Aristóteles: Conocimiento, Política, Ética y su Influencia en la Filosofía Medieval y Helenística

El Proceso de Conocimiento: La Abstracción

Para Aristóteles, todos los hombres por naturaleza desean saber. Pero, ¿qué es lo que motiva este afán de saber? Según Aristóteles, la admiración, maravillarse ante las cosas. Aristóteles no aceptó la existencia innata de Platón. Para él el conocimiento tiene su origen en la experiencia. Todo aquello que lleguemos a conocer lo iremos adquiriendo mediante la información que nos proporcionen los sentidos y las demás facultades humanas.

No obstante, a pesar de las diferencias, ambos filósofos confían en la posibilidad humana de alcanzar un conocimiento seguro, estable y universal.

Para Aristóteles el conocimiento consiste en un proceso de abstracción exclusivo del intelecto. Esta capacidad propia del ser humano que permite obtener la idea o concepto universal de un objeto cualquiera a partir de este objeto concreto. Esto es debido a que nuestra razón es capaz de generalizar.

La Política en Aristóteles

La ética aristotélica es una ética elitista: para él, la plena excelencia solo puede ser alcanzada por el varón adulto y maduro perteneciente a la clase alta y libre, y no por las mujeres, los niños, los esclavos, los «bárbaros» o «mecánicos» asalariados. El objetivo del Estado no es solo evitar la injusticia o que haya estabilidad económica, sino más bien permitir al menos a algunos ciudadanos la posibilidad de vivir una buena vida y realizar actos hermosos.

Las Formas de Gobierno

En su obra La Política expuso la teoría clásica de las formas de gobierno. Hay tres formas de gobierno:

  • La monarquía: vela por el bien común.
  • La aristocracia: el gobierno de unos pocos.
  • La república: cuando la mayoría gobierna mirando por el bien común, recibe el nombre común a todos los regímenes políticos.

Desviaciones de los citados son:

  • La tiranía, de la monarquía.
  • La oligarquía, de la aristocracia.
  • La democracia demagógica, de la república.

La tiranía, en efecto, es una monarquía orientada al interés del monarca; la oligarquía, al de los ricos; y la demagogia, al interés de los pobres. Aristóteles rechazó La República de Platón.

Virtud y Ética

Virtudes Dianoéticas y Virtudes Éticas

La ética es, para Aristóteles, un saber práctico que trata de la manera en que han de organizar sus vidas los seres humanos para ser felices. La ética de Aristóteles tiene una dimensión teleológica. El fin último del hombre es la felicidad (eudaimonía). Es el bien perfecto y el fin de los actos. Así, la felicidad es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, con la areté. Una persona virtuosa es una persona que tiene ciertas capacidades, desarrolladas a partir de ciertos hábitos; las virtudes son hábitos adquiridos. Y hay dos tipos de virtudes:

  • Las virtudes éticas.
  • Las virtudes dianoéticas (intelectuales).

En el ser humano, lo más natural es la racionalidad, por ello su felicidad consiste en ejercer esta facultad, es decir, en llevar una vida contemplativa dedicada al saber, que nos proporciona las excelencias teóricas a las que Aristóteles denomina virtudes dianoéticas. Las virtudes dianoéticas son todas aquellas que están relacionadas con la capacidad de reflexión y deliberación. Sin embargo, el ser humano no es solamente intelecto. El ser humano tiene unas necesidades corporales, emocionales y sociales; necesita ciertos bienes corporales. La felicidad, dice Aristóteles, no se puede dar separado de los demás. El hombre es un animal social (zoon politikón) y tiende por naturaleza a vivir con los demás. Por ello, necesitan desarrollar las virtudes éticas, que están relacionadas con el modo de actuar en el mundo, con el control de las pasiones y los deseos. El ser humano actúa correctamente y es virtuoso si sus deseos y costumbres se enmarcan en una racionalidad que, en cada circunstancia, le permite escoger el término medio óptimo entre dos extremos de conducta, ambos negativos.

Por ejemplo, una persona posee la virtud de la valentía si su comportamiento es un término medio entre la cobardía y la temeridad. Como es consciente de que este término medio depende de cada caso y de cada situación, considera que solamente la prudencia y la razón de cada uno garantizan la elección correcta. Así pues, Aristóteles critica la Idea del Bien de Platón. Para él el bien varía según las circunstancias y función de cada cosa.

La Filosofía Medieval

La Edad Media comienza con la caída del Imperio Romano y termina a finales del siglo XV. La caída de Constantinopla en 1453 y el descubrimiento de América en 1492 suponen el límite de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna.

Durante esta época el Cristianismo se expande. Una de las primeras tareas de los pensadores cristianos fue hacer entender el mensaje cristiano y diferenciarlo de otros pensamientos a partir de los Evangelios del Nuevo Testamento. La propagación de la fe exigía interpretar bien los textos bíblicos, adoptar los conceptos de la filosofía griega necesarios para expresar adecuadamente el nuevo pensamiento y distinguir entre lo propio de la razón y lo propio de la fe. También era necesario evitar interpretaciones erróneas del mensaje evangélico, es decir, evitar todo tipo de herejías. Los pensadores cristianos que desarrollaron todas estas tareas son los Padres de la Iglesia (Periodo de la Patrística). Cabe destacar aquí la figura de San Agustín de Hipona. La patrística se desarrolla fundamentalmente durante el primer periodo de la Edad Media. La Edad Media es también el periodo de la Escolástica. La escolástica fue la filosofía que surgió a partir de la enseñanza que se impartía en las escuelas monásticas; una manera de hacer filosofía, en función de la fe y de la teología.

Pero a partir del siglo XIII, gracias al despegue económico y al desarrollo de las ciudades, la escolástica también se va a estudiar en la ciudad. La escolástica se desarrolla durante la baja Edad Media.

El Período Helenístico

Se inició en el 323 a. C. con la muerte de Alejandro Magno y termina en el 32 a. C. con el nacimiento del Imperio Romano.

Circunstancias que dieron lugar al período helenístico: el imperio que forjó Alejandro Magno y las monarquías a que dio lugar su fragmentación acarrearon dos consecuencias: abrieron grandes áreas geográficas a la cultura helenística y terminaron con la estructura política de los estados griegos. Las polis habían dejado de existir. El hombre helénico se ve obligado a buscar una nueva identidad, unos nuevos ideales. Las distintas filosofías helenísticas pretenden responder a esta necesidad. La libertad social, política, ciudadana, irremisiblemente perdida, será sustituida por otro tipo de libertad, la libertad del individuo que se basta a sí mismo. Los filósofos tradicionalmente llamados «socráticos menores» -cínicos, megáricos y cirenaicos- desarrollaron el concepto de autarquía. Su fin es un ideal de hombre sabio como ser autosuficiente. Un hombre cuyas reglas y prácticas están encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud. Otras grandes corrientes del pensamiento helenístico fueron, como es bien sabido, el escepticismo, el epicureísmo y el estoicismo. Después de la muerte de Aristóteles, los estudios científicos se desplazan de Atenas a Alejandría, que se convirtió en el centro de atracción de los mejores artistas, científicos y técnicos de la época. Allí se concentró en una gran institución todo el material científico y bibliográfico existente en los diferentes centros culturales de Grecia y Asia Menor. Así se originaron el Museo y la Biblioteca. Cabe señalar la importancia de las ciencias biológicas, la matemática y la astronomía. En Alejandría cabe destacar la figura de la filósofa Hipatia, miembro de la Escuela neoplatónica de Alejandría, que destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía.

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