Masa y Élite según Ortega y Gasset
Según Ortega y Gasset, cuando la masa deja de querer serlo y cada uno de sus miembros, dejándose llevar por la envidia, ambiciona arrebatar el poder a quienes están por encima de ellos, la sociedad, irremediablemente, acaba por destruirse.
Las sociedades crean estados para poder vivir mejor. Para que una nación sea suficientemente poderosa, es preciso que una minoría bien elegida organice a toda una masa de gente. Asimismo, en la sociedad se imponen los individuos notables, bajo los cuales se concentra la masa.
Ahora bien, no conviene confundir los conceptos de élite y masa con los de ricos y pobres. La élite ha de poseer la virtud de la excelencia y, por tanto, ser modélica; la masa, en cambio, debe mostrarse dócil y obediente. En consecuencia, la sociedad ha de ser sociedad antes de ser justa, para lo cual es necesario que la masa sea masa.
Todo ello se obtiene como consecuencia de la verdadera educación. Para Ortega, lo realmente importante es identificar a esas personas (a la élite) y elegirlas. Ahora bien, conviene no olvidar que el Estado ha de gozar de la legitimidad que se deriva de su aceptación por parte de la masa.
Razón Vital y Razón Histórica: La Vida y la Historia
Ortega siempre defendió que “el hombre no tiene naturaleza, tiene historia”. La modernidad pensó que la racionalidad sería la puerta del progreso de la humanidad.
El ideal de la razón ilustrada ha permitido comprender y dominar el mundo natural, pero esta racionalidad no ha servido para entender el problema fundamental del hombre. Para Ortega, la razón es un instrumento legítimo y válido de explicación de lo real, pero no cualquier tipo de razón y no la razón objetivante, es necesario proponer una razón histórica. El hombre no tiene una naturaleza que sea absolutamente uniforme en todos los seres humanos, sino que el propio hombre se va construyendo a sí mismo en la historia. El recuerdo del pasado es lo que le permite encontrar las coordenadas necesarias para orientarse hacia el futuro.
Por otra parte, la historia nos aparece como un todo continuo que hay que poder diseccionar para comprenderlo. Ortega introduce la división de la historia que es la historia de las generaciones. Las generaciones son, pues, la unidad molecular en que la historia se divide. Por ser los individuos partícipes de una misma época y herencia común, cada generación vive de los mismos presupuestos teóricos. Hasta tal punto existe una comunidad de estos presupuestos, que siempre serán mayores los parecidos entre los hombres de una generación que sus diferencias, por más que ellos se empeñen en resaltar las diferencias en las ideas que discuten, comparten las mismas creencias.
Perspectivismo y Raciovitalismo
Aquel que observa la realidad lo hace desde su punto de vista. El punto de vista o la perspectiva de cada uno resulta, pues, el componente fundamental de toda realidad, siendo imposible determinar que un punto de vista sea superior a otro. Por consiguiente, la teoría del perspectivismo reivindica la pluralidad de las perspectivas para interpretar la realidad. En consecuencia, la verdad absoluta, es decir, una visión total de la realidad, no será sino la combinación organizada de todas las imágenes que se tengan de ella. Cada imagen representa un aspecto determinado de la realidad.
La verdad, por tanto, se obtendrá poco a poco, paulatinamente, a medida que se vayan recomponiendo los fragmentos ofrecidos por cada punto de vista.
Como consecuencia del desarrollo del perspectivismo, Ortega creó la doctrina raciovitalista, reflexionando sobre los dos polos radicales en los que se sitúa el ser humano: la vida y la razón.
Ortega tomó de las dos teorías lo que consideraba más valioso: la perspectiva vital y la perspectiva racional. La primera es la realidad dada y la segunda se corresponde con el intento de comprender aquella realidad. Las dos perspectivas tienen características comunes: su esencial radicalidad y, por otro lado, el servir de base para cualquier otra perspectiva.
En general, el pensamiento de Ortega en su etapa raciovitalista pretendió superar las tendencias irracionalistas que subyacen en el vitalismo, por un lado, y por otro lado, la visión antropológica limitada del racionalismo.
Ideas y Creencias
En opinión de Ortega, para entender a un individuo, tanto del presente como del pasado, debemos tomar en cuenta sus ideas. Dice Ortega que las ideas son coordenadas que el ser humano emplea para saber adónde dirigirse, es decir, las herramientas por medio de las cuales el individuo acierta a solucionar los problemas que se le plantean. Hay que distinguir dos tipos de ideas: las creencias y los pensamientos.
Las creencias son nuestras opiniones más íntimas, aquellas que se nos aparecen como complementarias a la realidad, las que nos ofrecen la forma de situarnos en el mundo. Las creencias nos informan acerca del estado de la realidad, de esa realidad de la que ni siquiera nos es preciso reflexionar. Las creencias son como el aire que respiramos, tan cercanas a nosotros, que ni siquiera precisamos pensarlas. Hemos recibido, pues, las creencias, que ya estaban ahí antes de que nosotros existiéramos. Asimismo, las creencias son idénticas para un grupo humano dado. En definitiva, la vida humana está conformada por una serie de creencias que se han ido convirtiendo en soluciones que cada individuo ha dado a un conjunto de problemas de una época determinada.
El individuo se da cuenta de que existen creencias tan creíbles y aceptables como las suyas, por muy contrarias que sean respecto de las suyas, es entonces cuando deja de reverenciar a las creencias tradicionales, abandonando la fe en sus antepasados.
De esta manera, el ser humano comienza a dudar. La creencia y la duda son parecidas en un aspecto: en ambas estamos. Cuando la duda es verdadera, nos posee completamente.
En la duda estamos y permanecemos de manera inestable; en la creencia, en cambio, estamos de manera segura. Como no podemos vivir en permanente estado de duda, para poder salir de esa situación de inestabilidad, nos agarramos a lo más próximo, es decir, a la razón. Es así como se crea la Filosofía: cuando el ser humano pierde su fe en las creencias, cuando pierde su confianza en las creencias tradicionales, y sin embargo, renace en él una nueva fe en su capacidad de raciocinio.
Respecto de las ideas, se trata de pensamientos construidos por los individuos. Se discute acerca de distintas ideas porque no nos pertenecen, porque no las vivimos como propias.
La duda siempre operará de un modo o de otro dentro de las ideas, razón por la que debemos reconstruirlas o defenderlas constantemente, hasta que acaban convirtiéndose en creencias.
En cualquier caso, podemos hacer que las creencias se conviertan en ideas cuando pensamos o reflexionamos conscientemente en ellas. De esta forma, la invulnerabilidad de las creencias se ve seriamente dañada.
Wittgenstein y la Filosofía del Lenguaje
El Tractatus
En el Tractatus no se considera a la filosofía como una ciencia; las proposiciones filosóficas son consecuencia de malentendidos lingüísticos, razón por la que carecen de sentido. La filosofía debe esclarecer los límites del lenguaje, para determinar qué tiene sentido y qué no lo tiene. Por tanto, se convierte sobre todo en una disciplina que tiene por objeto la propia ciencia, la de analizar el sentido lógico de las proposiciones científicas, para lo cual Wittgenstein emplea el análisis lógico del lenguaje. Precisamente por ello, los límites del lenguaje son los límites del mundo, y de lo que no se puede hablar mejor guardar silencio.
Las Investigaciones filosóficas
En las Investigaciones filosóficas, Wittgenstein asegura que comprender una palabra o una proposición no consiste en conocer sus referentes, sino en saber utilizarlos. Puede compararse el lenguaje con una caja de herramientas: en su interior encontramos muchas herramientas, cada una de las cuales tiene una función determinada; es decir, no existe una única función para todas las herramientas. La caja de herramientas desempeñará correctamente su función si sabe emplear adecuadamente las herramientas que contiene.
Función de la Filosofía según Wittgenstein
Pues bien, la filosofía tiene por función analizar la funcionalidad de los juegos del lenguaje, para disolver los falsos problemas derivados de los usos confusos y erróneos del lenguaje y para esclarecer sus ambivalencias. Es decir, la filosofía tiene función doble:
- Función descriptiva: consistente en comprender y describir los fenómenos.
- Función terapéutica: consistente en identificar el uso erróneo del lenguaje generado como consecuencia de seudoproblemas filosóficos (metafísicos).
El Tema de Nuestro Tiempo: La Superación del Racionalismo
Teoría que postula que el modo de conocimiento más importante no es el racional, aduciendo para ello que nuestra relación respecto de la realidad es mucho más inmediata e intuitiva. Según esta teoría, la propia vida sería un tipo de conocimiento que superaría al método racional.
Ortega criticó el racionalismo aduciendo que tanto las filosofías de Platón, Aristóteles, Descartes como las teorías que se han derivado de esos sistemas de pensamiento son falsos, y que, en todo caso, se les ha concedido una desmedida importancia.
Según el racionalismo filosófico, la verdad es absoluta e invariable, de tal forma que solo la razón humana está capacitada para conocerla, es decir, aquella que carece de vida. Así pues, el racionalismo abre un abismo entre la vida concreta del ser humano y su actividad racional. El racionalismo, pues, es contrario a la vida y a la historia. Según esa visión, incluso la historia no sería sino una simple secuencia de sucesos y acontecimientos, que, en propiedad, debería ser superado para superar, a su vez, los obstáculos que derivan de ella. Ahora bien, para Ortega, esa razón abstracta y atemporal no es capaz de percibir la realidad concreta que emana de la vida; realidad que, desde luego, es inestable, temporal e histórica. En lugar de esa razón abstracta, es preciso reivindicar una razón vital.