San Agustín: Filosofía, Dios y la Creación
El Conocimiento y la Iluminación
Según San Agustín, el hombre es, ante todo, un alma que utiliza un cuerpo. El alma, incorruptible, es superior al cuerpo, que es corruptible. Gracias al alma, el hombre puede conocer tanto las verdades eternas (matemáticas) como a Dios, en tanto realidad superior. Sin embargo, para ello necesita la ayuda divina, que ilumina la razón humana y posibilita el conocimiento.
San Agustín distingue tres niveles de conocimiento, que se corresponden con la teoría platónica:
- Conocimiento sensible: El conocimiento que obtenemos a través de los sentidos. Estos son modificados por las cosas, y esta modificación llega al alma por medio del cuerpo, produciendo el conocimiento.
- Conocimiento racional: La razón elabora los datos sensoriales, comparándolos con las ideas divinas que dieron lugar a la creación, emitiendo juicios sobre las cosas. Este nivel distingue al hombre de otros seres vivos, ya que solo él, por poseer un alma racional, puede alcanzarlo.
- Conocimiento contemplativo: El grado más alto de conocimiento. Se alcanza la contemplación de las ideas eternas en su realidad, sin necesidad de datos sensoriales ni razonamiento. Este conocimiento se alcanza en el interior del hombre: es la presencia de Dios en cada uno.
Las Relaciones entre Razón y Fe
Para San Agustín, dado que “Platón conduce a Cristo”, hay dos vías para conocer la verdad: la autoridad de la fe revelada y la razón. Estas vías son complementarias: hay que comprender para creer y creer para comprender. No obstante, la fe en la revelación histórica de Dios es primordial. Sin la ayuda divina, la razón por sí sola no puede conducirnos al conocimiento de la verdad.
Dios y la Creación del Mundo
Para San Agustín, el mundo fue creado ex nihilo, incluyendo la materia. Todo lo existente cambia y está sometido al tiempo. Las cosas no pudieron crearse a sí mismas, pues tendrían que existir antes de existir. Por lo tanto, debe existir un ser eterno e inmutable, principio de todas las cosas.
Dios y el Origen del Mal
Ante el dilema del mal en un mundo creado por un Dios bueno y todopoderoso, San Agustín argumenta que el mal no proviene de Dios, sino que es la ausencia del bien. El mal no es algo real, sino la ausencia de lo real (el bien). El mal moral (ej. un asesinato) se explica por la libertad de elegir entre el bien y el mal. El mal natural (ej. un terremoto) es necesario para la salvación humana.
Siglos XIII – XIV: Crisis de la Escolástica
Génesis y Desarrollo de la Escolástica
La escolástica se considera un desarrollo de la filosofía patrística. Hasta el redescubrimiento de Aristóteles (siglos XII-XIII), San Agustín fue el gran maestro medieval. El agustinismo, continuando la tradición platónico-agustiniana, se mantuvo vigente incluso tras la influencia aristotélica y el predominio de la escuela dominicana.
El cristianismo buscó compaginar sus enseñanzas con la filosofía griega. Las formulaciones filosóficas griegas sirvieron de base racional para las ideas cristianas, reformuladas a la luz de la revelación. La revelación aportaba la verdad, y la filosofía buscaba hacerla razonable.
La relación fe-razón fue un problema central en esta etapa. Se reconocía la autoridad de Aristóteles, y se buscaba compaginar su filosofía con la Revelación. Santo Tomás, en el siglo XIII, logró esta conciliación, construyendo un sistema teológico-filosófico que integró la filosofía aristotélica con la Revelación, marcando la cúspide de la escolástica (el tomismo).