Explorando la Realidad, el Conocimiento y la Ética según Platón y San Agustín

Realidad según Platón

Platón plantea que la realidad está estructurada en dos mundos interrelacionados: el mundo sensible, accesible a través de los sentidos y compuesto por entidades materiales que cambian y se deterioran, y el mundo inteligible, que alberga las esencias inmateriales o «ideas», las cuales son universales, necesarias e inmutables. Estas ideas representan modelos perfectos de las cosas materiales, que a su vez son copias imperfectas de estas. Así, para Platón, las ideas son el fundamento último de todo lo que existe en el mundo sensible: las entidades materiales solo son «reales» en tanto participan de estas ideas y se asemejan a ellas, pero nunca alcanzan su perfección.

Para ilustrar cómo el mundo sensible depende del mundo inteligible, Platón recurre a la figura del demiurgo en su obra «Timeo». Este demiurgo es un arquitecto divino que crea el mundo sensible a partir de la materia, inspirándose en las ideas eternas que contempla en el mundo inteligible. Tomando las ideas como prototipos de orden, belleza y armonía, el demiurgo da forma a la materia, pero al hacerlo crea algo imperfecto y mutable. Así, mientras el mundo de las ideas es eterno y perfecto, el mundo sensible es solo un reflejo transitorio e inexacto de esa perfección.

Platón establece también una jerarquía entre las ideas, situando en la cúspide la idea de Bien, que es la más elevada y la que da sentido a las demás. En el mito de la caverna, Platón compara la idea de Bien con el sol, pues así como el sol permite que las cosas materiales existan y sean conocidas en el mundo sensible, la idea de Bien ilumina el mundo inteligible, haciendo posible el conocimiento verdadero. Este conocimiento del Bien es el fin último de la filosofía, la cual Platón considera la ciencia más elevada, ya que, a través de ella, se alcanza una comprensión profunda de la realidad. Finalmente, la idea de Bien no solo guía el conocimiento, sino que también fundamenta la ética y la política, ya que orienta la reflexión sobre la buena vida y la organización de una sociedad justa. Para Platón, la auténtica realización del ser humano reside en conocer el Bien y vivir de acuerdo con este conocimiento, lo que se traduce en una vida ética y en la construcción de una comunidad basada en la justicia y la armonía. El dualismo ontológico de Platón no es solo una explicación de la realidad, sino también una guía para el conocimiento y la vida moral.

El Problema del Ser Humano según Platón

Platón plantea una visión dualista del ser humano que se refleja en su concepción del cuerpo y el alma. En esta visión, el cuerpo (soma) pertenece al mundo sensible, es material y mortal, y representa las pasiones y deseos que apartan al alma de la realidad verdadera y el conocimiento. En cambio, el alma (psykhé), de naturaleza espiritual e inmaterial, pertenece al mundo de las ideas, donde se encuentra el conocimiento auténtico. Platón considera que el cuerpo es una «cárcel» para el alma, que debe liberarse de él mediante la contemplación de las ideas y la disciplina de los deseos corporales a través de una vida ascética. Esta liberación es, en última instancia, el destino del alma.

Para Platón, el alma es inmortal, ya que, al pertenecer al mundo inteligible, existe antes y después del cuerpo. La teoría de la reminiscencia refuerza esta inmortalidad: dado que las ideas no se conocen a través de los sentidos, sino que se recuerdan, el alma ha tenido que existir antes del nacimiento y haber contemplado esas ideas en el mundo inteligible. Además, Platón sostiene que el alma reencarna tras la muerte, encarnándose en distintos cuerpos en función de la vida que haya llevado.

El alma se divide en tres partes, cada una asociada a una virtud:

  • La parte racional, que es inmortal, se identifica con la razón y su virtud es la sabiduría; esta parte busca el conocimiento superior y guía al individuo hacia el bien y la justicia.
  • La parte irascible, fuente de las pasiones nobles como el valor y la ambición, tiene como virtud la fortaleza.
  • La parte concupiscible, origen de los deseos y apetitos que atan al ser humano a los placeres materiales, tiene como virtud la templanza.

Para Platón, la justicia en el ser humano surge cuando estas tres partes del alma están en armonía, es decir, cuando la razón, ayudada por el alma irascible, logra controlar los deseos del alma concupiscible.

Platón, en el mito del carro alado del Fedro, compara el alma con un carro conducido por un auriga (la razón) que guía dos caballos: uno obediente (alma irascible) y otro indómito (alma concupiscible). En las almas justas, ambos caballos cooperan, permitiendo al alma ascender al cielo, mientras que en las almas injustas, el caballo indómito causa que el alma caiga al mundo sensible, iniciando una nueva vida en el mundo material.

Conocimiento según Platón

Platón propone una teoría dualista del conocimiento, dividiendo la realidad en dos mundos: el sensible, accesible a través de los sentidos, y el inteligible, accesible solo mediante la razón. Las ideas o formas residen en el mundo inteligible, son inmutables y perfectas, mientras que el mundo material solo ofrece copias imperfectas de esas ideas. Según Platón, el verdadero conocimiento se logra al contemplar las ideas, mientras que el conocimiento del mundo sensible es solo una opinión.

Para explicar esta distinción, Platón utiliza el símil de la línea dividida, que muestra cuatro niveles de conocimiento:

  1. Los dos primeros niveles corresponden al mundo sensible: las sombras e imágenes (conjetura) y los objetos materiales (creencia).
  2. Los otros dos niveles corresponden al mundo inteligible: las entidades matemáticas (pensamiento discursivo) y las ideas (intuición intelectual), siendo estas últimas el conocimiento más elevado.

El mito de la caverna ilustra este proceso de conocimiento como una liberación. Los prisioneros en la caverna representan a los seres humanos atrapados en el mundo sensible, y el prisionero que escapa hacia la luz exterior simboliza al filósofo que alcanza el conocimiento de las ideas.

Además, Platón sostiene la teoría de la reminiscencia, según la cual el conocimiento es un proceso de recordar las ideas que el alma conoció en una existencia previa en el mundo inteligible. El propósito de la vida es liberar al alma del cuerpo y ayudarla a recordar y alcanzar la sabiduría, logrando así la verdadera comprensión de la realidad.

Política según Platón

En La República, Platón describe un Estado ideal dividido en tres clases sociales, cada una vinculada a una parte del alma humana y una virtud específica:
  • Los gobernantes (filósofos) representan la parte racional y buscan la sabiduría para guiar la ciudad.
  • Los soldados (guardianes) representan la parte irascible y su virtud es la fortaleza, encargándose de la defensa.
  • Los productores (artesanos, agricultores) representan la parte concupiscible y cultivan la templanza, suministrando los bienes necesarios.

Platón sostiene que la justicia en el Estado se logra cuando cada clase cumple su función sin interferir con las demás. El Bien, que gobierna el mundo de las ideas, debe reflejarse en la organización social para lograr este equilibrio. Los gobernantes deben ser filósofos, elegidos por mérito intelectual y filosófico, no por su origen social.

El sistema educativo de Platón es riguroso y se divide en etapas para identificar las aptitudes de los individuos y asignarles una función en la sociedad. Los futuros filósofos-reyes reciben una formación extensa, que incluye matemáticas, astronomía, dialéctica y filosofía, hasta llegar a gobernar a los 50 años.

Platón también propone una política de eugenesia, controlando las uniones sexuales para crear individuos fuertes y sumisos, y suprime la familia tradicional, ya que el Estado asume la educación de los hijos. Además, defiende una **censura estricta* del arte, pues considera que las obras artísticas son copias imperfectas que desvían al pueblo del conocimiento verdadero.Finalmente, Platón propone la abolición de la propiedad privada para los gobernantes y guardianes, asegurando que solo reciban lo necesario para vivir, mientras que los productores controlan los medios de producción. En resumen, el Estado ideal platónico busca una sociedad ordenada, justa y armoniosa, en la que cada clase cumpla su función de acuerdo con el Bien.

REALIDAD SAN AGUSTÍN  → San Agustín, en su obra De diversis quaestionibus, propone el ejemplarismo, una teoría que sostiene que el mundo y sus criaturas son reflejos de arquetipos perfectos en la mente de Dios. Inspirado en la filosofía de Platón, San Agustín adapta su teoría de las Ideas, en la cual Platón sostiene que el mundo sensible es una copia imperfecta de un mundo de Formas eternas e independientes. Sin embargo, mientras Platón concibe estas Ideas como entes autosuficientes, para San Agustín los arquetipos están en la mente divina y dependen de Dios, quien, como el arquitecto de una obra, da existencia al mundo conforme a esos modelos eternos.


Esta reinterpretación se integra en la doctrina cristiana de la creación ex nihilo, donde Dios, al crear el mundo desde la nada, sigue los patrones ideales en su mente eterna. Aunque el mundo material sea imperfecto en comparación con estos arquetipos, refleja la perfección y el orden divinos. Así, los seres creados adquieren su valor y perfección en la medida en que participan de esos arquetipos, siendo Cristo la manifestación suprema y perfecta de la humanidad en unión con Dios.A este marco de ejemplarismo se suma la influencia estoica de las razones seminales o logoi spermatikoi, que explican cómo las verdades divinas están presentes de manera germinal en la creación y se despliegan en la historia. De este modo, el plan divino ya estaba latente en el Antiguo Testamento, como en las profecías que anticipan la vida, muerte y resurrección de Cristo, y se revela plenamente en la venida de Jesús. Según esta teoría, los principios racionales, o “semillas de la razón”, están presentes en el cosmos, guiando su desarrollo y permitiendo que el conocimiento humano participe de la verdad divina.De esta manera, los filósofos paganos, como Sócrates, Platón o Aristóteles, llegaron a verdades compatibles con el cristianismo porque participaron de estas razones divinas dispersas en el universo. Sin embargo, con la revelación de Cristo, el acceso a la verdad es total, y el propósito de la filosofía se reorienta hacia la comprensión plena de la verdad revelada. Así, el conocimiento humano se entiende como un proceso de acercamiento a la verdad divina, contenida en los arquetipos de la mente de Dios y manifestada plenamente en Cristo.

CONOCIMIENTO → En Confesiones, San Agustín expone que el conocimiento se logra mediante dos caminos complementarios: la *razón* y la *fe. La razón nos permite reconocer la existencia de Dios, pero la fe es necesaria para comprender su naturaleza divina. La fe y la razón se refuerzan mutuamente: la fe nos guía hacia verdades que la razón no puede alcanzar por sí sola, mientras que la razón profundiza y fortalece la fe. Su lema, «Cree para entender, entiende para creer» (*Crede ut intelligas, intellige ut credas), refleja esta relación.


San Agustín también enfrenta el escepticismo, defendiendo que, aunque nuestros juicios puedan ser erróneos, nuestra *existencia* es una certeza indubitable, como expresa con «Si fallor, sum» (si me equivoco, existo). A partir de esta certeza, podemos conocer otras verdades.Influenciado por Platón, San Agustín adopta un *dualismo ontológico: el mundo material refleja los **modelos ideales* en la mente de Dios, pero nuestra percepción de estos es imperfecta. Sin embargo, a diferencia de Platón, San Agustín rechaza la idea de la *reminiscencia* y propone la *teoría de la iluminación*. Según esta, Dios ilumina nuestra mente, permitiéndonos acceder parcialmente a las ideas divinas, las cuales están presentes en nosotros debido a que fuimos creados a su imagen y semejanza. Así, para San Agustín, *Dios* es la fuente del conocimiento y la verdad, y es el fin último del entendimiento humano, similar al papel que Platón atribuye a la idea del Bien. Sin Dios, nada puede ser conocido ni concebido.

PROBLEMA DEL SER HUMANO – San Agustín presenta una visión *dualista* de la naturaleza humana, donde el ser humano está compuesto de *cuerpo* y *alma*, y el alma tiene como destino la salvación eterna. A diferencia de Platón, quien veía al cuerpo como una prisión del alma, Agustín considera que el cuerpo no es antinatural, ya que Dios lo creó. Además, rechaza la reencarnación, ya que contradice la doctrina cristiana del juicio final.

En cuanto al *origen del alma* y la transmisión del *pecado original, San Agustín explora dos teorías: el **creacionismo* (cada alma es creada directamente por Dios) y el *traducianismo* (el alma se transmite de padres a hijos). Se inclina por el traducianismo por su coherencia con el pecado original, aunque reconoce sus dificultades teóricas.San Agustín también reflexiona sobre el propósito de la vida humana, entendida como un camino hacia la unión eterna con Dios, alcanzando la *visión beatífica, la contemplación directa de Dios en el cielo. Para ello, el ser humano debe vivir según las virtudes de Cristo, incluyendo el **autocontrol* y el dominio de las pasiones.
El *amor* es central en la vida cristiana para San Agustín, destacando la *charidad* o amor sacrificial, que pone el bienestar del prójimo por encima del propio. Este amor, reflejo del sacrificio de Cristo, es lo que permite al ser humano acercarse a Dios y participar de su bondad.En resumen, la visión de San Agustín integra el *dualismo* cuerpo-alma con su concepción de la *salvación, el **pecado* y el *amor cristiano*, entendiendo la vida como un viaje espiritual hacia la comunión eterna con Dios.

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