4. EL PROBLEMA DE LA CAUSALIDAD
El conocimiento no nos da problemas en las relaciones de ideas, el problema está en las cuestiones de hecho..
¿Cómo sabemos que el fuego va a calentar?
efecto:
Consideramos que del fuego (causa) se sigue necesariamente el calor (efecto). Hay que analizar la relación causa efecto para poder llegar a conclusión acerca de cuestiones de hecho.Nuestro conocimiento queda reducido a las impresiones actuales (la clase) y pasadas (mi casa). Pero no podemos tener conocimiento de hechos futuros, porque no podemos tener impresiones de un hecho que todavía no ha sucedido. Pero hablamos de hechos futuros: si pongo la mano en el fuego, me quemo. Y afirmamos un nexo causal: el fuego es la causa de que me queme. El criterio de verdad que teníamos era que a cada idea le corresponde una impresión, pero ocurre que aquí todavía no he tenido la impresión.Este tipo de razonamientos parecen basarse en la relación causa-efecto, en la idea de conexión necesaria, que es la que nos permite ir más allá de la memoria y los sentidos, pero ¿cómo sabemos que el fuego es causa de las quemaduras ?:
A) El principio de causalidad no es evidente a priori (no es relación de ideas)
Si analizamos una cosa no encontramos en ella que deba producir un determinado efecto: Adán no sabía que el agua era para beber. Para saber los efectos tenemos que recurrir a la experiencia. La idea de causa y la de efecto son distintas. No podemos decir que todo lo que empieza a existir tiene una causa, ni que las mismas causas producen los mismos efectos. A priori, cualquier cosa puede producir cualquier otra: así: igual pensamos que el fuego quema que no quema
b) Tenemos entonces que buscar la impresión de la que deriva esa idea de conexión necesaria. Toda idea proviene de una impresión (de sensación o de reflexión) ¿Vendrá de una impresión de sensación?:En cuanto a la experiencia externa:
bola de billar que choca. No vemos que una transmita movimiento a la otra, sino que una se detiene y otra se pone en movimiento. Es decir, lo que experimentamos en cualquier relación causa-efecto son las siguientes circunstancias: Contigüidad espacio-temporal, más prioridad temporal de la causa con respecto al efecto, más la conjunción constante. No tengo ninguna otra impresión de sensación ahí respecto a la relación causa-efecto. La experiencia me muestra que lo que llamamos causa, y lo que llamamos efecto, están conjuntados, pero no conectados. La idea de conexión necesaria, no aparece.
En cuanto a la experiencia interna
No paso de la voluntad al movimiento, sino dos movimientos sucesivos: decisión de levantar el brazo y luego el movimiento.
¿Será entonces de reflexión?
La primera vez que nos enfrentamos a algo nuevo somos incapaces de anticipar lo que va a suceder. Pero después de una experiencia uniforme (conjunción constante), somos capaces de realizar la inferencia que va de la causa al efecto, de anticiparnos a lo que va a suceder. Estamos acostumbrados a ver que las cosas suceden de una determinada manera, conjunción constante, causa y efecto están conjuntados, pero no conectados necesariamente. Entonces, la mente es conducida por hábito a realizar la inferencia que va de la causa al efecto, es decir, anticipamos el efecto a suceder. El principio de causalidad no es más que una asociación de impresiones sucesivas
La impresión de la que procede la idea de conexión necesaria es una impresión de reflexión. La repetición de muchos casos hace que el sujeto sienta que esos objetos están conectados en su mente. La relación causal se establece en la mente entre una impresión presente (la causa) y la idea de su acompañante habitual. Del futuro, pues, sólo podemos afirmar la creencia.
La suposición de base de la relación causa-efecto es que el futuro será igual que el pasado y eso nos induce a esperar efectos semejantes, pero esto es indemostrable. Es la costumbre la que nos induce a la creencia. No podemos demostrar que el fuego quema. Ante el fuego, mi mente sigue pudiendo percibir cualquier efecto como posible, aunque no lo crea. La relación causal me ofrece una certeza moral no comparable a la certeza demostrativa de la relación de ideas, pero sí suficiente para la vida.
CONCLUSIÓN:- No podemos afirmar el principio de causalidad ( todo efecto tienen su causa ): –
Nuestras impresiones son del pasado, no del futuro.- No tenemos impresiones de causalidad necesaria.- Las uniones que percibimos son de simple sucesión, no de causa a efecto.- No hay unión de impresión a no-impresión, y como no tenemos impresión de la causa no puedo concluir que algo sea causa de algo.
5. EL PROBLEMA DE LA SUSTANCIA
Nuestro conocimiento sólo conoce impresiones e ideas. No hay cuestiones abstractas, entre las que se podrían contar la de sustancia. La sustancia es un concepto al que no corresponde ninguna impresión. La palabra sustancia sólo designa un conjunto de percepciones particulares, que nos hemos acostumbrado a encontrar juntas. No podemos decir que la sustancia es » algo que puede existir por sí mismo «, porque entonces todas nuestras percepciones serían sustancias.
5.1. LA REALIDAD EXTERIOR
Mundo:
La existencia de cosas fuera de nosotros no es evidente, porque los sentidos nos engañan a menudo. No es necesaria para explicar nuestras sensaciones, pues muchas de ellas nacen del espíritu mismo. Tampoco vale que Dios lo garantice, como en Descartes, porque si es así, porqué no lo garantiza siempre. No puedo decir que la realidad exterior sea la causa de mis impresiones, porque hemos dicho antes que no tenemos impresiones de la relación causa-efecto, no puedo afirmar que a mi impresión le corresponda una realidad exterior. No podemos afirmar la existencia de una realidad corpórea distinta de nuestras impresiones.
Pero creo que los cuerpos existen de una manera continua, aunque mi percepción de ellos sea discontinua, y creo que existen de manera distinta a la pura existencia mental. ¿Por qué creemos esto? Esos cuerpos que pensamos que existen tienen estas características:
– Constancia: se muestran idénticos a pesar de que durante un tiempo no los percibamos: mi casa, esta clase
– Coherencia: Algunos no son constantes, sufren cambios, pero estamos habituados a cambios similares en ocasiones anteriores. El sol cambia tras un período de no mirarlos.
Lo anterior nos indica que las percepciones de los objetos extramentales presentan una gran semejanza. Esas semejanza me lleva a pensar en la idea de identidad. Pero las percepciones son discontinuas, lo que me lleva a la idea de diferencia. Para solucionar esta contradicción está la imaginación, que difumina el lapso de tiempo en que no tengo percepción de los objetos y se fija sobre todo en la semejanza. Para ello crea la ficción de la existencia de la sustancia., como sustrato no percibido, pero base de de la semejanza que muestran nuestras percepciones.
La imaginación nos hace creer que nuestras impresiones son reales, independientes de nosotros.
Yo: Descartes afirmó el yo como sustancia distinta a nuestros pensamientos a partir de la intuición inmediata. Pero Hume dice:
– Sólo tenemos intuición de nuestras impresiones (no intuición del yo).
– No tenemos impresión del yo, sólo impresiones particulares de calor, frío, luz.
– Nuestras impresiones no son constantes, sino variables: siento dolor, luego tristeza, luego alegría.
El yo es como un teatro en el que los actores salen, entran, se mueven de mil maneras.
Así, el yo no existe como sustancia distinta de las impresiones. Pero todos tenemos conciencia de nuestra identidad,( que aparece junto a la de sucesión relacionada, lo que lleva a las contradictorias de diversidad y diferencia) lo que se produce gracias a la imaginación: que presta más atención a la relación que a la sucesión, y considera que percepciones discontinuas, pero semejantes, son idénticas.. Para ello finge un nuevo principio, que conecte estos objetos e impida su discontinuidad y variación. esta ficción es la idea de alma, yo o sustancia.
Dios: Locke y Berkeley afirman a Dios desde el principio de causalidad, Descartes como garante de nuestro conocimiento, Hume dice:
– De Dios no tenemos ninguna impresión, no podemos afirmar su existencia.
– No hay nexo causal entre las impresiones y Dios, éste no las produce. No sabemos de dónde vienen nuestras impresiones. ESCEPTICISMO.