Antagonismo: Rasgos de los modos de producción cuya estructura económica genera contradicciones. En el modo de producción burgués moderno, cada empresa persigue beneficios para mejorar su maquinaria y producir más y más barato, con lo que lleva a la saturación del mercado. Así llega la crisis y el paro de los obreros, la pérdida de su poder adquisitivo y la reducción del mercado, lo que agrava el problema.
Por tanto, Crisis de sobreproducción/Era de revolución social: periodo que se abre cuando el desarrollo de las fuerzas productivas las lleva a entrar en contradicción con las relaciones de producción que hasta este momento habían provocado su desarrollo. Se caracteriza por el enfrentamiento de las nuevas fuerzas productivas con el sistema jurídico. En la lucha de clases, los oprimidos logran apoderarse del poder político y destruyen las antiguas relaciones de producción.
Fuerzas productivas: Los elementos que permiten que se realice el trabajo. Están formados por las fuerzas de trabajo (hacha, etc.) y los medios de trabajo (instrumentos que permiten transformar la materia en productos).
Modo de producción o base económica: El modo de producción no existe en la realidad, se adopta exclusivamente para interpretar una realidad social. Un modo de producción es una estructura global que cumple tres características:
- A) Está formada por la estructura económica, la estructura jurídico-política y la estructura ideológica.
- B) Una de esas estructuras domina las otras.
- C) La estructura económica es siempre determinante.
Producción social de la existencia: El hombre consigue elaborar un producto para satisfacer sus necesidades; el hombre, mediante su trabajo, produce su propia vida.
Relaciones de propiedad: Conjunto de leyes y normas que garantizan jurídicamente las relaciones sociales de producción. Forman parte de la estructura jurídica. Las clases sociales beneficiadas por esas relaciones sociales son las causantes de dichas leyes y normas, para garantizarse seguir siendo propietarios.
Prehistoria de la sociedad humana: Periodo en el que se han sucedido las formaciones sociales dominadas por medios de producción antagónicos, aquellos en los que las relaciones sociales son de explotador-explotado y, por tanto, donde se produce una división de la sociedad en dos clases antagónicas y enfrentadas (propietarios de los medios de producción y los no propietarios).
Superestructura: Conjunto de la superestructura jurídico-política (conjunto de instituciones, normas y leyes destinados a reglamentar y controlar el funcionamiento de la sociedad) e ideológica de una sociedad.
ACTUALIZACIÓN: Con la caída del muro de Berlín en 1989, podría parecer que se caía también por tierra la profetización que hacía Marx en su filosofía del fin de la prehistoria, que vendría con el final del modo de producción capitalista-burgués y con la instauración en su lugar de una sociedad socialista, con la dictadura del proletariado primero, y después, finalmente, con la sociedad comunista. El modo de producción burgués no solo no ha sucumbido a sus propias contradicciones, sino que parece que goza de mejor salud que nunca (globalización de la economía de mercado) y que aquellos regímenes comunistas que podrían servir como modelo de economía alternativa y de contrapunto se han extinguido o están en vías de extinción.
La burguesía, decía Marx junto con Engels en El manifiesto del partido comunista, ha engendrado no solo las armas que le darán muerte, sino también aquellos que empuñarán tales armas, los obreros. ¿Qué pasa entonces con la filosofía marxista? ¿Podemos declararla ya completamente obsoleta y desfasada? Para contestar a esta pregunta, podríamos preguntarnos previamente si las revoluciones comunistas llevadas a cabo han plasmado realmente la teoría de Marx. Por otra parte, ¿conllevaba el pensamiento de Marx la burocratización de todos los aspectos de la vida ciudadana y la falta de libertad que resultaron en los países comunistas?
En cualquier caso, si atendemos al aspecto más humanista de la filosofía de Marx, a su deseo de acabar con la explotación del hombre por el hombre, de superar la alienación característica de la sociedad capitalista, de conseguir clarificar racionalmente nuestra conciencia social, de quitarnos las vendas de la ideología que nos impiden comprender la raíz histórica y material, económica, de muchos de los males de nuestra sociedad, entonces no podemos negarles vigencia y actualidad a los planteamientos de Marx.
Siguiendo a Julio Quesada en su libro Otra historia de la filosofía, podemos afirmar que vivimos en un mundo globalizado técnicamente, sí, pero sumergido en grandes desigualdades: un tercio de la humanidad vive en la abundancia mientras el resto sobrevive en la miseria. La diferencia entre países ricos y pobres crece cada año con más rapidez. El hambre es todavía un problema de nuestros días, el trabajo de los niños, la marginación de la mujer en muchas sociedades, donde sigue cobrando menos por igual trabajo realizado, etc.
Podríamos citar también la obra de algunos pensadores de nuestros días, por ejemplo, Adolfo Sánchez Vázquez (Algeciras, 1915), exiliado durante la guerra civil, que ha publicado recientemente un libro, El valor del socialismo, donde nos señala el papel emancipatorio de la filosofía marxista. Asimismo, podríamos hablar de la obra del filósofo Peter Singer, que encuentra urgente rearmar el bagaje teórico de la izquierda. Obras suyas como Desacralizar la vida humana y Un solo mundo conservan los mismos rasgos del pensamiento socialista clásico, pero recogiendo la situación de nuestro tiempo, en el que un nuevo fantasma recorre Europa, no ya el del comunismo, sino el de la pérdida de los ideales más plenos y hondamente humanistas, presentes en toda filosofía auténtica.