Nietzsche: Dos Vertientes del Nihilismo
La filosofía de Nietzsche presenta dos vertientes del nihilismo: una negativa, que critica los pilares de la cultura occidental (filosofía, ciencia, moral y religión), y otra positiva, que propone nuevos valores centrados en la vida y el superhombre.
Crítica a la Filosofía Tradicional
El concepto tradicional de verdad defiende que podemos conocer la realidad tal como es a través del lenguaje y que la ciencia proporciona una verdad universal e inmutable. Nietzsche considera esto falso por varias razones:
A) La «realidad en sí» es incognoscible. Conocemos la realidad tal como es para el hombre. La misión del intelecto no es conocer la realidad en sí, sino conservar nuestra existencia. La verdad, entonces, sería un invento humano que refleja cómo es la realidad para el hombre, permitiéndole convivir y dominar la naturaleza.
B) El lenguaje no refleja cómo es la realidad: no hay correspondencia entre las palabras y las cosas.
C) No hay una verdad universal e inmutable (ni en la ciencia ni en la metafísica) porque no existen realidades así; todo lo real es singular y está en cambio permanente. Para Nietzsche, la idea de un Ser inmutable, como en la metafísica platónica (con su «auténtica realidad» y «ser verdadero» único e inmutable) o en conceptos como «esencia», «forma» y «sustancia» de Descartes, es una invención para vivir en sociedad, garantizar la supervivencia y dominar la naturaleza. Existe el «mundo sensible» formado por seres concretos y en permanente movimiento.
Crítica a las Ciencias Positivas
Nietzsche critica las ciencias positivas porque pretenden reducir la realidad a lo material y utilizan la razón y los conceptos para hacernos creer en realidades y verdades universales e inmutables que no existen. La moral tradicional, según Nietzsche, es antinatural e impuesta por un ser ajeno y ficticio desde un mundo trascendente. El error principal de esta moral es su antinaturalidad, al ir en contra de la vida y sus valores (como la obediencia y la resignación).
La base filosófica de esta moral se encuentra en el mundo de las Ideas de Platón, que está «más allá» del mundo real donde viven los hombres. Los cristianos asumieron ese mundo y situaron a Dios en él, para desde allí someter y dirigir a los hombres con sus mandatos. Nietzsche argumenta que tanto Dios como la existencia de otro mundo son puras fantasías; no hay más que este mundo ni más seres que los que hay aquí. Nietzsche distingue dos tipos de morales:
- Moral de los señores: Propia de los espíritus que aman la vida, el poder (el superhombre) y que quieren la muerte de Dios.
- Moral de los esclavos: Propia de aquellos que odian y renuncian a la vida. Sus valores son el dolor y la pequeñez.
Nietzsche observa un creciente ascenso de los valores de los débiles en la historia de la cultura occidental. Para superar esta decadencia de los valores cristianos, el hombre ha de liberarse de toda servidumbre religiosa.
Crítica a la Religión
La religión, según Nietzsche, siempre miente: cuando afirma que Dios existe (una invención humana nacida de miedos y temores), cuando dice que hay «otra vida» y cuando afirma que los placeres son pecado (mostrando desprecio por la vida). En su obra «Así habló Zaratustra», Nietzsche formula las ideas de la voluntad de poder, el eterno retorno y el superhombre. Parte de la «vida» como la «auténtica realidad» (la vida tiene valor en sí misma, no hay que buscarle una explicación). La vida se manifiesta en el hombre como voluntad de poder, proclamando la inversión de los valores y el eterno retorno.
Primero, negando los valores anteriores, se produce la muerte de Dios (una carga y un freno que impide la aparición del «nuevo hombre»), lo que origina el nihilismo negativo que atrapa a los débiles. Otros reaccionan de forma positiva, buscando nuevos valores. Luego, la voluntad creadora crea valores que ya no vendrán impuestos desde «fuera», sino que estarán encaminados a favorecer la «vida». Su objetivo es el eterno retorno.
El Eterno Retorno y el Superhombre
El proceso cósmico circular y la negación de Dios (muerte anunciada en «La Gaya Ciencia») significan que no hay más mundo que éste, confirmando el fin de toda metafísica y teología: el universo no tiene propósito moral ni estético.
Estos nuevos valores se encarnan en el superhombre, que supone la «muerte de Dios» y es fruto de una triple transformación: de camello (que se arrodilla y obedece sin más los preceptos que se le imponen «desde fuera») a león (que quiere conquistar su libertad arrojando los antiguos valores); y de león a niño. El león no es capaz de crear nuevos valores, para eso hace falta que se transforme en niño. La inocencia del niño está más allá del bien y del mal, por ello puede crear nuevos valores.
El superhombre no es un ser biológicamente más fuerte para dominar a los demás, sino aquel que es capaz de superar el nihilismo que acontece tras la «muerte de Dios», mediante la creación de sus propios valores. No necesita a Dios ni ninguna metafísica, mostrando autonomía e independencia. Es el hombre que está en condiciones de decir sí a la vida tal como ésta es, en eterna repetición, asumiendo el eterno retorno.