El conocimiento y la realidad según Hume: claves de su filosofía empirista

El Conocimiento

Hume llevó los principios empiristas a sus últimas consecuencias. Sus obras más importantes son el Tratado de la naturaleza humana (1740) y la Investigación sobre el entendimiento humano (1748). Los principios sobre los que se asienta el pensamiento de Hume son los siguientes:

1. Principio empirista: Todos los materiales de nuestro pensamiento se derivan de nuestra percepción interna o externa. La experiencia es el origen y el límite de nuestro conocimiento, afirma Hume en la Investigación sobre el conocimiento humano. Por lo tanto, la razón no puede nunca engendrar por sí sola una idea original.

2. Principio de inmanencia: Nada puede estar presente a la mente, sino una imagen o percepción. Los sentidos sólo son conductos por los que se transmiten estas imágenes sin que sean capaces de producir un contacto inmediato entre la mente y el objeto (Investigación). Es decir, sólo conocemos directamente nuestras imágenes, representaciones mentales (que son algo inmanente a la mente), no las cosas.

3. Principio de copia o correspondencia: Todas nuestras ideas no son sino copias de nuestras impresiones, es decir, que nos es imposible pensar algo que no hemos sentido previamente con nuestros sentidos internos o externos (Investigación). Así pues, no existen ideas innatas. Y de este principio Hume extrae un criterio que le permite enfrentarse a ideas ambiguas o a términos filosóficos sospechosos de no corresponder a ninguna idea. Consiste en preguntarse ¿De qué impresión deriva esta idea? En caso de no encontrar la impresión correspondiente, considera el término carente de significado. De este criterio partirá la crítica que realiza de las ideas de sustancia y de esencia.

4. Principio de asociación de ideas: Cuando Hume investiga las leyes de asociación de ideas alude a Newton diciendo que los movimientos de las ideas deben poder reducirse a una ley de mecánica: …hay una especie de atracción que tiene en el mundo mental efectos tan extraordinarios como en el físico. Y descubre las leyes que rigen dicha atracción: semejanza, contigüidad (en el espacio o/y en el tiempo) y causa-efecto. Como veremos, la relación causa-efecto quedará reducida a la conexión regular de dos acontecimientos en el espacio y en el tiempo, por lo que las leyes de asociación serán fundamentalmente dos: la semejanza, decisiva para comparar ideas en sus relaciones formales, como ocurre en matemáticas. Y la contigüidad, fundamental en el campo de las ciencias de hecho. La imaginación es la facultad que produce ideas simples o complejas.

5. Principio de negación de las ideas generales: todas las ideas generales no son, en realidad, sino ideas particulares vinculadas a un término general, el cual recuerda en determinados momentos otras ideas particulares que se asemejan en ciertos detalles a la idea presente en la mente. Las ideas generales no representan nada de la realidad, son sólo nombres que relacionamos con ideas particulares, las cuales sí representan cosas.

Elementos del conocimiento

Basándose en los principios que acabamos de ver, Hume considera que los elementos del conocimiento son las percepciones y las relaciones entre ideas.

A) Las percepciones son los contenidos de la mente desde los que es elaborado todo nuestro conocimiento. Se dividen en impresiones e ideas.

A.1. Las impresiones

Son actos inmediatos de la experiencia interna o externa: todas nuestras sensaciones, pasiones y emociones que hacen su primera aparición en la mente. Son el origen de las ideas, las preceden. Hay dos tipos de impresiones: de sensación, las cuales nos dan a conocer los objetos del mundo y nuestras sensaciones, por ejemplo, de frío o dolor. Una vez desaparecen, dejan una huella en la mente, una idea. Y de reflexión, las cuales se derivan de las ideas, no de la experiencia; mediante ellas conocemos nuestros estados internos de conciencia.

A.2. Las ideas

Son las imágenes de las impresiones al pensar y razonar. Son copias o huellas en el pensamiento, derivadas de las impresiones cuando éstas han desaparecido, por lo que no aportan ningún contenido de conocimiento nuevo.

B) Relaciones entre ideas

Cuando la mente ha recibido impresiones éstas pueden reaparecer gracias a la memoria o gracias a la imaginación. Cuando actúa la memoria las ideas presentan mayor viveza y conservan su orden y posición. En cambio, la imaginación puede combinar arbitrariamente ideas simples, descomponer ideas complejas y reagruparlas de nuevo… Semejanza, contigüidad y relación causal son las relaciones naturales entre ideas. Pero también existen relaciones filosóficas. En ellas la mente no está impelida por una fuerza natural de asociación, sino que compara objetos porque ha elegido establecer una comparación. Y es posible hacerlo siempre que haya alguna cualidad similar entre dichos objetos. Es decir, la semejanza es una relación sin la que no puede existir ninguna relación filosófica. Hume enumera siete tipos de relaciones filosóficas: semejanza, identidad, relaciones de tiempo y espacio, proporción cuantitativa o número, grados en determinada cualidad, contraste y causación.

Objetos y tipos de conocimiento

. Hume, desde sus principios empiristas modifica esta distinción y afirma: Todos los objetos de la razón e investigación humana pueden dividirse naturalmente en dos grupos: relaciones de ideas y cuestiones de hecho. Son relaciones de ideas todas las proposiciones matemáticas. Son intuitiva o demostrativamente ciertas, pues las proposiciones contrarias implican contradicción. Su verdad es independiente de lo que suceda en el mundo, pues sólo expresan relaciones entre ideas como triángulo, ángulo, etc. Es el ámbito de las ciencias formales. Las cuestiones de hecho, en cambio, no son evidentes. Y este es el ámbito propio de las ciencias empíricas, como las ciencias de la naturaleza. En efecto, Hume sostiene que lo contrario de cualquier cuestión de hecho no implica contradicción y, por lo tanto, es posible. Es por eso que la mente puede concebirlo con igual facilidad que lo aquello que se ajusta a la realidad. Hume pone como ejemplo la proposición el sol no saldrá mañana y señala que ésta no es una proposición menos inteligible ni implica mayor contradicción que el sol saldrá mañana. Si fuera demostrativamente falsa implicaría contradicción y no podría ser concebida por la mente. De esto se sigue que las cuestiones de hecho sólo pueden ser establecidas a partir de la experiencia y, por lo tanto, las conclusiones a las que lleguemos en relación a ellas serán sólo probables

 La realidad

Después de establecer la distinción entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho, Hume investiga la naturaleza de la evidencia acerca de cualquier existencia real y cuestión de hecho.
Sin embargo, encuentra que el futuro plantea problemas, pues ni tenemos impresiones ni recuerdos de él y, no obstante, hay acontecimientos futuros de los que tenemos absoluta seguridad, como que si alguien acerca la mano al fuego se quemará. Hume investiga en qué se basa esa seguridad y, de este modo, hace la crítica del principio de causalidad, pues la relación causal es la base de nuestro conocimiento del mundo.
En primer lugar señala que las causas y los efectos no pueden descubrirse por la razón, sino únicamente por la experiencia, pues el efecto y la causa son dos hechos distintos y no hay posibilidad de conocimiento analítico sobre la relación causal..
En segundo lugar, subraya que la idea de conexión necesaria entre causa y efecto es un elemento fundamental del principio de causalidad. Y al examinar esa idea a la luz del criterio extraído del principio de copia, Hume encuentra que no hay ninguna impresión que la sustente. Lo único que encontramos es que un hecho, el efecto, sigue a otro, la causa. Por ejemplo, al impulso de una bola de billar sigue el movimiento de la segunda; esto es cuanto aparece a los sentidos externos. Por consiguiente, en cualquier caso concreto de causa y efecto no hay nada que pueda originar la idea de conexión necesaria.
Así, Hume descubrirá que el conocimiento que se funda en la experiencia está basado en la semejanza que descubrimos en la naturaleza y en la costumbre: la regularidad de la naturaleza nos induce a esperar efectos semejantes a los que hemos visto seguir a determinados objetos. Es decir, suponemos que en el futuro ocurrirá lo que hemos visto que ha ocurrido en el pasado. Pero este supuesto es indemostrable, ya que, como hemos visto, en cuestiones de hecho lo contrario siempre es posible. Tal supuesto se debe a que cuando hemos visto muchas veces que dos hechos se suceden, nos acostumbramos a ello. Y la costumbre, guía de la vida humana, según Hume, da lugar a la creencia de que volverá a repetirse determinado acontecimiento.
De este modo, Hume afirmará que nuestro conocimiento del mundo se basa sólo en una creencia cuyo origen es el hábito. No tenemos evidencia de lo que sucederá en el futuro, por lo que nuestra certeza es sólo psicológica. De ello se sigue que tampoco las leyes que nos proporciona la ciencia empírica son necesarias, sólo son probables.
A este respecto hay que recordar que el objetivo de Hume es fijar los límites del conocimiento humano, no desterrar toda creencia que no tenga valor científico.

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