Cinco Vías de Santo Tomás de Aquino para Demostrar la Existencia de Dios
Tomás de Aquino considera que es necesario demostrar la existencia de Dios porque esta idea no es una idea innata, ni “Dios existe” es una proposición cuya contradictoria sea imposible o impensable. Para Tomás, Dios es lo primero en el orden ontológico, pero no en el orden psicológico. Se llega a Él a partir de una meditación sobre el mundo, que remite a su Autor. No es innato el conocimiento de Dios en el hombre, como afirmaba Juan Damasceno. Aunque es el fundamento de todo, a Dios hay que alcanzarlo por un camino a posteriori, partiendo de sus efectos, del mundo.
Los argumentos de Santo Tomás para demostrar la existencia de Dios se mueven en el ámbito puramente metafísico. Parte de una experiencia, pero no se concluye en el ámbito de lo experimental, sino que se concluye en el ámbito de lo inteligible.
Para demostrar que algo existe solo nos caben dos procedimientos: o constatar su presencia directamente a través de los sentidos, o percibir algo en el mundo que no se explique sin la presencia de ese algo cuya existencia queremos demostrar. En el caso de Dios, dado que su naturaleza es en sí misma infinita y, por tanto, inabarcable para nuestros sentidos y nuestra mente, habremos de buscar entre las cosas sensibles, cuya naturaleza es proporcionada a la nuestra, un punto de apoyo que nos permita abrir un camino, una vía, que nos lleve hasta Dios.
Las vías, las pruebas, han de cumplir, todas ellas, con dos requisitos: en primer lugar, como hemos dicho, se ha de partir de alguna característica que presenten las cosas de este mundo; en segundo lugar, el argumento no puede proseguir hasta el infinito en la cadena causal, sino que ha de tener un fin, pues, en caso contrario, no sería un argumento.
Desde esta perspectiva, Santo Tomás encuentra que el mundo presenta cinco características que resultan inexplicables a menos que exista Dios. Veamos cuáles son las vías que nos permiten acceder hasta Dios a partir de estos rasgos que presenta el mundo.
Las Cinco Vías de Santo Tomás
- Primera vía: El Movimiento. Tomada de la cosmología aristotélica, parte del movimiento del mundo para llegar a demostrar la existencia de un Primer Motor Inmóvil, que no puede ser sino Dios. Para Tomás (como para Aristóteles) el estado natural de los cuerpos sería el reposo. Por tanto, si algo se mueve es porque es movido por otro, y este, por un tercero, y así hasta llegar a una primera causa del movimiento que no necesite ser movida por nadie. Alguien que “ponga en marcha” al universo, sin necesidad de ser él movido por otro: un Primer Motor Inmóvil, que sólo puede ser Dios.
- Segunda vía: La Causa Eficiente. La encontramos en el filósofo Avicena y maneja una terminología aristotélica. Parte de los efectos y arriba a la Causa Eficiente Primera de todo el Universo. Todo lo que existe tiene una causa eficiente (i.e., un creador). Así pues, ha de existir un Creador de todo el Universo, una Causa Eficiente Primera no causada, que sólo puede ser Dios.
- Tercera vía: La Contingencia. Ya expuesta por el judío Maimónides, parte de la contingencia de los seres sensibles, para llegar al Ser Necesario. Si todo lo que existe es contingente, esto es, puede ser o no ser, tuvo que existir un momento en el que nada fuera. En ese caso, ahora no existiría nada. Como es obvio que ahora existe el universo, eso es porque hay un ser que no es contingente, un ser que es necesario, un ser que no puede no ser, y ese ser sólo puede ser Dios.
- Cuarta vía: Los Grados de Perfección. Evidentemente platónica, se constata la existencia de unos grados de perfección en el mundo y se llega a la idea de Perfección Suma. Si se puede comparar entre lo más y lo menos, siempre es por referencia a lo máximo. Y lo máximamente excelente, justo, bueno, bello, etc. sólo puede ser Dios.
- Quinta vía: El Orden del Mundo. La encontramos en Cicerón y Séneca, se parte del orden del mundo, para llegar al Ordenador Supremo del Universo. Es evidente, nos dice Tomás, que en el mundo natural hay un perfecto acoplamiento entre los fines y los medios. Pero los seres naturales no disponen de conocimiento suficiente para realizar tal acoplamiento. En consecuencia, ha de existir un ser que sea el responsable del orden natural, y ese ser sólo puede ser Dios.
Relevancia del Pensamiento Tomista en la Actualidad
Si nos quedamos en el texto de Tomás que analizamos, las vías para demostrar la existencia de Dios, nos resultaría muy difícil acercar el pensamiento tomista a nuestro tiempo; los argumentos que plantea no nos parecen hoy válidos, y desde Kant tenemos claro que en lo tocante a Dios solo cabe creer o no.
Pero aparte de estas vías, hay otros aspectos del pensamiento tomista que sí pueden ser aplicados a nuestra actualidad más cercana. Y estos serían la libertad y la búsqueda de la verdad.
La libertad es el bien que se obtiene de la existencia del mal, y hace que el obrar bien sea meritorio, al poder alcanzar las más maravillosas cimas de perfección, o los más bajos pozos de vergüenza. Obrar bien está íntimamente relacionado con la búsqueda de la verdad, una búsqueda abierta que erige puentes que unen a cada uno de los hombres con los otros hombres, y hace posible el entendimiento. Lo importante no es de dónde viene, sino si es o no verdad.
Esta búsqueda supone aceptar al otro, y considerar sus razones, algo que no sentimos que suceda en un tiempo tan polarizado como el nuestro, tanto en nuestro país como en el resto del mundo, en el que lo más importante es ganar al rival, y eliminarlo. Nos haría falta hoy en día esa actitud constructiva, generadora de puentes entre las diferentes verdades, sabiendo que todas esas verdades son de alguna manera verdad. Una verdad no excluyente.
Santo Tomás de Aquino y la Síntesis entre Cristianismo y Filosofía Antigua
Tomás de Aquino realizó en su obra una síntesis del cristianismo y de la filosofía antigua, que ya había elaborado Agustín de Hipona, pero la penetración del aristotelismo en el occidente medieval, en su versión averroísta, requería actualizar ese empeño. Aquino entiende que el cristianismo puede ser comprendido desde un aristotelismo depurado.
La filosofía del Aquinate se basa en la de Aristóteles depurada de los elementos que no eran compatibles con el dogma cristiano. Así, el hilemorfismo de Aristóteles se ve matizado en lo tocante a la antropología: si para Aristóteles el alma moriría con el cuerpo, Tomás defiende la inmortalidad de la misma; al morir el ser humano, este resucita en cuerpo y alma.
Tomás de Aquino intenta armonizar la razón y la fe, aunque si la razón llegase a contradecir a la fe, la razón está equivocada. No acepta el averroísmo latino, que propone que puede haber una doble verdad: el alma es mortal (verdad de razón) y el alma es inmortal (verdad de fe).
Aristóteles separa el entendimiento entre paciente y agente. Tomás incide en la unidad del entendimiento que se identifica con el alma humana.
La felicidad es el fin último del hombre para ambos autores, pero si para Aristóteles esta se determina con virtud conforme a la razón, para Tomás la felicidad se conseguiría por la contemplación de Dios, solo pudiéndose alcanzar la felicidad suprema en el reino celestial.
La cosmología aristotélica también es depurada; si Aristóteles distinguía cincuenta y cinco esferas, estas se convierten en el tomismo en principios angélicos, ángeles.
El Primer Motor Inmóvil de Aristóteles que ni ha creado el mundo, al ser este eterno, y que solo está pendiente de la perfección, esto es, de sí mismo, se convierte en el Dios trascendente del cristianismo creador y pendiente del mundo.