Teoría del Conocimiento de Platón: La Alegoría de la Línea y la Reminiscencia

El Conocimiento en Platón

Si, como se ha expuesto, las ideas existen en sí mismas (es decir, separadas e independientemente de la realidad particular o cosa) y su naturaleza es inmutable y eterna, entonces dichas ideas, más que creadas (recordemos que eterno significa increado, que no tiene principio ni fin), serán descubiertas. Ya sabemos que por la inteligencia o ciencia, nunca por la opinión. Por todo ello, Platón defiende la tesis del conocimiento como reminiscencia: las ideas existen ya, en sí mismas, y solo después el alma (es decir, la capacidad de conocimiento) las va descubriendo: recordando o rememorando. Conocer, dice Platón, es recordar.

¿Por qué Platón reduce el conocer al recordar?

Sencillamente porque, según él, solo se puede conocer lo que previamente era sabido por el alma: el conocimiento no puede consistir en una búsqueda de lo que no se sabe, porque en ese caso no sabrá hacia qué dirigirse ni cómo proceder; pero, al mismo tiempo, el conocimiento no puede permanecer en lo ya conocido, porque en ese caso sería meramente tautológico y carecería de ventaja alguna, siendo, de ese modo, inútil. Por tanto, conocer es un recordar activo y creciente.

Los Grados del Conocimiento

En este proceso de reminiscencia hay varias etapas o niveles: Platón organiza el proceso de conocimiento, que es siempre un camino de ascensión y liberación, en cuatro grados; los dos primeros agrupados dentro de la opinión, los dos últimos formando parte de la ciencia:

A. Imaginación (eikasía)

Se conocen las sombras nada más: las imágenes de las cosas o apariencias de los fenómenos sensibles. Estamos situados en el fondo de la caverna. Las tinieblas, es decir, la ignorancia, domina la situación de conocimiento.

B. Creencia (pistis)

Platón hace corresponder la física con este grado del conocimiento. Lo que se produce en este nivel es un conocimiento sensible de las cosas; se trataría del conocimiento de las cosas naturales. Si desembarazamos al prisionero de la caverna de sus cadenas y logramos que se dé la vuelta, podrá ver con sus propios ojos que lo que antes eran imágenes proyectadas sobre la pared ahora son cosas reales. Sin embargo, todavía nos encontramos en la oscuridad de la caverna. Todavía somos bastante ignorantes.

C. Pensamiento matemático o abstracción (Dianoia)

La influencia de la matemática pitagórica sobre Platón era tanta que este autor colocaba el conocimiento matemático en un nivel superior al conocimiento físico o sensible, porque la matemática nos proporciona el conocimiento de los cuerpos celestes, es decir, los astros, que están sujetos a verdades inmutables y eternas. No en vano, los objetos matemáticos son entidades ideales. Pero para conocer los astros es preciso mirar al cielo en la noche, por lo que este nivel de conocimiento, a pesar de ser científico, es todavía inferior al que se disfruta a la luz del sol.

D. Conocimiento de las Ideas (nóesis o dialéctica)

Este es sin duda el grado más alto de conocimiento. La dialéctica es la ciencia de las ideas. En su cúspide se sitúa la idea de Bien, la cual es presentada metafóricamente por Platón como el sol del mundo inteligible, es decir, la luz que domina sobre las verdades conocidas por la inteligencia. Solo aquellos que, tras un proceso de educación, sean capaces de llegar a este nivel podrán, según sostiene Platón, ser aptos para gobernar la ciudad.

La dialéctica posee en la filosofía de Platón un doble significado, que se corresponde con su doble función: ascendente y descendente. La dialéctica asciende, primero, hasta el conocimiento más alto, el de las ideas y especialmente hasta la idea de Bien; pero, después, ha de regresar, ha de tomar el camino de descenso para tener un conocimiento general de la situación y poder aplicarlo al gobierno de la polis, pues no hemos de olvidar que el objetivo final de la dialéctica es el gobierno, esto es, la finalidad del conocimiento es la organización política de la comunidad o ciudad. Por eso hemos insistido anteriormente que Platón es eminentemente un pensador político. El filósofo, conocedor de las ideas, ha de aplicar sus conocimientos al gobierno de la ciudad y eso exige descender de nuevo a la caverna para rescatar a los hombres de la ignorancia; el filósofo no debe emplear su saber en mero provecho propio, sino en progreso de la comunidad. De nuevo el comunitarismo de Platón se hace patente. Pero se trata de un comunitarismo de corte pedagógico: el ciudadano ha de comprender la importancia de la educación de toda la polis, pues es ese el único camino para alcanzar el bien; pero, al mismo tiempo, ha de aceptar el dominio de los más sabios, pues solo ellos podrán guiar a la ciudad por el camino correcto, ya que son conocedores del mismo.

La formulación del proceso de conocimiento en estas cuatro etapas en progresión ascendente es conocida como la «alegoría de la línea».

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