional y la definitiva no son significativas. La dificultad para realizar experimentos explica este desarrollo parco. La moral cartesiana se centra en el entendimiento y la voluntad (libertad). El intelectualismo moral del Discurso del método («basta juzgar bien para obrar bien») no distingue entre conocimiento teórico y práctico. No basta juzgar bien, es impracticable.