Dionisíaco
Según Nietzsche, el ser humano y la vida o realidad poseen dos tendencias contrarias: la apolínea y la dionisíaca. Esta última hace referencia a la parte corporal del ser humano y al lado más trágico de la vida, en el que el mundo es caos y azar. Sin embargo, la tendencia apolínea representa el lado racional del ser humano, en el que el mundo posee orden y sentido. Dioses Apolo y Dionisio. Por ello, cuando Sócrates identifica la razón con la verdad y la virtud, y Platón niega la realidad del mundo dionisíaco inventando un mundo inteligible caracterizado por lo apolíneo, empieza lo que Nietzsche denomina la «decadencia del espíritu». En efecto, sostiene que a partir de estos filósofos nace la corriente dogmática idealista de corte platónico que atraviesa la historia de la filosofía con autores como Sócrates, Descartes, Kant o incluso con el cristianismo. Todos ellos se caracterizan por inventar un mundo trascendental perfecto a partir de la racionalidad y negar el mundo aparente, es decir, la realidad tal cual es: dinámica e incognoscible. En efecto, estos filósofos dan cuenta del rechazo de la parte dionisíaca o más trágica de la vida: la muerte, la enfermedad… Por último, cabe mencionar que a partir de este concepto Nietzsche expone su propia propuesta en contraposición con la de estos filósofos dogmáticos idealistas de corte platónico. Así, respecto a la ética, Nietzsche afirma que pensar que la moral está basada en la razón es rechazar que el ser humano está compuesto de pasiones. Antropológicamente, enfrenta el hombre teórico y racional al hombre trágico, quien acepta la parte dionisíaca. Y, por último, en cuanto a la epistemología, sostiene, al igual que Schopenhauer, que lo único que puede acercarnos a la comprensión de la realidad es el arte, en especial la tragedia griega.
Inocencia del devenir
Platón diferencia ontológicamente el mundo inteligible, caracterizado por la razón, del mundo sensible o aparente, caracterizado según él por ser falso y estar en continuo cambio. A su vez, el resto de los filósofos dogmáticos idealistas de corte platónico han fomentado, también a partir de la razón, este dualismo ontológico apelando a una trascendentalidad, que podemos identificar, por ejemplo, con las ideas a priori en el caso de Descartes y con el noúmeno en Kant. Nietzsche, sin embargo, desde una postura materialista, va a desmitificar la «diosa razón» y negar la existencia de un mundo trascendental. Asimismo, este término también tiene connotaciones epistemológicas. En efecto, los filósofos idealistas de corte platónico sostienen que los sentidos nos muestran un mundo aparente cambiante que ni es real ni se puede conocer, negando, por lo tanto, que sean una fuente de conocimiento fiable. Por su parte, Nietzsche afirma que estos filósofos inventan un mundo trascendental, a partir de la razón, ya que el mundo aparente no les aporta seguridad y no son capaces de aceptar la parte dionisíaca de la vida. Paralelamente, critica el idealismo por su empeño en buscar un conocimiento y unas verdades universales, puesto que esto, en consecuencia, les lleva a inventar una trascendentalidad y negar la realidad tal cual es, es decir, el mundo aparente. Por último, Nietzsche realiza una propuesta en lo que a la actitud o conducta del ser humano frente a la vida se refiere. Esta consiste en la aceptación del mundo aparente como cambiante y dinámico, en el rechazo a la confianza ciega en la razón, y en la comprensión de la realidad sin la necesidad de crear conceptos cerrados y negadores que nos definen.
Para ello, Nietzsche defiende que hay que ir más allá de la razón, del lenguaje y del logos, centrándose en el arte como medio para comprender la realidad. Por último, Nietzsche realiza una propuesta en lo que a la actitud o conducta del ser humano frente a la vida se refiere. Esta consiste en la aceptación del mundo aparente como cambiante y dinámico, en el rechazo a la confianza ciega en la razón, y en la comprensión de la realidad sin la necesidad de crear conceptos cerrados y negadores que nos definen y nos impiden ser otra cosa. Para ello, Nietzsche defiende que hay que ir más allá de la razón, del lenguaje y del logos, centrándose en el arte como medio para comprender la realidad.
Transmutación de valores
Nietzsche escribe La genealogía de la moral, un libro en el que estudia el fundamento y origen de los valores morales a lo largo de la historia, en concreto, del bien y del mal. En este sentido, diferencia cuatro etapas fundamentales. En primer lugar, nos habla de la sociedad de la Grecia heroica de Homero que fundamenta su moral en los valores guerreros: la fuerza y lo poderoso, siendo el cuerpo considerado como un vehículo para la vida. Dicha moral es identificada por Nietzsche con la «moral de señor», puesto que el bueno es el fuerte, apasionado, poderoso, guerrero y creador de valores. Ahora bien, con la filosofía de Sócrates y Platón aparece un nuevo momento histórico, en concreto lo que Nietzsche denomina la primera decadencia del espíritu. En efecto, ambos filósofos transmundanos fundamentan la moral en la racionalidad, rechazando así las pasiones del cuerpo para reemplazarlas por la razón y la visión apolínea del mundo inteligible. En este caso, el bueno es el que renuncia a las pasiones del cuerpo y a la vida en favor de un mundo inexistente: el mundo de las ideas. Dicha transmutación de valores se va a completar con el judeocristianismo, que va a filtrar la filosofía de Platón a través del texto sagrado de La Biblia. En este momento se produce la inversión total de los valores de la Grecia Heroica, identificándose los buenos con los sumisos, mansos, los pobres y miserables, generándose lo que Nietzsche va a denominar «moral de esclavo».
Heráclito-Nietzsche
Heráclito, presocrático del siglo VI a.C, es conocido por su celebérrima frase «no te bañarás dos veces en el mismo río». En efecto, dicha cita supone la concepción de la realidad como cambiante, tránsito y devenir. Respecto a Nietzsche, coincide con Heráclito en esta idea de cambio. En efecto, para Nietzsche la realidad, que denomina mundo aparente, es un continuo fluir y dinámica, tal y como la describe Heráclito a través de la imagen del fuego. Ahora bien, Nietzsche difiere con Heráclito en cuanto a la epistemología. Mientras que Heráclito afirma que los sentidos nos engañan, pues nos muestran una realidad estática (recordemos que según Heráclito el río nos lo muestran los sentidos), Nietzsche sostiene que los sentidos nos muestran la realidad tal cual es: cambiante y dinámica. Nietzsche rechaza, en efecto, la razón como fuente de conocimiento puesto que esta nos va a mostrar siempre una realidad conceptualizada y por ende estática, ya que es incapaz de aprehender el mundo aparente tal cual es, dinámico. Resumiendo, Nietzsche describe la realidad, el mundo aparente, otorgándole las mismas características que Heráclito, es decir, como un continuo fluir y rechaza la razón como fuente de conocimiento, porque inevitablemente nos obliga a fijar la realidad y caer en el dualismo ontológico, tal y como nos muestra Parmenides.