1. Impresiones e Ideas
Para Locke, la mente es un papel en blanco, limpio de toda instrucción, sin ninguna idea. La mente es un “receptáculo vacío”. Así combate Locke el innatismo cartesiano.
Hume acepta esta primacía de la experiencia en el entendimiento, pero para ello, estudiará todos los procesos de la conciencia y presenta, junto a Locke, la imagen de la mente como “escenario de teatro”, donde los mensajes de los sentidos y los materiales del pensar entran y salen, se combinan, mezclan y separan.
Hume discrepa de Descartes y Locke al denominar todos los contenidos de la mente como “ideas”, puesto que dice que así no permiten distinguir aquellos materiales que proceden de la sensación y los que proceden del pensamiento. Hume denominará los contenidos de la mente “percepciones”, y las dividirá en “impresiones” e “ideas”, dependiendo de si surgen de un sentimiento o de la acción de pensar.
Tipos de percepciones:
1) Impresiones: Son aquellas percepciones que penetran con más fuerza en la conciencia. Son los datos inmediatos de los sentidos, las pasiones y las emociones. A las primeras (sentidos) se las llama impresiones de sensación y a las dos últimas impresiones de reflexión.
2) Las ideas son las imágenes atenuadas de las impresiones. Hume distingue dos clases de ideas: las de la memoria, que son las reproducciones de las impresiones tal y como se han dado y con el mismo orden y las de la imaginación, que están formadas por asociaciones y alteraciones.
Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o complejas. (P.ej.: La percepción del blanco de una superficie cubierta por la nieve es una impresión simple, mientras que la impresión de una ciudad nevada es compleja al constar de árboles, casas, calles, luces…).
Las ideas tienden a asociarse en la mente. Dicha asociación se efectúa siguiendo los principios o leyes de “semejanza”, “contigüidad en el espacio y en el tiempo” y “causa-efecto”. (P.ej.: una pintura nos lleva a nuestros pensamientos acerca del objeto original – semejanza -; la mención de la habitación de un edificio introduce una pregunta acerca de las demás – contigüidad -; si pensamos en una herida, nos lleva a pensar en el dolor que la sigue – causa y efecto -.)
Con estos elementos y principios, Hume quiere construir la ciencia de la naturaleza humana, que sirve de base a las demás ciencias.
2. Límite del Pensamiento y Principio de Copia
El racionalismo buscaba un ideal del conocimiento, fundado en una razón deductiva. La razón podía acceder a la esencia de la realidad, siendo su único límite el principio lógico de no contradicción. Este principio es el principio fundamental de lo que Leibniz denominaba “verdades de razón”, refiriéndose a las verdades lógicas y matemáticas. Estas verdades son necesarias y su contrario implica contradicción (p.ej. Todo soltero es un hombre no casado). Nuestra razón no puede concebir la contradicción, siendo así un límite del pensamiento racional o deductivo.
Hume estará de acuerdo en las propiedades de las verdades lógicas y matemáticas, a las que él denomina “relaciones de ideas”, y en los límites de este tipo de pensamiento. Si bien, una característica propia de las “relaciones de ideas”, según Hume, es que no nos ofrecen información alguna sobre el mundo.
Lo que Hume no aceptará del racionalismo es la extensión del método deductivo a las verdades fundadas en la experiencia, a las “cuestiones de hecho”. Para Leibniz, estas cuestiones de hecho quedaban subsumidas en un sistema filosófico deductivo que transcendía los fenómenos a fin de fijar las “verdades de razón” de Dios, Alma y Mundo, los cuales eran hechos derivados racionalmente en el propio sistema filosófico.
Para el empirismo, sin embargo, la experiencia es la única fuente del conocimiento. Esta corriente es crítica al admitir que nuestro conocimiento tiene un límite: no podemos ir más allá de la experiencia. Así, no es posible poseer un conocimiento deductivo sobre hechos, tales como la existencia de Dios o del alma.
Según Hume todo nuestro conocimiento proviene de la experiencia. Dice que “todas nuestras ideas, o percepciones más endebles, son copias de nuestras impresiones o percepciones más intensas”. Hume considera que éste es el primer principio de la Ciencia de la Naturaleza Humana, al que se denomina “principio de copia”.
Hume defiende este principio de copia mediante dos argumentos:
1) El primer argumento: Nadie puede exhibir una idea que no sea copia de alguna impresión compuesta, o que no pueda resolverse en ideas simples que sean copias de impresiones simples. Toda idea simple es copia de una impresión simple; toda idea compuesta o ha sido compuesta a partir de una impresión compuesta o es compuesta a partir de ideas simples y estas, a su vez, de impresiones simples. Hume pondrá de ejemplo la “montaña de oro” y de “Dios”.
2) El segundo argumento: Las ideas son copias de impresiones porque:
- Quienes carecen de algún sentido (ciego, sordo) y no pueden tener cierto tipo de sensaciones tampoco pueden formar las ideas correspondientes.
- Carecemos de ideas de objetos que desconocemos, del mismo modo que carecemos de ideas de pasiones o emociones que no hemos tenido nunca.
- No podemos concebir el tipo de ideas que podrían tener seres dotados de sentidos o facultades distintos de los nuestros.
Hasta aquí, este “principio empírico” es un principio descriptivo o psicológico que nos muestra cómo se origina el conocimiento. Así, Hume convertirá al principio de copia en un principio epistemológico y semántico, basándose en que la comprensión de cómo se originan las ideas a partir de las impresiones es su modo de platear el criterio que permite distinguir las “ideas verdaderas” de lo que son “términos de significado vacío” o ficciones.