El Trabajo y la Dialéctica en la Teoría de Marx
Karl Marx, filósofo influenciado por Hegel, concibió a los individuos dentro de su contexto social, en constante transformación debido al trabajo. Para Marx, el trabajo es el medio a través del cual el hombre se realiza: representa la tesis que se afirma frente a la naturaleza (antítesis). Mediante el trabajo, esta contradicción se supera, ya que el ser humano transforma y humaniza la naturaleza. Así, las sociedades evolucionan dialécticamente a partir de estas contradicciones. La historia, según Marx, se desarrolla gracias a esta dialéctica, impulsada por la lucha de clases. La evolución de las clases sociales es, a su vez, consecuencia de las fuerzas económicas y las relaciones de producción. La transición de un modo de producción a otro se da en tres fases: tesis (distintas clases sociales con intereses contrapuestos), antítesis (revolución) y síntesis (nueva forma social con nuevas relaciones entre clases, que generarán nuevas contradicciones).
Estructura Social y Modos de Producción
Cada sociedad se estructura según su modo de producción. En la base se encuentra la infraestructura económica, compuesta por las fuerzas productivas (materias primas, actividad del trabajador y medios de trabajo) y las relaciones de producción (propiedad o no de los medios de producción). Marx argumenta que quienes poseen los medios de producción viven del trabajo de los no propietarios. Esta relación de explotación caracteriza a las sociedades clasistas: esclavista, feudal y capitalista. Marx desarrolla su teoría de la plusvalía, donde el valor del trabajo equivale al coste de renovar la capacidad de trabajo consumida. El obrero transforma recursos en productos, cuyo valor proviene del trabajo. Sin embargo, el obrero recibe un salario inferior al valor generado, la diferencia es la plusvalía, que se apropia el empresario. La acumulación de plusvalía genera el capital. Este sistema produce desigualdades sociales, división de clases y alienación del obrero.
La Alienación Económica y sus Consecuencias
La alienación económica se produce porque el trabajador no controla el producto de su trabajo, este le es ajeno. El trabajo, la actividad esencial del ser humano, se convierte en algo extraño, alienante. De la alienación económica surge la alienación religiosa, donde el individuo busca consuelo en un mundo ilusorio, impidiendo la lucha. También surge la alienación política, donde el Estado, una creación humana, se convierte en un poder autónomo y opresor. El Estado, para Marx, es una herramienta de la clase dominante para mantener sus privilegios, fomentando la competitividad en lugar de la cooperación.
Infraestructura y Superestructura
Sobre la infraestructura económica se erigen la superestructura ideológica (ideas, costumbres, cultura, religión, filosofía) y la superestructura jurídico-política (el Estado). La ideología, la culminación de la alienación, puede ofrecer una imagen distorsionada de la realidad, justificando la explotación y haciendo que los explotados la consideren natural e inevitable.
La Praxis y la Superación de la Alienación
Marx sostiene que no basta con denunciar la alienación, es necesario transformar las condiciones que la originan. Su filosofía es una filosofía de praxis (acción). A través de la revolución, y un periodo de dictadura del proletariado, se busca la abolición de las clases sociales y del Estado como poder dominante. El capitalismo daría paso al socialismo, donde desaparecería la propiedad privada y se recuperarían los vínculos cooperativos. Sin embargo, la filosofía de Marx, con su visión de una sociedad sin clases, también puede considerarse idealista.