Aristóteles: Filosofía, Ética y Política – Conceptos Clave

Aristóteles: Un Legado Filosófico Imperecedero

Del Diálogo al Tratado: La Precisión Filosófica

Si con Platón nace la literatura filosófica a través del Diálogo, con Aristóteles el análisis de los términos filosóficos se hace más preciso, aunque también más abstracto (algo que marcará a la filosofía para siempre). Se pasa del Diálogo al Tratado, donde el lenguaje filosófico comienza a adquirir objetividad y espesor. Aristóteles, discípulo de Platón, fundó un sistema filosófico propio, alejándose de algunas ideas clave de su maestro. A diferencia de Platón, que postulaba dos dimensiones de la realidad (el mundo sensible y el mundo inteligible de las ideas), Aristóteles sostenía que el mundo es uno, sin separación entre lo sensible y lo inteligible. Criticó la teoría de las ideas de Platón, afirmando que el conocimiento universal debe basarse primero en el conocimiento sensible, y que las ideas son conceptos subjetivos que solo pueden ser válidos si tienen un fundamento real. Nació en Estagira, Macedonia, en el 384 a.C., y desde joven mostró una gran curiosidad por la naturaleza, influenciado por su padre, un médico. Su vasta producción filosófica se clasifica en tres grupos:

  1. Escritos de divulgación: publicados por Aristóteles.
  2. Los tratados: son las grandes obras de filosofía y ciencia (CORPUS).
  3. Las Colecciones: proyectos de investigación del Liceo.

Las obras más famosas de Ética y de Política pertenecen a su Corpus, como la Ética a Nicómaco.

La Naturaleza y la Teoría Hilemórfica

Para Aristóteles, la naturaleza (Physis) está relacionada con el nacimiento, el crecimiento y la transformación de los seres, impulsados por una fuerza interna que genera movimiento. Aunque se aleja de Parménides, que negaba el cambio, Aristóteles sostiene que todo cambio tiene un «substrato» constante. Esta idea es central en su teoría hilemórfica, que afirma que todo ser está compuesto por materia (lo cambiante) y forma (lo constante). La Teoría Hilemórfica de Aristóteles sostiene que todo cambio en el mundo físico se debe a la interacción de materia y forma.

El Movimiento, la Potencia y el Acto

Según Aristóteles, el movimiento y el cambio provienen de un principio interno en las cosas, ya que «todo lo que se mueve es movido por algo». El cambio no significa creación de la nada, sino que la materia adquiere una forma de la que antes estaba privada. Para entender este proceso, Aristóteles introduce tres principios del cambio: materia (el sustrato que permanece), forma (la esencia que define la cosa en cada momento de su transformación) y privación (lo que falta y permite el cambio). Así, la forma es la esencia interna que define a cada cosa en su transformación. Para Aristóteles, el movimiento no es simplemente un desplazamiento en el espacio, sino un proceso de cambio más amplio que implica la actualización de las potencialidades de un ser. Este filósofo griego introduce dos conceptos clave para entender este proceso:

  • Potencia: es la capacidad de un ser para convertirse en algo distinto, como una semilla que puede llegar a ser un árbol. La materia es la que lleva esta potencialidad.
  • Acto: es la realización de esa potencialidad, es decir, lo que un ser es en un momento dado. La forma es lo que determina el acto de un ser.

Cada ser tiene una finalidad o télos (fin) hacia el que tiende, que es su perfección o «Bien». La forma está unida a la materia, conformando la estructura hilemórfica de los seres físicos, y no existe en un mundo aparte, sino dentro de las cosas mismas.

El Motor Inmóvil y el Conocimiento

Aristóteles, al observar el cambio y el movimiento en el mundo, concluyó que debía existir una causa que iniciara todo el movimiento sin ser movida. A esta causa la llamó el «Motor Inmóvil», que no es un motor físico, sino una fuerza perfecta, eterna e inteligente que impulsa el universo. Aunque no es un Dios personal como en las religiones, el Motor Inmóvil actúa como una fuerza ordenadora y finalista que asegura el movimiento y el orden del cosmos. Para Aristóteles, el conocimiento se basa en la experiencia sensible, que luego es procesada por la razón mediante abstracción para llegar a principios universales, en un enfoque inductivo. Este proceso nos permite captar la esencia de las cosas, constituyendo el verdadero conocimiento. Aunque la experiencia sensorial es clave, la memoria y la imaginación también son esenciales. Aristóteles es considerado uno de los primeros empiristas, pero siempre resalta el papel de la razón en el conocimiento, lo que sentó las bases del método científico.

Los Ámbitos del Saber y la Intervención Humana

Al estudiar los ámbitos del saber, Aristóteles diferenció los saberes teóricos de los prácticos y productivos. Estos últimos no versan sobre lo que sucede necesariamente, sino sobre lo que puede ser de otra manera que como es. Pero esta diferencia es fundamental porque permite la decisión y la intervención humana. Esta intervención se puede hacer al azar, pero también cabe actuar racionalmente, con conocimiento. Si la intervención es “haciendo” cosas, hablamos de habilidad técnica, pero si la intervención es para “obrar”, entonces nos situamos en la esfera de la acción moral y política, y esta esfera es especialmente importante porque en ella nos va nuestra propia vida.

La Felicidad y la Virtud en la Ética a Nicómaco

En su Ética a Nicómaco, Aristóteles sostiene que todas las acciones humanas se realizan para alcanzar un fin, un bien. La pregunta es si existe un fin supremo, al que todos los demás fines se orientan. Aristóteles responde afirmativamente, y ese fin es la felicidad o eudaimonía. Sin embargo, para evitar relativismos, define la felicidad como una vida plena, digna y satisfactoria, que solo se alcanza viviendo de acuerdo con la naturaleza humana. Aristóteles distingue tres tipos de alma en los seres vivos:

  1. Alma vegetativa: compartida con plantas y animales (nutrición y reproducción).
  2. Alma sensitiva: propia de los animales y humanos (sensación y deseo).
  3. Alma racional: exclusiva del ser humano (pensar, hablar y decidir).

Para alcanzar la felicidad, el ser humano debe vivir racionalmente, y la virtud consiste en ejercer esa racionalidad de manera excelente. Por lo tanto, la vida buena es aquella que cultiva la virtud racional, lo que lleva a una vida plena y feliz. La areté o virtud, según Aristóteles, es la capacidad de obrar bien, de alcanzar la perfección en la acción. En su Ética a Nicómaco, Aristóteles distingue dos tipos de virtudes:

  1. Virtudes intelectuales (dianoéticas): Mejoran nuestra capacidad de conocer y buscar la verdad. Incluyen el entendimiento, la ciencia, la sabiduría, el arte y la prudencia, que nos ayuda a distinguir entre una opinión buena o mala.
  2. Virtudes éticas: Relacionadas con la acción, se definen como hábitos que guían el comportamiento humano hacia el bien. La virtud ética es el término medio entre dos extremos viciosos, pero no es una equidistancia fija, sino que depende del contexto y de la deliberación personal. La virtud ética implica actuar correctamente, guiados por la prudencia, para alcanzar el fin último: la felicidad.

El Ser Humano como Animal Político (Zoon Politikón)

En la política aristotélica, el ser humano se define como un «animal político» (zoon politikón), es decir, solo en la comunidad es posible alcanzar la felicidad y una vida digna. Aristóteles rechaza las explicaciones convencionales (sofísticas) sobre el origen de la sociedad y defiende una visión natural (physis) de la política. Distingue tres formas puras de gobierno, basadas en la virtud y el bienestar común:

  1. Monarquía: gobierno de un solo gobernante sabio y virtuoso.
  2. Aristocracia: gobierno de unos pocos virtuosos.
  3. Politeia: gobierno de amplia base social, orientado al bien común.

Y tres formas corruptas o desvirtuadas:

  1. Tiranía: abuso de poder por parte de un solo gobernante.
  2. Oligarquía: gobierno de los ricos en su propio interés.
  3. Democracia: considerada como demagogia, gobierno de los pobres en su propio interés exclusivo.

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