La Búsqueda de la Sabiduría en Aristóteles
En este fragmento de la obra de Aristóteles, se observa una profunda reflexión sobre la sabiduría y la experiencia. El filósofo se pregunta cuál de las dos es más importante para el conocimiento. Aristóteles argumenta que la experiencia, siendo singular y práctica, nos permite saber qué ocurre. En cambio, el saber, de carácter teórico y universal, conduce a los sabios a descubrir el porqué y las causas de las cosas, lo que les otorga sabiduría.
Para Aristóteles, el experto se centra en el «qué», mientras que el sabio busca el «porqué» y la causa. Establece una jerarquía: primero la sensación, que da lugar a la experiencia, la cual se convierte en arte, y finalmente, en la cima, se encuentran los teóricos. De este razonamiento, concluye que la sabiduría se ocupa de las causas y los principios.
La Admiración y la Ignorancia como Impulsores del Conocimiento
Aristóteles señala que la admiración por las cosas y el reconocimiento de la propia ignorancia impulsan a filosofar. Esta búsqueda del saber se realiza en pos del conocimiento mismo, no por una utilidad práctica. Aquí se percibe la influencia socrática, ya que ambos filósofos coinciden en que reconocer la propia ignorancia es fundamental para alcanzar la sabiduría. Esta postura contrasta con la de los sofistas, contemporáneos de Sócrates.
Aristóteles considera la filosofía como una ciencia libre, estrechamente vinculada a la religión y a Dios, lo que le confiere gran dignidad.
Las Cuatro Causas y la Metafísica
En el ámbito metafísico, Aristóteles expone su teoría de las cuatro causas: sustancia y esencia, materia, la causa del movimiento y la causa final que se opone a dicho movimiento. El conocimiento de estas causas, según Aristóteles, permite comprender el principio del cosmos, dando lugar a la «primera física».
Aristóteles revisa las teorías sobre la naturaleza de los primeros filósofos, a quienes critica por sus definiciones superficiales.
El Ser Social, la Polis y la Felicidad
El Ser Social
La ética y la política en Aristóteles están íntimamente ligadas. El ser humano, por naturaleza, está impulsado a vivir en sociedad. Aristóteles distingue entre personas libres por naturaleza y esclavos, como labradores, artesanos y mercaderes, quienes no son libres porque deben trabajar para subsistir. También establece una diferencia entre hombres y mujeres; estas últimas, al no ser de la misma naturaleza que los hombres, no se consideran libres. Por lo tanto, solo los hombres pueden ser libres, vivir virtuosamente y alcanzar la felicidad. Para ello, deben vivir en la polis.
La comunicación y la interacción con los demás son esenciales para la vida humana. El origen natural de la ciudad es la casa, la comunidad primitiva que satisface las necesidades básicas. De la unión de las casas surge la tribu, de las tribus la aldea, y de las aldeas la ciudad, la asociación perfecta donde el ser humano puede satisfacer todas sus necesidades.
Solo en el Estado se puede alcanzar el bien y la justicia. Su fin es la felicidad y la perfección moral de los ciudadanos. Según Aristóteles, la vida ciudadana, especialmente la división del trabajo, debe permitir que algunos privilegiados se dediquen a la vida filosófica, al estudio y a la investigación de la verdad.
El pragmatismo de Aristóteles sugiere una combinación de democracia y aristocracia, basada en las clases medias y gobernada por los mejores, lo cual concuerda con su teoría de la virtud: un término medio, adaptado a las circunstancias y a la naturaleza de los seres humanos, guiado por la prudencia.
La Felicidad (Eudaimonía)
Para Aristóteles, el fin último y el bien supremo de la vida humana es la felicidad (eudaimonía). Es el único bien que se busca por sí mismo, mientras que los demás se buscan para alcanzarla. La ética de Aristóteles se conoce como eudemonista.
Aristóteles argumenta que todos los seres actúan buscando un fin, pero este fin varía según la naturaleza de cada uno. El ser humano se distingue por su racionalidad, y por lo tanto, alcanza la felicidad a través de la razón. La actividad intelectual es la que le proporciona la felicidad.
El hombre debe desarrollar hábitos o costumbres buenas, las virtudes, que perfeccionan su naturaleza. Virtud se define como areté (excelencia, capacidad, habilidad). El objetivo de la virtud es alcanzar la felicidad.
La ética aristotélica propone como fin y perfección de la vida humana la felicidad, que se logra buscando la verdad teórica y viviendo virtuosamente. Esta felicidad solo se alcanza viviendo con otros, en la polis. Para Aristóteles, la ética y la política son inseparables.