Nietzsche: Crítica a la Cultura Occidental y el Superhombre

Contexto Histórico-Cultural

Nos encontramos en la Europa del siglo XIX, marcada por el auge de los nacionalismos, particularmente en Alemania e Italia, con una influencia decisiva en el siglo XX. Es la era de las revoluciones burguesas y del creciente movimiento obrero, como lo demuestra la fundación de la Primera Internacional en 1864. El nacionalismo alemán culmina en 1871 con la unificación alemana bajo Bismarck. Esta época se caracteriza también por el auge de la ciencia. En este contexto, Marx denuncia el sistema capitalista, señalando el sufrimiento, la alienación y la explotación del proletariado. Esta postura crítica se conoce como «actitud de sospecha», que implica cuestionar las apariencias. Freud, por su parte, sospecha de las ideas nobles y los buenos sentimientos, atribuyendo su origen a fuerzas inconscientes oscuras e irracionales. Nietzsche, a su vez, denuncia los valores supremos de la civilización occidental, simbolizados en la metáfora de la «muerte de Dios».

Dos corrientes filosóficas importantes de la época, el vitalismo y el historicismo, cuestionan los elementos racionales y científicos. Pensadores como Nietzsche, Dilthey, Bergson y Ortega reflexionan sobre la vida en sus dimensiones biológica y biográfica, reconociendo su naturaleza temporal e histórica. Nietzsche, además, aboga por un uso crítico de la historia. Ambos destacan la capacidad del artista para comprender la vida, idea que Nietzsche desarrolla posteriormente con la metáfora del superhombre. Wagner fue una influencia artística clave para Nietzsche en su primera etapa, viendo en él la posibilidad de una renovación cultural alemana.

Contexto Filosófico

La filosofía de Nietzsche se nutre de la relectura del pensamiento griego, especialmente de los autores trágicos. Nietzsche identifica la contraposición entre el ideal apolíneo (la racionalidad normativa) y el ideal dionisiaco (el impulso que perturba el orden normativo y anhela el retorno a la unidad primordial). Otras influencias importantes son Heráclito, Kant y la izquierda hegeliana, como reacción al Estado prusiano y a las tesis ateas de Feuerbach en La esencia del cristianismo, que presenta a Dios como una proyección de la naturaleza humana.

Schopenhauer (1788-1860) ejerció una notable influencia en Nietzsche con el concepto de «voluntad de vivir», lo absoluto, presente en toda la realidad. La vida, según Schopenhauer, es una «lucha constante», concepto heredado de Heráclito. Sin embargo, Nietzsche se distancia del pesimismo y la renuncia de Schopenhauer, quien veía la voluntad de vivir como insatisfecha y la felicidad humana como imposible. Nietzsche, en cambio, afirma la vida por encima de todo.

El vitalismo, influenciado por el desarrollo de la biología en el siglo XIX con figuras como Lamarck, Darwin, Mendel y Pasteur, también impactó en Nietzsche. En Crepúsculo de los ídolos, Nietzsche declara la guerra a los moralistas, científicos y filósofos dogmáticos, criticando el mal uso de la razón, el lenguaje y los sentidos. Esta postura influyó en filósofos posteriores como Heidegger, Deleuze y Derrida, así como en movimientos como la posmodernidad en el arte, la arquitectura y la filosofía. El término deconstrucción, propuesto por Derrida, describe la tarea del filósofo contemporáneo de cuestionar los grandes conceptos (alma/cuerpo, ser/devenir) y los prejuicios de la cultura occidental.

Apolo y Dioniso

En El nacimiento de la tragedia, Nietzsche reinterpreta la cultura griega, realizando una crítica a su tiempo. Inspirándose en Schopenhauer, establece la siguiente contraposición:

  • Dioniso: noche, oscuridad, voluntad irracional, cosa en sí, unidad primordial impersonal, embriaguez, sufrimiento, música, danza.
  • Apolo: día, luminosidad, razón, apariencia-fenómeno, principio de individuación, ensueño, alegría, palabra.

Nietzsche argumenta que la imagen tradicional de la cultura griega, dominada por la belleza, la armonía y el equilibrio, se debe a la influencia del cristianismo en el arte. Sin embargo, los mitos trágicos, autores como Esquilo y filósofos como Heráclito, revelan un modelo dionisiaco. El modelo apolíneo, representado por el Olimpo, ofrece imágenes armoniosas y estables. El modelo dionisiaco, expresado en la tragedia y la música, representa la experiencia del flujo incesante de la vida, con su sufrimiento y caos. Según Nietzsche, esta visión dionisiaca prevalece hasta la llegada de Eurípides y Sócrates, quienes inauguran una visión racional del mundo. Nietzsche critica esta visión racionalista, que busca la seguridad y rechaza el caos de la existencia.

Nietzsche considera la cultura occidental, desde Sócrates, Platón y el cristianismo, como decadente. Propone un retorno a la cultura griega pre-socrática.

Temas de la filosofía de Nietzsche

Muerte de Dios

La «muerte de Dios» es una metáfora que expresa el fin de las verdades absolutas y las ideas inmutables, la pérdida de los ideales que guiaban la vida humana. Esta idea implica la libertad absoluta del ser humano y el nacimiento del mundo moderno. Anuncia la auto-supresión de la moral y la falta de un sentido trascendente del mundo. La «muerte de Dios» es proclamada por «el loco» en Así habló Zaratustra. El mundo, para Nietzsche, no necesita la intervención divina. La consecuencia de la «muerte de Dios» es el nihilismo.

Nihilismo

El nihilismo no es una doctrina, sino un movimiento histórico que describe el destino de la cultura occidental. Nietzsche distingue dos formas de nihilismo:

  • Nihilismo negativo: Se refiere a quienes, habiendo «matado a Dios», siguen atrapados en la mentalidad occidental. En Así habló Zaratustra, se representa con la figura del camello. Se divide en dos tipos:
    • Reactivo: Reconoce la relatividad de los valores tras la muerte de Dios, pero busca valores alternativos universales.
    • Pasivo: No cree en ningún valor, convencido del vacío existencial. Se lamenta por la ausencia de Dios.
  • Nihilismo positivo: Acepta la muerte de Dios sin buscar sustitutos ni lamentarse. Combate el nihilismo negativo y se representa con la figura del león. Es una fase necesaria para el surgimiento de una nueva moral y del superhombre.

El Superhombre

Tras la muerte de Dios, surge un tiempo sin ideales ni normas preestablecidas. El superhombre es una metáfora del potencial humano. Es el individuo que crea nuevos valores, un espíritu libre que se autodomina y supera las dificultades. Representa un nuevo camino sin Dios, una superación del hombre actual.

La Voluntad de Poder

El superhombre crea nuevos valores mediante la voluntad de poder, que es la voluntad de autodominio y autoconocimiento, tanto físico como psicológico. Se trata de un proceso de autosuperación.

El Eterno Retorno

El eterno retorno (amor fati) es central en el pensamiento de Nietzsche. Implica amar el destino, la vida, la temporalidad, la finitud y el devenir. Tiene dos significados:

  • Moral: La posibilidad de que los instantes de la vida se repitan eternamente solo sería deseable para un ser completamente feliz.
  • Cosmológico: Basado en una concepción cíclica del tiempo, el eterno retorno describe la naturaleza del universo.

Crítica a la cultura occidental

Nietzsche critica la ciencia, la metafísica y la moral occidentales, argumentando que niegan el valor supremo de la vida, el instinto y la temporalidad. Esta negación culmina en la «muerte de Dios» y el nihilismo. Nietzsche utiliza el método genealógico, que implica la inversión de todos los valores.

Crítica a la ciencia

Nietzsche critica la ciencia en la medida en que reduce la realidad a cantidad y número, ignorando las cualidades. No critica la ciencia en sí, sino su metodología materialista y su pretensión de poseer verdades eternas. Para Nietzsche, el conocimiento no busca verdades absolutas, sino interpretaciones útiles basadas en las necesidades vitales. Las «verdades» son ficciones útiles, perspectivas interpretativas.

Crítica a la metafísica

La metafísica tradicional, según Nietzsche, se basa en la creencia errónea en la antítesis de los valores. Los filósofos dogmáticos han inventado un mundo trascendente con categorías opuestas al mundo real para justificar sus valoraciones. Nietzsche critica esta escisión entre el mundo real y el mundo trascendente. La dialéctica, el método socrático-platónico, reduce la realidad a la racionalidad, ignorando su carácter dinámico y cambiante.

Crítica a la moral

En Más allá del bien y del mal, Nietzsche distingue dos tipos de moral: la moral de los señores (aristocrática) y la moral de los esclavos. En la moral aristocrática, «bueno» y «malo» se corresponden con «noble» y «plebeyo». La moral de los esclavos, en cambio, valora la norma, la simpatía, la bondad y la humildad. En La genealogía de la moral, Nietzsche introduce el concepto de resentimiento. Los fuertes crean valores desde la abundancia de vida, mientras que los débiles, por resentimiento, afirman valores opuestos. El cristianismo, el socialismo y la democracia son ejemplos de esta moral del resentimiento. Nietzsche acusa al cristianismo de despreciar el cuerpo, los instintos y la libertad individual. Propone una moral que afirme la vida y la creatividad.

El método genealógico

Nietzsche critica la tradición occidental a través del método genealógico, representado por la metáfora del martillo. Este método busca desenmascarar la moral y la metafísica. Tiene cuatro elementos estructurales:

  1. Ruptura: Inversión del platonismo.
  2. Límite: Crítica del nihilismo.
  3. Rebasamiento: Imposición de nuevos valores basados en la voluntad de poder.
  4. Experiencia de lugar: Anticipación del superhombre.

El método genealógico no es una vuelta arqueológica al origen, sino una tarea crítica. Tiene tres niveles:

  1. Constatar y formular los juicios de valor.
  2. Interpretar la moral.
  3. Criticar las fuerzas que actúan en la moral.

Para ello, Nietzsche utiliza las metáforas de la «filosofía del martillo» y la «transmutación de todos los valores».

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