KARL MARX
Conocimiento y Metafísica
Para Marx, el conocimiento es la praxis, la actividad teórico-práctica por la que el hombre transforma la realidad. La actividad teórica se realiza a través del entendimiento, que transforma la realidad en la mente y usa como actividad práctica la sensibilidad activa, que transforma la realidad en algo racional y concreto; lo que pensamos será verdadero cuando el hombre lo haya realizado en el mundo. Por ello el hombre se autorrealiza al transformar y humanizar la realidad a través del trabajo humano. La realidad se construye según la relación entre el hombre y la Naturaleza, por lo tanto, solo existe como forma social del trabajo humano y se encuadra en un proceso de producción concreto, histórico y social. La realidad es, por lo tanto, realidad social y la estudiará dentro del llamado materialismo histórico; puede entenderse como materia en movimiento por la cual el mundo natural puede explicarse a sí mismo. La materia se desarrolla o modifica mediante las llamadas leyes de la dialéctica que determinan el proceso material por el cual se suceden los fenómenos. Dichas leyes son:
- La ley de unidad y lucha de contrarios, que mantiene que la realidad es contradictoria y por lo tanto los fenómenos son resultado de la lucha de elementos contrarios en la Naturaleza, lo que da origen al movimiento.
- La ley del tránsito de la cantidad a la cualidad, según la que el aumento o disminución de la cantidad de materia influye en la transformación de una cosa en otra, con lo que se explica el desarrollo de los seres y los fenómenos naturales o sociales, en los que, al pasar de poseer una cualidad a otra que supera a la anterior, se efectúa un salto cualitativo.
- La ley de la negación de la negación, que establece la existencia de tesis, antítesis y síntesis mediante la afirmación, negación y negación de la negación. La afirmación consiste en la mera existencia de una realidad, la negación, la acción del elemento contrario que niega al primero y la negación de la negación es el momento de la síntesis que resume los dos anteriores (Ejemplo del grano de cebada: consumirlo es negarlo, plantándolo aparece la planta o negación del grano y de la planta saldrían nuevos granos, negación de la negación).
Además, el materialismo dialéctico atribuye propiedades a la materia, que sería infinita en duración, eterna e indestructible, infinita en extensión (infinitud del espacio), infinita en profundidad (variedad inagotable de formas materiales) e infinita en movimiento (la materia está sometida a cambios de manera perpetua). Defiende, por último, el evolucionismo de Darwin y su aplicación al mundo natural.
Dios
Según Marx, no existen sustancias incorpóreas por lo que no necesitamos nada que nos explique el mundo; parte, por lo tanto de posturas ateístas. La religión no es otra cosa que un conjunto de ideas y creencias sociales que sirven para organizar el conjunto de las relaciones humanas y defender un orden social y una estructura económica que justifican las desigualdades, por eso denomina a la religión “opio del pueblo”. Finalmente, por estas razones, rechaza todas las religiones y niega toda trascendencia.
Antropología
La vida y la conducta del ser humano no serán manifestaciones de su alma sino del cuerpo, concretamente del cerebro. Como mantiene en lo relativo al conocimiento, el hombre se realiza a sí mismo transformando a la realidad, tendiendo así a desarrollar una labor propia de su ser, con lo que se humaniza. Con ello se reafirma su dignidad humana. Marx se pregunta la razón de por qué existe el mal en el mundo y la encuentra en las desigualdades económicas y sociales que hay entre los seres humanos. La primera de ellas la denomina alienación, que consiste en la pérdida de algo que nos pertenece y que nos produce una falsa conciencia con respecto a la realidad. En el caso del obrero consistiría en dejar de ser un artesano que trabaja con sus propias herramientas y de lo que fabrica, saca para autoabastecerse y comenzar a ser dicho obrero al que no le pertenecen los medios con los que trabaja y que en muchos casos, no disfrutaría del producto realizado. Por ello, el trabajo de este obrero no es libre ni voluntario, no es gratificante, ya que se le quita al obrero su fruto y por lo tanto no puede autorrealizarse como ser humano a través del trabajo, no se humaniza sino que sufre un proceso de cosificación, dejando de ser él mismo (sin el trabajo, está incompleto) y pérdida de valores humanos. Además de este tipo de alienación económica en el trabajo podemos encontrar alienación social cuando se produce una división de clases sociales según su riqueza, alienación política, debido a la existencia de gobernantes y gobernados marcada también por el aspecto económico y alienación religiosa cuando se da una resignación y una justificación ante las injusticias sociales a través de la fe y se promete una vida mejor como compensación. Lo que el obrero crea o mercancía presenta dentro del sistema capitalista un valor basado en la oferta y la demanda; dicho valor debería estar marcado por la cantidad de trabajo (esfuerzo físico y mental, horas empleadas) y presenta dos tipos, el valor de uso, en tanto en cuanto el producto satisface una necesidad y el valor de cambio o cuantitativo, el dinero que cuesta en el mercado. Este valor no es igual al trabajo individual sino al socialmente necesario (el que le dicen al trabajador que realice). La fuerza de trabajo, el obrero, es también una mercancía propiedad del productor, y al igual que el producto tiene un precio o valor de cambio pero no satisface necesidades, sino que produce otras (las que genera el propio obrero). Las mercancías producidas tienen un valor de cambio siempre superior al salario que se le paga al obrero y el trabajo de éste se minusvalora. Ahí es donde el capitalismo encuentra su beneficio, y que recibe el nombre de plusvalía, otra de las razones de la existencia del mal y las desigualdades y que debería desaparecer, porque no es invertida en los obreros sino que se aprovecha como capital para aumentar la inversión o comprar más maquinaria, entre otros. Con ello se fomenta también lo que Marx llama el “suicidio” del trabajador, porque éste fabrica la propia maquinaria que va a reemplazarle. Finalmente, establece que en el trabajo intervienen lo que Marx denomina relaciones técnicas, entre las fuerzas productivas (recursos naturales, medios de producción) y el trabajo en sí mismo y relaciones sociales o de producción, entre los hombres que participan en el proceso de producción, por ejemplo explotando unos a otros (capitalismo) o cooperando (comunismo).
Ética
Hace una crítica a la moral utilitarista y eudemonista y no afirma en ella de manera explícita que la idea de explotación sea injusta pero da a entender que sí es algo injusto en sí mismo. Defiende entonces una ética basada en la libertad y la emancipación y condena la explotación mediante valores que deben ser universales como la libertad de todos los hombres, la autorrealización del individuo y el desarrollo de sus capacidades y el rechazo de la explotación y de los privilegios. La liberación de la clase obrera debe realizarse como un hecho objetivo, no por moralidad ni porque sea lo correcto. Entiende la moral por lo tanto como un producto social, no subjetivo ni procedente de principios trascendentes. La moral presente en cada época es la propia de la clase dominante y justifica sus intereses, basándose en los valores éticos del momento, que siempre tenderán a ser conservadores. Según Marx, a esto no se le puede oponer una moral alternativa ni futura, ni tampoco una moral propia de la clase trabajadora. Marx entonces combatirá la moral capitalista usando las contradicciones de esta misma moral dominante (explotación, plusvalía, falta de igualdad de oportunidades, falta de libertad, desinterés por el desarrollo de las capacidades humanas)
Política
Las relaciones sociales entre los seres humanos son existenciales, es decir, marcan la existencia del individuo. Para Marx, aquella sociedad justa donde se dan unas relaciones existenciales óptimas para todos es la que permite libremente al hombre desarrollar su praxis. Con el materialismo histórico, estudia la realidad en su relación con la sociedad y encuentra que la misma está formada por una base económica que recibe el nombre de infraestructura y una base ideológica llamada superestructura, compuesta por cultura, religión, moral, política, derecho, arte, filosofía o ciencia y que tiene una relación dialéctica con la infraestructura mediante la cual ambas se influyen mutuamente (los cambios económicos pueden implicar cambios sociales, políticos, etc…y viceversa) Para Marx esta superestructura tiene como labor justificar intelectualmente la infraestructura y, con ello, justificar las desigualdades usando teorías falsas para el mantenimiento de una realidad interesada. Ambas, infraestructura y superestructura, son un producto social consecuencia de un momento concreto de la Historia. De este sistema pueden surgir contradicciones, lo que da origen a revoluciones y cambios, que pueden ser objetivos (desde dentro del propio sistema) y subjetivos (de los que el hombre toma conciencia porque es más protagonista). Marx establece una clasificación de las sociedades a partir de los modos de producción.
- La primera de ellas es la comunidad tribal, propia de la Prehistoria, que primero fue nómada y después agrícola, practicando un comunismo primitivo sin clases sociales.
- Le sigue la sociedad asiática, rural y aún sin propiedad privada, que estaba en manos del déspota o de los jefes de familia, que gestionan la propiedad cuidando del interés común.
- La tercera es la ciudad antigua, en las culturas griega y romana en las que el poder está en la ciudad, la organización social es militar y aparece por fin la propiedad privada con ciudadanos y esclavos.
- La cuarta es la sociedad feudal, de origen rural pero pronto urbana, con la tierra en manos de grandes propietarios y trabajada por siervos, con clases sociales y jerarquía social.
- Finalmente tenemos la sociedad capitalista burguesa, consecuencia del desarrollo del comercio y la industria con gran desarrollo técnico y fuerte división del trabajo, lo que da lugar a clases sociales muy diferenciadas. La clase dominante es la burguesía urbana y aparece el proletariado o clase obrera como tal. Presenta dos fases, el capitalismo comercial, con el origen de la clase burguesa, que se dedicará fundamentalmente al comercio y el capitalismo industrial, con la aparición de las fábricas controladas por la burguesía y su concentración en las ciudades.
La labor de la Filosofía debe ser estudiar estos cambios sociales e interpretar los conflictos y las transformaciones, analizando la realidad social concreta del capitalismo según las leyes científicas. La división en clases sociales deja a la burguesía como propietarios de los medios de producción y al proletariado como fuerza de trabajo para la burguesía mediante un sistema de explotación. La desigualdad radica entonces en que los medios de producción no pertenecen al trabajador. Para Marx es por tanto necesario acabar con el capitalismo, sistema continuamente en crisis y que sufre hambrunas, guerras… mediante una revolución que suprima la sociedad de clases y socialize los medios de producción, que pasarían a ser del colectivo, lo que sería en interés de todos. La Filosofía debe colaborar en esta tarea, tomando como motor de la Historia la existencia de la lucha de clases, algo inevitable y que es consecuencia del desarrollo de las sociedades, los avances técnicos y el desarrollo económico, pero dejaría de ser inevitable mediante la abolición de la propiedad privada. Los pasos para conseguirlo parten de la necesidad de que la clase obrera tome conciencia de clase y se dé cuenta de que forma un grupo con intereses comunes. Seguiría después a partir de la existencia de regímenes democráticos, donde hay una clase burguesa en el poder que defiende una libertad meramente formal, que no se da en la práctica, y una clase obrera, que debe tomar ese poder político organizándose en partidos que conquisten legalmente el poder y cuando lo consigan comenzar a dictar medidas para evitar la explotación económica e impulsar la llamada dictadura del proletariado, debido a la profundidad de los cambios que deben hacerse. Se pasaría entonces a una etapa de socialismo, en el que el Estado controlaría la producción, distribuiría adecuadamente la riqueza, lo que pondría fin a las desigualdades y ejercería un control social de quienes quisieran volver atrás. Finalmente, desembocaría en el comunismo, culminación de este proceso político, en el que se pondría fin a las clases sociales y al Estado y se establecerían relaciones sociales pacíficas, suprimiendo el Ejército y la burocracia y creando una democracia popular basada en la ciudad o comuna, donde la producción se gestionara mediante asambleas y bajo el principio de la aponía interna (organización mínima y exigencia máxima)
SAN AGUSTÍN
Concepto de Filosofía. Razón y Fe
San Agustín es el primer gran filósofo de la filosofía cristiana. Tendrá una educación pagana y primero pasará por la filosofía maniqueísta, que defiende la existencia de un Dios bueno pero limitado. De ahí pasará al Cristianismo y separa entonces a la Filosofía de la Religión, no permitiendo que la Religión se “mezcle” con la Razón ni con la Ciencia. Ve entonces la Filosofía como una síntesis o unión entre lo pagano (no cristiano), que sería la Razón y la nueva fe cristiana. Rebate el maniqueísmo y las herejías. Concibe la filosofía como un mecanismo para poder aspirar a la sabiduría y, por lo tanto, llegar a Dios. El punto de partida de la filosofía debe ser pues “creer para entender”, por lo que tiene que estar completamente supeditada a la fe, que sería la única verdad y la razón sirve para conocerla mejor y proporcionar un entendimiento racional de la fe (“entender para creer”), por lo que jamás podrá contradecirla. La filosofía griega antigua, por lo tanto, solo es válida si coincide en algún punto con la verdad cristiana, si no, no pasa de ser ignorancia y un conocimiento no válido. Lo que San Agustín considera válido entonces de la filosofía griega es el Neoplatonismo, que había continuado con las ideas de Platón, para San Agustín el mundo de las Ideas será el elemento divino, el Demiurgo se corresponderá con el acto de la creación y la idea de Bien será Dios. Del aristotelismo coge las ideas de causa, materia y sustancia y del estoicismo, una filosofía posterior a Aristóteles, la necesidad del dominio de la razón sobre lo natural.
Dios
Concibe a Dios como la verdad absoluta, lo que está fuera de él no tiene sentido teórico ni justificación moral, se puede acceder a Dios a través del conocimiento y no se puede concebir al hombre sin Dios. Por ello Dios va a ser el centro de su filosofía (“Quiero conocer a Dios y al alma, nada más”). Todo lo que se aleja de ello no sirve, por ejemplo, conocer al hombre o a la Naturaleza nos lleva a alejarnos e incluso a prescindir de Dios. Y toda actividad humana se debe remitir a Él, que es la razón de ser del hombre. También ve a Dios como equivalente a la sabiduría y el que coloca las verdades en el alma del hombre. Es la Inteligencia que tiene en sí las ideas o arquetipos del mundo visible, que son eternas e inmutables porque proceden de él como ser eterno e inmutable (como el Demiurgo, pero a diferencia de éste ya no modela esas ideas o verdades del intelecto sino que “salen” de Él). Dios es el ser sin más, solo a Él le corresponde plenamente la entidad o existencia plena y sólo Él es inmutable y eterno. Asimismo, Dios es el responsable de la Creación, que es un acto esencialmente bueno porque lo realiza según sus modelos y Dios es el bien absoluto, por lo que no alberga el mal físico dentro de él. Finalmente, dice que no es necesario demostrar la existencia de Dios, ya que es un principio de fe, pero aporta dos argumentos para ello, el concepto de Dios como principio ordenador y el hecho de que todos los pueblos crean en dioses, por lo que es un principio universal.
Teoría del Conocimiento
San Agustín critica el escepticismo y dice que tenemos una certeza necesaria de nuestra propia existencia, no podemos negarla ni tampoco dudar de la certeza de que existe el entendimiento, las verdades matemáticas o la realidad exterior. Vuelve a hablar de dos tipos de conocimiento, el sensible o doxa, inferior, cambiante y no verdadero, que se produce por los sentidos y el racional, superior al anterior, que es la verdadera sabiduría y que trata sobre verdades eternas, inmutables, universales y necesarias (que se cumplen siempre del mismo modo). Son equivalentes a las Ideas de Platón. El modo que defiende de alcanzar el conocimiento verdadero es la iluminación, el alma encuentra en sí misma esas verdades, superiores a ella. Además el alma conocerá el mundo exterior y una realidad inferior a ella mediante las reacciones que los objetos externos causan en el cuerpo, esto será el conocimiento sensible. Las verdades se encuentran en el alma por la acción de Cristo (en quien existen previamente) y no pueden venir de lo creado ya que lo creado es cambiante. Por tanto su conocimiento intelectual es obra de Dios, que actúa como maestro, nos enseña la verdad, ya que concede al alma la facultad de alcanzarlas, y nos remite a Él, ya que es la verdad suprema a la que aspira el conocimiento.
La Creación y el Tiempo. El Problema del Mal
Para San Agustín, la Creación es un proceso de génesis instantánea “ex nihilo” (desde la nada) y total, la creación de las cosas en sí mismas que se extiende en el tiempo cuando los gérmenes invisibles insertados por Dios en la materia maduran y nacen según la acción de la providencia Divina (voluntad de Dios) en lo que se llama teoría de las rationes seminales. La Creación visible no es eterna sino creada con el Tiempo, el Tiempo aparece como una criatura que nace simultáneamente con la Creación. La Creación del ser por Dios (procedente de Él) es un proceso bueno, ya que reproduce los modelos de Dios, lo que se denomina ejemplarismo porque todo lo creado se encontraba ya previamente en la mente de Dios en forma de modelos o ejemplares. La creación es un acto bueno y libre de Dios, por lo que lo creado es bueno en sí pero en el caso del hombre acabó siendo malo por naturaleza. Por ello, el mal no proviene de Dios, Él no lo tiene dentro, sino que es el límite de las criaturas. El mal puro no se relaciona con el ser (que está en Dios) sino con el no ser y por lo tanto no tiene existencia. Pero sí la tiene el mal moral, que es causado por el hombre con el comportamiento que tiene hacia sus semejantes, fundamentado en la existencia del pecado original, del que Adán es responsable por desobedecer a Dios. Por eso se considera que es causado por la libertad de elección del hombre, que dio un mal uso a algo que es esencialmente bueno. Diferencia entonces entre el libre albedrío, la inclinación voluntaria y natural hacia el mal, lo que llevó al pecado original y la libertad, que es una gracia divina y que lleva hacia el bien. Mantiene, por último, que todo lo creado o contingente (el mundo) debe esencia y existencia a Dios. Los demás seres creados por el son seres por participación o méthexis, es decir: necesitan del ser de Dios para existir, estando por ello sujetos al puro devenir, a la temporalidad.
Antropología
Para San Agustín el hombre está formado por alma (imago Dei, imagen de Dios) y cuerpo (instrumento del alma). Dentro del alma aparecen la razón inferior, que se encarga del conocimiento sensible y la razón superior, donde está la sabiduría y el conocimiento de las ideas y de Dios. Al unirse al cuerpo, el hombre queda como un ser con alma oscilante entre el Bien (Dios, la luz) y el mal (oscuridad, pecado)
El Pecado, la Gracia y la Predestinación
San Agustín aborda estos temas a través de una polémica con otro autor llamado Pelagio, que defiende que la naturaleza humana solo podía modificarse por accidente (el pecado de Adán solo afectó a Adán) y lo contrario sería heredar el alma y además uno solo es responsable de sus propios pecados, no de los de sus antepasados. El hombre puede obrar bien y recibir la Gracia de Dios como una ayuda y Dios, absolutamente justo, debe reconocer sus méritos y salvarlo.
A esto replica San Agustín diciendo que Pelagio atenta contra la libertad de Dios, ya que Dios no está obligado a reconocer los méritos del hombre. Además, Adán rechazó libremente a Dios, eligiendo desobedecerle y por lo tanto eligiendo el mal (“no ser”). Con ello se dejó llevar por la concupiscencia y transmitió esa herencia a las generaciones posteriores, por lo que “manchó” a la Humanidad y el hombre no puede salvarse por sus propios méritos sino únicamente por voluntad de Dios.
Señala también que fue necesario que Jesucristo llevara a cabo su sacrificio para la redención del hombre, posibilitando que la Gracia llegara a los elegidos que pueden ya obrar bien y no pueden pecar porque se han librado ya del pecado sirviendo a Dios
Ética
Al igual que en Platón o Aristóteles, la ética de San Agustín es eudemonista, es decir, pone la finalidad del comportamiento ético en buscar la felicidad; la entiendo como algo que no podemos alcanzar en la vida terrena, sino como solo alcanzable en la otra vida, mediante la inmortalidad de nuestra alma cuando muera el cuerpo. La felicidad se entiende por lo tanto como la contemplación de Dios y se puede llegar a ella mediante la práctica de las virtudes cristianas, siguiendo las normas morales que marcan los Diez Mandamientos o la Biblia, pero también es necesario tener la gracia de Dios, es decir, solo se llega a Dios por voluntad divina, para expiar el pecado original.
Política: La Ciudad de Dios
La política de San Agustín debe entenderse en el contexto de la caída del Imperio Romano y como se culpa de ello a los cristianos; a esto replica San Agustín mediante una explicación histórica, entendiendo la Historia como una lucha entre el Bien y el Mal en la que el Bien está representado por la ciudad de Dios, la comunidad de los creyentes cristianos elegidos por la Providencia divina para salvarse y el Mal por la ciudad terrena, formada por los no creyentes o paganos, que han hecho un mal uso de la libertad, relacionándolos con la decadencia y el pecado. La Historia concluirá cuando se produzca el Juicio Final, la victoria de la ciudad de Dios y la salvación de los creyentes. Establece dentro de ella seis edades o divisiones, comenzando a usarse la concepción judeocristiana de una Historia con tiempo lineal y cronológico, con un principio o un fin frente a la griega, que consideraba el tiempo como algo cíclico. Finalmente, opinará sobre la sociedad que es necesaria para el hombre pero no perfecta al ser puramente una obra humana.
FRIEDRICH NIETZSCHE
Conocimiento y Metafísica
En cuanto al conocimiento, Nietzsche defiende la idea de un mundo totalmente sensible y cambiante, irracional y sin regularidad alguna; es también el único real, donde ningún conocimiento es absoluto y la lógica y la razón son meras invenciones humanas y no mejores para conocer la realidad que los sentimientos, el instinto o la capacidad de apreciar algo estéticamente. Además hace una crítica al uso del lenguaje y de los concepto para expresar ese conocimiento, diciendo que el lenguaje es algo creado por el ser humano y por lo tanto arbitrario (cualquier palabra serviría para nombrar a cualquier cosa); es aceptado socialmente para tener una norma de común acuerdo aunque no tenga una relación directa con las cosas a las que se aplica. Por ello, el lenguaje es generalización y los conceptos nunca se identifican al cien por cien con aquello a lo que nombran, sino que igualan lo que no es igual y pasan por alto lo particular y específico de cada objeto. Por ello debemos desechar el uso del lenguaje de conceptos aplicado a la realidad y debemos usar el arte, que refleja mejor una realidad cambiante. El instrumento que ofrece para ello el arte es la metáfora, que implica desigualdad en aquello que nombra, no presenta significados sino que los sugiere y podemos usar elementos propios (nuestra experiencia del mundo) para completar los significados de aquello que conocemos. Esas metáforas se general mediante un proceso que comienza cuando creamos una imagen mental de algo con nuestra percepción, que luego se convierte en palabra que expresa nuestra forma individual y original de captar el objeto. Estas metáforas se transformaron en conceptos cuando el hombre comenzó a desear vivir en sociedad y necesitó un pacto para comunicarse basado en el uso convencional del lenguaje, por mera utilidad práctica. Se olvidó entonces el origen metafórico de todo aquello y se confundió el concepto con la verdadera realidad, aunque su aplicación fuera errónea. La Filosofía intentará explicar la realidad y las relaciones entre las cosas usando conceptos y las relaciones entre ellos, lo que se verá en el uso de términos filosóficos presentes en cualquier autor, pero según Nietzsche cometió un error con el uso de esta práctica ya que buscaba un conocimiento objetivo y válido para todos, lo que no es más que una fantasía humana. Defiende, por lo tanto, un conocimiento subjetivo y relativo que consiste en una mera interpretación del mundo dependiendo de la perspectiva vital de cada persona; no hay datos puros propios de un saber objetivo o experiencias independientes de un punto de vista, no existe ningún criterio absoluto de verdad para diferenciar lo falso de lo verdadero. Critica también la metafísica tradicional que nace con Platón por considerar la realidad como algo estático, fijo e inmutable. No existen realidades superiores e inferiores y la invención de un mundo superior responde a un resentimiento y temor hacia la vida por parte de los filósofos; este impulso contra la vida lo denomina “voluntad de verdad” y consiste en utilizar la razón inútilmente para dominar la vida real, por ello manifiesta que la filosofía hasta entonces ha sido un “platonismo encubierto” contrario a la vida. Esta metafísica tiene un origen psicológico ante la necesidad de encontrar una regularidad en un mundo cambiante y se debe también al citado uso del lenguaje para elaborar conceptos, aplicando el uso del verbo ser y la estructura sujeto/predicado, comunes a muchas lenguas y que favorecen la interpretación errónea de una realidad fija. La realidad es una expresión de la voluntad, fruto de ella y por lo tanto, multiforme y cambiante. El principio básico de la realidad es, por lo tanto, la “voluntad de poder”, principio básico a partir del cual se desarrollan todos los seres.
Dios
Dios ha sido el fundamento de la idea de que existe una verdad única, siendo el fundamento último de la voluntad de verdad y del platonismo, por lo que se hace necesario acabar con Él y con dicha voluntad de verdad. Esa negación ha ocurrido en la época moderna, en la que Nietzsche asegura que Dios ha muerto y se han derrumbado por ello todos los valores tradicionales. Dios simbolizaría los valores negativos y contrarios a la vida, que son los que acabarían cayendo. Con la expresión “muerte de Dios” no quiere decir que haya existido y después muerto, sino que ha sido creado por el hombre y lo que ha muerto es la creencia en Él. Se referirá al Dios del Cristianismo y a los del resto e religiones pero también a cualquier cosa que pueda sustituirlos y que intente dar sentido a la vida pero que se ponga fuera de ella como la Naturaleza, el Progreso, la Revolución, la Ciencia…todas ellas tomadas como realidades absolutas y comparables a Dios. Partiendo del ateísmo, Nietzsche dirá que la religión no es una experiencia verdadera pues Dios no existe. Califica a todas ellas como falsas pero admite que hay unas más idóneas que otras, por ejemplo, las politeístas, que reflejan mejor una realidad rica y cambiante y representan los valores que afirman la vida y son fieles a la Naturaleza.
Antropología
En su obra “El nacimiento de la tragedia” Nietzsche cuestiona el mundo griego clásico en su momento de esplendor, cuando se desarrolla la filosofía de Sócrates y Platón basada en la racionalidad. Para él es más válido el mundo griego arcaico, que captó las dos dimensiones fundamentales de la existencia, simbolizadas en el culto a los dioses Apolo y Dionisos. Apolo será el dios de la juventud, la belleza y las Artes, así como de la armonía y el equilibrio, fomentando una visión del mundo ordenada y racional. Frente a esto, Dionisos representaba el vino, las fiestas y el exceso, la embriaguez, la pasión, la confusión, el caos y los instintos. Para Nietzsche ambas concepciones de la vida conviven en el hombre, que se encuentra en una situación de continuo sufrimiento y al cual esas dos facetas de su vida le dan fuerzas para superarlo. Pero este equilibrio se rompe con los mencionados Sócrates y Platón y a partir de ellos, el nacimiento de lo que conocemos como cultura occidental, que opta por favorecer a lo apolíneo y relegar lo dionisíaco. Nietzsche desarrollará un vitalismo comprendiendo la vida como algo directamente relacionado con lo irracional, la Naturaleza, la lucha por la subsistencia…esta doctrina se opone al racionalismo. Crítica entonces a la cultura occidental basada en la labor intelectual de estos dos autores porque según él mantuvieron que la razón era el único medio hacia la virtud, desterrando lo sensorial y dionisíaco y no considerándolo como algo propio del ser humano. Con ello crearon un modelo de hombre sin pasiones ni instintos, provocándole temor hacia ellos, que derivaría en odio, lo que llevaría a tener miedo a vivir.
Otro elemento importante de su antropología es el eterno retorno, que consiste en aceptar que todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente un número infinito de veces; también debe entenderse como expresión de la máxima reivindicación de la vida, ya que no hay en ella nada permanente pero podemos tener esa noción si hacemos que dure eternamente cada instante ya que se repite sin fin. (plantea entonces una concepción circular de la Historia). Con ello Nietzsche hace de la vida lo absoluto ya que busca que se considere la vida como algo que merece la pena vivir a cada instante y eso es tarea de cada ser humano mediante la afirmación de la vida. Pero tiene una visión pesimista del hombre, ya que solo tiene la inteligencia para defenderse del mundo, es débil y delicado pero se cree el centro de la Naturaleza
4. ÉTICA Nietszche extiende su crítica a la cultura occidental al Cristianismo, en lo referente a su moral, diciendo que en la Grecia antigua existía una moral de los señores, que no tenían miedo a ser superiores y que amaban la vida, pero con el Cristianismo y el Judaísmo se produjo una inversión de valores, dando paso a una moral de esclavos, caracterizada por el miedo, la venganza y el resentimiento. Al ser los cristianos esclavos y no señores comienza la decadencia de Europa, renunciando a los instintos poderosos y teniendo la voluntad de medir a todos por igual. Imponiéndose esta moral cristiana, el hombre dejará de seguir sus propios impulsos y deseos eliminando lo dionísiaco que hay en él. Para él, la vida es una lucha constante que solo puede afrontarse desde la llamada voluntad de poder, que implica superación, afirmación de la vida, querer vivir más, ser totalmente vitalista y anteponer la vida a todo lo demás. Pero el hombre, tras darse cuenta de que la moral cristiana es una moral de esclavos y decidir abandonarla, queda desorientado ante la vida, nada tendrá sentido para él y las cosas dejarán de tener explicación, entrando en una fase de nihilismo en la que se da cuenta de que todo es falso y se muestra perdido y desorientado, lo que le acaba llevando a odiar la vida (nihilismo pasivo). Frente a ello, Nietzsche propone el nihilismo activo, creándose otros valores nuevos y afirmando todo lo que fortalece la vida y a estos valores, superando así el nihilismo pasivo con la ayuda de la voluntad de poder. Por ello decimos que la voluntad de poder es hermenéutica, sirve para crear nuevos valores, siendo solo válidos aquellos que favorezcan, conserven y aumenten la vida.Para producirse el cambio de valores del nihilismo pasivo a activo, se deben dar tres fases. La primera sería la del camello, cuando el hombre tiene una moral de esclavos, sintiendo todo como una carga, siendo paciente, humilde y resignado ante lo que le toca vivir; le sigue la fase del león, siendo entonces un destructor de valores, dueño de su destino y que quiere conquistar su libertad, pero se queda ahí, finalmente perdido y desorientado (nihilista pasivo). Finalmente el nihilista activo es el bebé, que vive un nuevo comienzo, olvidando los viejos valores y creándolos nuevos, como un espíritu libre. Este último período sería en el que se convierte en lo que Nietzsche llama superhombre, con nuevos valores surgidos de él, que afronta la vida en todas sus facetas, incluyendo la tragedia y el sufrimiento, sin esperar compensación a cambio (los que esperan la vida eterna como premio, como los cristianos, son decadentes). Este superhombre puede presentar valores terribles (crueldad, gusto por el combate) y no pertenece a una clase social con privilegios ni con un grupo biológico, se diferencian por su rechazo a la moral de esclavos, la capacidad de crear su propia moral, vivir en la finitud y no creer en valores trascendentes, no teniendo miedo a lo negativo de la vida, ser contrarios al igualitarismo y sentir placer por el riesgo y el enfrentamiento
5. POLÍTICA. La política es algo necesario para el ideal de vida que Nietzsche quiere crear. Para él, la vida debe vivirse con la voluntad de poder y solo los hombres fuertes que la tienen merecen vivir y se debe procurar y fomentar esta hegemonía; la mayoría de personas se aferra al mundo ya preexistente, ocultándose a sí mismos lo verdadero de la vida. Sugiere entonces que debería haber una forma de política que permita al superhombre alcanzar la hegemonía que merece, lo que ya aparecía en las primeras civilizaciones, donde los más fuertes establecieron el dominio en un primer momento pero los débiles desataron una venganza desde el resentimiento haciendo que desde ese momento la forma como está gobernado el mundo sea ilógica y contraria a la vida (por ejemplo, no es cierto el igualitarismo presente en democracia). Defiende una política que impulse el fortalecimiento del superhombre y que sea utilizada para ayudarle a prosperar. Debe haber una aristocracia o gobierno de los mejores, se deben distinguir rasgos entre los humanos que les hagan diferentes entre sí y habrá elementos relacionados con la jerarquización y el autoritarismo; cualquier otro tipo de gobierno (socialismo, liberalismo) sería más negativo que la aristocracia. El gobierno entonces debe ser un modo de impulsar al superhombre y la única razón de ser de la política es generar condiciones para su progreso. No habrá libertades políticas ni democráticas, el gobierno no será elegido por el pueblo sino por hombres escogidos. Finalmente reconoce el papel básico de la economía y la cultura en la comunidad para fomentar la idea de superhombre. Concibe la política como algo propio de lo que se denomina “vida sana y justa”. Todo este modelo social y político se puede tomar como fascista o autoritario, así como también de un modo realista, pero no se aleja de la realidad de la vida
LA FILOSOFÍA PLATÓNICA
La Teoría de las Ideas. Platón es un filósofo racionalista, es decir, va a elaborar una teoría según la cual el ser humano adquiere el conocimiento válido usando la razón. Para ello va a mantener que existen dos tipos de realidades, lo que el llamará “cosas sensibles” que es aquello que normalmente el ser humano capta usando sus sentidos y de lo que únicamente puede alcanzar una opinión o doxa, que se divide a su vez en creencia o pistis (lo referido a animales, cosas, objetos o plantas) y conjetura o eikasía, a lo que pertenecen las imágenes y las sombras y lo que llama “Ideas”, algo que el ser humano capta únicamente por la razón y que son eternas, invisibles, no materiales e inmutables, absolutas y universales; prueba de ello son los términos universales, como los nombres comunes, los adjetivos o los sustantivos abstractos (mesa, bueno, belleza). Ambas realidades van a tener una relación que consiste en que las cosas sensibles son copias imperfectas de las Ideas, las cosas participan de las Ideas o imitan a éstas y las Ideas están presentes en las cosas, ya siendo su causa o esencia o sirviendo de modelo a éstas. Lógicamente para Platón, el único conocimiento válido es el de las Ideas, lo que él llama ciencia o epísteme (primer método de conocimiento). Esta ciencia sigue el modelo de las Matemáticas, ya que usa la razón y objetos universales. Se divide a su vez en el pensamiento discursivo o dianoia, en lo que entran la geometría o la aritmética y que es incompleto porque usa signos sensibles e hipótesis y en la inteligencia o noesis, que se identifica con la Filosofía y que es un método racional mediante el entendimiento y el intelecto, que no usa signos sensibles ni hipótesis, totalmente reflexivo y que busca las relaciones entre las Ideas y alcanzar la Idea de Bien. Este conocimiento se obtiene mediante un proceso al que va a llamar reminiscencia (segundo método para obtener el conocimiento) y que consiste en que el ser humano tiene las ideas “dormidas” dentro de su razón y la visión de las copias es lo que le hace recordar dichas ideas. Por lo tanto, para Platón, no existe un verdadero aprendizaje de las Ideas partiendo de cero sino que aprender únicamente consiste en el recuerdo de las distintas Ideas. Dicho proceso es ilustrado por Platón en el llamado “mito de Fedro”, que consiste en tomar a Fedro, un personaje mitológico que conduce un carro alado y que en él porta el alma. Dicho carro va tirado por dos caballos, uno negro (que simboliza lo malo y lo difícil) y uno blanco (símbolo de lo bueno y hermoso), que se encabritan. Fedro intenta gobernar el carro pero finalmente no puede y el alma acaba cayendo, parando en el mundo de las Ideas. Allí se impregna, absorbe parte de las Ideas y sigue cayendo hasta el mundo sensible, donde se junta con el cuerpo, formando un ser humano. Cuando el alma sufre este proceso, olvida aquello que había recibido en el mundo de las Ideas y sólo lo conocerá cuando lo recuerde mediante la reminiscencia. Dentro de las Ideas distingue entre aquellas ideas que sirven como modelo de un objeto (mesa, espada) y aquellas otras que van asociadas a lo que el llama realidades supremas, de naturaleza abstracta, como son la idea de Bien, la idea de Justicia, la idea de Belleza, la idea de Valor y la idea de Piedad, siendo la idea de Bien superior a las otras cuatro, identificada a veces con la Belleza e incluso con Dios. También lo plantea Platón como un impulso erótico (tercer método de conocimiento), ya que no solo se llega al Bien sino también a la Belleza mediante el eros movido por la belleza, siendo el tercer método de conocimiento, llegando mediante el amor a las ideas supremas, lo que se manifiesta en sentimientos como la simpatía, la amistad o la compasión. El conocimiento de la opinión o doxa solo puede dar lugar a un relativismo, ya que se basa en evidencias y no en realidades y no es posible una ciencia basada en sensaciones, solo en la razón y además son cosas cambiantes y sobre eso no puede haber ciencia.
El mundo sensible y el mundo inteligible. Para Platón las Ideas y las cosas estaban separadas por una distancia no sólo teórica sino también física. Mientras que las cosas sensibles, perceptibles por los sentidos, las cosas materiales, se encuentran en la misma realidad que el hombre, lo que llamamos mundo sensible, las Ideas se encuentran en un mundo totalmente trascendente, ajeno e inalcanzable a primera vista por el hombre, que llamamos Mundo de las Ideas o mundo inteligible. Por la existencia de estas dos realidades se dice que Platón presenta una teoría dualista sobre el conocimiento.
Al estar el conocimiento real únicamente ligado a las Ideas, Platón entiende que el mundo inteligible es el único mundo real, dando a entender que las copias son ilusiones y que los sentidos nos engañan al no poder ofrecer conocimiento real de las cosas. Las Ideas no son el único elemento del mundo inteligible, sino que están acompañadas de un principio ordenador de las mismas llamado demiurgo (“artesano” en griego), que hace que la materia informe tome rasgos semejantes a las Ideas. Toda esta concepción de la Teoría de las Ideas y de los dos mundos la ofrece Platón en el llamado “mito de la caverna”, metáfora que describe nuestra situación ante el conocimiento. En él Platón nos habla de cómo una serie de personas llevan prisioneras toda su vida en una cueva con las manos atadas con grilletes y de cara a la pared. En el exterior de esa cueva hay un tabique sobre el cual aparecen diversas representaciones portadas por individuos de objetos, animales o árboles que reciben la luz de una llama y eso hace que vayan generando unas sombras que es lo único que ven los prisioneros reflejado en la pared de la caverna, el único sitio donde pueden mirar, creyendo por ello que los objetos que portan los individuos son la auténtica realidad. Pero uno de ellos consigue escapar y ve que la verdadera realidad, los objetos que están viendo, están sobre el tabique y no son las sombras, además de percibir el Sol, identificándolo como la causa de todo. Por ello corre a liberar a sus compañeros y a comunicárselo. Pero éstos no sólo no le creen sino que además lo matan. Con este relato, Platón pretende hacer un símbolo de su teoría del conocimiento en la que el mundo de las Ideas queda identificado con el tabique donde están los objetos reales, el mundo de las cosas con la caverna, donde los hombres sólo ven cosas que les engañan, el hombre que escapa de la caverna como el único que es capaz de encontrar el mundo de las Ideas, es decir, el filósofo, que con el hecho de su muerte establece una igualdad clara con la figura de Sócrates y, por último, el Sol con la Idea de Bien.
La antropología de Platón. Al igual que en su teoría del conocimiento, Platón tiene una concepción dualista de la antropología humana, entendiendo que dentro del hombre se distingue claramente entre el alma, símbolo del mundo inteligible o de las Ideas y el cuerpo, que simboliza el mundo sensible, teniendo el alma una prioridad absoluta y habiendo entre los dos una unión precaria, accidental, de la que el alma podría prescindir pero que el cuerpo impide (“el cuerpo es la cárcel del alma”). El alma podrá ser arrastrada por el cuerpo a las cosas terrestres o los placeres y para evitarlo usa su recogimiento en la Filosofía. El alma, según Platón, constituye el yo del ser humano. Representa su parte más auténtica y al lado de ella, el cuerpo es sólo una apariencia. Además, según el mito de Fedro, es la parte del ser humano que ha estado en contacto con las Ideas. Por ello el alma es superior al cuerpo, ya que recoge el conocimiento, la bondad y es inmortal, lo que se demuestra con la reminiscencia, ya que conocer es recordar lo que conocemos previamente y, por lo tanto, actualizar lo que ya existía. Por su parte, el cuerpo se corrompe y muere, dentro de él se encuentran la ignorancia y el mal y por ello las pasiones del hombre son causa de sus males, por lo que debe renunciar al cuerpo y practicar la Filosofía entendida como una purificación; si no lo hace así su alma vagará para siempre por dejarse llevar por la pasión en el proceso conocido como transmigración, que condena al alma a reencarnaciones sucesivas, de lo que solo se liberará con la Filosofía. Platón habla de que el alma se divide en tres partes, el alma racional o noús, situada en el cerebro y que es inmortal e inteligente, está simbolizada en el mito de Fedro por el cochero y guía a las otras dos, debiendo dirigir nuestra conducta; el alma irascible o thymós, situada en el tórax y fuente de las pasiones nobles como el valor y la voluntad y que equivale al caballo blanco del mito y el alma concupiscible o epithymía, identificada con el caballo negro del mito, situada en el abdomen y de donde proceden las pasiones mas bajas, los sentimientos innobles y los deseos.
La ética de Platón Según Platón, las Ideas son el camino hacia la virtud. Aquella persona, el filósofo, que tenga el conocimiento real de las ideas, es la que podrá ser virtuosa. Platón entiende ya la virtud o areté como algo claramente moral, que es universal, por lo que supera el relativismo moral de los sofistas, pero no puede aprenderse, y la encuentra en el equilibrio entre las tres partes del alma, que deben ir orientadas hacia una cualidad determinada, la parte racional, que debe regular todas las acciones humanas, encuentra su cualidad en la sabiduría, la irascible en la fortaleza, que consiste en el sacrificio de los placeres para el deber y la superación del dolor y la concupiscible en la templanza o dominio de uno mismo poniendo orden en los placeres. La persona que alcance lo máximo posible estos ideales tendrá su alma en equilibrio, alcanzará la virtud de la justicia o virtud del alma en su conjunto y será por lo tanto virtuoso, figura que Platón hace corresponder con la del filósofo. También en parte Platón concebirá la virtud como sabiduría, siguiendo el concepto socrático. Según esto, para Platón será virtuoso también el hombre que alcance el conocimiento de las ideas asociadas a las realidades supremas (Bien, cuyo conocimiento equivale a la Sabiduría, Belleza, Justicia, Valor y Piedad), que quedarán todas integradas en la idea de Bien, la más importante de las cinco; según unos autores y otros el Bien lo formarán el Placer y la Sabiduría o la Sabiduría que viene dada por el conocimiento de las Ideas. Quien se acerque al conocimiento de estas ideas será gracias a la práctica de la virtud, coincidiendo de nuevo con la figura del filósofo. Decimos por lo tanto que la ética platónica es considerada una ética eudemonista, ya que la persona cuyos actos se acerquen lo máximo posible a la idea de Bien, para lo que es indispensable conocerla, será una persona que alcance la felicidad, lo que hará únicamente el filósofo. Además, la felicidad y la práctica de la virtud servirán para que el alma se vaya separando del cuerpo y por lo tanto, escapando de su cárcel.
La política de Platón. Platón presenta una clara relación entre el alma y el Estado, opinando que la estructura de la ciudad – estado o polis y de las clases sociales tiene su reflejo exacto en el alma. Según él, la ciudad debe responder a las necesidades humanas, ya que ningún ser humano se basta por sí mismo y necesita a los demás para responder a sus necesidades, porque el hombre es un ser social por naturaleza ya que cada uno aporta su saber, experiencia y conocimientos a la comunidad, en la que el trabajo se divide en tres tipos de actividades que se encuentran en una división social totalmente jerarquizada, donde encontramos a los artesanos, que se encargan de las actividades productivas, los guerreros (tanto hombres como mujeres), encargados de la defensa de la polis y los gobernantes, encargados de la actividad política y del gobierno. No todos los hombres están igualmente dotados por la naturaleza ni por lo tanto, capacitados para realizar las mismas funciones, en cada uno de ellos predomina una parte del alma y debe ser educado para potenciar dicha parte. Así pues, en los artesanos predominará el alma concupiscible, con la templanza como virtud, en los guerreros la irascible, siendo su virtud la fortaleza y en los gobernantes la racional, debiendo ser éstos los filósofos, cuya virtud será la sabiduría y la prudencia y que buscarán el bien común de todos, ya que el fin del Estado será alcanzar la Justicia o Bien común para todos los ciudadanos, lo que solo es posible si cada uno realiza su propia función.
Además, Platón expresará su opinión sobre las distintas formas de gobierno. Para él, la forma de gobierno ideal será la aristocracia, no entendida como la nobleza sino como el gobierno de los mejores según su capacidad (aristoi en griego clásico), o sea, los filósofos, que no pueden tener propiedad privada, ni mujer, ni hijos. Por ello desechará otras formas de gobierno como la timocracia, el gobierno de los militares o la democracia, el gobierno del pueblo, ya que entenderá que la función que tienen que cumplir esos grupos no es gobernar. También mostrará su rechazo hacia otras formas de gobierno como la oligarquía o el gobierno de los ricos, por entender que la riqueza no es el criterio lógico para dirigir la sociedad o la tiranía, el gobierno de una sola persona, ya que entenderá que quien ocupe así el gobierno será fácil de corromper. Todas estas formas de gobierno surgen por degeneración de la aristocracia; la peor de ellas es la tiranía.
SANTO TOMÁS
1. La distinción entre fe y razón. A la hora de determinar si son compatibles o incompatibles, Santo Tomás hace una distinción clara entre filosofía y teología, entre razón y fe. Dice que la razón se ocupa de estudiar el orden natural de las cosas y el conocimiento de lo natural, lo que se identifica con la Filosofía, mientras que la fe se ocupa del orden sobrenatural, con un conocimiento oscuro por naturaleza y que contiene algunas verdades que se pueden explicar mediante la razón pero otras la exceden. Mantiene entonces que existen tres tipos de verdades, las reveladas, relacionadas con la fe, las naturales, ligadas a la razón natural y los preámbulos de fe (existencia de Dios, inmortalidad del alma, creación del mundo desde la nada). Es necesario hallar la concordancia entre razón y fe, que derivan en una colaboración, la filosofía puede apoyar a la fe para explicar y defender la verdad revelada y la fe puede orientar a la razón, librarla de cometer errores o indicarla cuál es el camino al que puede llegar. En cualquier caso ambas proceden de Dios, por lo que jamás se pueden contradecir. La principal diferencia a cómo las considera San Agustín es que no será la razón “sierva” de la fe, sino que tendrá un objeto de conocimiento (las verdades naturales) y un método propios. Aunque Santo Tomás las sitúa en un plano de igualdad, dice también que la fe tiene cierta superioridad, ya que no todo hombre puede llegar a la razón y la fe debe supervisarla. Existirán, por todo ello, dos teologías, la natural, que llegará a Dios desde una perspectiva racional basada en el elemento intelectual del hombre y la cristiana o sobrenatural, donde encontramos a la revelación y a la fe respaldadas por la razón.
2. Dios. Demostración de su existencia. Dios no es perceptible por los sentidos pero si racionalmente, al igual que decimos “Los hombres son animales racionales” o “Los triángulos tienen tres lados”. Ese tipo de proposiciones son llamadas por Santo Tomás evidentes en sí mismas, ya que en la esencia de los objetos se encuentra su propiedad o cualidad (un hombre siempre es racional, un triángulo siempre tiene tres lados) y además son evidentes para nosotros, pues las vemos verdaderas (si comprendemos qué son un hombre y un triángulo). Ya que en la esencia de Dios, en lo que Dios es, se encuentra su propia existencia, decir que Dios existe sería verdadero simplemente comprendiendo qué es Dios. Este es el conocido como argumento ontológico, usado por San Anselmo (y después por Descartes); pero Santo Tomás lo considera insuficiente porque no encontramos tan claramente la esencia de Dios como la del hombre o del triángulo. Por lo tanto, decir que Dios existe es evidente en sí mismo pero no tanto para nosotros. Por ello hay que encontrar argumentos que empiecen por el conocimiento sensible, por datos reales de la experiencia basados en aspectos de nuestra realidad (más fácil de entender para nosotros) y que partan de demostraciones a posteriori, es decir, desde las consecuencias de la actuación de Dios en el mundo y mediante los que, aparte de creer que Dios existe mediante la fe, podamos creerlo también racionalmente. Existen entonces cinco vías o procedimientos que demuestran racionalmente este hecho y que sirven como complemento a la creencia dada por la fe. La primera vía es la del primer motor, que establece, siguiendo los principios de Aristóteles, que todo tiene movimiento, llegándose a un punto en el que tiene que haber algo que provocó el movimiento de todo, pero a su vez no es movido por nada y que se puede identificar con Dios. La segunda, similar a la primera es la causa incausada, todo tiene su causa, hasta llegar a algo que lo causó todo pero que a su vez no es causado por nada, que es Dios. La siguiente es la idea de contigencia/necesariedad, según la cual Santo Tomás establece que los hombres son seres contingentes, es decir, creados por algo o alguien y que por ello tiene que haber sin duda un ser necesario o creador que es Dios. Le sigue la cuarta vía, la de los grados de perfección, que manifiesta que en el mundo hay cosas perfectas, pero que siempre es posible encontrar algo más perfecto aún, llegando por lo tanto a algo que tiene que tener la perfección absoluta, que es Dios. Finalmente, la quinta vía es la del orden en la Naturaleza, en ella Santo Tomás dice que la Naturaleza sigue un orden concreto, por ejemplo en el hecho de que cada ser vivo tenga una finalidad propia, y que ese orden se debe a alguien que lo haya construido así, como inteligencia ordenadora, corroborando nuevamente la existencia de Dios. Las vías permiten cierto acercamiento a la esencia de Dios, dar una definición de lo que es Dios, mediante un rasgo proporcionado por cada una de ellas (Dios es el primer motor, la causa primera, ser necesario, absolutamente perfecto y que garantiza el orden en la Naturaleza). Además de esto, Santo Tomás establece tres modos complementarios para definir lo que es Dios, la vía de la analogía, diciendo que los seres creados por Dios participan de algún modo de su Creador, aunque no de la misma manera ni con la misma intensidad, la vía de la negación, negando que todas las limitaciones que tiene el hombre aparezcan en Dios y la vía de la eminencia, afirmando que todas las perfecciones que puedan poseer las criaturas se encuentran en Dios.
3. Teoría del conocimiento y metafísica. No se ocupará de desarrollar específicamente una teoría del conocimiento. Según Santo Tomás, siguiendo las ideas de Aristóteles, el conocimiento tiene origen en los sentidos, que producen sensaciones en el alma y en el cuerpo, ayudados por la imaginación y la memoria producen una imagen sensible; después sigue por extraer la forma de los objetos, lo inteligible, tarea que es realizada por el entendimiento agente, que saca los rasgos esenciales del objeto en un proceso denominado abstracción, después, el entendimiento paciente creará un concepto universal. Como resultado final, desde un objeto sensible obtenemos un concepto inteligible. Al igual que en Aristóteles, en Santo Tomas la metafísica es la ciencia de las primeras causas y principios del ser, adoptando por ello la teoría de las cuatro causas (material, forma, eficiente y final), la de la sustancia y la del acto (lo que algo es en sí) y la potencia (la capacidad que tiene algo de ser otra cosa); pero incorpora los conceptos de esencia y existencia, ya que los conceptos anteriores no son suficientes para hablar de Dios. En todos los seres, salvo en Dios, se distinguirá entre la esencia, aquello que un ser es, de la existencia, el acto de existir o ser en el mundo. La esencia está en potencia de existir, tiene la posibilidad de existir, pero también de no existir, es contingente, no necesaria. Es preciso que algo o alguien la haga existir actualizando su potencialidad. Ese algo es Dios, el único ser necesario y simple cuya esencia coincide con su existencia. Dios es libre de dar o no dar la existencia a las criaturas. La relación entre esencia y existencia consistirá en que la esencia de algo puede ser comprendido independientemente de que ese algo exista o no; además siempre se mantiene inalterable. Por el hecho de que todo ser creado es limitado y no se puede haber dado su propio ser, su existencia o su esencia, se exige que haya un ser creador, que será Dios, que les haya otorgado ser, esencia y existencia. Dios por lo tanto es un ser necesario e infinito, causa de existencia de las criaturas contingentes y limitadas; la creación no se lleva a cabo partiendo de ningún modelo, sino “ex nihilo” (de la nada) y los seres creados son compuestos (frente a Dios, que es un ser simple) y estructurados según su mayor cercanía a Dios. En la parte superior están los ángeles (que tienen esencia y existencia), los hombres, con alma y cuerpo como forma y materia, los seres sensitivos (animales) o vegetativos (plantas), los seres inertes y elementos primeros, las formas accidentales (accidentes de Aristóteles) y la materia prima con la que Dios hizo la creación (que es la potencia absoluta, lo puede ser todo).
4. Antropología. Para su antropología, Santo Tomás se basa en Aristóteles, adaptándolo a la filosofía cristiana. Dice que el ser humano está compuesto por cuerpo, relacionado con el mundo sensible y natural y que es la materia del ser humano y alma , que pertenece al mundo espiritual, es la forma del hombre y el principio de la vida. Por estar formado por ambos, estará a caballo por lo tanto entre los seres materiales y los inmateriales. Cuerpo y alma tendrán una unión sustancial, aunque el alma puede ir fuera del cuerpo (es lo que sucede a la hora de la muerte según el Cristianismo). Y da al cuerpo más valor que San Agustín, ya que lo considera una obra de Dios y por lo tanto debe ser respetado. Recoge la idea de Aristóteles de capacidades, facultades o potencias presentes en el ser humano, clasificándolas en corpóreas o pertenecientes a los órganos corporales e incorpóreas, que se encuentran en el alma, entre ellas estarán el entendimiento, la voluntad, el intelecto, las sensaciones o la sensualidad; las divide a su vez en vegetativa, relacionada con nutrirse y reproducirse, la sensitiva, la que recoge las sensaciones y la memoria y la intelectiva, la relacionada con el pensamiento y la voluntad. Como ser vivo, por lo tanto, el hombre lo podrá hacer todo, tendrá todas las facultades: nacer, crecer, nutrirse, reproducirse, moverse, sentir, pensar o querer
5. Ética. Santo Tomás presenta una concepción teleológica del ser humano, concibiendo el comportamiento ético como el fin ideal de las acciones, planteando también una ética eudemonista, entiendo que el fin del comportamiento debe ser la felicidad. El modo de conseguirlo es usando la inteligencia, que sirve a su vez para orientar la voluntad, planteando el objetivo del hombre y qué le mueve a actuar. Ese fin es la felicidad. La felicidad consiste en la contemplación de Dios. En la vida terrena se puede disfrutar de una felicidad natural, que no es completa. Para ser feliz, el hombre debe y desea contemplar a Dios, para lo que tiene que desarrollar una serie de virtudes mediante el mismo procedimiento que indicaba Aristóteles, el hábito y el justo medio. Esas virtudes pueden ser intelectuales (arte, prudencia, inteligencia, ciencia, sabiduría), morales (justicia, fortaleza y templanza) o sobrenaturales (fe, esperanza, caridad) que son colocadas en el hombre por Dios y tienen como objetivo acercarnos a Él. El intelecto da a la voluntad la imagen del Bien y la voluntad debe seguirlo, en forma de bienes particulares (buenas acciones) que lleven al Bien absoluto. Adecuar la conducta a ese Bien nos da la virtud, aunque por el libre albedrío podemos alejarnos del Bien e ir hacia el Mal, con lo que Santo Tomas explica también la existencia de éste, basándose en los mismos preceptos que San Agustín.
6. Política. Para Santo Tomás el hombre es un ser social y, como tal, debe vivir en comunidad. Concede un papel crucial dentro de la comunidad cristiana la Iglesia y dice que debe ser superior a los Estados. Existen según Santo Tomás tres tipos de leyes, la ley eterna, que es la Providencia divina o plan de Dios para gobernar el Universo, es decir, la ley de Dios; la ley natural o moral, que es la participación que tiene el hombre de la ley de Dios y que debe guiar sus actos como ser natural y la ley positiva, creada exclusivamente por el hombre. La ley natural presenta contenidos relacionados con la conservación de la vida humana, la procreación y el cuidado de los hijos, la búsqueda de la verdad y la vida en sociedad. De ella se derivan las leyes positivas y ambas deben tener una relación de coherencia, hasta el punto de que si una ley positiva contradice a una ley natural, el ciudadano puede no cumplirla por no estar obligado moralmente a ello. Cuando estas leyes se cumplen, se alcanza la felicidad natural (la que el hombre puede tener en su vida), que conduce a la felicidad sobrenatural (contemplación de Dios).
ARISTÓTELES
Teoría del conocimiento. Aristóteles acaba discrepando de Platón con respecto a la teoría sobre las Ideas, manifestando que no puede mantenerse que haya una idea para cada cosa, porque si no habría un número infinito de ideas, además, teniendo en cuenta la idea de cambio en la naturaleza, no es lógico que haya más de una idea distinta para cosas que son lo mismo. (oruga/mariposa; bebé/adulto/anciano), cambio o movimiento que no es explicado por la Teoría de las Ideas, es más, la contradice, ya que si las Ideas son inmutables, las cosas deberían serlo y no lo son, el mundo es imperfecto y cambiante. Dice también que habrá un elemento universal por el cual llamamos igual a los objetos del mismo género, lo que es real pero no independiente de las cosas; además, las Ideas deben tener un fundamento en lo real, ya que todo conocimiento debe ir precedido de un conocimiento sensible. Esencia y objeto no pueden estar separados (la esencia de cada objeto está en el interior, se pregunta cómo es posible que siendo las Ideas la esencia de las cosas, estén totalmente separadas). Finalmente argumenta que no puede haber ideas perfectas de cosas imperfectas en sí, como la maldad o el crimen. Por lo tanto, al no existir Ideas y copias como decía Platón, tampoco puede haber lógicamente dos mundos diferentes, llegando a ironizar sobre lo difícil que sería entender dos mundos cuando ya cuesta hacerlo con uno solo. Por lo tanto, el modo de obtener conocimiento ya no será la epísteme, el impulso erótico o la reminiscencia a través de las Ideas. Aristóteles cree en un conocimiento empirista o sensible, que procede de los sentidos, las sensaciones y la experiencia y que de ahí va por abstracción hasta el entendimiento, que se divide en agente, que separa la forma de la materia y se queda solo con la forma, de la que derivarán los conceptos (siendo eso conocer las causas y los principios de todo, en lo que coincide con Platón) y el paciente, que recibe la imaginación. El proceso de conocimiento se producirá a partir del entendimiento agente, que elaborará el concepto que luego permitirá identificar los elementos similares al mismo. Establecerá como herramientas para el conocimiento, dentro de la lógica, el silogismo, según el cual a través de dos premisas o proposiciones que ya conocemos, podemos obtener otra que no conocíamos. Estas premisas pueden ser definiciones, afirmar o negar o pueden establecer algo verdadero o falso: Sócrates es un hombre- primera premisa//Los hombres son mortales – segunda premisa//Por tanto, Sócrates es mortal – conclusión. Otros procedimientos dentro de la lógica para obtener conocimiento son la inducción y la deducción. La inducción consiste en, partiendo de casos particulares, desarrollar una teoría a modo de conclusión y la deducción, siguiendo el camino inverso, partiendo de una teoría o tesis ir apoyándola con casos particulares. Con todo ello, Aristóteles establece finalmente la existencia de tres tipos de conocimiento, el productivo o saber técnico, encargado de producir y fabricar cosas, el práctico, que se usa para ordenar la conducta, y el contemplativo o no práctico, que considera la verdadera sabiduría, que sirve para analizar lo que existe y cómo se comporta ante uno y que tiene un carácter universal
Metafísica. Por metafísica entendemos la ciencia del ser o filosofía primera, con ella Aristóteles pretende estudiar y explicar el cambio en la Naturaleza, por ejemplo, de bebé a hombre o de oruga a mariposa. Según Aristóteles, el ser se produce por analogía, es decir, podemos encontrar muchos seres que comparten el elemento común de que son o existen pero presentan cualidades distintas. El ser está compuesto en primer lugar por sustancia y accidentes, siendo la sustancia el ser en sí mismo y los accidentes sus características, que son cambiables. Dichas características son la cantidad, la cualidad, la relación, el lugar, el tiempo, la acción, el estado, la pasión y la posición. La sustancia a su vez se divide en sustancia primera, el individuo concreto, que sigue siendo cambiable y sustancia segunda, esencia o definición, que se refiere a la especie o categoría a la que pertenece el ser y que nunca cambia (hombre, perro, insecto). La primera contiene a la segunda y no puede haber separación entre ambas. Y la sustancia primera se separará en materia y forma, siendo la materia de lo que está hecho algo y la forma su aspecto externo, de ellas solo cambiará la forma, la materia será siempre la misma (el bebé y el hombre están siempre “hechos” de lo mismo). Ambas son indisolubles, excepto dentro del entendimiento agente humano. Por su división en materia y forma a esta teoría de Aristóteles se le llama teoría hylemorfica. Además crea los conceptos de acto y potencia, siendo el acto lo que un ser es en sí en un momento determinado y la potencia lo que puede llegar a ser. Así pues, el bebé es un bebé en acto y un hombre en potencia o la oruga una oruga en acto pero una mariposa en potencia (en ambos casos el resultado final pasará a ser un acto). La forma equivaldrá a la potencia y la materia al acto (una masa informe de bronce puede llegar a ser una bola de bronce). Se entiende por tanto que el acto es un movimiento, algo que podemos entonces hacer sin tener necesariamente capacidad de hacerlo, llamado entonces energeia y diferenciado de la entelequia o acto como resultado o finalidad del movimiento, el logro perfecto. Dentro de la potencia tendríamos dos tipos, la potencia pasiva o capacidad de sufrir un cambio, que se encuentra en el sujeto que sufre la acción y la potencia activa o capacidad para producir un cambio, que se encuentra en el agente o quien produce el cambio. Por ello Aristóteles manifiesta que el movimiento es el paso de la potencia al acto y que el acto predomina sobre la potencia; puede haber infinidad de potencias pero no son nada sin determinados actos (si algo es en potencia es porque es acto previamente).
Física. En la Física, Aristóteles estudia también el cambio de los seres, entendiendo como principios del cambio la sustancia que cambia, la forma antigua y la forma nueva, manteniendo que siempre algo cambia y algo permanece. Iguala el concepto de cambio al de movimiento (entendiéndolo como tal cuando se produce la potencia). Según él, existirán cuatro tipos de cambio: el cambio sustancial, que es permanente (la generación o nacimiento y la corrupción o muerte) y el cambio accidental, dentro del cual encontramos el cambio locativo o de lugar, el cambio cualitativo o de cualidad y el cambio cuantitativo o de cantidad. Posteriormente establece cuales son las causas del cambio o movimiento, diciendo que son cuatro causas diferentes, la causa material (materia), la causa formal (forma, lo que un objeto es), la causa eficiente o directa, el porqué de algo o la causa final (para qué está hecho algo, relacionado con la potencia; todos los objetos tienen una finalidad, lo que se denomina concepción teleológica). Todos los cambios pueden deberse a diversos factores: la naturaleza de lo cambiado, el arte, la técnica o el simple azar. Todo hecho tiene su causa, pudiendo retroceder así hasta lo que él llama primer motor, causa primera o motor inmóvil, que sería el origen de todas las cosas y que es el acto puro que ya carece de potencia, no puede llegar a ser nada más. No podemos hablar de una serie infinita de causas y el primer motor es necesario ya que el movimiento y el tiempo son eternos.
Cosmología. Según Aristóteles, el cosmos se divide en un mundo elemental o sublunar que está formado por cuatro elementos: la tierra, que está en el centro del mundo sublunar, el agua, el aire y el fuego, localizado en su periferia. Cada uno de esos elementos ocupa un lugar natural y hacia allí tienden y reposan inmóviles. En la Tierra se produce un movimiento violento causado por agentes exteriores. La otra zona del cosmos es el mundo celeste o supralunar, formado por lo que llama éter y que presenta un movimiento circular y uniforme. Fuera de ambos encontramos cosas incorpóreas ajenas a ambos mundos y entidades inmateriales como el primer motor.
Antropología. En esta parte de su filosofía, Aristóteles reflexiona sobre el papel del alma y la relación que tiene con el cuerpo, tomando el alma como el elemento que da existencia al hombre, y, por lo tanto, es su esencia, manteniendo además que la unión entre ambos es una unión sustancial y no accidental como decía Platón, por lo tanto, se trata de una unión más estrecha. El alma es el ser del cuerpo, le da vida y permite que sirva para aquello para lo que está destinado, es decir, le da forma. Dice también que el alma desaparece con la muerte del cuerpo, en lo que también difiere de Platón. Por último, considera que el alma es la inteligencia o “nous” ya que de ella derivan los entendimientos agente y paciente; el alma, aquí coincide con Platón, tenía una parte divina por la cual podemos acceder al conocimiento de lo universal, es decir, a la ciencia. No concibe el cuerpo como una “cárcel” del alma, no son elementos opuestos ni hostiles, y le da un papel más relevante que Platón. Centrándose en el alma como principio de la vida, considera que se puede dividir en lo que el va a llamar facultades. La primera sería la facultad vegetativa, que poseen todos los seres vivos, plantas, animales y ser humano, y que consiste en crecer, nutrirse y reproducirse; la segunda, la facultad sensitiva, que es lo relacionado con el placer, el dolor, el deseo y los sentimientos, las pasiones en general y la percepción propia del conocimiento sensible, poseyéndola solo los animales y el ser humano. Finalmente, la facultad racional, pensar y comprender (voluntad y entendimiento agente) es exclusiva del ser humano. Cada facultad por lo tanto define a cada ser.
Ética. Aristóteles comparte con Platón la naturaleza eudemonista de su ética, es decir, que defiende que comportarse correctamente debe hacerse para alcanzar la felicidad, entendiendo la misma como el bien o “fin final” considerado como algo subjetivo (placer, riqueza…) pero hablando también de un “bien supremo”, que es la actividad intelectual. Concibe entonces la ética como el desarrollo de esa actividad intelectual y que debe estar encaminada a hacer de la virtud o areté un hábito, es decir, adquirir la costumbre de realizar un comportamiento ético para generalizarlo mediante aprendizaje y basado en la práctica de la repetición, desarrollando la función o facultad racional del alma, que es la que le corresponde al hombre por excelencia, y relacionándolo, al igual que Platón, con el papel del filósofo, al que le corresponde llevar una vida de virtud y de conocimiento. Para comportarse bien, Aristóteles mantiene que la virtud está en el justo medio entre los vicios por exceso y por defecto, es decir, que hay que huir de los comportamientos extremos y poseer las cualidades de manera moderada. Por ejemplo, no es correcto ser temerario o cobarde sino valiente, o ser derrochador o avaro sino simplemente generoso. La virtud está relacionada con la naturaleza humana y aparece cuando se cumple la finalidad de esa naturaleza. Diferencia entre dos tipos de virtudes, las intelectuales o dianoéticas, destinadas a la perfección del intelecto encaminado al conocimiento de la verdad, que divide luego en un conocimiento teórico, dentro del cual está la ciencia (que demuestra las relaciones existentes entre las cosas), el intelecto (que capta la verdad de los primeros principios de las ciencias) y la sabiduría o filosofía (ciencia más intelecto), que llega a los últimos fundamentos de la verdad. Por otro lado, el conocimiento práctico está formado por la prudencia (saber dirigir nuestro comportamiento) y el arte o técnica, para saber crear o modificar objetos. El otro gran tipo de virtudes lo forman las éticas o morales, las perfecciones de la voluntad o el carácter, que deben sumarse a la razón. Dice también que el justo medio debe ser universal y ser considerado el mismo para todo el mundo, que la virtud más importante que se debe alcanzar es la justicia, siendo el mayor mal la injusticia, y que no se puede aplicar el justo medio a las acciones malignas ya que estas son extremos en sí mismos.
Política. Aquí Aristóteles reflexiona sobre cómo organizar la vida en común de los hombres ya que es la única manera de alcanzar la felicidad, desarrollar la vida en sociedad. Concibe al hombre como un animal político, porque necesita desarrollar una convivencia y vivir en comunidad. Se ayuda por ello de la política para socializarse y construir una parte importante de su vida. Por esa necesidad de sociabilidad busca vivir en núcleos de población como las polis o ciudades, ya que es un ser social por naturaleza porque lo necesita para realizar las actividades propias de su finalidad y por lo tanto para alcanzar su esencia. Debe comunicarse con otros seres humanos, para lo que se establece el fin del lenguaje. Además, la polis es anterior al individuo y ambos se necesitan mutuamente (como la mano y el cuerpo). Como ser racional por naturaleza, el hombre participará en el gobierno de la polis (limitado a los hombres libres, no podrán hacerlo ni mujeres ni esclavos). La primera comunidad natural se encontraba en la familia y de ahí se pasará al municipio o aldea y por último al Estado. Existen formas de Estado buenas, como la monarquía, donde gobierna una persona sobresaliente y virtuosa, la aristocracia, donde lo hacen unas pocas personas sobresalientes y la república, gobierno de la clase media. Las peores formas de gobierno son la tiranía, degradación de la monarquía, la oligarquía, de la aristocracia y la democracia, que lo es de la república. Para él, el mejor régimen político es una combinación entre la democracia, que tiene como rasgo positivo la libertad, la oligarquía, que permite la creación de riqueza y la aristocracia, de la que toma la excelencia y la capacidad. Cualquiera de estas formas de gobierno se debe basar en tres principios, la armonía, porque se tiene que gobernar buscando el bien común y sin egoísmos, la autarquía, cada sociedad debe ser independiente y autosuficiente y la educación en valores morales correctos.
DESCARTES
1. CONOCIMIENTO Y METAFÍSICA. Descartes es un filósofo racionalista, es decir, piensa que el conocimiento solo puede llegar al ser humano a través de la razón, rechazando tanto el conocimiento sensible como el método que sigue, la abstracción y creyendo en la existencia de ideas innatas. Piensa que para dirigir bien la razón y alcanzar el conocimiento racional es necesario un método, puesto que el método de la escolástica (creado por Santo Tomás a partir de Aristóteles) había fracasado, el silogismo o la física aristotélica eran inadecuados e inaceptables. ya que recurrir a fuerzas ocultas o desconocidas o esencias imposibles de demostrar comenzaba a ser poco científico. Y Descartes está enormemente interesado en la ciencia, por lo que se centra en el rechazo del error y la búsqueda de la verdad, se dispone a investigar con el fin de determinar algo con certeza; incluso si ese algo es que no puede haber conocimiento verdadero alguno. Para dar ese método al conocimiento, Descartes optará por aplicar el método característico de las Matemáticas; el éxito de las Matemáticas como ciencia radica no en su estructura, sino en el método que utiliza, que nos proporciona un conocimiento exacto de la Naturaleza. Si el conocimiento de la naturaleza es posible gracias a las matemáticas es pensable que utilizando su mismo método se pueda alcanzar la verdad y la certeza en el conocimiento de los otros aspectos de la realidad. Por lo tanto, Descartes sólo encuentra la verdad que busca en los conocimientos matemáticos. No es que las matemáticas sean un tipo de saber distinto del resto de los saberes. Si la razón es única, el saber es único, y debe haber un único método para alcanzar la sabiduría. Para Descartes un método es una serie de reglas ciertas y fáciles, que nos pueden ayudar a separar lo falso de lo verdadero, y nos ayuden a incrementar nuestro conocimiento para llegar a una verdadera comprensión de las cosas. Descartes propone la intuición (captar conceptos simples de la razón) y la deducción (relacionar los conceptos simples entre sí) como los dos únicos modos de conocimiento y, por lo tanto, como aquellos elementos sobre los que se debe construir el método. Basándose en esos principios, en su obra “Discurso del método” expone las cuatro reglas o preceptos del mismo: la regla de la evidencia, la del análisis, la de la síntesis y la del recuento. La regla de evidencia consiste en no tomar como verdadero nada que no reconozcamos evidentemente como tal; es decir, aceptar solo ideas que se presenten como claras y distintas y que no se puedan poner en duda; la regla de análisis (intuición) consiste en dividir cada una de las dificultades que tenga el problema en tantas partes como sea necesario para resolverlas mejor. La tercera regla o regla de síntesis (deducción) requiere ir de los objetos más simples y más fáciles de conocer para subir poco a poco hasta el conocimiento de los más complejos y así entender mejor el problema en su totalidad. Y finalmente, la regla del recuento se realiza para hacer todo tipo de revisiones y comprobaciones para comprobar que la solución al problema es la correcta. Las dos primeras reglas son lo que se ha dado en llamar la parte analítica del método; y las dos segundas la parte sintética. El método estaría compuesto así por dos operaciones básicas: el análisis y la síntesis. Descartes se encuentra entonces con el problema que ofrece la regla de evidencia sobre como encontrar lo que realmente es claro y distinto, como saber si los conocimientos o ideas que expresa un problema son ciertos. Se propone entonces aplicar el llamado método cartesiano, basado en la duda metódica o hiperbólica, de modo que considerará falso todo aquello en lo que se encuentre el menor motivo de duda; considera que un conocimiento, para ser tomado como verdadero, ha de poseer la característica de la certeza, que viene a significar una especie de seguridad en la verdad del conocimiento. La menor sombra de duda hará desaparecer esa certeza y Descartes considerará necesario tomar dicho conocimiento como falso. Habrá que examinar si lo que hemos tomado hasta ahora por conocimientos verdaderos poseen o no esa característica, y pueden o no ser sometidos a duda. No será necesario examinarlos todos; bastará examinar los principios en que se fundan. El primer paso de la duda metódica consiste en dudar de los sentidos, podemos constatar que muchas veces los sentidos nos engañan, por lo que será necesario someter a duda y, por lo tanto, tomar como falsos todos los conocimientos que derivan de los sentidos. De lo siguiente que duda Descartes es de distinguir con claridad la vigilia del sueño, (lo que nos ocurre cuando creemos estar despiertos o cuando estamos dormidos). Esta incapacidad ha de conducir a extender la duda al ámbito de los pensamientos, incluyendo las operaciones más intelectuales, también producidas por la mente, como el soñar. Aun así, parece haber ciertos conocimientos de los que razonablemente no puedo dudar, como los conocimientos matemáticos. Sin embargo Descartes plantea la posibilidad de que Dios nos haya creado de tal manera que cuando juzgo que 2+2 = 4 me esté equivocando; de hecho permite que a veces me equivoque, por lo que podría permitir que me equivocara siempre, incluso cuando juzgo de verdades tan «evidentes» como las verdades matemáticas. En ese caso todos mis conocimientos matemáticos serían dudosos y, por lo tanto, según el criterio establecido, deberían ser considerados todos falsos. Dado que la posibilidad anterior puede parecer ofensiva a los creyentes, Descartes plantea otra opción: la de que exista un genio maligno que esté interviniendo siempre en mis operaciones mentales de tal forma que haga que tome constantemente lo falso por verdadero, de modo que siempre me engañe. En este caso, dado que soy incapaz de eliminar tal posibilidad, puesto que realmente me engaño a veces, he de considerar que todos mis conocimientos son dudosos. Así, la duda ha de extenderse también a todos los conocimientos que no parecen derivar de la experiencia. Viéndose obligado a dudar de todo, Descartes se da cuenta, sin embargo, de que para ser engañado ha de existir, y de que está realizando una actividad mental que consiste en dudar, por lo que percibe que la siguiente proposición: «pienso, luego existo», («cogito, ergo sum»), ha de ser cierta, al menos mientras está pensando. Esta proposición se presenta con total claridad y distinción, de modo que resiste todos los motivos de duda y goza de absoluta certeza. Es la primera verdad de la que puedo estar seguro, de la que puedo decir que es evidente. Descartes define por lo tanto al yo, a la persona individual, como una “cosa pensante” (“res cogitans”), que si es capaz de pensar puede hacer otras actividades mentales como sentir, querer o imaginar. En el pensamiento hay contenidos mentales, a los que Descartes llama «ideas», lo que Descartes analiza para deducir que existen tres tipos de ideas: unas que parecen proceder del exterior a mí, a las que llama «ideas adventicias», que vienen del conocimiento de los sentidos, producidas por lo externo al “yo”; otras que parecen haber sido producidas por nosotros mismos a partir de nuestra mente, a las que llamara «ideas facticias»; y otras, por fin, que no parecen proceder del exterior ni haber sido producidas por el “yo”, a las que llamará «ideas innatas» (Dios, infinito, perfección, Matemáticas) algunas de las cuales no pueden estar sometidas a duda. En su metafísica, Descartes parte del concepto de sustancia, definiéndola como aquello que existe sin necesitar a otra cosa para existir. La única sustancia pura por lo tanto es la conocida como “res infinita”, es decir, Dios. Sin embargo admite también como sustancias el cuerpo o “res extensa” y la mente, la ya conocida “res cogitans”, ya que son independientes entre ellas. Ambas tendrán propiedades (esenciales, también llamadas atributos y accidentales o modos. En lo referente al cuerpo, su atributo o propiedad esencial es la extensión, sus propiedades accidentales o modos la posición, la figura y el movimiento; para la mente la propiedad esencial será el pensamiento y las accidentales o modos el amor, el odio, el juzgar o el querer. En lo referente a lo que nos rodea en nuestra realidad, presentará cualidades primarias y objetivas como la extensión (en longitud, anchura y profundidad), el tamaño, la figura y el movimiento y cualidades secundarias o subjetivas el color, el sonido, el gusto, el olor y las cualidades táctiles. Tanto propiedades como cualidades no se dan en el mismo ser aisladamente unas de otras, pero nuestro entendimiento puede separarlas y podemos llegar a ellas mediante el análisis, ya que no están formadas por elementos más básicos. Precisamente el conocimiento empieza por ellas tomadas como naturalezas simples y deducimos a partir de ellas proposiciones más complejas.
2. DIOS. Descartes analiza dos de las ideas innatas, la de infinito y la de perfección, y argumentando que no pueden haber sido causadas por nosotros mismos, dado que somos finitos e imperfectos, sólo pueden haber sido causadas por un ser proporcionado a ellas, por lo que tienen que haber sido puestas en nosotros por un ser infinito y perfecto, que sea la causa de las ideas de infinito y de perfección que tenemos. A partir de ellas, demuestra Descartes la existencia de Dios mediante los argumentos basados en la idea de infinitud y en la de perfección. Una vez demostrada la existencia de Dios, dado que Dios no puede ser imperfecto, se revierte la duda metódica; elimina la posibilidad de que Dios nos haya creado de tal manera que siempre nos engañe, así como la posibilidad de que permita a un genio malvado engañarnos constantemente, por lo que los motivos para dudar tanto de la verdades matemáticas y en general de todo lo inteligible como de la verdades que parecen derivar de los sentidos, quedan eliminados. Podemos creer por lo tanto en la existencia del mundo, es decir, en la existencia de una realidad externa con la misma certeza con la que se que es verdadera la proposición «pienso, existo», (que ha conducido finalmente a la existencia de Dios, quien aparece como garante último de la existencia de la realidad extramental, del mundo). A esto añade que el ser humano es contingente no tanto por necesitar de otro ser necesario para existir, sino por su incapacidad para mantenerse en el ser, para continuar viviendo por sí mismo, ya que la existencia humana es sumamente frágil y en cualquier momento podría no existir. Dios es necesario para explicar la conservación de nuestro ser. Como resultado de la deducción afianza la seguridad en la existencia de la sustancia infinita, Dios, y de que es la causa última de las otras dos sustancias, la «res extensa», es decir, el «mundo», las realidades corpóreas y la «res cogitans», la substancia pensante, de carácter no corpóreo, no extenso, inmaterial, siendo estas dos últimas sustancias finitas.
3. FÍSICA Y COSMOLOGÍA. Entendiendo la Naturaleza como una sustancia extensa, con figura y movimiento, Descartes manifiesta que dentro de ella hay materia, formada por corpúsculos, y no existe el vacío. Los corpúsculos siempre serán visibles con su propia figura y extensión. La Naturaleza se rige entonces por las llamadas leyes de la geometría (toda la realidad es reducible a lo matemático y la inteligencia debe percibirlo así). Descartes concibe el movimiento como algo que configura también la Naturaleza y que es explicable también por las Matemáticas (espacio, velocidad, tiempo) y que también se somete a diversas leyes: la ley de inercia, según la que todo permanece en el estado en el que está si nada modifica ese estado, la ley del movimiento, por la cual éste sigue siempre trayectorias rectilíneas y la ley de la conservación de la cantidad de movimiento, que dice que no puede haber trasvase de movimiento sin haber pérdida o ganancia del mismo. Todas estas leyes son inmutables, ya que proceden de Dios, que también lo es. Además concibe el Universo como una sucesión de sistemas solares y planetarios que están en contacto. Cada sistema tiene un movimiento mecánico en torno a un Sol o estrella central. Descartes concibe el universo como un reloj, una máquina, que es puesta en marcha por Dios y luego se mueve por sus propias leyes con un sistema mecánico de duración indefinida.
4. ANTROPOLOGÍA. Para Descartes los seres humanos están compuestos de alma, formada por la sustancia pensante y cuerpo o sustancia extensa. Ambas sustancias interactúan y se unen en el hombre, en la zona conocida como la glándula pineal o epífisis, allí el alma conecta con el cuerpo y ambos actúan mutuamente el uno sobre el otro para poder desarrollarse. El alma dirige al cuerpo y le da voluntad y libertad y la unión entre ambos es puramente accidental, el alma es expresamente creada, enteramente independiente del cuerpo e inmortal. El alma unida con el cuerpo es consciencia, conoce lo que le ocurre al cuerpo y se da cuenta de ello. Como el cuerpo es un mecanismo, el alma es lo que le da consciencia, voluntad y razón y la presencia del alma es lo que diferencia al hombre de los animales, que son autómatas y no tienen espíritu. Distingue por último entre acciones, que dependen de la voluntad, y pasiones, que son sentimientos y emociones involuntarios causados en el alma por el cuerpo, aunque el alma cree que surgen de ella. El puente entre lo intelectual y las pasiones es la admiración, de ella surgen pasiones fundamentales como el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza y de ellas a su vez surgen otras como el aprecio o el desprecio. El hombre debe guiarse no por las pasiones sino por la experiencia y la razón, lo que le hará más dueño de su voluntad
5. ÉTICA Para Descartes, el hombre, como ser pensante, necesita tener criterios morales para actuar correctamente y con ello alcanzar la felicidad. En Descartes, la ética se basa en el método cartesiano, el conocimiento y la metafísica, tiene una relación directa con ellos. La primera regla ética que defiende es que hay que obedecer siempre las leyes y costumbres del país donde nos hallemos, lo que no es incompatible con conservar nuestra propia religión y expresar opiniones moderadas, se muestra enemigo de cualquier tipo de conflicto (político, religioso); su segunda regla es que, al obrar, hay que tomar decisiones firmes y totales como si estuviéramos seguros, lo estemos o no y en la tercera afirma que hay que vencerse a sí mismo y cambiar los pensamientos propios por otros más prácticos en lugar de intentar luchar contra el orden del mundo, lo que está fuera de nuestro alcance. Para conseguir esto propone que cada persona analice con su razón y con claridad lo que es posible o lo que no, pues solo de este modo será feliz. Así pues, se deben tomar como guía las perfecciones del alma, que se aparecen como ideas claras y distintas (la felicidad y la libertad), por lo que los deseos y pasiones deben dominarse y ser guiados (que gobierne, pues, el cogito y no la sustancia extensa, ya que las pasiones son la manera en la cual nos afecta el mundo extenso). Por lo tanto, la libertad consiste en realizar por la propia voluntad lo que nuestro entendimiento distingue con certeza como bueno y verdadero
6. POLÍTICA. Descartes comienza su política reflexionando acerca del Estado, al que considera un producto de la evolución de sociedades salvajes para frenar situaciones de lucha que no les resultan beneficiosas. Compara primero al Estado con una construcción y dice que siempre es más bello y mejor lo que ha construido un solo arquitecto que lo que han hecho varios. Va a mostrar posturas más bien conservadoras, no creyendo en cambios radicales ni revoluciones y aceptará generalmente la autoridad del gobernante, que tendrá poder político por conveniencia de todos, existe para los pueblos la necesidad de pasar de las primeras comunidades humanas a formas de Estado más elaboradas. Es partidario por lo tanto del orden con respecto a la anarquía y piensa que las leyes deben cumplirse de manera estricta, lo que ya está recogido en el primer principio de la ética. Tiene una concepción pragmática o práctica de la política; es consciente de la importancia del poder y usa esa mirada realista para considerar la justicia, que no es igual para todos, pues Dios da derecho a quien tiene la fuerza. Dice que el soberano debe ser prudente y cauteloso con los súbditos y con los ministros.
HUME
1. CONOCIMIENTO Y METAFÍSICA. Partiendo de un criticismo, rompiendo con lo abstracto y siendo escéptico en cuanto al conocimiento, Hume aspira a construir una ciencia del hombre, considerando que todas las ciencias dejaban de lado la naturaleza humana a pesar de guardar una relación profunda con el propio ser humano, por lo que no había una ciencia completa ya que cualquier ciencia debe basarse en la naturaleza humana. Parte de un punto de vista empirista, manteniendo que el conocimiento procede de los sentidos, la experiencia y la observación; su objetivo será establecer cuáles son los límites del entendimiento y encontrándolos en la experiencia, límite pero también fuente del mismo. Con ello, Hume rechaza la existencia de las ideas innatas, dice que la mente humana es como una especie de “tabula rasa” o tabla en blanco donde no hay nada escrito y el conocimiento se va acumulando a base de impresiones. A diferencia de Descartes, para quien todos los contenidos mentales eran «ideas», Hume encuentra dos tipos distintos de contenidos: las impresiones y las ideas. Las impresiones son las percepciones que nosotros llamamos sensaciones, pasiones o emociones, que nos vienen como datos inmediatos de la experiencia y que son vivas y reales, mientras que las ideas son las imágenes difuminadas de las sensaciones en el pensamiento y en el razonamiento. La relación que existe entre ambas es que todas nuestras ideas, o percepciones más endebles, son copias de nuestras impresiones o percepciones más intensas. Es decir, las ideas derivan de las impresiones; las impresiones son, pues, los elementos originarios del conocimiento; de esta relación entre las impresiones y las ideas extraerá Hume el criterio de verdad: una proposición será verdadera si las ideas que contiene corresponden a alguna impresión; y falsa si no hay correspondencia. Las impresiones pueden ser de dos tipos: de sensación, y de reflexión. Las impresiones de sensación, cuya causa es desconocida, las atribuimos a la acción de los sentidos, y son las que percibimos cuando decimos que vemos, oímos, sentimos, etc; las impresiones de reflexión son aquellas que van asociadas a la percepción de una idea, como cuando sentimos aversión ante la idea de frío, y casos similares. Además, las impresiones pueden clasificarse también como simples o complejas; una impresión simple sería la percepción de un color, por ejemplo; una impresión compleja, la percepción de una ciudad. Las ideas, a su vez, pueden clasificarse en simples y complejas. Las ideas simples son la copia de una impresión simple, como la idea de un color, por ejemplo. Las ideas complejas pueden ser la copia de impresiones complejas, como la idea de la ciudad, o pueden ser elaboradas por la mente a partir de otras ideas simples o complejas, mediante la operación de mezclarlas o combinarlas según las leyes que regulan su propio funcionamiento basadas en la asociación de ideas o en la imaginación; estas leyes son la ley de semejanza (unión de ideas semejantes, por ejemplo el cuadro y el paisaje al que representa), la ley de contigüidad espacio – temporal, por la cual aquellas ideas que se han vivido juntas tienden a aparecer juntas (una habitación de una casa y el resto de dependencias) y la ley de causa – efecto según la cual, cuando vemos que dos hechos ocurren en el mismo lugar, se suceden en el tiempo y experimentamos la relación entre ambos repetidas veces, nuestra mente tiende a pensar en el segundo como un efecto si está presente el primero, que sería su causa. Todo el razonamiento humano pertenece a dos clases, verdades de razón, que se refieren a conceptos abstractos como las matemáticas y se obtienen por un proceso de deducción y cuestiones de hecho, relacionadas con la experiencia empírica y los razonamientos inductivos, ya que no podemos conocer nada de la naturaleza con anterioridad a la experimentación. Las relaciones de ideas ayudan a la investigación científica, en disciplinas como las matemáticas, la geometría o la aritmética y son afirmaciones ciertas (por ejemplo, el concepto de área de un triángulo relaciona sus distintas partes, la base y la altura). Esto puede ser comprobado por el entendimiento, no hace falta la experiencia. Pero ésta si es necesaria en las cuestiones de hecho, centradas en razonamientos probables. Muestra su desacuerdo con el racionalismo clásico, para quien la idea de conexión necesaria provenía de la relación lógica causa / efecto, y afirma que es imposible deducir a priori que el efecto provenga de la causa, no podemos asumir que existe una conexión necesaria, la relación entre ellos es oscura, incierta, no se corresponde con una impresión y por ello la causalidad es solo una cuestión de hecho de carácter probable. La causalidad es una relación que afirmamos que se da entre dos fenómenos distintos, de lo que nos damos cuenta por pensar en el efecto como fenómeno aislado, individualizado, que no tiene por qué tener a A como causa, y nos daremos cuenta de que no encierra ninguna contradicción. Es nuestra creencia, explicable únicamente a partir de la experiencia, la que fundamenta el valor de la relación causal. La idea de causa es una ficción de la imaginación apoyada en el hábito de la frecuente unión espacial y temporal, no tiene parte activa en la producción de los fenómenos, de los efectos. No podemos evitar trasladar a los acontecimientos naturales la costumbre que hemos adquirido de esperar en el futuro, una sucesión de acontecimientos semejantes a los que se han producido en el pasado. La experiencia nunca puede determinarnos a proponer enunciados como universales y necesarios. La seguridad en la creencia proviene de la repetición, que llega a producir el hábito de esperar que las cosas sucedan como siempre han sucedido. El valor de la causalidad tiene su fundamento en el sujeto y no en la experiencia; sujeto que debe ser entendido como sujeto natural, que tiene naturaleza. En cuanto a la metafísica, Hume se preguntará por la validez de la idea de sustancia, y lo hará recurriendo al criterio de verdad que había fijado anteriormente. Según tal criterio, una idea es verdadera si le corresponde una impresión; en caso contrario hemos de considerarla falsa. A la idea de sustancia no le corresponde ninguna impresión de sensación, ni tampoco ninguna impresión de reflexión, entonces no le corresponde en absoluto ninguna impresión; y es una idea falsa. Por ello aborda las sustancias de la metafísica de Descartes pensando en ellas como ideas innatas; sobre la sustancia extensa dice que no podemos saber si existen cuerpos con independencia de nuestros seres ya que la conexión no es identificable y las ideas e impresiones se encierran a sí mismas y no sabemos a qué corresponden. A su vez, la sustancia del yo es incognoscible y se define como un conjunto de impresiones e ideas en perpetuo flujo y movimiento que imaginamos unidas entre sí. No existe la percepción de un yo único a lo largo de nuestra vida, ni siquiera de sus posibles cambios, es aquello a lo que nuestras impresiones e ideas hacen referencia. El yo siempre es idéntico y su impresión debería serlo, pero nada es idéntico constantemente. La identidad del yo está entonces en la memoria y conecta las impresiones sucesivas sobre nuestras vivencias.
2. DIOS. Para Hume, es imposible demostrar su existencia, ya que no tenemos impresión de Él, y tampoco la tenemos de los argumentos que otros autores (San Agustín, Santo Tomás) han usado para justificarla (principio ordenador, causa primera, …) Por lo tanto, es falso considerar a Dios causa de todo. Hume defiende por ello un fenomenismo (solo conozco o puedo conocer fenómenos), un escepticismo (solamente me muestro seguro de lo que percibo) y un relativismo (no hay verdad absoluta y objetiva sino verdades particulares)
3. ANTROPOLOGÍA. Hume divide al ser humano o “yo” en mente y cuerpo, a los que atribuye, respectivamente, las impresiones de reflexión y las impresiones de sensación. Ambos tienen una relación causal cuyo origen es desconocido y que consiste en una interdependencia o interactuación mediante la experiencia (la mente y el cuerpo son vitales el uno para el otro). Pueden existir por separado, pero entonces tendríamos una persona sin identidad; ninguno de ellos puede ser por separado una persona completa. Por lo tanto, rechaza la idea de identificar plenamente la persona con el “yo” o alma.
4. ÉTICA. La moral en Hume se fundamenta en los sentimientos (ética emotivista, siendo en ella la razón esclava de las pasiones). Estos sentimientos van a ser provocados por acciones realizadas por los demás o cualidades que presentan éstos. Para Hume, los seres humanos somos egoístas, actuamos por interés propio pero también podemos ser altruistas, por lo que sentimos alegría al ver el bien y repulsa hacia el dolor ajeno. Si las acciones o cualidades despiertan sentimientos buenos o de desagrado, que son muy distintos, son respectivamente buenas o malas desde un punto de vista moral. El sentimiento moral, por lo tanto, valora acciones, cualidades y caracteres de las personas y aparece independientemente de nuestro interés (no es voluntario, si tenemos un prejuicio hacia alguien, se puede cambiar). A esto lo llama Hume simpatía, ya que comprendemos lo que siente alguien y podemos a la vez causarle un efecto. Estos sentimientos morales son comunes a todos y se manifiestan en todos los hombres al percibir las mismas acciones y cualidades.
5. POLÍTICA. La teoría política de Hume está basada en un análisis de hechos con carácter empírico; mantiene que mediante la experiencia se pueden extraer conocimientos generales y seguros sobre la sociedad. No se deben usar por ello meras dscripciones ni principios abstractos. La sociedad no puede desligarse del ser humano y está casuada por un deseo neutral y objetivo de unirse por parte de las personas que la forman. Su núcleo original es la familia, que se va ampliando cuando lo ve como algo beneficioso. El gobierno sirve para solucionar problemas y conflictos que surgen con la convivencia. Es obedecido por utilidad (sentido práctico) y si ésta desaparece, no es obligatorio obedecerle. Finalmente, Hume defiende las libertades de creencia, religión o pensamiento.