Santo Tomás de Aquino y la Concepción Clásica de la Justicia
Santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, define la justicia, pero señala que la caridad es superior a esta. Mientras que la justicia se limita a reparar los daños y premiar méritos, la caridad «sobrepasa la mera justicia», teniendo como modelo la gratuidad del amor divino hacia los seres humanos. La justicia, para Aquino, consiste en cumplir dos tipos de leyes:
- Ley Positiva: Aquella que obtiene su fuerza obligatoria de un pacto.
- Ley Natural: La que Dios da a las criaturas para que alcancen su fin propio. Con la ley natural se establecen los derechos naturales, evidentes a la razón humana.
La Edad Moderna y el Auge de los Derechos Naturales
En la Edad Moderna, se enfatizan los derechos naturales individuales. Se consideran justos solo aquellos sistemas políticos que garantizan derechos básicos a toda la población. La sociedad política se entiende como el resultado de un contrato social, donde las personas renuncian a parte de sus derechos naturales en favor del Estado, para que este garantice la paz. La justicia se concibe como un sistema donde los individuos no están sometidos al feudalismo, sino que disfrutan de libertades, garantías procesales y protección de la propiedad privada.
El Utilitarismo y la Búsqueda de la Felicidad Colectiva
El utilitarismo afirma que la justicia en una sociedad moderna debe buscar la mayor felicidad para el mayor número de personas. Los derechos y libertades básicas son medios para maximizar la felicidad colectiva. La justicia utilitarista se preocupa por elevar el bienestar global, sin enfocarse en la distribución particular de bienes. Se considera que todas las vidas tienen el mismo valor y merecen igual consideración y respeto, lo que implica tomar medidas para distribuir la riqueza con equidad.
Teorías Socialistas y la Abolición de los Privilegios
El pensamiento socialista entiende la justicia como la abolición de los privilegios socioeconómicos de los poderosos.
Socialismo Utópico
Considera que una sociedad próspera y justa requiere abolir la propiedad privada de los medios de producción. No promueven revoluciones violentas, sino la creación de comunidades justas y una educación que fomente la solidaridad y la armonía social.
Anarquismo
La justicia se logrará mediante un cambio profundo en las personas y estructuras sociales, aboliendo el Estado y cualquier forma de opresión. La justicia, entendida como una sociedad solidaria, se alcanzará a través de la lucha organizada de los trabajadores.
Marxismo
El Estado desaparecerá tras un proceso revolucionario, cuando la sociedad funcione como una unidad de productores libremente asociados, sin división entre explotadores y explotados. Tras la revolución proletaria, vendrá una fase socialista donde la distribución justa se basará en el principio «exigir de cada uno según su capacidad, dar a cada uno según su contribución», evolucionando luego al principio comunista: «exigir de cada uno según su capacidad, dar a cada uno según su necesidad».
Liberalismos Contemporáneos y la Justicia Distributiva
Liberalismo Propietarista
Una sociedad justa no debe interferir con la propiedad legítima del individuo. Una distribución de bienes es justa si proviene de otra distribución justa a través de medios legítimos. El Estado no debe redistribuir bienes, ya que atentaría contra los derechos de propiedad. Un Estado que utiliza impuestos para ayudar a otros es moralmente ilegítimo.
Liberalismo Solidarista
Una sociedad justa trata a todos con igual respeto y consideración. Se rige por principios de justicia que los ciudadanos elegirían en una situación de imparcialidad, la «posición original». Siguiendo la tradición democrática occidental, la justicia se entiende como imparcialidad: una norma es justa cuando favorece a todos, independientemente de sus características particulares.
Principio de la Diferencia
Idealmente, todos deberían ser iguales, pero como esto no es así y cada uno debe dar lo mejor de sí para el beneficio colectivo, solo se justifican las desigualdades que beneficien a los menos aventajados. La justicia social asegura libertades y derechos básicos para todos, garantizando un nivel de vida digno a quienes tienen menos suerte.