La Duda Metódica y la Búsqueda de la Verdad Absoluta
Duda: Para Descartes, la duda es la incertidumbre, la posibilidad de designar un conocimiento como falso. Es, por tanto, lo opuesto al criterio de verdad, es decir, la evidencia. Tratando de dar con una verdad absoluta sobre la que construir su filosofía, Descartes crea la duda metódica. Mediante ella, busca todo lo dubitable para dar, por eliminación, con algo totalmente innegable: una verdad absoluta sobre la que asentar el resto de su pensamiento. La duda metódica es la concreción de la duda en la metodología filosófica cartesiana.
La duda metódica se caracteriza por ser sincera, exagerada, metódica y activa. Primero, decimos que es sincera porque Descartes duda de todo de forma verdadera, sin dejar nada por algún motivo de interés personal. Por otro lado, es exagerada porque rechaza conocimientos muy evidentes que se encuentran muy arraigados en la cultura humana. También decimos que es metódica porque Descartes duda de todo conocimiento de forma ordenada, área del conocimiento por área. Finalmente, la duda es activa, ya que Descartes no espera que le asalten dudas, sino que se pone a dudar.
El Alcance de la Duda
Una vez conocida la duda, veamos hasta dónde llegó con ella. Empleando este sistema, René Descartes rechaza todo aquello en lo que encuentra el menor resquicio de duda. Esto lo lleva a cabo en varias etapas:
- Rechazo del conocimiento sensible.
- Negación de todo el conocimiento inteligible.
- Duda de los conceptos racionales más sencillos (fase del sueño y la vigilia).
- Introducción de un genio maligno que induce al hombre al error.
Tras todo ello queda lo único de lo cual no puede dudar: la duda, el pensamiento, su existencia como ser pensante (“Cogito ergo sum”). Sin embargo, esto deja a Descartes en una situación de solipsismo de la cual no puede salir, viendo imposible realizar una nueva filosofía basada en la Razón.
Las Ideas en la Filosofía Cartesiana
Para René Descartes, las ideas son, principalmente, de naturaleza simple, la cual podemos captar mediante la intuición, que es la mejor manera de comprender las cosas. Cuando aplicamos la deducción, estamos relacionando varias intuiciones, a partir de las cuales podemos “inventar” nuevas ideas. Según el filósofo, las ideas no se ven, sino que se piensan. También podemos incluir a las ideas en el primer precepto de “El Método” de Descartes: la evidencia. Las ideas que aparecen en mi espíritu de una manera clara y distinta son evidentes. Por tanto, para alcanzar la verdad debemos fijar nuestro espíritu hacia las ideas más evidentes.
Podemos clasificar las ideas, por su origen, en:
- Adventicias (vienen de fuera).
- Facticias (vienen de mi imaginación).
- Innatas (surgen por el mero hecho de pensar).
Por su composición, las ideas pueden ser simples o complejas. Por último, cabe destacar que las ideas a las que más se alude en la filosofía de Descartes son la Idea del Ser Perfecto (Dios) y la Idea del Ser Pensante, que viene precisamente de la Idea del Ser Perfecto.
Dios, el Ser Perfecto
Para explicar la idea del ser perfecto (Dios), tenemos que explicar un poco qué es la sustancia. Para Descartes, la única sustancia es Dios, ya que este es Causa Sui; sin embargo, también a los seres finitos les atribuye dicho concepto en tanto que su existencia no tiene necesidad de otro concurso que no sea el de Dios. Como señala en la Meditación Tercera: “Bajo el nombre de Dios entiendo una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, por la cual yo mismo y todas las cosas que existen (si existen algunas) han sido creadas y producidas.”
Como podemos observar, existen dos clases de sustancias: una infinita y otra finita. La primera, la infinita, o sea, Dios, produce la sustancia finita, que a su vez se despliega en dos: la sustancia pensante (res cogitans) y la sustancia extensa (res extensa), las cuales, unificadas en el concepto de sustancias finitas, proceden de la única y verdadera sustancia infinita. El segundo aspecto concierne a la identificación de la sustancia infinita, o Dios, con el Ser, el cual es inmutable, independiente, omnisciente y omnipotente.
La Verdad y el Criterio de Verdad
Para Descartes, lo verdadero es lo contrario de dudable. Lo falso no tiene discusión. Para Descartes, el concepto de verdad es igual a la primera regla de su método: la evidencia. La evidencia es una cosa clara, es decir, algo que se entiende sin ambigüedades, y distinta, es decir, que está separada de otras verdades. Con estos conceptos, Descartes define el concepto de verdad. Este concepto lo explica Descartes de la siguiente forma: no admitir como verdadero algo que no se presente a mi espíritu de forma tan clara y distinta que no pueda considerarla como verdadera.
El criterio de verdad es el recurso que utiliza Descartes para conocer la verdad o falsedad de algo. Es la primera regla del método que inventó Descartes para descubrir la verdad absoluta, verdad que utilizaría como base para su nueva filosofía. Esta verdad, o evidencia, debe ser clara y distinta. Con clara, nos referimos a que tiene que ser algo indudable, que no podamos dudar de ello en ningún momento, y también debe ser algo ciertamente presente a la conciencia. La otra característica que debe poseer la verdad absoluta es la distinción, es decir, tiene que ser única, tiene que estar separada de todas las otras posibles verdades respecto a la semejanza y no se puede confundir con otras ideas. Cumple el criterio de verdad la afirmación “Pienso, luego soy”, ya que se presenta como clara y distinta a las otras ideas.
Otros Conceptos Clave en la Filosofía de Descartes
Claro
Descartes nos dice que no debemos aceptar como verdadero nada que no aparezca con absoluta evidencia, y lo característico de las ideas evidentes es que han de ser claras y distintas. Claro es todo aquello que comprendes, que ves, que no hay cosas que se te escapen, sin ambigüedades ni complicaciones, que lo entiendes perfectamente. Criterio de verdad = Evidencia = Claro + Distinto.
Evidencia
Para dirigir el pensamiento racional, hay que empezar por lo más claro y evidente. No incluir en el juicio nada que no se presente claro (que no presente duda) y distintamente (cuando no se puede confundir con otras cosas). Descartes solo acepta como verdadero lo evidente, por eso la evidencia se produce solo en la intuición, es decir, en un acto puramente racional por el que nuestra mente capta o “ve” de modo inmediato y simple una idea. (La intuición es la captación intelectual inmediata de una idea). Por tanto, si lo que es evidente es lo que es intuido, las ideas claras y distintas son lo que nuestras mentes intuyen.
Sueños
Para Descartes, los sueños no pueden formar parte de la verdad absoluta, ya que nunca vas a poder estar seguro de su certeza, porque perfectamente puedes estar soñando, aun cuando creas que no lo estás haciendo. Por eso Descartes los descartó como verdad.
Cuerpo
Descartes constata que hay dos formas distintas de realidad, o dos sustancias. Una sustancia es el pensamiento o “alma”, la otra es la extensión o “materia”. El alma solamente es consciente, no ocupa lugar en el espacio y, por ello, tampoco puede dividirse en partes más pequeñas. La materia, sin embargo, solo tiene extensión, ocupa lugar en el espacio y siempre puede dividirse en partes cada vez más pequeñas, pero no es consciente. Las dos sustancias provienen de Dios, pero son totalmente independientes la una de la otra. El cuerpo es una pieza mecánica que, aun teniendo comportamiento independiente al del alma, la necesita y viceversa.
Intuición
Es una especie de luz natural que tiene por objeto la naturaleza simple. Por medio de ella captamos inmediatamente conceptos simples, emanados directamente de la misma razón. Es la mejor manera de comprender las cosas, ya que captamos la naturaleza simple (ideas). Además, procede directamente de la razón, no hay ningún proceso mental posterior. Por tanto, con la intuición captamos la cantidad y otros principios naturales que entendemos de pronto, como si se nos iluminara una luz sobre nosotros.
Cogito
El cogito es la primera verdad en el orden del conocimiento, por una parte porque es la primera verdad a la que llegamos cuando hacemos uso de la duda metódica, y en segundo lugar porque a partir de ella podemos fundamentar todas las demás. Viene a ser el axioma básico a partir del cual desarrollar toda la filosofía como un sistema de conocimiento absolutamente fundamentado. Descartes busca una verdad absoluta, una verdad sencilla y simple, y que sea indubitable. Para ello recurre a la duda metódica. Duda de todos sus conocimientos para ver si al final resiste algo. La duda que Descartes va a llevar a cabo va a ser una duda sincera, exagerada, metódica y activa. Lo único capaz de reunir estas condiciones es el pensamiento mismo. Tal vez mi cuerpo no exista, pero si estoy dudando, tal vez mi pensamiento exista; es decir, yo existo cuando estoy pensando. Pensar es una actividad autoverdadera. Con esto, Descartes obtuvo la frase: “Cogito, ergo sum”; que quiere decir: pienso, luego soy. Éste es un momento cumbre para Descartes. Es un momento de autoafirmación del sujeto: el hombre es autoconsciencia de sí mismo. El cogito consiste en pensarse a sí mismo, por lo que Descartes cae en un autosolipsismo. De todo esto podemos obtener la definición de cogito. El cogito es una verdad metafísicamente absoluta, existencial, y una idea innata. Descartes pretende tomar esto como su primer principio de la filosofía, quiere hacer una filosofía a partir del cogito, pero es imposible metafísicamente. Pero ha conseguido demostrar una cosa: que somos una cosa, una sustancia que existe, cuya función es pensar: “Res cogitans”; que quiere decir “La cosa que piensa”.
Alma
Para Descartes, el alma es la res cogitans o el pensamiento y es una sustancia separada del cuerpo. La res cogitans es el yo pienso, de lo que estamos formados todos. Según Descartes, una persona está formada de cuerpo + idea, pero, por no decirlo de esta manera, dice que estamos formados de cuerpo + alma, es decir, de la idea, del YO PIENSO. En resumen, el alma es la parte del ser humano que no es cuerpo, lo que es idea.
Precepto
Para Descartes, precepto es la regla del método que utiliza para llegar a encontrar el verdadero conocimiento.
Indudable
Para Descartes, algo indudable es algo a lo que no es preciso aplicar su método; es aquella cosa que a simple vista parece clara, distinta y evidente. Algo de lo que, desde el primer momento de su duda, se va a tener claro sin aplicar más pasos ni reglas metódicas. Algo exagerado y sincero. Alguna cosa que nos puede conducir directamente a la verdad mediante la razón.
Innato
Descartes nos presentó su filosofía explicándonos varias teorías: “la mathesis universalis”, “el método” y, a partir de ahí, “la duda metódica”. En esta última nos explicó sus dudas, con las cuales no era capaz de encontrar racionalidad en el mundo, y es en este momento donde descubre “el cogito” (soy un ser que piensa) y nos explica el contenido de nuestro pensamiento a través de las ideas. Descartes realiza una clasificación de estas:
- Adventicias: ideas que vienen de fuera.
- Facticias: provienen de mi imaginación.
- Innatas: ideas que provienen de la intuición, ideas que son connaturales a la razón. Podíamos explicarlas como aquellas ideas que permanecen en mi mente antes de cualquier percepción del mundo. Son ejemplos de ideas innatas la idea de Dios, la idea de infinito o la idea de verdad. Nadie ha visto a Dios, pero Descartes nos explica, a partir de su hipótesis del ser imperfecto (él mismo) y el ser perfecto (Dios), la existencia de Dios y del mundo. Innato, para Descartes, es aquello que encontramos en nuestra mente que surge por el hecho de pensar, algo que proviene de la intuición.
Método
Entendió por método un conjunto de reglas cuya exacta observancia permite que nadie tome nunca como verdadero nada falso y que llegue al conocimiento verdadero. Este método está compuesto de cuatro reglas:
- Regla de la evidencia: Evidente es lo que se presenta de manera directa y sin intermediario a la mente de forma clara y distinta. El modo primario de conocer consiste en la captación inmediata y directa, en la intuición de las realidades simples.
- Regla del análisis: Esta regla viene exigida por la anterior, pues, dado que la realidad se nos muestra en forma compleja y puesto que solo es posible la intuición de las percepciones simples, será necesario dividir aquellas en todos sus componentes.
- Regla de la síntesis: Una vez resueltas cada una de sus componentes, las unimos para crear la forma compleja de esta misma.
- Regla de la enumeración: Hacer en todos los casos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales que llegase a estar seguro de no omitir nada. El método es la garantía de llegar a la verdad y está pensado para lo racional y no para lo empírico.
Síntesis
Consiste en proceder con orden en nuestros pensamientos, pasando desde los objetos más simples y fáciles de conocer hasta el conocimiento de los más complejos y oscuros. En el “Discurso del método” nos la presenta como la tercera regla del método. Recomienda comenzar por los primeros principios (a los que se llega mediante el análisis) y después deducir, de una manera ordenada, otras proposiciones, asegurándonos de no dejar omitidos otros pasos. La síntesis es el método más apropiado para demostrar lo ya conocido, y es el empleado en los “Principios de Filosofía”.
Certeza
Es sinónimo de verdad, evidencia, claridad y distinción conjunta en las ideas que se piensan, y opuesta a la duda. Es más referida a las verdades absolutas que Descartes halló mediante la aplicación de su método: res cogitans (alma), idea de Dios, y res extensa (mundo), respectivamente. Es de varios tipos: moral, que es probable, sobre la existencia del mundo, de menor valor de verdad que las ideas de Dios y alma y lo bastante útil para poder llevar a cabo la vida; lógica, garantizado por nuestro pensamiento lógico; metafísica, que es indubitable y sirve de relación necesaria, siendo independiente de cualquier hecho; y física, que comprende la veracidad de hechos comprobados empíricamente (la res extensa está basada en la veracidad de la idea de Dios).
Omniperfecto, Perfección
La perfección es la meta de un ser imperfecto; en la perfección no hay presente ninguna negatividad. Para Descartes, el ser perfecto, Dios, es aquel que tiene todas las bondades, no puede ser maligno, es el ser infinito, eterno, inmutable, omnisciente, todopoderoso; en fin, posee todas las perfecciones. Es un ser que conoce, es decir, no duda; puesto que, si duda, es un ser imperfecto. La perfección la comprendemos a través de la imperfección: reconozco que soy un ser imperfecto, por lo que es necesariamente preciso que exista un ser más perfecto que yo, del cual dependiése y del cual yo adquiero todo lo que tengo.
Conocimiento
Es una representación en la mente humana de lo que se da fuera de ella. Lo que representa a las cosas en la mente son las ideas. Hasta ahora, la idea era una representación mental de una cosa. La mente podía representar una realidad tal y como era. Para Descartes, es la forma de pensamiento y, gracias a ella, soy consciente de ese pensamiento. Descartes insiste reiteradamente en la necesidad de rechazar el error, lo que va asociado inevitablemente a la búsqueda de la verdad. Reacio a aceptar los argumentos de los escépticos que afirman la imposibilidad de que haya algún conocimiento verdadero, Descartes se dispone a investigar con el fin de determinar algo con certeza: incluso si ese algo es que no puede haber conocimiento verdadero alguno. Descartes considera que lo que hace verdaderos los conocimientos matemáticos es el método empleado para conseguirlos.
Deducción
Es uno de los dos tipos de conocimientos válidos para Descartes. Es aquel conocimiento que nos permite recorrer las relaciones lógicas que se establecen entre aquellas naturalezas simples que descubrimos.
El Yo Pienso
Primeramente, para Descartes, lo único verdadero va a ser lo que se nos da por medio de las intuiciones o representaciones; así pues, las representaciones van a ir acompañadas siempre del yo pienso, lo cual lleva a darme cuenta de mi existencia. Así pues, para Descartes, el yo pienso es una sustancia, algo concreto, a diferencia de la idea del yo según Kant.
Las Reglas del Método
Tras el hundimiento de la filosofía aristotélico-tomista, el objetivo fundamental de Descartes es encontrar un método que, partiendo de una serie de reglas, garantice el razonamiento correcto y la reconstrucción de todo el saber humano. Las reglas de dicho método son las siguientes:
- Regla de la evidencia, que exige rechazar cualquier idea que no sea clara (es decir, indudable) y distinta (imposible de confundir con ninguna otra). Se llega a la evidencia, bien por intuición, o visión intelectual directa de una verdad (como los primeros principios del razonamiento), bien por deducción, que permite derivar una serie de consecuencias necesariamente ciertas de tales principios intuitivamente evidentes.
- Regla del análisis, que consiste en reducir lo complejo a sus componentes más simples, que pueden conocerse intuitivamente.
- Regla de la síntesis, por la cual, partiendo de los elementos simples, conocidos por intuición, se construyen argumentos o deducciones más complejas.
- Regla de la enumeración, en cuya aplicación se revisan todos los pasos dados para comprobar que no se han cometido errores en el razonamiento.
La Duda Metódica y el Cogito
Seguidamente, Descartes aplica el método a la metafísica, raíz del «árbol de las ciencias», para averiguar si existe una primera verdad absolutamente cierta, sobre la que elevar el edificio del conocimiento. Para ello, plantea la duda metódica, que consiste en cuestionar todos nuestros conocimientos a fin de hallar alguno que sea seguro e indubitable. La duda metódica tiene cuatro niveles:
- Desconfianza del conocimiento aportado por los sentidos: como estos nos engañan muchas veces, suscitando ideas oscuras y confusas, podrían engañarnos siempre.
- Confusión entre el sueño y la vigilia: los sueños no se distinguen a veces de la realidad, de manera que toda la realidad muy bien pudiera ser ilusoria.
- Hipótesis del “Dios engañador”: los razonamientos matemáticos siguen teniendo validez, incluso en sueños, pero quizá Dios nos ha creado de tal manera que nos engañemos siempre, incluso en los razonamientos más evidentes.
- Hipótesis del “genio maligno”: aun suponiendo que Dios no puede engañarnos, porque es bondadoso, podría existir un espíritu malvado que se divirtiese haciéndonos errar cada vez que razonamos.
Sin embargo, aunque la duda parece haber eliminado todos nuestros conocimientos, incluidos los matemáticos, en el acto mismo de dudar aparece algo que resiste cualquier duda: si el sujeto duda, es que piensa, y, si piensa, es que existe. «Pienso, luego existo» (“Cogito, ergo sum”) es la primera certeza indubitable de la metafísica.