El Dualismo Cartesiano
La Unión de Alma y Cuerpo
René Descartes concibió al ser humano como un compuesto de dos sustancias independientes y autónomas: la res extensa (el cuerpo) y la res cogitans (el alma). Este dualismo plantea la cuestión de cómo interactúan estas dos sustancias, ya que su relación es innegable: el cuerpo obedece las órdenes del alma. Descartes argumentaba que, dado que el entendimiento tiene ideas claras y distintas de ambas sustancias, se deduce que son entidades diferentes e independientes, y que el alma puede existir sin el cuerpo. Esta concepción implica que la muerte del cuerpo no conlleva la muerte del alma.
La interacción entre alma y cuerpo, según Descartes, se produce a través de la glándula pineal, ubicada en la parte posterior del cerebro. En esta glándula, el alma y el cuerpo interactuarían de forma que los pensamientos del alma se transmiten al cuerpo y las sensaciones del cuerpo llegan al alma. Si bien esta explicación no es satisfactoria desde el punto de vista científico, el problema de la interacción mente-cuerpo sigue siendo un misterio filosófico.
La Res Cogitans
La res cogitans, o cosa pensante, se identifica con el alma, la cual Descartes consideraba inmortal, única e indivisible. Su esencia es el pensamiento, y posee facultades como los sentidos internos y externos, el sentido común, la imaginación, la memoria, el entendimiento y la voluntad.
La Res Extensa
Descartes entendía el cuerpo humano, o res extensa, como una máquina cuyo motor principal es el corazón, regido por las leyes de la mecánica. El alma no es el principio de vida, ya que la vida se reduce al movimiento y al cambio, a un proceso mecánico. El cuerpo, en esta concepción, no siente; las sensaciones son modos del pensamiento, atributos del alma.
El Mecanicismo Cartesiano
El mecanicismo de Descartes se resume en la idea de que Dios crea la materia inerte e inyecta en ella una cantidad de movimiento que permanece constante. La causa del movimiento y de su conservación es Dios, lo que se relaciona con la ley de la inercia.
La Metafísica de Descartes
El Concepto de Sustancia
Los filósofos del siglo XVII, incluyendo a Descartes, heredaron la concepción escolástica de la realidad y la sustancia. Descartes, sin embargo, modificó este concepto. Para él, la sustancia es una cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra para existir (aplicable en sentido estricto solo a Dios). La sustancia existe por sí misma, es un elemento estable y permanente de la realidad, soporte de los accidentes (atributos), y es una idea innata.
El Dualismo de la Sustancia
Descartes propone un dualismo de la sustancia, con dos órdenes de realidad: materia y espíritu. Identifica tres tipos de sustancia, cada una con sus atributos, que constituyen su esencia: la sustancia infinita (Dios), la sustancia pensante (res cogitans) y la sustancia extensa (res extensa). Estas sustancias pueden tener modificaciones variables a través de sus atributos.
Los Atributos de la Sustancia
Según Descartes, conocemos las sustancias a través de sus atributos:
- Sustancia Infinita (Dios – res infinita): Su atributo es la infinitud, y sus modos son todos los posibles.
- Sustancia Pensante (Yo, Alma – res cogitans): Su atributo es el pensamiento, y sus modos son pensar, imaginar, sentir, negar, dudar, opinar, etc.
- Sustancia Extensa (Cosas, Mundo – res extensa): Su atributo es la extensión (longitud, anchura, profundidad), y sus modos son el tamaño, la figura y el movimiento.
La res infinita es la sustancia en sentido propio. La res cogitans y la res extensa también son sustancias, ya que no necesitan la una de la otra para existir, aunque ambas dependen de la sustancia infinita que las crea y conserva.
El Yo y Dios
El alma es libre, mientras que el cuerpo se rige por las leyes físicas del mecanicismo. El sistema cartesiano gira en torno al Yo (sujeto pensante), constituyendo una metafísica subjetivista. Dios, a diferencia de la filosofía medieval, no es el centro de la preocupación, sino una pieza más del sistema, necesaria como garante del conocimiento. La existencia de la sustancia infinita y extensa se deduce de la existencia de la sustancia pensante.