El Alma en la Filosofía de Platón
La existencia es una vida que el hombre vive en el mundo, pero el lugar vivencial del hombre no está formado solo por el mundo, sino también por el yo. Platón, para explicar el origen del mundo, utiliza la noción de creación; pero, para explicar el origen del yo, utiliza la de encarnación.
Esta noción pertenece a la teoría del alma, que es la teoría fundamental de su antropología. Estas dos teorías están estrechamente relacionadas con la teoría de las ideas y la teoría de la creación. Pero, a diferencia de estas, es una teoría relativa al ser humano; y, por consiguiente, pertenece al campo de la antropología. Mientras que la teoría de las ideas es la teoría fundamental de la metafísica de Platón, la teoría del alma es la teoría fundamental de su antropología.
Alma: Fundamento Metapsíquico del Yo
Las ideas son el fundamento metafísico del mundo, porque son esencias y, como tales, trascienden lo físico. El alma es el fundamento metapsíquico del yo, porque es un espíritu y, como tal, trasciende lo psíquico.
El alma y las ideas son afines, y por ello tienen caracteres en común:
Sobrenatural
Se manifiesta en el nacimiento y en la muerte, que son el principio y el fin naturales de la vida humana. Para Platón, el alma de un hombre es un espíritu inmortal.
Inmaterial
El alma, según Platón, carece totalmente de materia. Si el alma no fuera inmaterial, no podría ser inmortal, ya que todo ser formado por materia sufre fenómenos derivados de la inestabilidad, como la muerte.
Latente
El carácter latente del alma se manifiesta en el hecho de que forma parte del hombre sin que este tenga conciencia de ella. Se trata de un componente inconsciente. El cuerpo y el yo de un hombre son componentes conscientes, pero su espíritu, no.
Dos Vidas del Alma: Sobrenatural y Natural
El alma, por ser afín a las ideas, tiene como lugar propio el topos uranos. Este lugar y ella forman conjuntamente un lugar vivencial.
La vida vivida en el marco de este lugar vivencial es sobrenatural, porque tanto el alma como las ideas contenidas en el topos uranos son realidades sobrenaturales. Al ser una vida sobrenatural, supera los fenómenos naturales de generación y corrupción; es decir, no le afectan el nacimiento y la muerte, ni la producción y la destrucción.
A esta vida sobrenatural, distinta de la existencia, se la puede denominar «SER».
Entre el SER y la existencia hay tres diferencias principales:
- El SER es una vida espiritual diferente de la humana, mientras que la existencia es la vida humana.
- El SER es una vida sobrenatural, que no tiene un principio ni un fin natural; mientras que la existencia es una vida natural, que sí los tiene.
- El SER se vive en el marco del lugar vivencial formado por el alma y el ámbito de las esencias (el topos uranos); mientras que la existencia se vive en el marco del lugar vivencial formado por el yo y el ámbito de las manifestaciones (el mundo).
La encarnación consiste en que el alma pierde el SER y adquiere a cambio la existencia.
Platón concibe negativamente la encarnación como una caída, porque esta caída es consecuencia de una culpa. Para que el alma recobre su vida anterior a la caída (el SER), el hombre en el que se ha encarnado tiene que realizar durante su vida una purificación.
Estructura Dual del Ser Humano
El alma, antes de encarnarse, no es un ser humano. Después sí lo es, pero solo parcialmente, porque, por mucho que un alma forme parte de un hombre, ella, en el fondo, siempre es otra cosa distinta del hombre: un espíritu.
Gráfico que muestra la estructura del ser humano según Platón.
Dualidad Alma/Cuerpo
El cuerpo, para el alma, no es más que un vehículo, al que ella está unida de manera puramente accidental y temporal:
- Accidental por dos razones: primero, porque esta unión no es imprescindible para el alma, ya que la misma puede vivir sin tener relación con nada material; y segundo, porque le sobreviene al alma como consecuencia de un «accidente»: la culpa.
- Temporal porque se trata de una unión limitada en el tiempo, ya que finaliza cuando el hombre muere.
La concepción platónica del hombre es un dualismo antropológico radical, porque el cuerpo y el alma del hombre, según Platón, no están fusionados sino escindidos.
Platón muestra hacia el cuerpo una actitud negativa, refiriéndose metafóricamente a él como una «cárcel» y un «sepulcro» del alma:
- El cuerpo, según Platón, es la cárcel del alma; primero, porque el alma, mientras está unida a él, se encuentra retenida fuera de su lugar propio, el topos uranos; y segundo, porque, desde el momento en que se une a él, queda encerrada dentro de las limitaciones propias del mundo, su nuevo lugar: la imperfección, la mortalidad, la falibilidad, etc., limitaciones que no se dan en el topos uranos.
- Es también su sepulcro, porque, cuando el alma se encarna en el cuerpo, el espíritu que ella es deja de ser consciente y queda inconsciente; lo cual, para el alma, es algo parecido a pasar de la «vida» a la «muerte».
Tripartición del Alma
El alma encarnada tiene una composición tripartita, que consta de una parte racional, otra irascible y otra concupiscible. A la parte racional le corresponde la razón, que es la facultad de conocer; a la parte irascible, el ánimo, que es la fuerza de voluntad o coraje; y a la parte concupiscible, el apetito, que es la facultad de desear.
Cuando el hombre muere, una de sus partes (la racional) permanece y se reencarna, mientras que las otras dos desaparecen. Esto se debe a que el alma racional es aquella parte del alma que preexiste a su encarnación; mientras que el alma irascible y la concupiscible solo existen como resultado de esta.
Alma Encarnada: Alma Extraña
Existencia y Extrañamiento
La representación platónica del cuerpo como una cárcel y un sepulcro expresa simbólicamente que el alma encarnada vive en un lugar extranjero con una identidad ajena. Ese lugar extranjero y esta identidad ajena son dos polos que forman el lugar vivencial de la existencia: el mundo y el yo. Así que la existencia, según Platón, implica para el alma extranjería y enajenación al mismo tiempo.
Como el mundo y el yo son los dos polos que forman el lugar vivencial de la existencia, esto quiere decir que la existencia implica para el alma extranjería y enajenación al mismo tiempo.
Ambas se resumen en una sola palabra: «extrañamiento». El alma encarnada es un alma extraña, tanto en el sentido de «extranjera» como en el de «enajenada» o «alienada».
Extrañamiento y SER
El SER, como consecuencia del extrañamiento, no solo es algo perdido sino también olvidado, porque el alma, mientras está enajenada y se identifica totalmente con un yo, no puede recordar más que las vivencias de ese yo.
Para poder recordar el SER, el alma tiene que salir de su enajenación; esto es, tiene que dejar de identificarse con su identidad ajena para permitir que aflore su identidad verdadera.
Para esto sirve la purificación.
Recordar el SER no es lo mismo que recobrarlo, porque, para esto, el alma tiene que superar, además de su enajenación, su extranjería, lo cual implica volver al topos uranos.
Opinión vs. Verdad
La concepción platónica del conocimiento depende directamente de la teoría de las ideas y de la teoría del alma.
La separación dentro del Universo entre el mundo y el topos uranos se corresponde con la separación dentro del conocimiento entre la opinión y la Verdad. La primera es el conocimiento inferior, y la segunda el
superior.