Explorando el pensamiento de Nietzsche: vitalismo, crítica y el superhombre

Nietzsche.

Filosofía del martillo

Nietzsche es el filósofo que desenmascara las fuerzas vitales que se esconden tras los valores de la cultura occidental. Denuncia que la razón es el resultado de una represión de los instintos, una negación de la vida, y se expresa de una forma muy poco sistemática. Su método genealógico y su desmitificación del lenguaje son aportaciones fundamentales de Nietzsche a la filosofía posterior.

El vitalismo de Nietzsche influirá decisivamente en la filosofía y la cultura del siglo XX; pintores y escritores se inspirarán en este filósofo y sus ideas.

Nace en Alemania y es educado en un ambiente religioso. Comienza a estudiar teología y filología clásica en Bonn, donde conoce a Wagner y lee a Schopenhauer. Más tarde, es nombrado catedrático de la Universidad de Basilea.

Vida y obra

Periodo romántico

Corresponde a su etapa como profesor en Basilea. Escribe El nacimiento de la tragedia, su primera obra importante, donde plantea la afirmación de la vida. Influenciado por Schopenhauer y Wagner, escribe también Consideraciones intempestivas, donde ataca los valores de la época.

Período positivista

Nietzsche sufre fuertes dolores de cabeza desde la infancia, que le obligan a abandonar su cátedra. Comienza a viajar por Italia y los Alpes. Nietzsche rompe su amistad con Wagner y, en contra de él y de Schopenhauer, escribe Humano, demasiado humano. Un libro para espíritus libres.

Período crítico

Se desarrollan los grandes temas de su filosofía: la voluntad de poder, la muerte de Dios, el eterno retorno y el superhombre. Escribe Más allá del bien y del mal, El crepúsculo de los ídolos o cómo se filosofa con el martillo, y El Anticristo. Maldición contra el cristianismo. Muere en 1900 con 45 años.

La influencia de Schopenhauer

Es un pensador irracionalista. Defiende que el mundo es una representación de una voluntad ciega; la realidad fundamental es la voluntad de vivir concebida como un principio universal. El mundo y los fenómenos son la representación, y tras ello está la voluntad de vivir irracional. La razón humana está al servicio de la voluntad, que se impone sobre la reflexión lógica. La felicidad es imposible, ya que el hombre no tiene finalidad, sino una voluntad inalcanzable. El pesimismo es total, y la contemplación estética nos libera momentáneamente. Para huir del dolor debemos huir del mundo, inspirado en el nirvana. Nietzsche defiende que existen dos tendencias de la realidad: lo apolíneo y lo dionisíaco. En la tragedia, el elemento dionisíaco estaba representado por el coro, que descubría la fuerza irresistible de la vida bajo el destino trágico, la aceptación del sufrimiento. En el arte está la auténtica revelación de la realidad.

Lo apolíneo y lo dionisíaco

Dionisio, el dios del vino y la embriaguez, de la música y la poesía, representa la vida, el caos. Apolo es el dios del sol y de la luz. En la tragedia, el elemento dionisíaco estaba representado por el coro, que descubría la fuerza irresistible de la vida bajo el destino trágico, la aceptación de que el sufrimiento es necesario para que fluya la vida. Así, en el arte, en lo estético, estaría la auténtica revelación de la realidad.

La crítica a la cultura occidental

Nietzsche desarrolla una crítica contra los ámbitos morales y filosóficos. Utiliza un método genealógico, que consiste en rastrear los orígenes de los conceptos básicos de la cultura occidental con el fin de denunciar los instintos que subyacen en ellos.

La crítica a la moral

Nietzsche investiga en diversas lenguas la etimología de los conceptos y descubre cómo, en todas las lenguas, la palabra ‘bueno’ tuvo en un primer momento el significado de noble o aristocrático, mientras que ‘malo’ tenía el sentido de plebeyo, vulgar, simple. Esta contraposición se refería a un estamento social y no tenía connotaciones morales. La transmutación de los valores se produce cuando los plebeyos se rebelan y se autodenominan ‘buenos’ —y ahora sí los conceptos adquieren un sentido moral—, considerando ‘malos’ a los nobles.

La crítica a la metafísica

Toda la historia de la filosofía es la historia de un error. Ese error comienza con Sócrates y se afianza con Platón, que infravalora el mundo sensible y crea un mundo suprasensible, estático y eterno, en el que sitúa el bien en sí. Esto se interpreta como una negación de la vida. Los espíritus débiles inventan lo que él denomina la ilusión del mundo verdadero y someten la realidad a las leyes lógicas y a los conceptos.

La filosofía a martillazos recae sobre los conceptos de la metafísica con los que se ha pretendido separar la apariencia de la esencia. La apariencia es, para él, lo único que existe, y los conceptos metafísicos nos alejan de la auténtica realidad.

La crítica al lenguaje y a la ciencia

El método que usa Nietzsche muestra que, en su origen, el lenguaje es una forma de expresar la experiencia vital del individuo. Puesto que esta experiencia es cambiante, el hombre ha pretendido fijarla en un concepto que no es otra cosa que una metáfora, ya que no proporciona conocimiento de la realidad, sino generalización, ilusión y apariencia.

El diagnóstico: la muerte de Dios y el nihilismo

Nietzsche, mediante la expresión «Dios ha muerto», se refiere también a los valores morales y a las grandes verdades que se fundamentaban en la divinidad y el mundo suprasensible. Al enunciarlo, el hombre queda desorientado. Esto es el nihilismo. Del latín (nihil, nada), tiene el sentido de negación de valores. Se refiere al proceso que sigue la conciencia del hombre a partir de la muerte de Dios.

  • Nihilismo pasivo. Ante el hundimiento de los valores tradicionales, la voluntad de poder se reduce, surge la angustia y la desorientación.
  • Nihilismo activo. Consiste en asumir la muerte de Dios y no esperar a que los viejos valores se derrumben por sí solos, sino construir valores propios y dar sentido a la vida. Es el signo de la voluntad de poder.

Zaratustra: el superhombre y el eterno retorno

Es la parte positiva de la filosofía de Nietzsche.

  • El superhombre consiste en superar los antiguos valores y crear sus propios. Llevará a cabo la transvaloración de los valores, la inversión de los valores que niegan la vida y lo hará recuperando la inocencia primitiva, situándose más allá del bien y del mal, y por tanto de la moral. Para llegar al superhombre es necesario tres transformaciones:
  • El camello, es el animal que acepta la carga ante Dios y la ley moral.
  • El León, se niega a aceptar la carga de la moral y de los viejos valores. Quiere decidir su propia libertad y sus propios valores.
  • El niño, la última transformación, es el símbolo del sí a la vida, el hombre capaz de crear nuevos valores y situarse fuera de la moral, más allá del bien y del mal, en la inocencia le permite recomenzar. Para el niño la vida es una creación.
  • El eterno retorno a es la intuición del tiempo contraria a al sentido ideal tradicionalmente aceptado en la cultura occidental. Nietzsche parece afirmar una concepción cíclica que supondría la eternidad del tiempo y por tanto  la eternidad de todos los acontecimientos. Es la máxima afirmación de la vida, del devenir sin finalidad, de vivir cada momento deseando que se repita enteramente. Esta actitud requiere un amor al destino, por tanto, el superhombre es aquel que es capaz de crear sus propios valores de tal manera que desea vivir esos momentos que ha elegido libremente gracias a su voluntad de poder.

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