Conceptos Clave de la Filosofía de Platón
Ciencia y Episteme
Para Platón, la ciencia es el conocimiento de las verdaderas realidades, que son las ideas. A este conocimiento lo denomina Episteme o Inteligencia, que a su vez comprende dos actividades o grados: una discursiva, lógica, que se corresponde con el conocimiento matemático (Dianoia) y otra actividad que consiste en la contemplación de las ideas (Noesis).
1. Dialéctica
Frente a los sofistas, para quienes la dialéctica era el arte de la discusión por medio del diálogo, es decir, retórica, Platón y Sócrates elevan la dialéctica a un método científico que permite el conocimiento de la verdadera realidad, es decir, el qué o esencia de las cosas. Mediante la dialéctica se alcanza a conocer las cosas por su razón suprema de ser. El proceso dialéctico consta de dos momentos: un momento ascendente, de idea en idea, hasta la contemplación de la idea suprema, la idea de Bien; y un momento descendente, donde la mente (el alma) va descendiendo hasta las clases de ideas inferiores.
2. Mundo Inteligible
Constituye el mundo de la verdadera realidad, es decir, las ideas. Ese mundo de las ideas posee una estructura piramidal, porque, de acuerdo con los distintos niveles de ser, unas ideas son inferiores a otras y dependen de ellas (las ideas superiores). Y así sucesivamente hasta llegar a la idea suprema, la Idea de Bien, que constituye la cúspide de la pirámide, y por tanto, la realidad superior de la que en último término depende toda otra realidad.
Ideas
Son realidades inmateriales, intangibles, situadas en un mundo aparte, el mundo inteligible. Son, además, inmutables, eternas, absolutas, universales, y modelos de las realidades sensibles del mundo físico. Las ideas son el auténtico ser, de modo que frente a ellas toda otra realidad es degradada y deficiente.
Las ideas son esencias, es decir, aquello por lo que una cosa particular es lo que es. Así, la idea de belleza es la belleza en sí, «aquello-por-lo-que» las cosas son bellas. La relación entre las ideas, pertenecientes al mundo inteligible, y las cosas del mundo sensible es explicada de dos maneras: participación e imitación, siendo esta la que menos problemas plantea.
Platón sostiene la existencia de ideas para toda realidad, física, matemática, estética y moral, es decir, existen ideas de las cosas sensibles (caballo), de las realidades matemáticas (unidad), estéticas (belleza) y morales (justicia, virtud), aunque no todas ellas están en el mismo nivel. Hay una jerarquía entre ellas, que culmina en la Idea de Bien.
Mundo Sensible
Frente al mundo inteligible de las ideas, el mundo sensible está sometido a la variación y al cambio. Es el mundo de la imperfección, de las cosas que se generan y se corrompen, de lo aparente. El mundo sensible viene a consistir en mera sombra, mera apariencia, mero reflejo del verdadero ser (ideas).
3. Idea de Bien
Dentro de la estructura jerárquica del mundo inteligible, la idea de Bien constituye la cúspide. El rango y la función que Platón le atribuye en su filosofía es tal que muchos autores la han identificado con un «Dios». En cualquier caso, la idea de Bien tiene dos dimensiones en la filosofía platónica: 1) es el origen de las ideas y del mundo sensible; 2) es el fundamento de las ideas y del mundo sensible. Con la idea de bien cobra sentido e inteligibilidad la realidad, la ética y la política.
4. Reminiscencia o Anamnesis
Etimológicamente significa recuerdo. En efecto, el conocimiento consiste, según Platón, en recordar. El alma, que preexiste a su unión con el cuerpo, contempló en dicha preexistencia las ideas. Sin embargo, en su unión corporal olvidó todo lo contemplado. Es al entrar en contacto con las cosas sensibles por medio de los sentidos cuando el alma recuerda las ideas contempladas en el mundo inteligible.
Alma
Platón concibe el alma como principio de conocimiento. El alma es la facultad que permite el conocimiento y la acción moral. Su naturaleza es inmaterial, espiritual, y se asemeja a las cosas divinas, por ello es inmortal y preexiste al cuerpo. El lugar propio y adecuado del alma no puede ser otro, pues, que el mundo inteligible.
Platón distinguió tres partes o regiones del alma, a saber: racional, irascible y concupiscible. A cada una de ellas le asignó una virtud: prudencia y sabiduría, fortaleza y templanza, respectivamente. No obstante, reconoció la superioridad del alma racional sobre las demás partes, ilustrándola con el conocido mito del carro alado. Además, partiendo de estas tres partes del alma Platón introdujo una correspondencia con las tres clases sociales: filósofos gobernantes, guerreros-guardianes y productores-artesanos, según predominase una u otra parte en cada uno de ellos.
Virtud
El concepto de virtud incluye en Platón dos cuestiones: una, relativa al modo en que se puede poseer la virtud, y otra relativa a su esencia o naturaleza. En cuanto a la primera, Platón mantiene un punto de vista intelectualista, que recoge de su maestro Sócrates, según el cual el que posee la virtud posee un cierto conocimiento: no se puede hacer el bien o la justicia si no se sabe qué es el bien o la justicia. Respecto al tema de la esencia de la virtud, Platón lo concibe como el estado que le corresponde al alma en función de su propia naturaleza. Como en el alma humana encontramos tres partes, a cada una de ellas le convendrá un tipo de virtud determinado: a la parte racional la virtud de la prudencia o sabiduría; a la parte irascible la virtud de la fortaleza o valentía; y a la parte concupiscible la virtud de la templanza.
5. Rey-Filósofo
Platón presenta en la República su idea de Estado o sociedad ideal. En este Estado la sociedad está dividida en grupos atendiendo al modo en que cada uno de ellos debe satisfacer distintas necesidades básicas: artesanos (alimentos, vestidos…); guardianes-guerreros (encargados de mantener el orden dentro de la polis y de protegerla de agresiones externas); y, finalmente, los gobernantes, cuya función es la de promulgar leyes y establecer la justicia. Pues bien, el encargado de regir los designios de la polis no es otro que el filósofo-rey. En el mito de la caverna Platón señala con claridad que sólo quienes hayan conocido la idea de Bien serán capaces de dirigir tantos los asuntos públicos como los privados. Además, en el mismo mito Platón propone todo un sistema de formación para los futuros filósofos gobernantes. Así, desde muy jóvenes serán instruidos en las distintas ciencias, en el esfuerzo físico y en la práctica de la virtud, y cuando hayan alcanzado la madurez, en torno a los cincuenta años, deberán encargarse del gobierno de la polis aquellos que hayan acreditado sus capacidades morales e intelectuales.
Las tesis que fundamentan la reivindicación de la figura del filósofo-rey son: 1) que es posible el conocimiento objetivo del bien; 2) que no todos los hombres están igualmente capacitados para alcanzar dicho saber; 3) que sólo los que lo consiguen están cualificados para dirigir la polis.
Justicia
El concepto platónico de justicia tiene una doble dimensión: individual y social. Para Platón, la justicia social expresa el principio original de que cada uno en la comunidad deberá realizar la función que le corresponde y no otra, la función para la que está mejor dotado. La justicia en el ámbito de la ciudad consiste, pues, en cada uno, que pertenece a una determinada clase, se ocupe sólo de hacer aquello para lo que está naturalmente dotado. Hallada la noción de justicia en el ámbito social, Platón la extrapola a la dimensión individual. Para ello, determina tres regiones o partes del alma, racional, irascible y concupiscible, distribuida en los individuos desigualmente según su pertenencia a una u otra clase social. Y cada una de las partes le atribuye una virtud: prudencia, fortaleza y templanza. Pues bien, la justicia individual consistirá en la armonización de estas tres partes del alma, de esas tres virtudes. Dicha armonización queda expresada en el mito del carro alado, donde el alma racional actúa de guía, de auriga que gobierna las partes irascible y concupiscible del alma.
6. Opinión
Del término griego «doxa«. Designa uno de los niveles de conocimiento en la epistemología platónica. Se trata de un conocimiento que se fundamenta en la percepción, es decir, se refiere al mundo sensible, a las entidades espacio-temporales. En la escala de los conocimientos es el género de conocimiento inferior.
Dentro de la doxa Platón sitúa dos tipos o grados de conocimiento: eikasía o conjetura (conocimiento de las sombras) y pistis o creencia (conocimiento directo de las cosas sensibles).