Racionalismo y Empirismo: Descartes y Hume – Origen del Conocimiento

El Racionalismo y el Empirismo: Dos Visiones del Conocimiento

El Criterio de Verdad en Descartes

El Racionalismo se define como el intento de llegar a la verdad a través de la Razón, fuente de todo conocimiento fiable y seguro. El ideal al que aspira Descartes como filósofo es el ideal matemático. Pretendemos llegar en la filosofía a lo mismo que los matemáticos han elaborado a lo largo de los siglos: un conocimiento estable, duradero, eterno. Por eso confiamos en la razón, no en los sentidos.

El Empirismo (donde el conocimiento se basa en la experiencia) se definirá como el adversario filosófico del Racionalismo. En la Edad Moderna, el tema fundamental es el del conocimiento, y, en este sentido, Racionalismo y Empirismo nos muestran un origen distinto del conocimiento.

El problema es, pues, en primer lugar, aclarar cómo podemos llegar a la verdad sin error posible. Y para ello Descartes formula la pregunta sobre el criterio de verdad. En el primer momento del Método hemos definido la evidencia como el criterio que seguiremos para llegar a la verdad: la intuición me proporciona un ver intelectual, tan claro y distinto, que no deja lugar a dudas (como la verdad matemática que es evidente).

  • La intuición es una actividad puramente intelectual, un ver intelectual que es tan claro y distinto -tan evidente– que no deja lugar a dudas. Es una concepción libre de dudas de una mente atenta y no nublada, dice Descartes, que brota de la luz de la sola razón: una especie de luz natural que tiene por objeto las naturalezas simples. Por medio de ellas captamos inmediatamente conceptos simples emanados de la razón misma.
  • La deducción se describe como toda inferencia necesaria a partir de hechos que son conocidos con certeza. Entre unas naturalezas simples y otras aparecen conexiones que la inteligencia descubre y recorre por medio de la deducción; sería, en definitiva, el paso lógico de unas a otras.

El Método Cartesiano y la Duda Metódica

El método consiste en una serie de reglas para emplear correctamente estas dos operaciones fundamentales de la razón.

Descartes plantea la necesidad del ejercicio de la duda metódica. Si intentamos encontrar una verdad cierta y segura, si buscamos una certeza absoluta de la que partir y en la que apoyar todo nuestro conocimiento, es necesario en primer lugar dudar de todo aquello de lo que se pueda dudar. Esta duda metódica es un paso o una etapa previa necesarios en la búsqueda de la certeza. Descartes la define como provisional o teorética. Y es que Descartes no es un escéptico, no llega a la duda como conclusión, sino como un recurso para establecer el punto de partida del verdadero conocimiento, cierto y seguro. Para poder estar seguros de algo y tener la certeza de su verdad, es necesario en primer lugar dudar de todo.

Las Reglas del Método

REGLA I: No aceptar como verdadera cosa alguna si no sabemos con certeza o evidencia que lo es.

La evidencia se define por dos caracteres esenciales, a saber, claridad y distinción. Con esta regla, lo que pretende Descartes es dotarnos de un principio o criterio de certeza que nos lleve necesariamente a la verdad.

Descartes llama claro a aquello que está presente y manifiesto a todo espíritu atento, y llama distinto a aquello que es tan preciso y diferente de todos los demás objetos que no contiene en sí mismo nada que no esté claro. Así, una idea o proposición clara y distinta es evidente, y, por lo tanto, puede darse por verdadera con total seguridad.

REGLA II: Dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas partes como fuese posible y cuantas requiriese su mejor solución.

Se trata del método que Descartes denomina análisis o resolución, y que tiene por objeto facilitar el conocimiento de las naturalezas simples reduciendo paso a paso proposiciones complicadas u oscuras a aquellas que son más simples.

REGLA III: Ascender por deducción de los elementos simples al conocimiento de lo complejo.

Es la síntesis o composición que, partiendo de la captación intuitiva de las naturalezas simples, llega al conocimiento de todas las cosas cognoscibles, más complejas, infiriendo una cosa de otra en un proceso deductivo, ordenado y gradual.

REGLA IV: Examinar con todo cuidado la cadena deductiva para estar seguros de que no se ha omitido nada ni se ha cometido error alguno.

Es lo que Descartes denomina enumeración o comprobación.

La Demostración de la Existencia de Dios según Descartes

La demostración de la existencia de Dios la plantea Descartes de tres formas distintas:

El primer argumento requiere previamente aclarar la teoría de las ideas innatas. Según Descartes existen tres tipos de ideas: las ideas innatas, que están en nosotros desde el momento mismo del nacimiento, al menos como potencialidad, las ideas adventicias, o derivadas de los sentidos, y finalmente, las ideas facticias, o construcciones de nuestra imaginación. Hecha esta distinción, la cuestión está clara. Si en nosotros habita la idea de Dios como lo perfecto e infinito, ¿de qué tipo de idea se trata? Evidentemente, de una idea innata; pero, ¿cómo está presente en nosotros esa idea de infinitud y perfección, siendo nosotros seres finitos e imperfectos? La respuesta es que es Dios mismo quien ha introducido en nosotros esas ideas innatas.

El segundo argumento se basa en mi propia existencia. ¿A qué se debe? No se puede deber a mí mismo, ni a que haya existido siempre, ni, por supuesto, a una causa menos perfecta. Luego he de buscar la respuesta definitiva en Dios, la causa está en Él.

El tercer argumento, no menos importante, es una variación del argumento ontológico de San Anselmo de Canterbury: si mi mente es capaz de pensar en un ser infinito y perfecto, ha de pensarlo también como existente, pues de lo contrario le restaría perfección. Luego, a partir de la idea de perfección se deduce la existencia misma del ser divino.

La Crítica de Hume al Racionalismo Cartesiano

Hume igualmente criticará las tres sustancias cartesianas (el alma, el cuerpo, y Dios) y asegurará que es imposible conocer su existencia, defendiendo el escepticismo.

La Negación del «Yo» como Sustancia

Negará la afirmación de la existencia del «yo» entendido como una identidad permanente y estable, una sustancia o esencia, pues es imposible tener una impresión (o intuición) permanente y estable del propio yo, de mi propia mente. Así, nuestro Yo no es más que la sucesión de las impresiones acaecidas en nuestra mente que nuestra memoria recuerda y que unificamos ilícitamente. El yo por tanto es un hecho psicológico producido por la memoria y no algo sustancial.

La Imposibilidad de Demostrar la Existencia de Dios

Señalará que no podemos asegurar la existencia de Dios pues es imposible tener experiencia de él y por tanto no es posible demostrar su existencia. Hume no niega la existencia de Dios, pero sí la posibilidad de la demostración de su existencia. Las razones para oponerse a dicha posibilidad son dos:

1) La idea que tenemos de Dios es la de una sustancia infinita con todas las perfecciones. Ahora bien, si aplicamos el criterio de validez de Hume, nos tenemos que preguntar de qué impresión puede derivar esta idea de perfección infinita.

2) Ese concepto de un Dios perfecto surge como resultado de una proyección de mis propias imperfecciones, sin base experimental alguna.

Hume, en su desarrollo radical del empirismo, terminará estableciendo el escepticismo (afirma imposible demostrar la existencia del mundo, del yo y de Dios), y el fenomenismo (sólo es posible conocer las impresiones como hechos mentales).

El Dualismo Cartesiano: Alma y Cuerpo

Lo que define al ser humano es su capacidad de pensar. Descartes tiene una noción bastante amplia de lo que es pensar: no solamente razonar, sino también sentir o soñar forman parte de lo que él llama pensamiento.

Soy una cosa que piensa, un ser pensante, dice en su famoso texto del Discurso del Método. El yo o alma (res cogitans) es entera y absolutamente distinta de mi cuerpo (res extensa); incluso puede existir sin éste.

Por otro lado, hay movimientos voluntarios, en los que se ejercita el alma (la capacidad de decisión, la voluntad, y la capacidad de pensar están relacionadas).

Descartes sabía que esto planteaba un problema en su sistema: ¿cómo entran en contacto una realidad inmaterial y otra material, tan distintas? Por eso planteó como solución la existencia de una glándula, la “glándula pineal”, en la que se producía este maravilloso e incomprensible fenómeno de unión, fundamental para entender al ser humano.

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