Sócrates (siglo V a.C.)
Los sofistas defendieron el relativismo, que afirma que la verdad es subjetiva, relativa a cada cual, tal y como Protágoras expresó con su afirmación: “El hombre es la medida de todas las cosas”.
Por consiguiente, para los sofistas no existen verdades universales, objetivas ni absolutas.
En contraposición, el universalismo socrático defiende que toda la realidad puede ser descrita a partir de conceptos universales y, por consiguiente, es posible un conocimiento objetivo.
El intelectualismo moral es la teoría ética en la cual Sócrates concreta y describe su modelo de sabiduría.
Esta doctrina explica la consecución de la felicidad a través de la virtud, la cual solo es alcanzable mediante el conocimiento (sabiduría). Por tanto, para conseguir la felicidad se requiere ser virtuoso como medio, y para obrar virtuosamente se necesita del conocimiento.
Esto explica la importancia que dio Sócrates a la educación, ya que consideraba que quien obra mal no lo hace por mala voluntad, sino por desconocimiento e ignorancia. Por ello afirmaba que, en vez de castigar y construir cárceles, hay que educar y construir escuelas.
Platón
Platón explica al ser humano desde su dualismo antropológico, mediante el cual describe al ser humano como un ser dual formado por la conjunción de dos partes contrarias y antagónicas:
- Alma: es la parte inmaterial, espiritual o anímica del ser humano en la cual está el auténtico ‘yo’ (la esencia del ser humano) y, por tanto, su lugar natural es el mundo Ideal.
Solo a través del alma se puede acceder al mundo Ideal y obtener el verdadero conocimiento.
- Cuerpo: frente a ella, es la parte material o corpórea del ser humano, vinculada con el mundo sensible, y que, según Platón, representa un mal para el ser humano porque nos lleva a ambicionar todo lo que hay en el mundo sensible.
El cuerpo forma parte del mundo material y nos conduce al engaño, a la opinión y a un conocimiento inestable (mera doxa).
Por todo ello, el cuerpo es un estorbo y cuando el alma está en él está aprisionada; de ahí que afirmara que: “El cuerpo es la cárcel del alma”.
Así descritos alma y cuerpo, Platón defiende que la unión entre ambos es:
- Accidental: alma y cuerpo son principios contradictorios porque el cuerpo es un mal, un estorbo para el alma, ya que su lugar está en el mundo Ideal.
- Antinatural: lo natural para el alma está en una existencia separada e independiente del cuerpo en el mundo Ideal.
- Transitoria: es temporal, no es definitiva ni permanente, ya que el cuerpo perece y el alma vuelve al mundo Ideal (inmortalidad del alma).
Platón defiende a su vez una división tripartita del alma, lo que le lleva a diferenciar entre tres partes, funciones o clases de alma que representa a través del ‘Mito del carro alado’:
- Alma racional (=intelectiva): está representada en el mito por el auriga, quien ha de dirigir dos caballos muy distintos. Es la parte más noble, cuya función está en el conocimiento, y por ello debe guiar a las otras dos.
Está situada en la cabeza y su virtud prioritaria es la prudencia. Es inmortal, frente a las otras dos partes del alma, que son mortales y por ello perecen con el cuerpo.
- Alma irascible: está representada en el mito por el caballo blanco, hermoso, bueno, fácil de guiar; que simboliza el valor y la voluntad.
Está ubicada en el pecho, es fuente de sentimientos nobles y elevados. Tiene como virtud prioritaria la fortaleza (el coraje).
- Alma concupiscible (=apetitiva): representada en el mito por el caballo negro, indócil, desobediente, siempre desbocado, feo y difícil de guiar. Simboliza las malas pasiones, lleva al ser humano a desear de forma innoble, con bajeza.
Está ubicada en el bajo vientre y tiene como virtud prioritaria la templanza.
Para Platón hay una parte del alma que lleva al ser humano a conocer intelectualmente (alma racional), otra que le lleva a sentir de forma elevada (querer) (alma irascible) y una tercera parte que lleva al individuo a desear con bajeza (alma concupiscible).
Para Platón la educación ocupa un lugar destacado (del mismo modo que para su maestro Sócrates) porque permite identificar el alma predominante en cada individuo y a partir de ahí se ocupará un lugar u otro en la sociedad.
Según Platón, el equilibrio entre las tres partes del alma explica, da lugar a la virtud integral de la justicia, que es para Platón la armonía tanto individual como social.
Aristóteles
Describe al ser humano como la unión sustancial de alma y cuerpo, que considera interdependientes y coprincipios.
El alma sería la parte formal y el cuerpo la parte material, por ello podemos definir al ser humano como un ser hilemórfico.
Aristóteles considera que algo que tiene alma es algo que tiene vida (alma= principio de vida y movimiento), por ello todos los seres vivos tienen alma.
Esto lo lleva a diferenciar entre tres tipos de alma, las cuales se encuentran jerarquizadas de manera que cada individuo de cada nivel posee las almas anteriores, aunque la propia de su nivel es la prioritaria:
- Alma nutritiva: se corresponde a las plantas y gracias a ella pueden alimentarse.
- Alma sensitiva: es característica de los animales y posibilita las sensaciones (función básica de los animales).
- Alma racional o intelectiva: es exclusiva del ser humano y es la que permite el conocimiento y fomenta la voluntad (posibilita el raciocinio). Es el alma considerada superior.
Aristóteles defendió la mortalidad del alma individual, ya que considera a todos los seres vivos como compuestos hilemórficos formados por una parte formal (alma) y otra material (cuerpo), y si el cuerpo perece y, por tanto, se carece de parte material, la parte formal no carece de función, ya que no tiene ninguna parte material a la que dar forma (pierde su función que es dar forma al cuerpo).
Frente a la mortalidad del alma individual (siguiendo la teoría hilemórfica), defendió la inmortalidad del alma supraindividual, es decir, lo que no perece es un Nous supraindividual denominado por Aristóteles como entendimiento agente.
Todo ser humano participa del modelo teleológico de naturaleza aristotélico y su fin es la consecución de la felicidad.
Su finalidad queda determinada por su especificidad, es decir, con la función propia del alma intelectiva. Por ello, será vivir conforme a la razón y de este modo conseguir la felicidad.
Para conseguir esa felicidad (vivir conforme a la razón) se requiere del lugar natural del ser humano, es decir, la polis. Por ello, para Platón y Aristóteles “El hombre es un animal político” y necesita de otros seres humanos, es un ser social por naturaleza.
Helenismo (siglo III a.C.)
Hay varias escuelas helenísticas que describen distintos modelos de conseguir la felicidad individual basándose en la reconstrucción de la identidad personal perdida.
Epicureísmo
Fue iniciada por Epicuro de Samos, que defiende la consecución de placeres, así como la evitación de dolores.
Se aparta del hedonismo de Aristipo de Cirene, porque frente a él, que defiende que se han de buscar placeres corporales e inmediatos (momentáneos); Epicuro defiende que los placeres que deben buscarse han de ser tanto duraderos (permanentes) como espirituales.
Según Epicuro, han de superarse dos grandes miedos, el miedo a la muerte y el miedo a los dioses, debido a que engendran dolor. A partir de esto elaboró el tetrafármaco o cuádruple remedio para ser felices:
- ‘La divinidad no es de temer’: alude a cómo superar el miedo a los dioses, a los cuales no debemos temer porque debido a su perfección son indiferentes al destino de los seres humanos.
- ‘La muerte es insensible’: alude a cómo superar el miedo a la muerte, el cual se desvanece si nos percatamos de que mientras se vive no se siente la muerte y, por tanto, no debemos temerla porque solo ha de preocuparnos por lo que podemos sentir.
- ‘El bien es fácil de procurar’: considera que la felicidad se sitúa en placeres espirituales y duraderos, y que solo a través de ellos podemos alcanzar el estado de ataraxia, que es el sosiego o paz interior que conduce a la vida con templanza.
- ‘El mal es fácil de soportar’: el mal, dentro del epicureísmo, se asocia con el dolor; y según Epicuro han de soportarse males y dolores, ya que a la larga pueden procurarnos placeres mayores (bienes mayores).
Estoicismo
Escuela helenística defendida por Zenón de Citio (siglo III a.C.) que defendió que:
- Tan solo el hombre sabio, con la debida fortaleza, es capaz de soportar las adversidades vitales, los contratiempos de la vida.
- La actitud vital que se ha de mantener ante las adversidades de la vida es la de la aceptación de las mismas y el autodominio, el cual se consigue solo guiándose por el intelecto.
- Los deseos no controlados o irracionales perjudican nuestra capacidad intelectual o raciocinio; y por ello, para eliminar dichas pasiones o deseos incontrolados, hemos de adoptar la actitud vital de la apatía que nos hace ser indiferentes a lo pasional.
Escepticismo
Escuela helenística fundada por Pirrón de Elis (siglo III a.C.) que defendió el relativismo tanto epistemológico como moral.
- El relativismo epistemológico niega la existencia de un conocimiento objetivo o universal acerca de la realidad.
- El relativismo moral porque considera que no existen criterios objetivos que permitan dictaminar si nuestras acciones son buenas o malas.
Ante este relativismo defienden la actitud vital de la epoché, única por la que podemos conseguir la felicidad y que consiste en la absoluta indiferencia vital.
Desde esa absoluta indiferencia, la propuesta de los escépticos está en vivir una vida despreocupada porque solo desde ella podemos conseguir el sosiego interior, el estado de ataraxia.