Crítica de la Razón Pura de Kant: Metafísica, Experiencia y Conocimiento

1. Metafísica y Ciencia

Kant define la metafísica como un discurso que opera mediante conceptos puros, sin recurrir a la experiencia. Sin embargo, considera que este proceder analítico es vacío y no constituye conocimiento. Para él, el conocimiento debe ser sintético e informativo.

La matemática es posible como ciencia gracias a las intuiciones puras del espacio y el tiempo, que son la forma pura de nuestra sensibilidad. La física, por su parte, es posible gracias a los conceptos puros o categorías. Aunque la física contenga juicios a posteriori, sus principios fundamentales, como el principio de causalidad, son sintéticos a priori.

Si entendemos la metafísica como un sistema de proposiciones sobre realidades que están más allá de la experiencia, entonces es imposible como ciencia. Las categorías solo pueden usarse legítimamente si se aplican a los fenómenos en el ámbito de la experiencia. Por eso, la razón, al querer demostrar las ideas de la metafísica (Dios, libertad, eternidad del mundo), incurre en errores: paralogismos, antinomias y falsas demostraciones.

Aunque la metafísica no sea una ciencia, Kant reconoce que es una tendencia irreprimible del ser humano, que busca un conocimiento absoluto. Para Kant, nuestro conocimiento se limita a los fenómenos, a los objetos que se nos dan en la experiencia, en el marco del espacio, el tiempo y las categorías. La razón es una facultad finita y solo podemos hablar de la verdad para nosotros los humanos.

Por tanto, solo podemos conocer independientemente de la experiencia lo que nosotros mismos ponemos en ella. La filosofía de Kant puede interpretarse como una teoría del conocimiento, pero también como una ontología del ser sensible.

2. Experiencia y Conocimiento a priori

El término «experiencia» tiene un amplio sentido en Kant. Por un lado, significa el contacto inmediato con los objetos (intuición), la afección de nuestra sensibilidad y la recepción de impresiones y sensaciones. Por otro lado, tiene un sentido más específico que se refiere al conocimiento válido.

Kant afirma que el conocimiento informativo debe ser sintético, no analítico. Si todo conocimiento sintético fuera a posteriori, como creía Hume, no habría certeza ni conocimiento científico, ya que la experiencia solo nos da hechos, pero no verdades universales y necesarias.

El conocimiento debe ser sintético y a priori. Las estructuras subjetivas que anteceden a la experiencia y le dan forma son vacías sin las intuiciones empíricas. Por tanto, a priori solo significa las condiciones trascendentales de los fenómenos: sin ellas no hay objetos de conocimiento.

Para Kant, la experiencia no es solo un conocimiento de hecho, como en Hume, sino una experiencia de derecho. Como tal, debe tener unas condiciones que la hagan posible.

3. Teoría del Conocimiento

Una pregunta fundamental en la filosofía de Kant es: ¿Qué puedo conocer? Kant afirma que el conocimiento comienza con la experiencia, pero no todo conocimiento procede de ella. Aunque la materia del conocimiento tenga un origen empírico, la forma depende del sujeto. Esto es lo que él llama la «Revolución Copernicana» en filosofía: son los objetos los que deben adecuarse a la forma del conocimiento y del sujeto.

Kant sostiene que poseemos intuiciones a priori (espacio y tiempo) que determinan y ordenan todos los fenómenos sensibles. El espacio y el tiempo no son empíricos, ya que no proceden de la experiencia, y son a priori porque toda experiencia los supone. Son intuiciones puras o las formas puras de la sensibilidad, y hacen posibles los juicios sintéticos a priori en matemáticas.

Para que haya conocimiento, es necesario que haya un objeto, es decir, que la diversidad de sensaciones se sintetice mediante un concepto. Kant establece las categorías (sustancia, causa, unidad, etc.) a partir de los diversos tipos de juicios. El conocimiento es una síntesis de intuición y concepto, de sensibilidad y entendimiento.

Las categorías realizan la función de universalizar los esquemas antropológicos, creando una imagen universal del mundo. De esto se extrae la unidad de la razón teórica y la razón práctica: la sensibilidad es idónea para el entendimiento, y la naturaleza puede adaptarse a las leyes de la moralidad.

El Siglo XVIII y la Ilustración

El siglo XVIII se caracterizó por un crecimiento demográfico y una incipiente Revolución Industrial. En lo político, la forma predominante fue el Despotismo Ilustrado. Se produjo una crisis de la sociedad estamental del Antiguo Régimen, que culminó en las revoluciones Americana y Francesa.

Kant fue un pensador de la Ilustración, un movimiento cultural que afectó principalmente a Inglaterra, Francia y Alemania. La Enciclopedia francesa tuvo como objetivo difundir el conocimiento. Existía una confianza en la razón y un optimismo que generó la idea de progreso y la filosofía de la historia.

Los principales representantes de la Ilustración alemana fueron Wolf y Kant. Kant, con su apriorismo, intentó superar el empirismo y el racionalismo, dando paso al idealismo alemán.

El Idealismo Alemán

El pensamiento de Kant se difundió por Alemania y Austria, y las críticas a su obra desembocaron en el Idealismo alemán. Shelling, por ejemplo, creía que las contradicciones del sistema kantiano se superaban admitiendo una identidad entre naturaleza y espíritu.

El idealismo alemán negó la distinción entre fenómeno y cosa en sí. Cassirer amplió estas tesis a todo el campo de la cultura, afirmando que el hombre es un animal simbólico.

El neokantismo, con representantes como Windelband y Rickert, supuso una vuelta a Kant. Heidegger, por su parte, propuso un Kant metafísico.

4. Crítica a la Metafísica Tradicional

Kant critica la metafísica como ciencia en la Dialéctica Trascendental, donde estudia la facultad de la razón. Para Kant, la metafísica no puede ser una ciencia porque no parte de la intuición y la experiencia, sino que solo enlaza los contenidos del entendimiento mediante silogismos.

Sin embargo, existe una tendencia en el hombre a querer conocerlo todo, lo que genera el conocimiento metafísico. Kant valora el uso lógico de la razón para sistematizar nuestros conocimientos, pero si la razón en su uso puro quiere conocer los noúmenos o cosas en sí, aplicando categorías a otros conceptos, incurre en errores que generan las ideas metafísicas.

La «Psicología Racional» considera el sujeto del juicio como el sujeto anímico, incurriendo en paralogismos. Para Kant, el conocimiento del alma es imposible. Solo podemos hablar del Sujeto trascendental, que no se puede confundir con el sujeto empírico o psicológico.

La «Cosmología Racional» intenta demostrar racionalmente la existencia del mundo y sus características, incurriendo en antinomias. Para Kant, no se puede demostrar racionalmente la existencia de Dios. Somos responsables de la forma de los fenómenos, pero de eso no se puede desprender que hay un orden y una finalidad para toda la naturaleza.

Kant considera que los argumentos para la existencia de Dios se basan en la idea de una causa e inteligencia trascendente que se postula a priori. Por tanto, es imposible demostrar racionalmente la existencia de Dios. Kant sería más bien un agnóstico: Dios no es un tema del conocimiento, no se puede afirmar ni negar.

Dios aparece como un postulado de la razón práctica, una idea necesaria para mediar entre un mundo mecánico y la libertad humana, entre el ser y el deber ser. Dios es un tema de fe, no de conocimiento. El Dios de Kant viene suscitado por la moralidad humana.

Para Kant, la materia del conocimiento nos es dada, pero las reglas del conocimiento son ideales, trascendentales y a priori. Heidegger, en cambio, considera que Kant construye una metafísica que investiga las condiciones que debe cumplir el ser de la modernidad: la realidad en cuanto conocimiento. Kant realiza así una Ontología del Ser Sensible.

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