El Crepúsculo de los Ídolos: Nietzsche y la crítica a la Modernidad

El Crepúsculo de los Ídolos: Análisis y Contexto

Introducción

En 1870, tras la victoria en la guerra franco-prusiana, se produce la unificación alemana. Alemania se convierte en la gran potencia continental. El nuevo Estado mezcla liberalismo económico y centralismo político: un Estado rígido y organizado que se funda en una burguesía extremadamente conservadora y antisemita. El cuñado de Nietzsche representa bien este tipo de sociedad alemana que Nietzsche despreciaba. Un Estado formado por funcionarios, eficientes y honestos, pero enfermizamente gregarios.

Ejercicio 1

El texto seleccionado es un fragmento de la obra El crepúsculo de los ídolos de Nietzsche, concretamente de su cuarta parte: Cómo el mundo verdadero acabó convirtiéndose en una fábula. El título del texto es Historia de un error y fue publicado en Turín en 1888 dentro, por tanto, del cuarto y último periodo de la filosofía nietzscheana.

En este periodo, Nietzsche realiza una crítica completa de la cultura occidental. Para ello, realiza un análisis de toda la civilización, particularmente de sus productos culturales: la religión, la filosofía, la moral y la ciencia. Se recupera de un modo más agresivo el carácter del segundo periodo, obsesionado por denunciar el nihilismo y la decadencia occidentales. En este sentido, hay que destacar que los diferentes periodos de la filosofía de este autor no constituyen bloques separados, sino que hay una absoluta continuidad en el desarrollo de sus ideas.

En el cuarto periodo, al que nos referíamos y al que pertenece el texto, se desarrolla una etapa del pensamiento de Nietzsche conocida como filosofía del martillo, que propone una ruptura radical con los valores tradicionales y la destrucción del hombre tal como es, del último hombre débil y decadente, para dar paso al superhombre, que conozca la muerte de Dios, la voluntad de poder y el eterno retorno. Para llevar a cabo esta tarea es necesario descubrir lo que se oculta tras los supuestos valores objetivos de nuestra cultura. Los valores no son más que proyecciones del ser humano, que los considera como algo impuesto desde fuera y hay que obedecer (ley moral = autoalienación del hombre). Hay que eliminar el dogmatismo teórico de los valores, hacer ver que es el hombre el que crea los valores; la tarea que se impone es, de este modo, la transmutación de los valores. Detrás de todos ellos se encuentra la vida, que es el fundamento de todo valor.

Contexto Histórico de Nietzsche

Situar a Nietzsche en el seno de una sociedad dominada por la crisis: los ideales revolucionarios de 1789 estaban olvidados, la revolución de 1848 fracasa, aumenta el control social, se refuerza la policía y el ejército, se desarrolla el modelo de capitalismo industrial. En este contexto, los grandes valores quedan en cuestión, entran en crisis las certezas fundamentalistas y universales, los sistemas filosóficos se hunden, se difunde el darwinismo y aparecen los vitalismos frente a idealismos y racionalismos.

El fracaso de la Revolución francesa provocó el resurgir del Antiguo Régimen en la primera mitad del siglo XIX. Pero la Revolución Industrial condujo a movimientos sociales, como el socialismo o el sindicalismo, que lograron obtener mejoras laborales y derechos políticos. Ante esta situación, la burguesía procedió a defenderse de la clase obrera sacrificando la libertad y la igualdad para salvaguardar la seguridad y la propiedad. Fue a finales del siglo XIX cuando se pusieron en marcha los mecanismos de control social que hoy damos por supuesto: la escuela obligatoria (la disciplina de los cuerpos y el horario rígido marcado por la sirena eran un adiestramiento para la fábrica), el manicomio (la invención de las enfermedades mentales), la prisión (el panóptico de Bentham), el ejército y la policía. A pesar de todo, a finales del siglo XIX en muchos Estados europeos se habían desarrollado cambios políticos democráticos.

El desarrollo científico y tecnológico conduce a la segunda revolución industrial relacionada con la expansión del ferrocarril, las industrias siderúrgicas y el protagonismo del capital financiero, de la banca (cabe mencionar el cambio en las condiciones de la vida cotidiana con la iluminación de las calles, la invención del teléfono, el telégrafo y la radio). Esto provocó el entusiasmo por la ciencia que desembocó en el positivismo.

La corriente filosófica preponderante es, por tanto, el positivismo. Según Comte, su fundador, la humanidad se encuentra en su grado máximo de esplendor gracias a la superación de la religión y la metafísica, la consolidación de la ciencia. El positivismo tiene como consecuencias, por un lado, la anulación del individuo bajo el lema «Orden y Progreso» y, por otro, la imposibilidad de que la ciencia responda a las preguntas fundamentales de la filosofía, como el sentido de la vida. Frente al positivismo, el vitalismo de Nietzsche reivindica la vida, el individuo, las pasiones, los instintos y el ahora.

A finales del siglo XIX surge también el evolucionismo de Darwin: la selección natural establece que unas especies evolucionan a partir de otras gracias a dos principios: a) la variabilidad de los individuos y b) la lucha por la existencia. Este último aspecto, que Darwin tomó de Malthus, es fundamental en el darwinismo social de Herbert Spencer. Según este, las desigualdades sociales del capitalismo son el reflejo social de la lucha por la existencia que existe en la naturaleza. Si queremos que la sociedad progrese del mismo modo que lo hace la naturaleza, debemos seguir la doctrina liberal capitalista. La desigualdad natural del ser humano y la lucha por la existencia son aspectos que sí están presentes en la obra de Nietzsche. Sin embargo, al contrario que Darwin, Nietzsche considera que el objetivo del hombre no es la supervivencia sino dar paso a algo nuevo, al superhombre. Esta afinidad de Nietzsche con Darwin lo aleja del marxismo y el anarquismo que defienden la igualdad de todos los hombres.

El auge de la ciencia se contagia también a la literatura. La corriente predominante es el realismo, que intenta reflejar con veracidad la sociedad burguesa de la época. Tiene una importancia especial el novelista ruso, muy admirado por Nietzsche.

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