La Filosofía de San Agustín: Libertad, Mal y Conocimiento

La Filosofía de San Agustín

Libertad y Mal

San Agustín define la libertad individual como la capacidad de elegir entre el bien y el mal. El mal recae en el hombre, no en Dios, debido a esta libertad de elección. Para la filosofía medieval, el mal moral no se relaciona con el conocimiento, sino con la voluntad, que nos impulsa a actuar bien o mal.

El hombre, al carecer de una visión completa de Dios, puede inclinarse hacia bienes mundanos o cambiantes en lugar de buscar el bien moral, que es Dios. Apartándose así del verdadero objeto de su felicidad y siendo responsable de este alejamiento, que surge de su libre decisión. La experiencia cristiana de la libertad se ve amenazada por:

  • La corrupción de la naturaleza, que nos inclina al mal.
  • La fuerza de la gracia divina, que nos impulsa hacia el bien.

Origen y Naturaleza del Mal

El mal físico es un producto de la naturaleza y no puede provenir de un ser perfecto como Dios. El mal no puede ser atribuido a Dios porque es una privación, una ausencia de bien, un no-ser.

El Hombre y el Conocimiento

El hombre tiene libertad de elección y elige entre hacer el bien o el mal. Está compuesto por dos sustancias: la material y la espiritual, aunque es fundamentalmente alma. Posee dos tipos de razón:

  • Razón inferior: Conoce las realidades sensibles, el mundo. Agustín la considera objeto de la ciencia.
  • Razón superior: Conocimiento inteligible de las ideas con el fin de elevarse a Dios. Es iluminada por Dios y objeto de la sabiduría, que consiste en el conocimiento de Dios.

El conocimiento es el punto de partida para buscar la verdad, que se encuentra en el interior del hombre (interiorización). Pero esta verdad debe trascender al hombre mediante el autotrascendimiento, proceso influenciado por Platón, que lleva al ser humano más allá de sí mismo.

El hombre es consciente de su naturaleza mutable e imperfecta, pero en este proceso de autotrascendimiento encuentra verdades inmutables, perfectas, eternas… que son superiores a él (Dios). A pesar de este proceso, al ser nuestra naturaleza imperfecta, solo podemos adquirir un conocimiento imperfecto de Dios, pero conocimiento al fin y al cabo.

Las Ideas y la Iluminación Divina

Así como para Platón las ideas son la auténtica realidad y residen en el mundo inteligible, San Agustín considera que el fundamento y el lugar de las ideas residen en la mente divina, en Dios. El hombre, a través del autotrascendimiento, accede a las ideas que provienen de Dios.

Esto da lugar a la teoría de la Iluminación Divina, que define las ideas como arquetipos de las realidades mutables. El hombre conoce estas ideas por medio de la iluminación. La idea del bien ilumina a las ideas haciéndolas inteligibles. Para Agustín, las ideas en la mente divina limitan nuestro entendimiento.

La parte superior del alma (la racional) está en contacto con Dios, y gracias a esta cercanía la Iluminación es natural y acorde con la naturaleza humana. Es la parte inferior del alma la que está en contacto con el mundo real.

La Existencia de Dios y la Relación entre Fe y Razón

San Agustín no busca argumentaciones externas para demostrar la existencia de Dios. Recurrirá a la vía de la interioridad, a su conciencia, a la razón, a las ideas. La auténtica prueba agustiniana de la existencia de Dios parte de las ideas:

La naturaleza de las ideas (perfectas, inmutables, necesarias, eternas…) contrasta con la naturaleza humana (imperfecta, mutable..). Por lo tanto, las ideas no pertenecen de forma natural al hombre, sino a Dios, porque tienen que pertenecer a alguien perfecto. ¿Y quién es más perfecto que Dios?

Como teólogo, Agustín distingue entre fe y razón, aunque en su época no hay una clara delimitación, sino una colaboración. La razón ayuda al hombre a alcanzar la fe y a esclarecer sus contenidos; la fe orienta y guía a la razón. La actitud agustiniana es “creer para entender”.

No hay fronteras precisas entre razón y fe:

  • Razón: Verdades accesibles solo al conocimiento racional.
  • Fe: Contenidos de la revelación cristiana.

Una actitud racional será deficiente porque la verdad es única y se encuentra en el cristianismo. Además, al ser humano le interesa saber, alcanzar la verdad por todos los medios posibles. A través del cristianismo seremos felices.

El cristianismo se presentó como un sistema de doctrinas acerca de Dios, del ser humano, del mundo… que en algunos aspectos resultaba equiparable a la Filosofía, pero en otros, incompatible. La misión de los cristianos era hacer racionales e inteligibles las afirmaciones cristianas.

Así como en Platón podíamos conocer las ideas (la auténtica realidad), ahora con Agustín el entendimiento puede conocer la realidad divina. El conocimiento de la verdad cristiana será la felicidad para él.

La Filosofía de la Historia: Ciudad Terrenal y Ciudad Celestial

San Agustín fue el primer pensador que analizó sistemáticamente el sentido de la Historia universal. Pretende ir más allá de los hechos para interpretarlos y encontrar un sentido. Su filosofía de la Historia es Teología de la historia, en la que habla de dos ciudades:

  • Ciudad Terrenal: Los hombres se aman a sí mismos. Es el Estado.
  • Ciudad Celestial: Los hombres aman a Dios. Es la Iglesia.

Es imposible que el Estado realice la justicia correctamente, a menos que su actuación siga los principios morales del cristianismo. Esto crea una lucha entre Estado e Iglesia. Hay una supremacía de la Iglesia sobre el Estado, en la que el papel de éste se ve minimizado.

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