Contexto Filosófico de la Libertad de Pensamiento
Immanuel Kant, más allá de sus reflexiones abstractas en obras como la Crítica de la Razón Pura (donde se pregunta «¿Qué puedo conocer?»), también abordó cuestiones sociales, culturales, religiosas y políticas en un lenguaje accesible para un público más amplio. Con la preocupación propia de un ilustrado, buscaba contribuir a la autorrealización del hombre y su liberación de las opresiones impuestas por la tradición, el despotismo y la manipulación religiosa (cuestiones relacionadas con la pregunta «¿Qué debo hacer?»).
La Libertad de Pensamiento y Expresión
El tema central de esta obra es la defensa de la libertad de pensamiento y expresión (libertad en el uso público de la razón), esencial para el progreso de la humanidad. Kant reflexiona sobre este tema en el contexto religioso, crucial en su época. Para comprender sus ideas, es necesario considerar los problemas de fondo que los pensadores ilustrados intentaban resolver, como la construcción de una teoría racional del Estado que justificara su necesidad y legitimidad.
El Contrato Social y la Legitimidad del Estado
Rompiendo con la idea medieval del origen divino del poder, Kant, al igual que otros ilustrados, defiende que la legitimidad del Estado se basa en el consentimiento de los ciudadanos. El Estado surge de un pacto donde los individuos abandonan el estado de naturaleza, cediendo derechos y libertades a cambio de garantías. Autores contractualistas como Hobbes, Rousseau, Locke, Spinoza y Kant discuten sobre este pacto, aunque difieren en los derechos cedidos y la finalidad del Estado.
Diferentes Perspectivas sobre el Contrato Social
Para Hobbes, el pacto implica someterse a un poder superior, cediendo derechos naturales, excepto el derecho a la vida. Si el Estado no garantiza este derecho, el pacto se rompe. Locke considera que solo se renuncia al derecho de tomarse la justicia por su mano, conservando otros como el de propiedad. Spinoza, y posteriormente Kant, defienden que el único derecho irrenunciable es el de pensar por sí mismo, buscando conciliar la obediencia con la libertad: obediencia absoluta en las acciones y libertad en los pensamientos.
La Obediencia y la Libertad de Pensamiento en Kant
Kant es tajante en la obligación de obedecer las leyes, rechazando la insurrección o rebelión. Elogia a Federico II el Grande por su máxima: «Razonad tanto como queráis y acerca de lo que queráis, pero obedeced». La defensa de la libertad de pensamiento está ligada a sus ideas sobre el progreso, considerándola, en ese momento histórico, incluso más importante que la libertad de actuar. Sin libertad de pensamiento y expresión, el progreso humano es imposible.