Ética kantiana: Imperativos categóricos y la moralidad

Ética kantiana: La razón práctica y la moral

El uso práctico de la razón

La razón tiene dos usos: teórico y práctico. El uso teórico nos ayuda a comprender el mundo, mientras que el uso práctico orienta nuestro comportamiento y dirige nuestra voluntad. Kant identifica el uso práctico con la moral.

Imperativos: Expresiones de la moral

La moral no se expresa mediante juicios, sino mediante imperativos. Un imperativo es una expresión del tipo “S debe ser P”. No expresa un conocimiento, sino un mandato. Existen dos tipos:

  • Imperativos hipotéticos: Ordenan algo como medio para conseguir un fin (Aristóteles).
  • Imperativos categóricos: Ordenan algo como un fin absoluto. El imperativo no está condicionado a que se quiera conseguir un determinado objetivo, sino que vale por sí mismo.

Kant considera que los imperativos hipotéticos no son válidos para expresar mandatos o normas morales, ya que su validez es condicionada. ¿Cómo sabemos que esos son los medios adecuados para conseguir tales fines? Las acciones que se ajustan a las normas por miedo a las consecuencias pueden ser consideradas acciones conforme al deber, pero no auténticas acciones morales. Si todos los imperativos fuesen de este tipo, la moral estaría subordinada al conocimiento científico, y las normas morales serían juicios de experiencia.

Normas morales: Imperativos categóricos

Las normas morales no pueden expresarse mediante imperativos hipotéticos, sino categóricos. Es ordenar algo como un fin absoluto; el imperativo vale por sí mismo.

Problemas con los imperativos hipotéticos como normas morales:

  1. Su validez está condicionada.
  2. Debemos apelar a la experiencia, condicionando nuestro comportamiento al conocimiento.

Los imperativos hipotéticos son juicios de experiencia, no normas morales. Los imperativos categóricos tampoco son válidos en general: suelen cumplirse con vistas a evitar las consecuencias negativas que se derivan de su infracción.

Acciones conforme al deber y acciones por deber

Kant establece una doble distinción en las acciones:

  • Acciones conforme al deber: Aquellas que se ajustan a la norma, pero lo hacen por razones que no tienen nada que ver con la moral, sino con las consecuencias. El imperativo deja de ser categórico y pasa a ser hipotético.
  • Acciones por deber: Aquellas en las cuales se cumple la norma simplemente por el deber de cumplirla.

Kant llama materia de la ley a lo que dice la ley (robar o no robar, matar o no matar, etc.). Llama forma de la ley a la voluntad con la que se realiza la ley. El fallo de todas las éticas anteriores a Kant es que pretendían dar contenidos. Por ello, sus imperativos eran hipotéticos.

El imperativo categórico kantiano

El imperativo categórico kantiano: “Obra de modo que puedas querer la máxima de tu acción como ley universal”. Por máxima, Kant entiende la regla que constituye mi acción particular.

Otra versión del imperativo: “Obra de modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio”. Solo se nos dice con qué voluntad debemos obrar.

Aunque la ética kantiana se centra en cómo debemos actuar, su puesta en práctica deberá conducir a una comunidad humana donde las personas sean consideradas un fin en sí mismas. En esto reside la dignidad humana: en ser un fin y no un medio.

La inmortalidad del alma y la existencia de Dios

La inmortalidad del alma puede explicarse de dos formas:

  • Puesto que no pertenece al mundo sensible, no está sometida a las condiciones espacio-temporales. No está sometida a la sucesión, es inmortal, eterna.
  • El alma tiende a cumplir el ideal moral, pero el hombre vive sometido a las condiciones de la experiencia. El ideal moral no puede cumplirse nunca del todo, por lo que se necesita creer en un mundo donde esta tendencia adquiera su cumplimiento.

En cuanto a la existencia de Dios, Kant alega que, como perteneciente al mundo fenoménico, el hombre tiende a la búsqueda de la felicidad, y en tanto que perteneciente al mundo nouménico, tiende al cumplimiento del ideal moral. No es el hombre moralmente bueno el que es más feliz. Se necesita creer en una armonización de ambas, bajo la tutela de un Dios todopoderoso. Se necesita creer en un Dios que dé la felicidad al que cumpla con la moral (felicidad que se alcanza en un más allá perteneciente al “reino de los santos”).

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