La Prudencia en la Ética Nicomaquea de Aristóteles: Virtud del Político

En este texto, perteneciente al libro VI de la Ética nicomaquea, Aristóteles examina la tercera de las virtudes dianoéticas: la prudencia. La define como un modo de ser racional, verdadero y práctico, respecto de lo que es bueno y malo para el hombre. Así pues, la prudencia, según Aristóteles, es la virtud fundamental del político o administrador, y se trata de acción y no de producción.

Puntos clave sobre la Prudencia

  1. La prudencia se trata de acción y no de producción.
  2. El fin fundamental de la prudencia es la acción conforme al bien.
  3. La prudencia es un modo de ser racional que no puede olvidarse, y el hombre prudente lo es porque puede ver lo que es bueno para él y para el hombre.

Acción vs. Producción

A partir de estas tesis, se puede realizar la explicación del texto. En la primera tesis, es importante saber la diferencia entre acción y producción. La producción es un saber en el que cabe distinguir la acción que produce del objeto producido. Valoramos esta acción según resulte más o menos productiva, dependiendo de la perfección técnica del objeto producido. Aristóteles necesita distinguir entre acción técnica y acción moral. La acción moral se valora por el hecho de que el fin de ésta solo es y puede ser la bondad individual o colectiva. Para su justificación, se remite a los tratados destinados al público en general, los tratados exotéricos.

Hay dos tipos de acción: una cuyo fin es la producción de un objeto, y otra cuyo fin último es la realización del bien individual o colectivo. La primera es la producción y la segunda la acción. Y por ser la producción distinta de la acción, la racionalidad productiva ha de ser distinta de la racionalidad moral o prudencia. El modo como justificamos las acciones técnicas ha de ser distinto al modo como justificamos las acciones morales. En el primer caso, en función de la eficacia; y en el segundo, en función de la bondad.

El Fin de la Prudencia

Respecto a la segunda tesis, como señala Aristóteles, el fin fundamental de la prudencia es la acción conforme al bien. Puesto que el bien ha de realizarse en circunstancias y momentos concretos, y puesto que tales circunstancias no pueden determinarse de antemano, aun cuando dispongamos de verdades racionales sobre lo bueno y lo justo, es imposible determinar teóricamente lo bueno en cada circunstancia particular. Es imposible de “demostración”. De ahí que Aristóteles hable en el caso de la prudencia más de “deliberación” que de demostración. Y es por esta doble razón por lo que la prudencia no puede ser considerada ciencia.

La Prudencia como Virtud del Político

Haciendo referencia a la tercera tesis, la prudencia es un modo de ser racional, verdadero y práctico respecto a lo que es bueno o malo para los hombres. También es la virtud del hombre sensato, la que se atribuye al político, y la moderación es su salvaguarda. La virtud de la prudencia es el saber práctico que deben poseer aquellos que se ocupen del gobierno de la polis, pues la función del prudente consiste en deliberar rectamente sobre un bien práctico y mostrar cuáles son los medios para alcanzar la felicidad, verdadero fin del ser humano.

De ahí que tanto Platón como Aristóteles consideren injusto todo estado que se olvide de este fin supremo y que vele más por sus propios intereses que por los de la sociedad en su conjunto. De ahí también la necesidad de que un estado sea capaz de establecer leyes justas, es decir, leyes encaminadas a garantizar la consecución de su fin. Basta ver la alusión que en el fragmento se hace de Pericles (el modelo del hombre sensato y prudente) para destacar las diferencias políticas entre Platón y Aristóteles. Mientras que para Platón el estado es un ideal utópico, para Aristóteles el estado tiene como fin la realización del bien humano. De ahí que Aristóteles no tenga las antipatías políticas de Platón hacia la democracia.

El Eudemonismo y la Política

Por otro lado, el eudemonismo aristotélico expone la felicidad como meta suprema de la actividad moral del hombre, pero que depende de bienes exteriores (riquezas, belleza, amistad…) y de la realización y perfeccionamiento de lo que es más propio: la actividad intelectual. El ser humano, además de racional, es social; de ahí que la vida buena se establezca sobre la justicia, la prudencia y la amistad como cohesión entre los miembros de la comunidad. Una de sus propuestas es intentar realizar en la vida política la doctrina del justo medio; la práctica del areté hará que los ciudadanos alcancen la felicidad en la polis.

Con el fin de alcanzar la vida buena, el estado tiene que encargarse de suministrar una educación a los ciudadanos. La política de Aristóteles define al hombre como animal social dentro de una familia, cuyas uniones dan lugar a aldeas y a la comunidad de estas, a la ciudad. La polis como comunidad civil y política. El hombre como animal social porque su vida está dirigida por la razón y sabe que sus necesidades solo pueden ser posibles integrado en su comunidad y guiado por el areté para alcanzar la felicidad. El ciudadano es aquel que puede participar en los juicios y en el poder. La ética se ocupa del individuo, la economía de la familia, la política del estado.

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