La Crítica de la Razón Pura constituye una teoría del conocimiento. Esta es una rama de la filosofía que aborda todos los problemas que cabe plantear a propósito del conocimiento humano (sujeto, objeto, origen, etc., del conocimiento). Kant elabora aquí una teoría idealista del conocimiento, que supera a los racionalistas y a los empiristas, clarificando y solucionando la mayor parte de esos problemas. Este idealismo constituye un auténtico “giro copernicano”: en el conocimiento, el sujeto deja de regirse por el objeto; ahora son los objetos los que pasan a depender del sujeto.
Sensibilidad y Entendimiento
Kant distingue en el hombre dos capacidades de conocimiento: la sensibilidad y el entendimiento. La sensibilidad, facultad por la cual las cosas nos son dadas, es intuitiva. El entendimiento, facultad por la cual pensamos las sensaciones, es activo. La sensibilidad está en contacto con las cosas, pero pasivamente; y el entendimiento tiene actividad espontánea, pero no está en relación primaria con ellas.
Para Kant, la intuición siempre es sensible, nunca intelectual.
Intuiciones Empíricas y Trascendentales
Las intuiciones de la sensibilidad se dividen en intuiciones empíricas y trascendentales. Las intuiciones empíricas son las sensaciones y percepciones. Esta experiencia, por su contenido diverso, se desintegraría en un caos si no estuviese unificada por las intuiciones que Kant llama a priori, que son el espacio y el tiempo. Las intuiciones del espacio y del tiempo son condiciones que hacen posible la experiencia.
Doctrina Kantiana del Espacio y el Tiempo
La doctrina kantiana acerca del espacio y el tiempo se basa en estas tres ideas fundamentales:
- El espacio y el tiempo no tienen que ver con las cosas mismas, sino con nuestra manera de conocerlas. Solo desde el punto de vista humano podemos hablar de espacio y tiempo; independientemente del sujeto, el espacio y el tiempo carecen de realidad.
- El espacio y el tiempo no se piensan, no se entienden, sino que se sienten. Solo hay un espacio y un tiempo.
- Aunque se sienten, no se experimentan. Tenemos todas nuestras experiencias en el tiempo y en el espacio, pero no tenemos experiencia del tiempo y del espacio.
Fenómeno, Categorías y Objeto de Conocimiento
La unidad formada por los datos de la experiencia en el espacio y en el tiempo es el fenómeno. El fenómeno ni es la apariencia ni es la realidad; el fenómeno es la realidad misma de las cosas trascendentes, pero en tanto que se manifiesta como datos de experiencia en el espacio y en el tiempo. Los actos del entendimiento reciben el nombre de conceptos. Se dividen en conceptos empíricos (resultado de una inducción empírica) y conceptos puros, trascendentales o a priori, que Kant llama categorías.
Con relación a la experiencia, las categorías, a nivel del entendimiento, cumplen el mismo papel que el espacio y el tiempo, a nivel de la sensibilidad. Independientes de la experiencia, las categorías la preceden como condiciones previas que la hacen posible, aplicándose a la experiencia en cuanto simples formas vacías del entendimiento. La función de las categorías consiste en unificar los datos de experiencia en el espacio y en el tiempo.
El objeto resulta de categorizar los datos de la experiencia en el espacio y en el tiempo; resulta de pensar los fenómenos según esos conceptos puros.
El objeto de conocimiento debe ser distinguido de la cosa en sí de la realidad. Conocemos objetos, pero no las cosas en sí de la realidad, pues las modificamos con las estructuras de nuestra sensibilidad.
Validez, Origen y Límites del Conocimiento
Kant aclara definitivamente las nociones de validez u objetividad, origen y límites del conocimiento humano. La validez objetiva del conocimiento se fundamenta en lo trascendental. El origen del conocimiento viene dado por lo empírico. Los límites del conocimiento están fijados por la dimensión trascendente de las cosas en sí; este límite puesto al conocimiento trascendente es perfectamente compatible con el reconocimiento del progreso ilimitado del conocimiento fenoménico.
Resumen
En resumidas cuentas:
- El conocimiento resulta de una colaboración entre la sensibilidad y el entendimiento. Para conocer se necesita sentir y experimentar, y pensar y entender esa experiencia. El conocimiento tiene una materia y tiene una forma.
- La sensibilidad y el entendimiento imponen sus formas o condiciones del conocimiento a las cosas. Por eso es una contradicción pretender conocer las cosas en sí, querer conocer lo incondicionado. La subjetividad del sujeto hace posible la objetividad del objeto, la del conocimiento.
Por último, conviene distinguir la subjetividad individual de la subjetividad trascendental. La primera es la particularidad de cada uno en el sentir y en el pensar, y nos lleva al relativismo. La segunda es el conjunto de estructuras sensoriales e intelectuales comunes a todos los seres humanos. Esta “objetividad” escapa a nuestras posibilidades. Pero tampoco debemos caer en un subjetivismo relativista y escéptico que impida el conocimiento. Entre ambos extremos, la única objetividad posible es la que surge de la subjetividad común.