Empirismo de Hume: Problema del Conocimiento, Ciencia y Metafísica

1. El Problema del Conocimiento

Para Hume, y también para Locke, nada tenemos en la mente que no hayamos recibido por la experiencia. Por tanto, nuestros contenidos mentales, a los que Hume llama percepciones, proceden siempre directa o indirectamente de la experiencia. Las percepciones pueden ser impresiones e ideas.

Las impresiones son el resultado directo e inmediato de una experiencia y pueden ser de dos tipos:

  • a) Externas, si provienen de nuestras sensaciones.
  • b) Internas, derivadas de nuestras propias ideas. De este tipo son las pasiones, los deseos y las emociones.

Las ideas son copias debilitadas de las impresiones en nuestra imaginación. Se diferencian de las impresiones en que:

  • Las impresiones son siempre más vivas que las ideas, mientras que las ideas son más débiles.
  • De las impresiones tenemos un conocimiento actual; las ideas son siempre la imagen pasada de una impresión.
  • Las impresiones son siempre directas; tienen su origen directo en la experiencia, mientras que las ideas tienen un origen indirecto, pues provienen siempre de una impresión.
  • La impresión es algo inmediato, mientras que la idea es algo mediato.
  • La impresión es siempre anterior a la idea, mientras que ésta es siempre posterior.

Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o complejas. Pero, a diferencia de Locke, las impresiones simples son aquellas que no admiten distinción ni separación y dan lugar a ideas simples. Asimismo, las impresiones complejas serán aquellas que sí admiten distinción o separación y dan lugar a ideas complejas.

Para Hume, todo lo que podemos conocer ha de derivarse directa o indirectamente de la experiencia. Cualquier idea ha de estar conectada a sus impresiones correspondientes o, de lo contrario, hemos de concluir que su origen ha de estar en la actividad de la imaginación. Hume reconoce que tenemos una facultad que nos permite asociar ideas y formar ideas abstractas, pero esto no implica que tales ideas abstractas tengan algún fundamento en la experiencia.

La imaginación, según Hume, tiene la capacidad de asociar ideas, ya sea de un modo natural o de un modo arbitrario. La asociación natural de ideas se rige por una serie de leyes que la imaginación sigue a la hora de formar ideas que carecen de impresión correspondiente. Estas leyes de asociación de ideas son:

  • 1. Ley de la semejanza: la imaginación pasa de una idea a otra que se le parece.
  • 2. Ley de la contigüidad: La imaginación pasa de la idea de algo a otra idea que habitualmente experimentamos contigua a la anterior en el espacio y en el tiempo.
  • 3. Ley de la causalidad: la imaginación pasa de la idea del efecto a la idea de la causa, pues habitualmente ambas ideas se experimentan relacionadas, la primera como causante de la segunda.

Estas ideas abstractas no se derivan de la experiencia, sino de nuestra imaginación y, por lo tanto, son ilegítimas. Proceden de nuestra imaginación. Entre ellas podemos encontrar la idea de sustancia, la idea de causalidad o la idea de existencia.

2. El Problema de la Ciencia

Este problema puede llamarse también problema de la inducción, pues este es el método de las ciencias empíricas. La cuestión de su validez será fundamental para saber el grado de verdad que las ciencias empíricas pueden alcanzar. Relacionado con este problema está también el problema de la causalidad, pues las ciencias empíricas utilizan de continuo el principio de la causalidad.

A. El Problema de la Inducción

Las ciencias empíricas utilizan el método de generalización inductiva para obtener sus leyes. Estas leyes expresan regularidades que observamos en la naturaleza. Pero, según Hume, no podemos considerarlas siempre verdaderas. El método inductivo supone que lo que se da en una serie de casos observados se dará en todos los demás. En virtud de este método generalizamos nuestras experiencias pasadas suponiendo que permanecerán del mismo modo en el futuro. Y, sin embargo, nunca podremos estar seguros de que nuestras leyes generales sobre la naturaleza vayan a mantenerse en el futuro, pues al referirse a hechos futuros la única prueba racional sería su comprobación empírica, y ésta es imposible. Así concluye Hume diciendo que el razonamiento inductivo se fundamenta en la costumbre de observar el futuro en conformidad con el pasado, y en la creencia de que tal conformidad va a mantenerse siempre.

B. La Idea de Causalidad

La causa es el principio de actuación necesario para que exista un efecto. El efecto procede de la causa y la causa origina el efecto. Este principio, para Hume, no se deriva de la experiencia, pues no tenemos ninguna impresión de la relación entre la causa y el efecto. Lo que nosotros experimentamos cuando experimentamos una relación causal es tan sólo:

  • Una prioridad temporal de un movimiento sobre otro.
  • Una contigüidad espacio-temporal entre ambos movimientos.
  • Una conexión constante, en el pasado, entre ambos movimientos, pero no una conexión necesaria en el futuro.

Si pensamos que la relación entre la causa y el efecto es necesaria es por hábito de observar que a un determinado hecho sigue otro hecho. Es nuestra imaginación que, inclinada por el hábito, deriva el efecto al observar la causa y viceversa, sin que esto implique que ambos estén relacionados, ya que esa relación es imperceptible. Por tanto, de la observación de la causa no se puede inferir necesariamente el efecto y viceversa. Tenemos que esperar a comprobar los hechos para establecer las relaciones causales. Nunca podemos estar seguros de que en el futuro las relaciones causales permanezcan iguales que en el pasado.

De todo esto tenemos que concluir que en nosotros surge la creencia de que los hechos sucederán de un modo determinado en el futuro por el hábito de haberlos observado así en el pasado. De esto también se deriva que nuestro conocimiento de los hechos de la realidad es un conocimiento probable, fundamentado en la costumbre y la creencia.

Conclusión: ¿Qué ciencia es posible?

Para Hume sólo podemos formar dos tipos de juicios o proposiciones científicas:

  • a) Los juicios de relaciones de ideas: son aquellos juicios en los que se establecen relaciones necesarias entre el sujeto y el predicado cuya verdad depende de su coherencia interna y no de nada que suceda en la realidad. Estos son los juicios de las matemáticas y de la lógica.
  • b) Los juicios de cuestiones de hecho: son aquellos juicios que versan sobre los hechos de la realidad cuya verdad depende de su correspondencia con nuestras observaciones empíricas. Estos son los juicios de nuestras observaciones empíricas.

Los juicios de relaciones de ideas nada nos dicen acerca de la realidad empírica, tan solo establecen relaciones necesarias entre el sujeto y el predicado. Los juicios de cuestiones de hecho se refieren a la realidad empírica, pero su verdad es sólo probable: no podemos saber a ciencia cierta si un efecto procede de una causa y tampoco podemos conocer si en el futuro los acontecimientos van a ser como en el pasado. Por tanto, solo podemos hacer afirmaciones científicas de dos tipos: enunciados de relaciones de ideas o enunciados sobre cuestiones de hecho. Cualquier otra afirmación está fuera del alcance de nuestro conocimiento.

3. El Problema Metafísico o Problema de las Sustancias

El problema de la sustancia no es otro que el problema de establecer qué realidades existen. Para el racionalismo, tanto Dios como el mundo o el propio sujeto son realidades existentes en sí mismas. Hume va a desarbolar desde su empirismo radical estas afirmaciones racionalistas. Para Hume la idea de cualquier sustancia es la idea de una realidad subyacente a las impresiones que recibimos y que suponemos provenientes de dicha realidad. Pero verdaderamente no podemos saber si realmente existe tal realidad, pues no está a nuestro alcance percibirla. Tal idea la forma nuestra imaginación aplicando las leyes de asociación de ideas. Lo que hace la imaginación es referir a una supuesta realidad que no vemos las diferentes impresiones que recibimos contiguas en el espacio y en el tiempo. De este planteamiento se deriva que ignoramos si existen o no el Yo, el mundo o Dios en tanto que algo distinto y subyacente a nuestras impresiones.

  1. La idea del yo es la idea de la existencia del propio sujeto como entidad distinta a sus percepciones. Para Descartes era claro que, si pensábamos, entonces existíamos como sujetos pensantes, éramos un yo pensante. Para Hume esto no es así. El yo como algo distinto a las percepciones no es nada, al menos no tenemos impresión de nuestro propio yo: por ello, no podemos saber si hay tal yo. La existencia del yo como sustancia no puede justificarse apelando a una intuición, ya que sólo podemos tener intuiciones de nuestras ideas e impresiones y estas se suceden unas a otras sin ser ninguna de ellas permanente.
  2. La idea del mundo es la idea de la existencia de una realidad subyacente a las impresiones que recibimos, de la que supuestamente proceden. No sólo no tenemos impresiones correspondientes de esa realidad subyacente, sino que además, no podemos estar seguros de que estas impresiones procedan de una causa subyacente, pues tal relación sería en todo caso imperceptible.
  3. La idea de Dios es la idea de un Ser por definición imperceptible, lo que hace más claro, para Hume, que no cabe un conocimiento empírico de tal entidad. No podemos saber si existe o no existe.

4. Consecuencias del Empirismo de Hume

Tres son las consecuencias a las que conduce el empirismo de Hume: el fenomenismo, el idealismo y el escepticismo.

El fenomenismo es una posición filosófica que considera que la realidad se reduce a lo que se nos muestra o aparece a través de las impresiones que recibimos. Estas impresiones dan lugar a ideas que son asociadas por la imaginación sin que podamos afirmar, a ciencia cierta, que tales conexiones se produzcan, además de en nuestra mente, en la realidad.

El idealismo es una posición filosófica para la cual la única realidad existente es la de las ideas o percepciones percibidas por el sujeto. También para Hume la única realidad es la de las percepciones, pues desconocemos si hay alguna otra realidad distinta a lo percibido. Ni tan siquiera podemos saber si existe el propio sujeto como realidad subyacente a las percepciones recibidas.

El escepticismo es una posición filosófica que niega la posibilidad de que podamos alcanzar verdades seguras sobre la realidad. Para Hume, nuestro conocimiento de la realidad es probable y nuestra pretensión de conocer realidades metafísicas como Dios, el yo o el mundo es vana. Esto quiere decir que la metafísica es imposible como ciencia y las ciencias de la naturaleza sólo nos aportan un conocimiento probable. Para Hume el escepticismo ha de ser sólo teórico (filosófico), pero en ningún caso práctico (vital). Si hemos de filosofar hemos de ser escépticos, pero si hemos de vivir hemos de abandonar los principios escépticos a los que conduce la filosofía.

5. El Problema de la Religión

Esta cuestión fue una de las principales preocupaciones de Hume y a ella dedicó varias obras. Llevado por su carácter empirista investigó los orígenes históricos de las creencias religiosas, así como la naturaleza de las diferentes religiones. En Historia de la religión natural, Hume explica cómo la religión tiene un origen psicológico en los sentimientos de temor y miedo a lo desconocido y en nuestros deseos de inmortalidad. Además explica cómo las creencias religiosas han ido evolucionando siguiendo un proceso de progresiva racionalización. Así, para Hume, desde el politeísmo primitivo se pasó a un monoteísmo que ha conducido, finalmente, a la religión natural. Ésta es ya una religión racional, independiente de las diferentes iglesias y credos religiosos, cuya creencia fundamental es la existencia de un autor inteligente de toda la organización que observamos en la naturaleza.

En sus Diálogos sobre la religión natural Hume se plantea la cuestión de si la creencia religiosa tiene algún fundamento racional. Hace conversar a tres personas:

  • a) Un teísta que representa al que cree en la religión de forma tradicional siguiendo a una determinada iglesia y que sostiene que Dios existe.
  • b) Un deísta que representa al partidario de una religión natural, sin adscripción a una determinada iglesia, y que cree en la existencia de Dios, así como en la posibilidad racional de sostener esta afirmación.
  • c) Un agnóstico que representa al que no se encuentra adscrito a ninguna religión y sostiene que nada podemos saber en cuestiones religiosas, particularmente en cuanto a la existencia de Dios. Este tercer personaje es el que más se adapta a la propia posición de Hume, para el cual, nada podemos establecer con seguridad.

Para Hume, las verdades de la religión, como la existencia de Dios, plantean:

  1. La duda: no podemos establecer racionalmente su verdad.
  2. La incertidumbre: no podemos salir de esta situación de duda.
  3. La contradicción: si intentamos razonar las verdades de la religión, como la existencia de Dios, caeremos en continuas contradicciones.

Hume estima contradictorio que Dios sea bueno, omnipotente y omnisciente y que, al mismo tiempo, exista el mal en el mundo. No podría haber mal si Dios existiera y reuniera conjuntamente las características de la bondad, la omnisciencia y la omnipotencia. Para Hume el único razonamiento aceptable sobre la existencia de Dios es el que se basa en el orden del universo. En el universo parece haber un orden, luego ha de haber, probablemente, un autor inteligente del universo. En consecuencia, no cabe considerar a Hume un ateo o un teísta, sino un agnóstico moderado.

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