Análisis del Lenguaje y la Ética en la Filosofía Contemporánea

Bases del Pensamiento

La modernidad se caracterizó por confiar en la razón, liberada de la fe, para superar la duda y descubrir la realidad. En el siglo XVIII, la Ilustración será el máximo exponente de este optimismo racional, ya que la razón será el instrumento para contribuir al progreso de la humanidad.

En la Edad Contemporánea asistimos a la crisis de los ideales ilustrados, con sus raíces en la obra de los “maestros o filósofos de la sospecha”: Karl Marx, Friedrich Nietzsche y Sigmund Freud. Sus obras cuestionan radicalmente los cimientos de la Ilustración. Para ellos, la realidad escapa al control de la razón, ya que está dominada por fuerzas ocultas.

  • Marx muestra que los frutos de la razón, a los que denomina supra-estructura o ideología, dependen de una base material constituida por fuerzas de carácter económico. Estas ideologías solo tratan de ocultar una determinada infraestructura económica que implica la alienación del proletariado. Marx denunciará esta alineación y propondrá la supresión de la propiedad privada con el fin de acabar con ella. Además, habrá otros pensadores marxistas como Rosa Luxemburgo y Giorgy Lukács.
  • Nietzsche desenmascaró los grandes ideales de la humanidad, mostrando lo que nos esconde la voluntad de poder, además de mostrar que los valores morales y la verdad tienen su origen en la debilidad egoísta. Denunciará el nihilismo oculto tras los grandes ideales de la humanidad, la decadencia de la moral cristiana. Para superarla, propone un nuevo ideal afirmativo de la vida, fiel a la voluntad de poder. Este pensador influirá posteriormente en Heidegger y en Ortega y Gasset.
  • Freud cuestionó la autodeterminación racional del hombre al mostrar las fuerzas inconscientes que lo dominan. Con el psicoanálisis, va desvelando los deseos inconscientes que subyacen a nuestras racionalizaciones. Denunciará la neurosis a la que conduce una cultura excesivamente represora y propondrá una inmersión en nuestra vida inconsciente, que nos lleve a su reconocimiento y aceptación.

Junto a ellos, hemos de mencionar a Charles Darwin, que fue el primero en proponer un mecanismo plausible que podía hacer funcional el cambio evolutivo: la selección natural. En su obra “El Origen de las Especies”, defendió que todos los seres vivos comparten un mismo origen evolutivo y, por otra parte, defendió la supervivencia de los más aptos, que dice que, dentro de cada especie, solo los individuos con las características más adecuadas al entorno sobreviven y se reproducen, transmitiendo a las generaciones posteriores sus características. Su teoría no fue aceptada por todos, sobre todo fue rechazada por los cristianos. Posteriormente, su teoría daría origen al darwinismo social y llevaría a ciertos grupos a defender el imperialismo, que desembocaría en el nazismo, la xenofobia y el antisemitismo nazi.

El Contexto Filosófico: La Filosofía Analítica

El movimiento analítico es uno de los movimientos filosóficos más importantes del siglo XX. Es fiel a los principios básicos del empirismo (el conocimiento se origina en los sentidos) y el positivismo (único conocimiento auténtico es el conocimiento científico). Comienza en Inglaterra, se consolida en Austria y, tras la Segunda Guerra Mundial, se traslada a EEUU.

Las áreas de investigación más desarrolladas por este movimiento son la lógica, la filosofía de la ciencia y la teoría del conocimiento. Además, los elementos más comunes a todo el movimiento analítico son los siguientes:

  • El empirismo y el materialismo, que consideran que la única realidad existente es la del mundo físico y que la única forma de conocimiento es mediante los sentidos.
  • La preocupación por el estudio del lenguaje y los límites del lenguaje significativo (conocimiento).
  • La crítica a la metafísica, que establece los límites de lo que se puede decir y pensar con sentido.

Por otra parte, este movimiento se distingue en dos fases:

  • La del Neopositivismo o “positivismo lógico”, cuyos representantes más importantes son, entre otros, Alfred Ayer y el primer Wittgenstein, en la que se trata de buscar un lenguaje ideal.
  • La de la filosofía analítica, en la que se dedica atención al análisis del lenguaje ordinario y cuyos representantes son Gilbert Ryle y el segundo Wittgenstein.

El Tractatus: Mundo, Pensamiento y Lenguaje

El propósito del Tractatus Logico-Philosophicus era resolver los problemas de la filosofía, cuyo origen residía, según Wittgenstein, en el mal uso del lenguaje. Así, analizará las relaciones entre el lenguaje y el mundo para averiguar qué podemos decir con sentido, es decir, cuáles son los límites del lenguaje y del pensamiento. Se observa aquí la influencia de Kant, que en su Crítica de la Razón Pura se preguntó: “¿Qué podemos conocer?”.

La teoría figurativa o pictórica del significado nos dice que nuestro lenguaje y pensamiento tienen sentido y referencia porque son pinturas, figuras o representaciones isomórficas de las cosas del mundo, es decir, para Wittgenstein, por ejemplo, las órdenes no tienen sentido porque no son frases que representen la realidad.

En toda representación isomórfica, Wittgenstein distingue dos aspectos:

  • La forma de representación, que es el peculiar modo que tiene una figura de representar la realidad.
  • La relación figurativa, que consiste en la coordinación de los elementos de la figura y de las cosas.

Aún así, todas las formas figurativas (foto, escultura, pintura, etc.) participan de un modo común de representación: la forma lógica. Dado que la forma es aquello en lo que coincide la representación y la realidad representada, y que toda representación incluye como forma mínima la forma lógica, se dice que ésta es también la forma de la realidad. Esto quiere decir que la realidad tiene colores, dimensiones espaciales, formas, pero también una estructura lógica.

Wittgenstein consideró que el pensar y su expresión lingüística están trabados, pues para él los límites del lenguaje coinciden con los límites del pensamiento: “todo lo que se puede pensar se puede decir, todo lo que se puede decir se puede pensar”.

El Tractatus: Proposiciones Verdaderas, con Sentido y Pseudoproposiciones

Las proposiciones son enunciados compuestos de sujeto y predicado que pueden ser verdaderos o falsos. Wittgenstein hará una clasificación para saber de qué se puede hablar y sobre qué hay que callar.

  • Proposiciones con sentido: se refieren al mundo, ya que son verdaderas o falsas. Estas las encontramos en el lenguaje cotidiano y las ciencias naturales (física, química…).
  • Pseudoproposiciones:
    • Lógicas y matemáticas: al no referirse al mundo físico, son carentes de sentido, pero nos muestran las estructuras del lenguaje y la realidad.
    • Sinsentidos o absurdas:
      • Éticas y estéticas: la ética y la estética son problemas ajenos al mundo natural y de lo expresable, pero que, aún así, lo inexpresable existe y se conoce como lo místico.
      • Filosóficas: ni se refieren al mundo físico ni son verdaderas o falsas, por tanto, son absurdas. Según Wittgenstein, la filosofía es un mero análisis lógico del lenguaje y sus pseudoproblemas son consecuencia de confusiones lingüísticas.

En conclusión, puesto que el pensamiento no puede ir más allá del lenguaje y el lenguaje describe hechos, el pensamiento solo puede referirse al mundo de los hechos. El Tractatus pone en primer plano los objetos metafísicos, a los que la ciencia no puede acceder, pero son los más importantes, y, según Wittgenstein, lo místico se muestra en silencio, no se puede decir porque va más allá del lenguaje.

Las Investigaciones Filosóficas: Uso y Juegos del Lenguaje

Durante su periodo como profesor de primaria, Wittgenstein desarrolló la teoría de los juegos del lenguaje, en la que su interés se desplazará ahora del lenguaje científico perfecto (Tractatus) al lenguaje común u ordinario (2º Wittgenstein).

En cuanto a la teoría del significado como uso, en las “Investigaciones filosóficas” rechazará la visión esencialista que defendía en el “Tractatus”, según la cual cada concepto debía tener un significado preciso; pero ahora Wittgenstein defendería que el significado de una palabra es su uso en el lenguaje, en el contexto de un juego del lenguaje. El lenguaje es como una caja de herramientas, y para aprender el significado de las palabras debemos estudiar la diversidad de sus funciones. En el fondo, comprender una frase supone comprender un lenguaje, es decir, dominar una técnica.

Por otra parte, según el autor de “Investigaciones filosóficas”, el lenguaje es un instrumento de la vida, por lo que habrá tantos tipos de lenguaje como esferas fundamentales de la vida. Los juegos del lenguaje son los diferentes tipos de lenguaje, consecuencia de los distintos usos del mismo que hacemos en nuestra vida, y cada uno de ellos es una actividad social y forma de vida. Entre la lista de juegos que suministra Wittgenstein son destacables: relatar un acontecimiento, dar las gracias, preguntar, saludar, rezar, describir un objeto, etc.

Entre los diferentes juegos hay similitudes o parecidos de familia, pero cada juego tiene sus propias reglas, ya bien sirvan de ayuda o sean simples instrumentos o expresiones del propio juego. Estos juegos son autosuficientes, ya que no tienen ninguna finalidad, y las reglas de estos se aprenden mediante adiestramiento y repetición. El filósofo debe estudiar los juegos del lenguaje porque, fiel a lo enunciado en el Tractatus, debe distinguir entre sentido y sinsentido, y, por tanto, la filosofía debe ser analítica.

En conclusión, Wittgenstein aceptaba las tesis fundamentales del empirismo cuando decía que solo es posible el conocimiento de lo que se ofrece a la percepción (hechos). El único conocimiento corresponde a las ciencias empíricas, pero, a la vez, lo místico nos compromete vitalmente y es irrenunciable.

Función de la Filosofía en el Tractatus y en las Investigaciones

Para el primer Wittgenstein y los neopositivistas del Círculo de Viena, la filosofía entendida al modo tradicional consta de sinsentidos. Esto se debe a la teoría pictórica del significado que Wittgenstein defenderá en el Tractatus, según la cual solo las proposiciones tienen sentido puesto que son representaciones del mundo físico. Entre estas proposiciones encontraremos las de las ciencias naturales y algunas de la vida cotidiana.

El resto serán pseudoproposiciones, entre ellas las proposiciones de la filosofía, que, al no referirse al mundo, son absurdas. En consecuencia, no existen los problemas filosóficos, sino que son pseudoproblemas, consecuencia de confusiones lingüísticas que se disuelven apenas se aclara la confusión. La filosofía no es una teoría, sino una actividad que critica el lenguaje y, por tanto, limita lo que se puede decir o pensar con sentido. Wittgenstein, a diferencia de los neopositivistas, pone en el Tractatus en primer plano los objetos metafísicos, a los que la ciencia no puede acceder y de los que solo cabe el silencio, y dice que son los más importantes.

En la etapa del 2º Wittgenstein, cambiaría radicalmente su concepción del lenguaje y creará la teoría de los juegos del lenguaje, desplazando su interés de un lenguaje perfecto a uno común. En esta segunda etapa, admitirá que el lenguaje científico es uno de los muchos lenguajes que aparecen en la vida humana, como el ético, el estético, el metafísico y el religioso.

En conclusión, aunque entre el 1er y el 2º Wittgenstein encontremos una concepción del lenguaje totalmente distinta, el concepto de filosofía seguirá constante: una actividad clasificadora del uso del lenguaje.

Ideas y Creencias de Ortega y Gasset

El pensamiento del hombre se manifiesta en ideas, las cuales son las coordenadas con las que el hombre se orienta en el mundo para solucionar su necesidad de conocimiento. Son de dos tipos: creencias o ideas.

La diferencia entre ambas es funcional:

  • Las creencias nos sostienen.
  • Las ideas las sostenemos nosotros.

Además, las creencias se heredan de épocas anteriores y son una realidad de primer grado de las que no somos conscientes, sino que se demuestran en nuestro conocimiento. Por otro lado, las ideas las pensamos y, por tanto, son una realidad de 2º grado que deben ser formuladas y en las que no estamos inmersos, sino que las tenemos.

La relación entre ambas surge porque el hombre, cuando viene al mundo, está sumergido en las circunstancias de las creencias de su época. Pero el hombre, como “ser ignorante”, gracias a la duda, hace que las creencias se vuelvan conscientes, es decir, piensa en ellas, convirtiéndolas de este modo en ideas.

En conclusión, la historia no es sino la dialéctica entre ideas y creencias: de un lado, las ideas de una época pasan a ser creencias de otra, y, por otro, las creencias, mediante la duda, pasan a convertirse en ideas que deben ser defendidas.

La Ética en el Pensamiento de Wittgenstein

La conferencia sobre ética es uno de los textos más importantes de la filosofía contemporánea, mediante la cual Wittgenstein trata de aclarar ciertos puntos que podían malinterpretarse, y, aunque su concepción del lenguaje fue variando a lo largo de sus dos etapas, su concepción sobre la ética siempre se mantuvo constante.

En la conferencia, Wittgenstein define la ética basándose en la definición de George Moore en su libro “Principia Ethica”: “investigación general de lo que es bueno”, entendiendo “bueno” en su sentido absoluto. En la historia de la filosofía, se han llevado a cabo cantidad de discursos del bien, los cuales se hacen desde el lenguaje, pero, según el Tractatus de Wittgenstein, el lenguaje no puede más que describir estados de cosas, con lo cual no se puede hablar del objeto de la ética. Siguiendo a Hume, Wittgenstein afirma que los valores morales no se pueden descubrir con enunciados empíricos, y, yendo más allá, Wittgenstein afirma que toda proposición que no describa hechos es un sinsentido y que, a pesar de que no se puede hablar del mundo moral, este existe.

En el Tractatus, se diferencian dos ámbitos:

  • El del discurso libre: pertenecen las ciencias naturales.
  • El de aquello sobre lo que hay que callar: los discursos sobre el mundo, la lógica, lo místico y, por tanto, lo ético y aquello que está más allá de la descripción del mundo.

En la conferencia, haría una metáfora para el “más allá” al que se está refiriendo. Diría que el lenguaje es como una taza de té, con una cierta capacidad, que, por mucho que intentemos llenarla con un litro de agua (siendo el agua, en este caso, los discursos éticos y místicos), solo será capaz de contener el tamaño de la taza.

Wittgenstein le da al Tractatus una interpretación neopositivista y antimetafísica de la que luego se desmarcará, diciendo que el sentido de un libro es un sentido ético y que su obra consta de dos partes: la que ha escrito y, además, todo aquello que no ha llegado a escribir, dándole más importancia a esta segunda parte. Afirmará que la ciencia nunca saciará nuestras ansias de conocer, ya que realiza una descripción del mundo sin entrar en valores. Por tanto, el Tractatus pone en primer plano los objetos metafísicos, a los que la ciencia no puede acceder, pero que en su propia extensión son los más importantes.

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