Ética Intercultural: El Diálogo Racional según Habermas
Autor
Filósofo alemán actual. Segunda generación de la Escuela de Frankfurt. Estudia los problemas actuales desde la razón crítica con el objetivo de lograr la liberación y emancipación del ser humano.
Tema
El diálogo basado en el discurso racional es el mejor instrumento para resolver los conflictos éticos interculturales.
Ideas principales
- En los debates éticos entre personas de culturas diferentes, las posiciones se van acercando a las de los demás, dirigiéndose a incluir totalmente la opinión de los otros.
- La propia naturaleza de la argumentación ética es la que nos lleva a ser capaces de ponernos en lugar del otro.
- Desde el diálogo moral (aceptar solo las normas morales válidas para todos), el discurso racional es el mejor instrumento para resolver los conflictos éticos, ya que garantiza que todos los afectados participen y que todos los intereses sean tenidos en cuenta.
Relación entre las ideas
El texto presenta el mejor camino para resolver los conflictos éticos. Parte de que en los debates éticos multiculturales los puntos de vista se acercan progresivamente, pues la argumentación racional produce este acercamiento. La conclusión es que si aceptamos el diálogo moral, por el que solo son admisibles las normas válidas para todos, el discurso racional es el mejor instrumento para resolver los conflictos.
Explicación de las ideas
El texto aborda el debate sobre cómo llegar a un acuerdo en cuestiones éticas cuando los participantes son de diferentes culturas (mantienen valores, normas y costumbres dispares y sus principios son distintos). Cuando hay un verdadero debate ético, los participantes van abandonando su propia perspectiva y asumen las posiciones de los demás. El objetivo es incluir los puntos de vista de todos. Para Habermas, la dinámica de la argumentación ética nos lleva a ponernos en la posición de los demás. Si buscamos el consenso entre quienes pueden verse afectados por una norma moral, todos los que tomamos parte en el debate debemos entender y aceptar las opiniones de los demás. Si no es así, más que un debate ético se trata de la imposición de un punto de vista. Habermas sitúa el auténtico debate ético en el plano de la comunicación imparcial, en la que quedan excluidos los privilegios e impide la manipulación y que sea utilizada como instrumento al servicio del poder. La clave está en que las personas acuerden seguir ciertas pautas de actuación después de una discusión en la que los participantes reflexionen sobre los valores y las normas que convienen a todos. La igualdad y la imparcialidad son las condiciones previas del debate ético. En la última parte del texto, se propone una ética dialógica o discursiva, en la que el diálogo apoyado en el discurso racional determina cómo se resuelve un conflicto moral. Evita caer en el relativismo afirmando que las normas que emanan del diálogo solo serán válidas si pueden ser aceptadas por todos los afectados por ellas. Así se asegura la inclusión de todos los afectados y la consideración equitativa de todos los intereses.
Existencialismo: La Condena a la Libertad según Sartre
Autor
Filósofo existencialista francés del siglo XX. Comprometido políticamente durante toda su vida, estuvo en la Resistencia francesa contra el nazismo, presidió el Tribunal de Crímenes de Guerra y perteneció al Partido Comunista Francés. En lo filosófico intentó hacer compatibles el existencialismo y el marxismo.
Tema
El hombre está condenado a ser libre.
Ideas principales
- El texto comienza afirmando que el hombre no se ha creado a sí mismo, es decir, no ha elegido existir, pero es responsable de todo lo que hace (es libre).
- Para el existencialista, la pasión nunca es la causa última de nuestros actos; el hombre es responsable de su pasión.
- Según el existencialista, tampoco hay signos que nos orienten, pues somos los humanos los que interpretamos tales signos.
- En conclusión, el hombre está solo y condenado a elegir cómo es en cada momento.
Relación entre las ideas
El texto es circular, la idea de inicio es la que aparece al final: el ser humano está solo, condenado a ser libre. Hay dos causas de nuestras acciones: la pasión (que nos arrastra), y los signos que encontramos y que nos orientan al actuar. No son aceptables para el existencialista. El hombre es responsable de su pasión y descifra por sí mismo los signos. Concluye que el hombre ha de inventarse constantemente.
Explicación de las ideas
El texto parte de una afirmación de Sartre: estamos condenados a ser libres. Esto significa que (para el existencialismo), los seres humanos no tenemos una esencia común; lo único que nos define es nuestra libertad. A lo largo de la vida, nuestras decisiones y nuestras elecciones van concretando cómo somos. Nos encontramos con la existencia (nadie se crea a sí mismo) y, por tanto, estamos condenados a ser libre. La soledad al tomar decisiones (no podemos usar valores universales), nos provoca angustia. No estamos seguros de haber tomado la decisión correcta. La angustia surge de nuestra conciencia de libertad; nos sentimos inseguros, solos ante nuestras decisiones. Por eso no es raro que busquemos excusas para ocultarnos que somos libres. Una de las más habituales es recurrir a las pasiones, que nos arrastran sin poder evitarlo. Pero somos responsables de la pasión, elegimos libremente seguirla o no. La siguiente idea señala cómo evitar la soledad de nuestras decisiones: habría signos externos que nos dicen cómo actuar. Esto no es creíble para Sartre, puesto que somos responsables de la interpretación de tales signos. Son excusas fruto del autoengaño. Para evitar sentir la angustia de la libertad, procuramos creer que hay circunstancias o pasiones que nos obligan; o recurrimos a normas y valores ajenos para justificarnos, el más común es Dios como origen de la norma moral. Todo es un intento de huida de lo que somos: libres. De ahí que, como el texto concluye, estamos condenados a inventarnos constantemente; nada nos obliga ni nos determina.