LA DUDA METÓDICA
2.1. Relación con otras posiciones filosóficas
La duda metódica se puede relacionar, por diferencia, con la duda de los escépticos y la duda orteguiana. Para los escépticos, la duda es algo de lo que no se puede salir. El escepticismo se presenta bajo dos aspectos: teórico y práctico. Como doctrina teórica, afirma que no hay un saber seguro, ni se puede encontrar ninguna opinión absolutamente segura; como doctrina práctica, se niega a adherirse a ninguna opinión determinada, practicando la suspensión del juicio (epojé). El escéptico antiguo más importante fue Pirrón. En el Renacimiento, el escepticismo resurge con Montaigne, Charron y Francisco Sánchez.
2.2. Valoración razonada de su actualidad
La duda como método es un procedimiento crítico necesario para averiguar los errores, que se puede aplicar no solo al conocimiento, sino también a nuestra vida. Aplicada al conocimiento, permite detectar qué caminos son inadecuados o ineficientes para una investigación determinada. Es lo que se hace en ciencia: toda investigación científica rigurosa necesita, como paso previo, realizar una revisión crítica de las investigaciones anteriores. Algo parecido sucede en filosofía: todo movimiento o postura filosófica nueva parte y se constituye, en cierta manera, como una crítica de los anteriores. Aplicada a la vida, favorece una mejor deliberación, sopesando las alternativas posibles, y permite una mejor elección de la opción u opciones concretas.
La duda no solo sirve, sino que es muy conveniente, porque nos evita decidir a ciegas. Los seres humanos no podemos tener una certeza absoluta de las cosas. La duda nos impulsa a buscar más información, a deliberar y reflexionar, a sopesar las alternativas posibles, antes de tomar la decisión adecuada. Lo que no vale es «instalarse en la duda». Ello nos llevaría a la indecisión, a no tomar nunca partido por nada.
EL MÉTODO
1.1. Relación con otras posiciones filosóficas
Esta temática permite hacer múltiples relaciones, sobre todo con aquellas filosofías que han hablado o han hecho un uso específico de un método filosófico. Entre estos métodos, destaca el método dialéctico en las dos concepciones, positiva o negativa, con que se ha utilizado a través de la historia. En su concepción positiva, la dialéctica es un método de conocimiento; en su concepción negativa, la dialéctica es un método para analizar los errores. La concepción positiva, la más influyente, aparece en Platón, Hegel y Marx. En Platón, la dialéctica es el método que proporciona el conocimiento de las Ideas y de su trabazón interna. Se compone de dos fases: una de ascenso a las Ideas o dialéctica ascendente y otra de descenso de las Ideas o dialéctica descendente. La primera fase consiste en pasar de la particularidad y multiplicidad de las cosas sensibles a la universalidad y unidad de las Ideas (por ejemplo, de las cosas bellas a la Idea de belleza), y, ya dentro del mundo inteligible, de las Ideas de menor universalidad e importancia a la Idea más importante (la Idea de bien), fundamento de todas ellas. La segunda fase consiste en pasar de la Idea suprema al resto de las Ideas mediante un proceso de división (diairesis), que es complementario al proceso de conexión o enlace (symploké) de la primera fase. Combinando ambas fases, se obtiene una visión sinóptica de la realidad.
1.2. Valoración razonada de su actualidad
La necesidad de seguir un método puede valorarse desde dos campos: el de la ciencia y el de la filosofía. La ciencia no es posible sin la aplicación de un método, que variará según el campo científico de que se trate. En las ciencias formales, el método aplicado preferentemente es el método deductivo. En las ciencias empíricas, el método que se aplica es el método experimental o hipotético-deductivo. En las ciencias humanas, el método que se usa es el método comprensivo o «histórico». En filosofía, sin el uso de un método no es posible tratar con cierto rigor las cuestiones filosóficas fundamentales. En la actualidad, los métodos más usuales son el método dialéctico en su versión marxiana, el método fenomenológico y el método analítico.
Por otra parte, si abandonamos el nivel teórico y nos fijamos en el práctico, el método adquiere una nueva relevancia. Ya sea para llevar a cabo una empresa, ya sea para dirigir nuestra vida, el método se nos revela como algo necesario. Las organizaciones empresariales no pueden subsistir sin la presencia de un método. La carencia de método les lleva a la ruina. El aumento de la productividad está relacionado con la puesta en práctica de métodos más efectivos de producción de mercancías. La división y organización del trabajo es esencial. Si nos fijamos en nuestra vida personal, el método sirve para darnos seguridad, nos facilita la realización de nuestras tareas. Si se quiere llevar una vida ordenada, es necesario seguir un método. El éxito, la consecución de un fin deseado, raramente se obtiene al azar. Normalmente se consigue a través de un trabajo perseverante y metódico. La complejidad de la vida contemporánea ha acrecentado la importancia del método. La mayor parte de las cosas que hacemos tienen que estar programadas.