Introducción
Aristóteles, filósofo del siglo IV a. C., perteneciente al periodo de la filosofía antigua, fue discípulo de Platón. Construyó su filosofía a través de la crítica a la teoría de las ideas de su maestro, recibiendo también la influencia de los filósofos jonios. Se constituyó así en un referente para la ciencia hasta bien entrado el Renacimiento.
Análisis del Texto
Tema
El ser humano es un ser social por naturaleza, como lo demuestra el hecho de que posee una característica peculiar: el lenguaje.
Ideas Principales
- El hombre es un ser social o político por naturaleza, más que cualquier otro animal.
- La razón de ello es que la Naturaleza no hace nada al azar y por algo nos ha dotado de lenguaje.
- Lo que nos diferencia de los animales es que ellos poseen voz que manifiesta el dolor y el placer, mientras que el ser humano posee palabra que permite manifestar lo conveniente y dañino, lo justo y lo injusto (cuestiones morales y objetivas).
- Sólo los humanos poseen el sentido de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.
- La participación comunitaria o, lo que es lo mismo, la puesta en común de este tipo de cuestiones morales constituye la base de la casa y de la ciudad.
Relación entre las Ideas
Aristóteles plantea al principio del texto la conclusión: el hombre es un ser político por naturaleza.
Para apoyar esta conclusión nos ofrece las siguientes premisas:
- Que la Naturaleza no hace nada en vano, idea que le permitirá introducir la afirmación de que si esto es así, entonces el hecho de que nos diferenciemos de los animales por la posesión de la palabra no será pura casualidad, sino que poseerá una finalidad.
- La finalidad del lenguaje es manifestar lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo.
De ello deduce que el sentido de estas cuestiones morales es exclusivo del ser humano y que, por tanto, su comunicación está a la base de la constitución de la sociedad que pasa ahora a tener un origen natural.
Explicación de las Ideas
Al principio del texto, Aristóteles expone la que será una de las ideas fundamentales de su doctrina política y antropológica: que el hombre es un ser político por naturaleza. Así, al igual que las abejas tienden a construir panales, los seres humanos somos incapaces de desarrollarnos física y moralmente fuera de la estructura social.
De todas formas, no es una idea original, sino que ya aparece en su maestro Platón, que concibió a la sociedad como la unión para la satisfacción mutua de necesidades. El hombre, para Aristóteles, posee un objetivo que es la felicidad, y cuya consecución depende del ejercicio de la virtud que encuentra su ámbito más adecuado en la ciudad. Tras exponer el tema del texto, Aristóteles introduce las ideas que servirán para argumentarlo. La primera es que la Naturaleza no hace nada en vano, no deja nada al azar. Una vez más, el enfoque teleológico se hace patente en la filosofía de Aristóteles. La Naturaleza es artista, dirá nuestro autor, persigue un objetivo, un fin, y sigue un programa establecido de antemano. Por eso, si nos ha dotado de lenguaje no será por mera casualidad.
Para el autor existe una gran diferencia entre los animales y los seres humanos. Los primeros poseen voz que permite comunicar el dolor y el placer, cuestiones meramente subjetivas y que no pueden ser participadas por otros. Por el contrario, los seres humanos estamos dotados de palabra que permite comunicar lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, cualidades objetivas, es decir, cuestiones morales pertenecientes al objeto y que sí pueden ser participadas y comunicadas. A continuación, Aristóteles afirma que este sentido de lo moral es algo exclusivo del ser humano. La razón de ello podría explicarse haciendo alusión a la doctrina del alma de nuestro autor. Aristóteles, frente a su maestro Platón, establece no tres tipos de alma, sino un alma con diferentes funciones que se desarrollarán dependiendo del ser natural del que se trate. Así, establecerá tres funciones del alma: nutritiva, sensitiva y racional. Sólo los seres humanos poseen las tres, siendo una de ellas, la racional, la que lo caracteriza como tal, permitiéndole la realización de tareas científicas, así como morales y políticas. Esta última dimensión práctica del ser humano procede, pues, de su capacidad racional, así como del hecho de estar dotado de lenguaje. Y así lo expresa el autor hacia el final del texto que nos ocupa: la comunidad o comunicación de todas estas cuestiones sobre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo estarán a la base de la construcción social, desde la comunidad más básica (la casa), hasta la más perfecta (la ciudad), que pasa ahora a tener, frente a los sofistas, un origen natural.