La Ciudad Ideal de Platón: Un Análisis de la Utopía Política

La Ciudad Ideal de Platón

Un Análisis de la Utopía Política

Orbitando alrededor de las tres tesis nucleares antes esbozadas, hay que abordar las cuestiones en las que se precisa la teoría ético-política platónica y que van a ser, a la postre, condiciones de posibilidad de la ciudad ideal:

El Estado Educador

Para Platón, lo más importante es la educación, la cual cumple una doble misión:

  • Genérica: La educación es, estrictamente, un método, un camino de liberación. Nos saca del mundo de las sombras, nos hace mejores, nos ayuda a libertarnos de las cadenas de la ignorancia. Esto sirve para todos los habitantes de la polis, por lo que cabe calificar al Estado platónico de Estado educador.
  • Específica: La educación es un instrumento de formación del gobernante. Platón no toleraría el acceso al poder de aquellos individuos insuficientemente formados para ejercerlo. Se puede decir que Platón aducía la necesidad de forjar una élite gobernante, una especie de clase preparada para ejercer la difícil y sacrificada función de gobierno de la ciudad. Este elitismo no era un capricho ni una consecuencia directa del origen aristocrático del propio Platón, sino una toma de posición política basada en el razonamiento: ¿qué puede ser mejor para la ciudad -se podría preguntar- que la misma se vea sujeta al poder de los ignorantes, de los malvados o de aquellos que persiguen únicamente la satisfacción de sus intereses privados, o bien ponerse en manos de unos buenos gobernantes, por su sabiduría, por su conocimiento del bien y su apuesta por la justicia? La respuesta parece venir sola. Platón albergaba el deseo de que la ciudad fuese gobernada por una aristocracia basada no en la sangre o herencia familiar sino en la virtud y el saber.

Eugenesia

Un tema bastante controvertido y polémico es el de la eugenesia que parece promulgar la teoría política de Platón cuando este afirma aquello de que sean «los mejores quienes se acoplen con las mejores, y los peores al contrario» [República, 459d]. Parece que Platón deseaba así llevar a cabo un proyecto eugenésico de selección de castas dominantes.

Abolición de la Familia y de la Propiedad Privada

La teoría política de Platón adolece de comunitarismo. Para este filósofo es más importante el destino de la ciudad que el del individuo, pues este no es nada sin aquella. Pero, además, incide en la necesidad de poner las instituciones privadas, como la familia, al servicio de la ciudad. Si las alianzas familiares o los intereses derivados de la propiedad privada podían alterar el buen gobierno de la ciudad, lo mejor sería prescindir en ese caso de esos condicionamientos particulares. Por eso Platón veía con buenos ojos que las clases dirigentes prescindieran de la familia e incluso de propiedades privadas. Preveía para estos una vida de dedicación plena al ejercicio de gobierno.

Igualdad de la Mujer

Platón fue un gran defensor de la igualdad social de la mujer. En aquella época esa apuesta resultaba novedosa y absolutamente revolucionaria. Pero, ¿por qué Platón apoyaba tal causa? Sencillamente porque entendía que «no existe en la administración de la ciudad ninguna tarea que sea propia de la mujer como mujer, ni del varón como varón, sino que las dotes naturales están repartidas indistintamente tanto en unos como en otros» [República, 455d].

Crítica de la Democracia

Platón nunca fue defensor de la democracia. Al contrario, desconfiaba de ella. Pero, ¿le faltaban razones para esto? Platón consideraba que la democracia, por un lado, suponía la puesta en escena de la mayor libertad de cada uno para escoger su forma de vida y la igualdad de todos en materia jurídica y política; pero, al mismo tiempo, como el pueblo siempre adolece de ignorancia o falta de preparación, ocurre habitualmente que la democracia termina por encumbrar a tiranos: «de la extrema libertad surge la mayor esclavitud» [República, 564a], decía Platón. Este pesimismo de Platón respecto a la democracia venía respaldado por las numerosas ocasiones en las que esta había sufrido de manipulación a lo largo de la historia de Grecia. Pero, la pregunta que cabría aquí hacerle a Platón sería la siguiente: si, de acuerdo con sus tesis políticas, construimos un Estado educador, es decir, un Estado cuya función primordial sea la de hacer mejores ciudadanos, en el sentido de más sabios y virtuosos, ¿no será algún día posible que el poder democrático de ciudadanos responsables e ilustrados domine la ciudad? O, de otra manera, ¿la supuesta decadencia de la democracia, que parece abocarla inexorablemente hacia la tiranía, podría ser corregida por medio de la instauración de un verdadero Estado educador? No se entiende muy bien cómo si Platón daba entrada utópica a su proyecto político aristocrático no hizo lo mismo con el Estado democrático. ¿Por qué Platón confiaba en la formación de unos pocos y desconfiaba de la formación de la mayoría? Quizá la respuesta esté en los genes: unos son de oro, otros de plata y también los hay de bronce, respondería Platón. Y no hay manera de convertir el bronce en plata ni esta en oro. En ese caso, cabe de nuevo argüir contra Platón: ¿para qué la educación? A lo que probablemente Platón respondería: para establecer la justicia, que es felicidad social. Si gobierna el de bronce, como ocurre en la democracia, no es posible la virtud plena; pero si el de oro se desvirtúa y pasa únicamente a defender sus intereses personales, entonces de nuevo la justicia se convierte en un imposible.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *