La Crítica a la Teoría de las Ideas de Platón
Aristóteles, en contraposición a su maestro Platón, realiza una crítica a la teoría de las Ideas, negando la existencia separada de un mismo mundo y considerando que dicha teoría no es capaz de explicar correctamente el devenir de las cosas. En lo fundamental, Aristóteles permanece fiel a la herencia platónica y socrática de que la ciencia, que versa sobre lo general y universal, es una búsqueda de la esencia común que se encuentra en las cosas mismas y no separada de ellas.
La Lógica como Herramienta para la Ciencia
Aristóteles considera, y de ahí su carácter sistemático, que para poder hacer ciencia hace falta una herramienta principal, denominada lógica. El silogismo es una estructura formal, basada en dos ideas fundamentales, en la definición y en la demostración, que permite subsumir lo particular dentro de lo universal; y consta, normalmente, de dos premisas y una conclusión. El conocimiento de Aristóteles se fundamenta, recogiendo la vieja idea sofista, en el lenguaje: “El hombre es el que construye su propio mundo mediante el uso del lenguaje”, como ya bien dijo el presocrático Protágoras.
Materia y Forma: La Sustancia Aristotélica
Aristóteles, empirista por excelencia, enuncia la teoría de “Materia y forma”, en la cual se recoge la principal diferencia de la metafísica aristotélica respecto a la de su maestro Platón, que estriba en qué es sustancia para cada uno. Para Platón, sustancia es la Idea (inmutable, eterna, trascendente) mientras que Aristóteles la diferencia en dos:
- La sustancia primera no es más que el individuo concreto, particular y sujeto al cambio o devenir.
- La sustancia segunda constituye la esencia y la forma, esta última subdividida en materia próxima primigenia, semejante al apeiron de Anaximandro, o a la materia primordial del Timeo de Platón.
Esta teoría se encuentra sujeta a un primer mantra “la ciencia es el estudio de lo universal y necesario” y a un segundo mantra “la sustancia primera es la auténticamente real, no se puede hablar de la sustancia segunda si no hay sustancia primera”.
Potencia y Acto: La Generación de la Forma
Aristóteles construye una segunda teoría, “Potencia y acto”, una especie de generación de la teoría anterior, puesto que considera que potencia-acto y materia-forma son estructuras paralelas. La materia es o está en potencia (pasiva) de la forma, y la forma es lo que actualiza a la materia, la perfecciona y confiere al ser su potencia activa para obrar.
La Física y el Estudio de la Naturaleza
La física aristotélica se basa en el estudio de la Naturaleza o Physis. Fue Aristóteles quien dio a la Naturaleza su auténtico valor de fuente para el conocimiento científico, entendiéndola como la totalidad de los seres vivos y como el proceso de esos seres vivos. Diverge de Parménides, quien consideró a la naturaleza una mera opinión, y de Platón que la consideraba simplemente fuente de conjeturas, sugerencias o mitos carentes de valor científico.
El Conocimiento y las Causas
Aristóteles es considerado el “precursor del racionalismo”, al desterrar la vieja idea platónica de “conocer es recordar” y al sustentar el conocimiento en dos niveles distintos: la sensación y el entendimiento, que derivará en el conocimiento de Kant que lo sustenta en sensibilidad, entendimiento y razón.
Partiendo de la base de que solo se adquiere conocimiento científico de cualquier sujeto cuando se conocen sus causas, el principio de movimiento y reposo de los seres vivos se explica mediante cuatro causas:
- Causa material
- Causa formal
- Causa motriz o eficiente
- Causa final
Conociendo esta última es posible conocer el resto de causas y redondear el conocimiento científico sobre un determinado sujeto; esta es la concepción teleológica que caracteriza el pensamiento aristotélico.
El Movimiento y el Primer Motor Inmóvil
Aristóteles define el movimiento como el paso de la potencia al acto, y, de un modo más técnico «el acto de lo que está en potencia, en tanto que está en potencia». Así, Aristóteles, a diferencia de Platón, quien intentó superar el inmovilismo parmenídeo y el excesivo movilismo de Heráclito distinguiendo dos tipos de realidad distintos, distingue entre cambio substancial o metabolé (de generación y de corrupción) y cambio accidental o movimiento como kinesis (cuantitativo –crecimiento o decrecimiento-, cualitativo –aceleración- y locativo –traslación-). El movimiento solo puede explicarse a partir de tres principios: el sujeto (hipokeimenón), la forma y la privación de la forma. Según la ontología aristotélica, todas las cosas sensibles tienen el movimiento como uno de sus rasgos más característicos y definitorios.
Aristóteles, cuando habla de movimiento, considera la existencia de un Primer Motor inmóvil, una causa eficiente del movimiento en el universo, semejante al Demiurgo platónico y al Ser ingénito de Parménides. Esta idea será aprovechada por la filosofía cristiana como parte de sus pruebas de la existencia de Dios y será cuestionada seriamente durante la Ilustración por Hume y Kant.
El Alma y sus Funciones
La insistencia de Aristóteles en la unidad total del ser vivo implica que no es el alma la que siente o piensa, sino todo el ser humano gracias al alma, quedando excluida, por tanto, la preexistencia del alma o su existencia más allá de la muerte como afirmó Platón. Al alma en la obra aristotélica le son asignadas tres funciones:
- Función nutritiva o vegetativa
- Función sensitiva
- Función pensante, propia únicamente del hombre (capacidad de pensar y entender)
La Ética, el Bien y la Virtud
Aristóteles difiere de Platón al considerar que no existe un único Bien, sino una multiplicidad de ellos, “hay tantos bienes como personas haya”. Pero, al mismo tiempo, se acerca a su maestro al afirmar que, entre todos los fines, existe uno que es perfecto y suficiente, la felicidad, cuya clave está en la razón.
Otra diferencia importante entre la ética de Platón y la de Aristóteles gira en torno al concepto de virtud. Para Platón, por influencia del intelectualismo socrático, la virtud es cuestión de conocimiento de la Idea del Bien, mientras que en Aristóteles, la virtud, diferenciada en virtud moral (decisiones) y en virtud intelectual o dianoética (habilidades), es una disposición del alma, es decir, una capacidad y una aptitud permanente y preferencial para comportarse de un modo determinado, la cual se adquiere y consolida con el ejercicio y la disciplina y deriva en una vida contemplativa dedicada al saber. Asimismo, la virtud aristotélica tiene menos tintes religiosos, acepta la importancia del cuerpo y los bienes materiales para conseguir la felicidad, y se encuentra en el justo medio entre dos acciones igualmente viciosas.
La Política y el Estado
La virtud que debe presidir la vida política es la justicia, entendida como la virtud más perfecta, como la que produce y preserva la felicidad de la comunidad. En este marco de interdependencia hay que situar las relaciones entre la ética y la política, “la mejor sociedad es aquella que más favorece el bien de sus ciudadanos”.
La teoría organicista del Estado presente en Aristóteles, según la cual el Estado es anterior al individuo y el hombre solo es hombre dentro de él, “El hombre que esté fuera del Estado es o bien un animal o un Dios”, define al Estado como un cuerpo organizado con una función y finalidad determinada basada en favorecer al conjunto de la sociedad.
En cuanto a la preferencia por las distintas formas de gobierno, muestra la misma clasificación que los sofistas: monarquía, aristocracia y democracia, con sus degeneraciones en tiranía, oligarquía y demagogia. En las tres primeras gobiernan los mejores y más virtuosos, teniendo como objetivo el bien común y no la satisfacción personal de los más fuertes como defendieron algunos sofistas. Solo cuando optan por el provecho particular derivan hacia las formas degeneradas de gobierno.