El Problema del Hombre en Nietzsche: Nihilismo, Superhombre y Voluntad de Poder

El Problema del Hombre en Nietzsche

Crítica a la Religión y la Moral Judeo-Cristiana

Nietzsche realiza una crítica a la religión y a la moral judeo-cristiana, destacando los siguientes puntos:

  1. El error de la moral tradicional reside en su antinaturalidad.
  2. El ideal de esta moral es el imperio de la virtud, es decir, hacer al hombre bueno.
  3. La moral cristiana se rige por un valor supremo que no se encuentra en este mundo.
  4. Los valores que han prevalecido hasta ahora son ficticios, propios de los débiles.
  5. El moralista desprecia todos los valores del yo, siendo el altruismo la norma suprema de su conducta.

Crítica a las Ciencias Positivas (Mecanicismo Positivista)

Nietzsche critica las ciencias positivas (mecanicismo positivista), argumentando que el hombre moderno se refugia en la ciencia, la cual ocupa el mismo papel que antes tenía la metafísica. Trabaja en el columbarium de los conceptos, brindando seguridad y protección al hombre moderno. El ser humano se deja llevar por el lenguaje y la ciencia, construyendo un mundo rígido que le protege. Intenta escapar de este mundo construyendo uno imaginario a través del mito y el arte, priorizando la intuición y el sentimiento sobre el cálculo y la razón. Si bien Nietzsche entendía el valor de la ciencia, se opuso al mecanicismo positivista.

La Teoría de la Perspectiva

Nietzsche sostiene que solo existen fenómenos, apariencias, y no una «verdad en sí». Afirma que «no hay cosas en sí, sino perspectivas», o dicho de otro modo: «no hay hechos, sino interpretaciones». Cada perspectiva, cada interpretación, es una valoración de la voluntad de poder. «Nuestros valores son interpretaciones que introducimos en las cosas». El origen de todas las falsificaciones se halla en el lenguaje. La teoría de Nietzsche, basada en una intuición estética, no considera que cualquier juicio sobre la objetividad de nuestras representaciones exige una reflexión externa.

El Nihilismo

Nietzsche afirma que si el racionalismo socrático es correcto y el universo discurre conforme a un orden objetivo, el hombre queda sumido en la impotencia. Este sentimiento de fatalidad origina la decadencia de la cultura. La perspectiva del ser humano es la de un espectador, incapaz de actuar y crear. Esto representa el triunfo del nihilismo y el fin de la historia humana. El nihilismo no es una doctrina filosófica, sino el destino de Occidente. Nietzsche distingue entre nihilismo en sentido negativo (el pensamiento de los que renuncian a la vida) y nihilismo en sentido positivo (el saber trágico que engendra valores, sin ignorar las fuerzas destructivas del ser).

El Superhombre

La muerte de Dios es un acontecimiento cósmico que anuncia la inminencia del superhombre. Este es fuerte, pero compasivo. Sus valores son la fuerza, la salud, la ebriedad dionisíaca, el orgullo. Solo obedece a una voz interior que ya no dice «Tú debes», sino «Yo quiero». El hombre es solo un puente hacia el superhombre. Su aparición será retrasada por el «último hombre», que representa el nihilismo consumado. El cometido del superhombre es la actualización de la vida, que en sí misma no es más que voluntad de poder.

La Voluntad de Poder

La invención de Dios respondía al deseo de neutralizar la devastación del tiempo. Su muerte reveló que el tiempo es la verdadera dimensión del ser. Somos cuerpo, tierra, materia que toma una forma y se deshace. En ese proceso, solo perdura la voluntad de poder. Esta es la verdadera esencia del ser y lo que impulsa la vida de forma ascendente. Es un impulso creador e insaciable que siempre quiere más. Su ambición de dominio no se agota con sus triunfos. Cada éxito es un trampolín hacia una nueva meta. Es la tensión hacia lo máximo. La voluntad de poder es la esencia más infinita del ser. Incluso al negarse a sí misma, a través de la vida decadente, prevalece el «querer».

El Eterno Retorno

La voluntad de poder expresa su amor incondicional a la vida mediante el eterno retorno de lo mismo. El mundo se ama a sí mismo y se repite, aceptando la necesidad de que todo se restituya cíclicamente para desaparecer y regresar en el interminable devenir. No basta con saber que todo se repetirá, hay que quererlo. El eterno retorno es una nueva religión que afirma la absoluta esencia del mundo. «Si decimos sí a un solo instante, decimos sí a toda la existencia». Solo hay una manera de decir sí: queriendo hacia atrás, deseando que todo lo que ha sido vuelva en su totalidad.

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