TEMA II. Alienación y Superación de la Alienación ―o Emancipación―
Alienación y superación de la alienación ―o emancipación― constituyen términos correlativos en Marx, concretamente en los Manuscritos de París. La conexión entre comunismo y emancipación está expresamente desarrollada en el tercer manuscrito, donde Marx distingue tres figuras de la emancipación, entre las que destaca el comunismo, descrito como «humanismo práctico«. La teoría de la emancipación corresponde con la concepción del ser humano que subyace a toda la teoría de la alienación, por tanto, a un modelo normativo del trabajo. Una aplicación concreta es la noción de «hombre rico» u «hombre total» desarrollada en este tercer manuscrito.
Marx establece una vinculación esencial entre comunismo y emancipación. Esta última, entendida como el despliegue de las fuerzas propias del hombre, aquéllas que corresponden a su esencia, sirve de criterio para medir el alcance y límites de una teoría comunista concreta. Si de todos los poderes que obstaculizan el autodesarrollo del hombre destaca principalmente el papel de la propiedad privada, el comunismo adquiere un papel histórico fundamental entendido como su superación. Con esto, el comunismo se perfila como una figura negativa de la emancipación: la que niega la propiedad privada. Junto a él, el «humanismo positivo» constituye la figura emancipadora de la sociedad humana (de la vida real positiva) que ha dejado atrás el comunismo como mera negación.
El comunismo está sujeto, pues, a la dinámica hegeliana de la superación. Es figura necesaria, la de una filantropía real y efectiva, por la que tiene que pasar el proceso de emancipación a nivel práctico. Pero, al mismo tiempo que es principio energético del futuro, no es el futuro mismo. Es una figura necesaria, pero no la emancipación humana misma. Esta supone una profundidad tal que tiene que alcanzar a los efectos antropológicos negativos que la propiedad privada tiene («nos ha vuelto tan estúpidos y unilaterales»). La superación plena de estos efectos también tendrá consecuencias antropológicas profundas, que Marx tematiza en términos del hombre rico (pobreza y riqueza cobrarán significado humano) y total, lo que supone la superación de la separación entre pensar y ser, entre poseer y ser, un nuevo papel para el sentimiento, la conformación de una sensibilidad subjetiva como la sensibilidad musical, etc., desarrollo de los sentidos espirituales, etc. En definitiva, una emancipación de todos los sentidos y propiedades humanas.
El Rechazo Marxiano de Ciertas Formas de Comunismo
El rechazo marxiano de algunas formas de comunismo viene dado, precisamente, porque se alejan de este planteamiento de emancipación del ser humano. Lo prueba su análisis del llamado comunismo basto o grosero, caracterizado por la generalización y plenitud de la propiedad privada, en el que la condición de obrero es extendida a todos los hombres y adopta una forma extrema en la idea de que las mujeres deben ser poseídas en común. En definitiva, es un comunismo que niega la personalidad del hombre. Por otra parte, el comunismo meramente político se acompaña de la superación del Estado, pero mantiene la propiedad privada, por lo que no ha comprendido ni lo que es de suyo la propiedad privada ni el carácter humano de las necesidades.
En contraste con estos tipos, la forma de comunismo que defiende Marx se caracteriza por la superación positiva de la propiedad privada en cuanto enajenación humana de sí mismo y, por tanto, como apropiación real del ser humano por y para el hombre. Esta forma es considerada como la resolución de la pugna entre hombre y naturaleza, objetivación y afirmación de sí mismo, libertad y necesidad, en definitiva, como la solución del enigma de la historia.
La Emancipación a través del Proletariado
El alcance de esta emancipación, encabezada por la acción del proletariado —la «clase universal»—, implica, pues, mucho más que la subversión del capitalismo, la mera implantación de un nuevo sistema económico y político. Gracias al comunismo, se eliminarán todas las alienaciones y el hombre recuperará su humanidad perdida. Las alienaciones están encadenadas de tal manera que unas sostienen a otras. Al desaparecer la alienación económica, desaparecerán todas las demás. El Estado y las clases sociales ya no tendrán sentido y saldrán de la historia. Es la aurora de un nuevo modo de vivir, en el que lo individual y lo universal ya no colisionarán. El término será la individualidad libre del hombre humanizado, basada en el desarrollo universal de los individuos y la subordinación a su productividad comunal, que supone la propiedad social. Cuando, con el comunismo, el hombre llegue a tener de su actividad absoluta autoposesión, habrá encontrado al fin un mundo completamente hecho por sí mismo, y alcanzará así la libertad de lo perfectamente idéntico a sí mismo, de lo autoproducido que no conlleva contradicción porque, en el fondo, no es un «otro», no opone alteridad al que mira lo hecho.