El Conocimiento y la Ética: Un Análisis Empírico

El conocimiento. Tiene como objeto inmediato las percepciones. Son los contenidos de mi mente de los que tengo conciencia. Nada hay en la mente distinto a sus percepciones (principio de inmanencia).
Impresiones e ideas. Se dividen según su vivacidad. Las percepciones se reducen a dos especies distintas: impresiones e ideas. Las impresiones son más vivas. Pueden ser externas o internas, como las emociones. Las percepciones débiles son las ideas. No hay ideas innatas. Para asegurarse de la realidad de una idea, es necesario y suficiente encontrar la impresión de la que proviene.
Así, las impresiones son las sensaciones, y las ideas son imágenes débiles de las impresiones.
Según la posibilidad de ser, pueden ser divididas o no. Pueden ser simples (no admiten distinción ni separación de mayor valor cognoscitivo) y complejas (se pueden separar).
Según el origen de las percepciones, hay impresiones de sensación (impresiones sensoriales que surgen en el alma originariamente de causas desconocidas) y de reflexión (derivan en parte de nuestras ideas en orden de impresión que da una idea que se copia y permanece en el espíritu, mediante la cual se generan nuevas impresiones). Emociones, deseos, pasiones y conexión necesaria.
Relación entre impresiones e ideas. Semejanza: toda percepción de la mente aparece a la vez como impresión e idea. Hay distinto grado de viveza, pero son muy semejantes. Con las complejas no pasa igual, pues algunas ideas complejas no han tenido impresión correspondiente. Correspondencia: a toda idea simple le corresponde una impresión simple. Representación: las ideas no son copia exacta, son representación de la experiencia, imágenes de las impresiones. Pensamiento: la impresión siempre es anterior a la idea, es causa de las ideas. Origen: la idea se origina de la impresión, que le precede. Una idea es si proviene de alguna impresión (criterio de discriminación). El criterio y límite de nuestro conocimiento son las ideas.
Relación entre ideas. Las ideas complejas proceden de la asociación de las simples. Éstas se asocian mediante tres leyes o principios: Semejanza, contigüidad espacio-temporal y la relación causa-efecto. Se pueden reducir a un único principio: el hábito (principio de asociación de ideas).
Ámbitos del conocimiento. Hay dos tipos de conocimiento. Relaciones entre ideas: todas las ideas tienen su fundamento en las impresiones, pero podemos conocer las ideas sin recurrir a las impresiones: “El todo es mayor que la parte”. Es una relación independiente de los hechos. Estas formulaciones se llaman analíticas y necesarias. De cuestiones de hecho: tenemos un conocimiento de hecho, basado en las impresiones. De ellas no tenemos nunca absoluta evidencia. Lo contrario de una cuestión de hecho es, en cualquier caso, posible, pues jamás puede implicar una contradicción.
Consecuencias. Crítica del innatismo: no hay ideas innatas, ni hace falta. Para asegurarse de la realidad de una idea, es necesario y suficiente señalar la impresión de donde viene. Crítica de la abstracción: todas las ideas son particulares, ya que son débiles copias de las impresiones. La idea general se funda en la asociación de ideas. El origen de nuestro conocimiento se halla en la experiencia. Al igual que el límite; sólo se harán experiencias de percepciones actuales (impresiones) y de las pasadas (ideas), no de las futuras. El criterio de verdad de nuestro conocimiento se halla en la experiencia; hay que remitir las ideas a las impresiones.

Problema de causalidad
El conocimiento no nos da problemas en las relaciones de ideas. El problema está en las cuestiones de hecho; necesitan experiencia y podemos pensar lo contrario. Para responder a esto, utilizamos la relación causa-efecto.
Nuestro conocimiento queda reducido a las impresiones actuales y pasadas, pero no podemos tener conciencia de hechos futuros porque no podemos tener impresiones de un hecho que todavía no ha sucedido. Hablamos de hechos futuros y afirmamos un nexo causal. El criterio de verdad que se tenía era que a cada idea le corresponde una impresión, pero aquí no hay todavía impresión. Este tipo de razonamientos se basan en la relación causa-efecto, en la idea de conexión necesaria que nos permite ir más allá de la memoria y los sentidos.
El principio de causalidad no es evidente a priori; para saber los efectos se recurre a la experiencia. La idea de causa y efecto son distintas. A priori, cualquier causa puede producir cualquier otra. Tenemos que buscar la impresión de la que deriva esa idea de conexión necesaria. Toda idea proviene de una impresión (sensación o reflexión, experiencia externa). Lo que experimentamos en cualquier relación causa-efecto son las siguientes circunstancias: contigüidad espacio-temporal, más prioridad temporal de la causa con respecto al efecto, más la conjunción constante.
La causa y el efecto están conjuntados, pero no conectados. No aparece la idea de conexión necesaria.
En cuanto a la experiencia interna, no se pasa de voluntad a movimiento, sino que son dos movimientos sucesivos.
La primera vez que nos enfrentamos a algo nuevo, somos incapaces de anticipar lo que va a suceder, pero después de una experiencia uniforme, somos capaces. La mente es conducida por hábito a realizar la inferencia que va de la causa al efecto. El principio de causalidad no es más que una asociación de impresiones sucesivas.
La impresión de la que procede la idea de conexión necesaria es una impresión de conexión. Del futuro sólo podemos afirmar la creencia. Es la costumbre la que nos induce a la creencia. La relación causal ofrece una certeza moral no comparable a la certeza demostrativa de la relación de ideas, pero sí suficiente para la vida.
Conclusión: no podemos afirmar el principio de causalidad; nuestras impresiones son del pasado, las uniones que percibimos son de simple sucesión, no de causa a efecto. No hay impresión de la causa, no se puede concluir que algo sea causa.

El problema de la sustancia
Nuestro conocimiento sólo conoce impresiones e ideas. La sustancia es un concepto al que no corresponde ninguna impresión, designa a un conjunto de percepciones particulares que, por costumbre, encontramos juntas.

La realidad exterior
Mundo. La existencia de cosas fuera de nosotros no es evidente; nos pueden engañar los sentidos. No se puede decir que la realidad exterior sea la causa de las impresiones ni afirmar la existencia de una realidad corpórea distinta a ellas. Sin embargo, los cuerpos existen de manera continua, aunque las percepciones sobre ellos sean discontinuas, y existen de manera distinta a la pura existencia mental, ya que los cuerpos tienen constancia (se muestran idénticos) y coherencia (sufren cambios, pero son similares en ocasiones anteriores). Las percepciones de los objetos extramentales presentan una gran semejanza (identidad), pero las percepciones son discontinuas (diferencia). Para solucionar esta contradicción está la imaginación, que se fija en la semejanza. Crea la ficción de la existencia de la sustancia como sustrato no percibido, pero base de la semejanza que muestran nuestras percepciones. No hace crear que nuestras impresiones sean reales.
Yo. Tenemos intuición de nuestras impresiones, no del yo. Sólo tenemos impresiones particulares; no son constantes, sino variables. El “yo” no existe como sustancia distinta de las impresiones. Tenemos consciencia de nuestra identidad gracias a la imaginación, que da la idea de alma.
Dios. No tenemos impresión de él, no podemos afirmar su existencia. No hay nexo causal entre las impresiones y Dios; éste no las produce. No sabemos de dónde vienen nuestras impresiones. (Escepticismo)
Conclusión: llegamos al fenomenismo (sólo conocemos fenómenos), escepticismo (no estamos seguros de nada, sólo de las percepciones sin saber lo que representan) y relativismo (no existe una realidad objetiva común). La naturaleza fuerza a los hombres a creer. La creencia es un sentimiento particular que acompaña a una asociación de ideas, de manera que dicha asociación se impone a la mente. La creencia se apoya en el hábito o costumbre, que se crea desde la experiencia repetida de la conjunción de determinadas impresiones.
-Sólo conozco mis impresiones; el origen del conocimiento es la experiencia, no sabe de dónde vienen, no se pueden establecer relaciones causales, sólo conjunciones de hechos. Niega la sustancia corpórea, no conoce sustancia pensante distinta a sus impresiones. No conoce la existencia de Dios, pues no hay impresión de él.
La realidad es fenoménica; no conocemos la sustancia, sino los fenómenos.
Matemáticas: versan sobre relaciones de ideas. Dan razonamientos demostrables ciertos a priori, pero es psicologista.
Física: versa sobre hechos. Formula leyes probables, pero basta con manipular la realidad.
Metafísica: saber absoluto. Es mejor el escepticismo que impide el dogmatismo.














Cuestión ético-política
Es consecuente con el empirismo; la “naturaleza” y “pacto social” son ficciones indemostrables. Es la utilidad la que lleva a los hombres a formar sociedades a partir de la célula familiar. La legitimidad del poder es un hecho. La experiencia le lleva a rechazar el fundamento racional de los juicios morales para basarlas en las emociones. Emotivismo.
Crítica del racionalismo moral
Las percepciones morales son impresiones e ideas. Toda ciencia se basa en juicios; la moral se ocupa de los juicios morales que distinguen lo bueno de lo malo. El deber se deriva del ser. La razón no es fundamento de nuestros principios morales porque:
-Los juicios morales determinan nuestro comportamiento; tendemos a hacer lo bueno. Los hechos no son juicios morales.
-La razón se ocupa de la verdad o falsedad de las proposiciones (relaciones de ideas o cuestiones de hecho). Las acciones u objetos de la mente no pueden ser verdaderos o falsos, porque no son ideas, sino impresiones de reflexión.
-La razón no puede discriminar si un acto es bueno o malo, pues para ello debería hacerlo mediante relaciones de ideas o cuestiones de hecho. La voluntad no sigue la necesidad de las relaciones de ideas ni es una cuestión de hecho.

El juicio se hace en el sentimiento: la moralidad es más sentida que juzgada. El hombre actúa por impulsos, motivaciones, emociones. Los deberes, la virtud y el vicio no son relaciones de ideas ni cuestiones de hecho. El sentimiento que descubre la virtud o el vicio es el de aprobación o desaprobación, que son una forma de sentimiento de simpatía.
Utilidad: lo que despierta ese sentimiento es la utilidad de la acción contemplada para la colectividad. Todo lo que contribuye a la felicidad de la sociedad. Los actos que aprobamos son los que llevan a lo útil, alegría y felicidad de otras personas.
La virtud es cualquier acción o cualidad mental que ofrece al espectador el sentimiento placentero de aprobación. El vicio es lo contrario. Hay virtudes útiles para los demás (justicia, fidelidad), virtudes útiles para nosotros (templanza), agradables para los demás (cortesía) y agradables para su poseedor (alegría, valor).
La razón tiene como función ayudarnos a discriminar entre los medios para afianzar los fines que la voluntad pretende. No entra en los fines, pero sí en el análisis de los medios para conseguirlos.

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