Wittgenstein: Dios, el Ser Humano y la Sociedad desde la Filosofía del Lenguaje

Dios.

Según lo que acabamos de ver, para Wittgenstein el discurso acerca de Dios sería un discurso sin sentido, o lo que él llama una pseudoproposición. La verdad filosófica, como tal, aspira a estar más allá de la experiencia. Y esto es justamente lo que la hace cuestionable para Wittgenstein. No se trata de que las proposiciones filosóficas sean, en su mayoría, falsas, ni de que nos hallemos lejos de haber alcanzado verdades filosóficas. Se trata, más bien, de que la mayor parte de las proposiciones de los filósofos son sinsentidos. Las cuestiones filosóficas no son cuestiones que se puedan intentar responder; lo único que puede hacerse es establecer que son sinsentidos, originados en nuestro mal entendimiento de la lógica del lenguaje. La filosofía, por ello, no produce como resultado proposiciones, sino la clarificación de las proposiciones. Esta tarea clarificatoria se lleva a cabo poniendo límites a lo que se puede pensar, y por lo mismo, a lo que no puede pensarse. Representando claramente lo que puede decirse, la filosofía se refiere, negativamente, por así decirlo, a lo indecible. En este sentido, la filosofía es crítica del lenguaje.

A lo máximo que se puede aspirar es a que Dios forme parte del mundo solipsista del creyente. ¿Cuál es la tesis solipsista, tal y como la entiende Wittgenstein? Esta: el mundo es mi mundo. De aquí sacará el solipsista toda suerte de implicaciones sobre la imposibilidad de su comunicación con los demás o acerca del alcance de su conocimiento. La tesis, según Wittgenstein, es correcta. Únicamente que no puede expresarse por medio del lenguaje, aunque sí cabe reconocerla en cuanto que se muestra en éste. ¿Por qué no se puede decir la tesis solipsista? Porque no representa ningún hecho, actual o posible, y por lo tanto no cumple con los requisitos del principio de representación isomórfica que ha de cumplir toda proposición para tener sentido. No es una tesis que describa hechos o estados de cosas, sino que es una afirmación acerca del mundo en su totalidad y, por tanto, en cierto sentido, debe estar más allá del mundo. ¿Por qué es correcta la tesis solipsista? Porque el mundo, por definición, lo encuentra cada cual en torno a sí, es el mundo de cada cual.

Ser Humano.

La ética es la tendencia del espíritu humano a arremeter contra los límites del lenguaje. Es por eso que la ética no puede ser ciencia, no aumenta nuestros conocimientos en ningún sentido. Pertenece al reino de lo inexpresable, junto con la metafísica. El lenguaje sólo expresa hechos, mientras que la ética se sitúa en el campo de lo sobrenatural. Wittgenstein afirma que los rasgos fundamentales de la Ética son los siguientes. En primer lugar, es una investigación sobre lo bueno, sobre lo valioso o lo que realmente importa. Investigación acerca del significado de la vida, de aquello que hace que la vida merezca vivir o de la manera correcta de vivir, cada una de estas investigaciones puede llevarse a cabo desde un sentido relativo o desde un sentido absoluto. El sentido ético propiamente dicho sería el absoluto, pero ningún enunciado de hechos nunca puede ser ni implicar un juicio de valor absoluto. Cada juicio de valor relativo es un mero enunciado de hechos.

La felicidad brota de la coincidencia entre voluntad y totalidad. Esta vida feliz es la vida auténtica, no es un estado natural, ni algo que se consiga simplemente dejándose llevar, abdicando de todo. El hombre no puede convertirse, como si le viniese dada la cosa, en un ser feliz, sino que para alcanzar la felicidad hemos de poner la voluntad al servicio de la adquisición de ese desafecto respecto de los hechos del mundo que haga posible la identificación con la totalidad. Dado que el mundo aparece como algo dado, como algo independiente de mi voluntad, a lo que ésta se allega enteramente desde fuera, sólo se perdería el que no acepta entregarse enteramente a su destino, el que persigue vanos propósitos y el que vive atenazado por el miedo.

Sociedad.

En su obra Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein va a dar un giro radical al pensamiento de su primera época representado por el Tractatus, y va a considerar que la significación del lenguaje depende de lo que él llama juegos de lenguaje, que en el fondo no son más que los usos sociales del mismo. Desde este punto de vista, la tarea de la Filosofía no puede ser ya el descubrimiento de la forma lógica de las proposiciones, puesto que en esta segunda época Wittgenstein considera que esta búsqueda de la forma lógica sólo tiene sentido si se admite que los hechos se correlacionan con un lenguaje ideal. Sin embargo, ahora Wittgenstein opina que los distintos juegos lingüísticos están bien como están y funcionan como funcionan porque a nivel social todo el mundo los entiende cuando se pronuncian.

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