¿Qué es la Antropología Filosófica?
La antropología filosófica es un campo de la filosofía teórica que tiene como objeto la reflexión filosófica sobre el ser humano. Esta reflexión aspira a ser radical y universal. Es, por ello, una reflexión del ser humano sobre sí mismo.
La antropología filosófica tiene en cuenta los datos que proporcionan las ciencias para intentar descubrir qué es lo específico del ser humano. La importancia de llevar esto a cabo es grande, ya que viene a ser el resumen y el trasfondo de todos los demás interrogantes que nos formulamos.
También se ha llamado antropología filosófica a una corriente filosófica que surge en Alemania con Max Scheler, que pretendía que esta disciplina debía tender un puente de unión entre la filosofía y la ciencia, de modo que la filosofía sería la encargada de señalar los objetivos de la investigación de todas las ciencias que se ocupan del hombre.
El Problema de una Idea Unitaria del Ser Humano
Las ciencias de la naturaleza, las ciencias humanas, las religiones, el arte e, incluso la mitología, nos proporcionan diversas formas de entender al ser humano.
Existen tres fuentes de ideas:
- La tradición judeocristiana: nos aporta la idea del ser humano creado por Dios (antropología del tipo religioso).
- La tradición de la Antigüedad clásica: sostiene la especial posición del hombre en el universo debido a que es el único que posee lógos (antropología de carácter filosófico).
- Las aportaciones de las ciencias: nos presentan al ser humano como producto tardío de la evolución, en quien se reúnen las cualidades más desarrolladas de la naturaleza (antropología científica).
Scheler defendía que carecemos de una idea unitaria del hombre, es decir, lo que entendemos por ser humano no es más que un cúmulo de informaciones inconexas e irreconocibles entre sí: solo nos proporcionan una perspectiva de la realidad humana.
Scheler intentó construir una idea unitaria o una imagen completa del ser humano, propone que hay dos características básicas que constituyen al hombre:
- El ser humano es vida, es impulso, instinto que proporciona energía.
- El ser humano es espíritu, es actividad que consiste en libertad.
No todos los filósofos aceptan esta propuesta. Michel Foucault defiende la imposibilidad de reconstruir una imagen unitaria del ser humano. Foucault piensa que no somos más que la conjunción de estructuras lingüísticas, psíquicas, sociales, políticas, etc. Por esto, Foucault proclama la muerte del hombre, es decir, la imposibilidad de pensar al ser humano como algo unitario y universal.
La Doble Estructura de la Pregunta sobre el Ser Humano
Cuando queremos investigar al ser humano, es natural que tomemos como cuestión fundamental la pregunta ¿qué es el hombre? o, directamente, ¿quiénes somos nosotros?. Usar una u otra forma de preguntar nos suministra matices diferentes:
- ¿Qué es el hombre?: Es la formulación más clásica. Immanuel Kant indica que estamos considerando la realidad humana como algo universal y constante. Nuestra pregunta quiere desvelar, por tanto, la esencia, idea, concepto o naturaleza del ser humano.
- ¿Quiénes somos nosotros?: Esta manera de preguntar es más cercana a nosotros y pertenece a Foucault, pero también a la tradición española desde Miguel de Unamuno hasta Julián Marías. En este caso, preguntamos por la identidad de los seres humanos, es decir, por lo que somos como individuos singulares y diferentes a los demás.
¿Qué es el Ser Humano? Dimensiones Problemáticas del Ser Humano
A lo largo de la historia, diferentes autores han reflexionado sobre el ser humano y han propuesto varias maneras de entenderlo. Sin embargo, eso no quiere decir que exista un acuerdo universal sobre la mejor manera de entender o definir al hombre.
Investigando las principales respuestas, descubriremos que todo intento de definición de hombre es problemático. Indicándonos de ese modo que lo que somos y nuestra propia existencia tienen algo de enigmático.
¿Un Ser Racional?
Aristóteles dijo que el hombre es el animal que tiene lógos, y distingue al ser humano como el único poseedor de lógos (razón, palabra). La unión de estas dos características contradictorias es lo que le confiere al ser humano una especial posición.
Sin embargo, no siempre se ha valorado así la racionalidad. Friedrich Nietzsche consideraba que, por ser la razón la característica que nos hace diferentes y siendo los únicos que disponemos de ella, somos la excepción. Nietzsche entiende al hombre como el animal fantástico, es decir, un animal en el que el impulso básico es la imaginación. La fuerza de este impulso es tan grande que nos lleva a inventar ficciones en las que luego creemos como si se tratara de realidades y verdades. En eso consiste nuestra “enfermedad”.
¿Realmente el ser humano es solo o principalmente razón? Muchos afirman que es preciso acabar con esa idea del ser humano que se idolatra a sí mismo por considerarse el único dotado de razón.
- Según David Hume, la razón es esclava de las pasiones.
- Según Xavier Zubiri, tenemos una inteligencia sentiente.
- Según Edgar Morin, en los hombres también hay pasión, vida, creatividad, peligro, drama, miedo e, incluso, locura.
¿Un Ser Sociable por Naturaleza o por Convención?
Otra de las definiciones del ser humano que se han hecho tópicas es la que afirma que el hombre es el animal social. Se trata de una forma de entender al ser humano que también debemos a Aristóteles. Lo que quiso expresar es que los seres humanos somos los únicos animales que hacemos sociedad. Casi todos los animales desarrollan algún tipo de relación con los demás miembros de su especie, pero ninguno se organiza socialmente.
Para Aristóteles, esta organización social propia de los hombres es, además, una característica de nuestra naturaleza. Por naturaleza vivimos con otros, regulando nuestras relaciones mediante normas morales y leyes jurídicas que estructuran nuestra convivencia y que nos advierten sobre qué es lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, lo legalmente permitido y lo prohibido por la ley. Esto no sucede entre los animales, porque su organización lleva consigo diferencias biológicas y físicas.
Pero podemos encontrar una idea opuesta. Thomas Hobbes, por ejemplo, sostiene una idea según la cual los seres humanos somos agresivos, competitivos y egoístas. Nuestra naturaleza no es social, sino más bien asocial, pero nos damos cuenta de que vivir de ese modo trae muchas dificultades. Hobbes piensa que, sin la sociedad, los seres humanos estaríamos en un estado de guerra permanente.
Para evitar esta situación, hemos convenido vivir juntos. Así pues, la vida en sociedad es considerada solamente como un mal menor (teoría del pacto social). De esta manera Hobbes expresa en su concepción antropológica el horror que le produjeron las guerras civiles inglesas que culminaron con la Revolución Gloriosa.
¿Un Ser Condicionado o Determinado?
Una de las características más discutidas del ser humano es si tiene o no libertad. Jean-Paul Sartre llega a afirmar que el hombre es libertad, el hombre consiste en libertad. No somos más que un proyecto que se irá concretando en función de las elecciones que realicemos. Según la trayectoria de nuestras elecciones, Sartre entiende que estamos condenados a ser libres. Nuestras decisiones pueden estar condicionadas, es decir, influidas por muchos factores, pero siempre disponemos de un margen de libertad, ya que la libertad es nuestro componente más esencial y básico.
Otros, desde puntos de vista diferentes, entienden que la libertad humana es una ficción. Baruch Spinoza pensaba que nos parece que hemos realizado una opción con libertad. Pero lo que en realidad ocurre es que no sabemos cuáles son las causas que nos han determinado a actuar de esa manera. Estamos determinados, es decir, carecemos de libertad para elegir. Lo único que podemos hacer es ser conscientes de nuestra carencia de libertad.
¿Un Ser Frágil pero que tiene Dignidad?
Por mucho que se quiera ensalzar la racionalidad, la inteligencia o la creatividad, el ser humano es finito, es decir, limitado, débil, frágil, menesteroso. Estamos sujetos al tiempo, a la historia.
En la circunstancia de la muerte encontramos una característica esencialmente humana, pues, aunque morimos como los demás seres vivos, nosotros somos conscientes de que morimos, sabemos que tenemos que morir. Por este motivo la muerte, para cada ser humano, es un acto personal. Nadie puede reemplazar a otro en ese momento supremo de la existencia.