La Ilusión de la Ciencia Neutral
Feyerabend argumenta que la idea de una ciencia guiada por reglas universales y objetivas es irrealista y perjudicial. Esta visión simplifica el talento humano y convierte la ciencia en un dogma rígido. A pesar de esto, la ciencia mantiene su dominio debido a la incapacidad de sus defensores de comprender y aceptar otras perspectivas.
Existe una separación entre estado e iglesia, pero no entre estado y ciencia. Sin embargo, Feyerabend sostiene que la ciencia no posee mayor autoridad que cualquier otra forma de vida. La separación entre estado y ciencia debería ser tan fundamental como la separación entre estado e iglesia.
El Cuento de Hadas de la Ciencia
La imagen de la ciencia del siglo XX está marcada por los avances tecnológicos, creando un «cuento de hadas» que la presenta como infalible. El éxito científico se atribuye a una combinación de ideas y métodos especiales que permiten a los científicos explicar el mundo mejor que otras disciplinas. Este cuento de hadas explica por qué la sociedad moderna otorga a la ciencia privilegios especiales.
Estado e iglesia, estado e ideología, estado y mito están separados. Sin embargo, estado y ciencia se presentan como inseparables. La mayoría de las materias científicas son obligatorias en la educación, sin posibilidad de ser reemplazadas por otras formas de conocimiento.
La Ciencia y la Democracia
La forma en que se aceptan o rechazan las ideas científicas difiere de los métodos democráticos. Las leyes científicas se enseñan en las escuelas y se utilizan como base para decisiones políticas sin ser sometidas a votación popular. Los científicos no se rigen por la democracia.
El cuento de hadas científico afirma que la ciencia posee un método que transforma ideas contaminadas ideológicamente en teorías verdaderas, presentándola como una medida objetiva de todas las ideologías. Feyerabend refuta esta idea, argumentando que no existe un método especial que garantice el éxito científico. Los científicos resuelven problemas gracias a su dedicación y conocimiento, no a una «varita mágica».
El proceso de creación de una ley científica no difiere mucho del de una ley social: se anuncia, se recopilan datos y opiniones, se debate y finalmente se vota. Sin embargo, los científicos niegan el papel de la votación en su campo, aferrándose a la idea de que solo los «hechos» y la «lógica» deciden.
Desenmascarando la Autoridad Científica
Este cuento de hadas oculta la libertad de decisión que los científicos ejercen en las áreas más avanzadas de la ciencia. Se engañan a sí mismos y al público, manteniendo una posición de autoridad injustificada. Disfrutan de mayores recursos y prestigio sin un fundamento sólido.
Feyerabend propone reducir la influencia de la ciencia y otorgarle una posición más modesta en la sociedad.
La Ciencia como Ideología
La afirmación de que no existe conocimiento fuera de la ciencia es otro cuento de hadas interesado. Una ciencia que insiste en poseer un único método y resultados aceptables se convierte en ideología y debe separarse del estado y la educación. Puede enseñarse, pero solo a aquellos que la elijan libremente.
El Ciudadano Maduro
Un ciudadano maduro no es aquel que ha sido adoctrinado con una ideología específica, sino aquel que ha aprendido a formar sus propias opiniones. Es una persona con solidez mental capaz de elegir conscientemente su camino, en lugar de ser absorbido por una ideología impuesta.
Conclusión
El cuento de hadas científico justifica el trato especial que la sociedad moderna otorga a la ciencia. En una sociedad ideal, el estado sería ideológicamente neutral. La religión, el mito y los prejuicios tendrían influencia solo de forma indirecta. Los principios ideológicos podrían influir en el gobierno solo a través del voto y la discusión pública. El apoyo financiero a las ideologías no superaría al de los partidos y grupos privados. Estado e ideología, estado e iglesia, estado y mito estarían cuidadosamente separados.